LO
HERMOSO ES TENER UNA FE COMO LA DE MARTA
Cuando
llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania
estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, y muchos judíos habían
venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano. Cuando Marta
supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía
en casa. (Jn 11, 17- 20)
Cuando
Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se
quedo en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría
muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo
concederá».( Juan 11, 19-27) Marta no se siente defraudada por Jesús, es una
mujer que sabe que todo es posible para el que cree. Y Ella cree en Jesús. Su
hermano hace cuatro días que lo enterraron, pero, aún así, sé que lo que le
pidas a Dios él te lo concederá. Este es el saludo de Marta a Jesús. Que le responde:
Le
dice Jesús: «Tu hermano resucitará.» Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará
en la resurrección, el último día.» Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección
El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no
morirá jamás. ¿Crees esto?» Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.» (Jn 11, 25- 27) El
diálogo más liberador de la historia ha sido entre Jesús y Marta. Tú hermano
resucitará, ¿cuándo? Para Marta el último día, para Jesús, Hoy, “Yo soy la
resurrección y la vida”. “Todo el que cree en mí, tiene vida eterna” (Jn 6, 40)
Jesús le pregunta a Marta: ¿Crees tú esto? Ella le responde con la profesión de
fe de los Apóstoles y de toda la Iglesia. Para Marta Jesús es el Hijo de Dios,
el Cristo (Mt 16, 16, Mc 8, 31) Es el
Salvador, el Maestro, el Señor. Es el cumplimiento de las profecías del Antiguo
Testamento, el que tenía que venir al mundo a redimir, a salvar y santificar a
los hombres que crean y le obedezcan.
¿Qué
tenemos que hacer para que hagamos las obras de Dios? Al encontrarle a la
orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?» Jesús les
respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis
visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad,
no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida
eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre,
Dios, ha marcado con su sello.» Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para
obrar las obras de Dios?» Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis
en quien él ha enviado.» (Jn 6, 25- 29)
Jesús
sólo propone una cosa: creer en él, el enviado de Dios. No nos pide muchas
cosas. ¿De dónde viene la fe? Viene de la escucha de su Palabra (Rm 10, 17) No
se compra y no se vende. Es un don de Dios, podemos pedirlo con sencillez y con
humildad, con confianza, con disponibilidad de obedecer la Palabra para poder
amar y servir a Jesús. El fundamento de nuestra fe es Jesucristo (1 de Cor 3,
11) Y el contenido de nuestra fe es Jesucristo, Luz, Vida, Poder de Dios (Jn 8,
12; Jn 14, 6; 1 de Jn 5, 12; Ef 6, 10) Se trata de la Vida que el Padre nos ha
dado, el que tiene a Cristo tiene la Vida. Por eso él puede decirnos: “Vengo para
que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10) ¿Qué hace Jesús para
darnos vida? Nos da su Palabra que es “espíritu y vida” “Las palabras que os he
dicho son espíritu y son vida.” (Jn 6, 63) “Son luz y verdad”: Decía, pues,
Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os
hará libres.» (Jn 8, 31- 32)
Al
final de su vida, abrazó la cruz y murió
en ella para el perdón de los pecados, para luego resucitar para darnos vida
eterna (Rm 4, 25) Nosotros por la fe nos apropiamos de los frutos de la
redención de Jesucristo (Gál 2, 16; Rm 5, 1- 5) “Pero Dios, rico en
misericordia, por el grande amor con que nos amo, estando muertos a causa de
nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo - por gracia habéis sido
salvados - y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo
Jesús”. (Ef 2, 4- 6).
Creer
enla persona de Jesús, el Hijo de Dios, nuestro Salvador, Maestro y Señor, es
amarlo y servirlo, guardando sus mandamientos (Jn 14, 21) y su Palabra (Jn 14,
23), aceptando su Obra (Jn 14, 34), su Misión y su Destino (Mt 28, 18- 20) Por
eso la fe pide madurar y crecer en el conocimiento del verdadero y único Dios
(Ef 4, 13) Hay que remar mar adentro (Lc 5, 4), para dejar la superficialidad,
la mediocridad o la tibieza, para alcanzar la Meta: la compasión, la perfección
por la caridad, La libertad en Cristo (Gál 5, 1), la santidad en el amor (1 de
Pe 1, 15- 16)
La
fe cristiana es don y tarea, lucha y conquista, es la repuesta que damos a la
Palabra de Dios. La respuesta abarca al hombre integral que debe crecer hacia
abajo, hacia arriba, hacia dentro y hacia fuera. Estas son las cuatro
dimensiones del amor. Lo que se logra poniendo nuestra confianza en Cristo.
Obedeciendo su Palabra, amándolo, siguiéndolo y sirviéndolo. Lo que significa
pertenecer a Cristo, y el que le pertenece es el que tiene fe.
Los
hijos de la fe son la luz, el poder y el amor. Si falta uno de los tres, nuestra
fe está vacía y muerta (Snt 2, 4) Por eso el apóstol nos dice: Por lo demás,
fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos de las armas de
Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo. (Ef 6, 10, 11) Y Jesús
nos dice: “Con sus lomos ceñidos y con las lámparas encendidas” (Lc 12,35).
Oración y Palabra son medios para crecer en la fe.
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