MIRAD QUÉ AMOR NOS HA
TENIDO EL PADRE PARA LLAMARNOS HIJOS DE DIOS, PUES ¡LO SOMOS!. (1 de Jn 3,1)
Dios no hace Alianza con
esclavos, primero los ama y libera, para luego, hacer Alianza con ellos y hacer
un pueblo de su propiedad. Dios es el Dios del pueblo y éste es el pueblo de
Dios, se comprometen mutuamente. Lo guía y lo conduce a través del desierto
hacia la tierra prometida que mana leche y miel (Ex 3, 8) Tres meses después
que salió de Egipto el pueblo llega a los pies de la montaña sagrada y se
prepara para hacer la Alianza con Dios. Alianza sellada con la sangre de toros
y de machos cabríos y Dios entrega a su pueblo por medio de Moisés las Tablas
de la Ley: Los diez Mandamientos. Ahora Israel es el Pueblo de Dios,
comprometido a guardar los Mandamientos de Dios. (Ex 20)
Los profetas hablan de una
Nueva Alianza: He aquí que días vienen - oráculo de Yahveh - en que yo pactaré
con la casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva alianza; no como la
alianza que pacté con sus padres, cuando les tomé de la mano para sacarles de
Egipto; que ellos rompieron mi alianza, y yo hice estrago en ellos - oráculo de
Yahveh -. Sino que esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel,
después de aquellos días - oráculo de Yahveh -: pondré mi Ley en su interior y
sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
(Jer 31. 33)
Hagamos fiesta el Señor invita: Purificaos de la levadura
vieja, para ser masa nueva; pues sois ázimos. Porque nuestro cordero pascual,
Cristo, ha sido inmolado. Así que, celebremos la fiesta, no con vieja levadura,
ni con levadura de malicia e inmoralidad, sino con ázimos de pureza y verdad.
(1 de Cor 5, 7- 8)
Alianza sellada con la
sangre de Cristo y su signo, es interior, es el Espíritu Santo. La Iglesia canta la iniciativa de
Dios, que se compadece de los hombres y que los salva purificándolos. El Señor
es quien purifica, como él es quien creó. Nosotros, al ser así purificados,
recibimos el don del Espíritu y el Amor (Rm 5,5). En las palabras que siguen se
expresa todo el dinamismo de la Pascua: "Cuando nosotros todavía estábamos
sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos... Justificados
ahora por su sangre, seremos por él salvados de la cólera" (Rm 5, 6 -9). Somos
una Nueva Creación (2 de Cor 5, 17). Somos hombres nuevos, lo viejo ha pasado,
lo que ahora hay es Nuevo: Lo nuevo es Cristo, es el Espíritu Santo, es el
Hombre Nuevo, tema que repetirá san Pablo en (Ef 4, 24) y que san Juan hace
desarrollar a Jesús, en su entrevista con Nicodemo: "nacer de agua y de
Espíritu" (Jn 3, 1- 5).
En la Nueva Alianza Cristo
no está solo: Todos los que murieron , fueron sepultados y resucitaron con él, están
vivos y han sido incorporados a su Cuerpo (Rm 6, 3- 4; Gál 3, 26) Han sido
justificados, sus pecados han sido perdonados y han recibido el don del
Espíritu Santo (R, 5, 1; Gál 2, 16) Han recibido el sello de Dios para el día
de la redención (Ef 4, 30) Espíritu que actualiza en los hombres y en la
Iglesia la obra redentora de Cristo. Nos guía, nos conduce, nos lleva, nos
transforma, nos santifica para que podamos reproducir la imagen de Cristo (Rm
8, 29- 30) Y nos hacer ser hijos de Dios en Cristo (Ef 1, 5; Rm 8, 14- 17)
Antes de realizar la Nueva
Alianza, Jesús, llamó a los Doce para estar con él y para enviarlos a predicar
con poder de expulsar los demonios (cf Mc 3, 13- 15) Después de su muerte y
resurrección, da Espíritu Santo a los que crean en él y lo obedezcan, ahora
todos son misioneros de Jesús, enviados a sanar los corazones heridos y
enfermos por el pecado. El grito de los Apóstoles se deja escuchar:
Reconciliaos en virtud de la sangre de Cristo para que vuestros pecados sean
perdonados y reciban el don del Espíritu Santo. (2 de Cor 5, 20; Ef 2, 14; Hch
2, 37- 38) Para que vuestras mentes, vuestros cuerpos y vuestros espíritus sean
sanados.
El pecado divide, enferma,
oprime y mata. (Rm 3, 21; Rom 6, 20- 23) Por el pecado la inteligencia y la
voluntad están divididas, y por esa grieta se escapan los buenos olores y se
entran los olores del mal. El pecador se siente como vendido al poder del
pecado (Rm 7, 18) Pero un día, llega a sus oídos la Palabra de Vida, es
escuchada, y comienza el proceso de la sanación (salvación). Proceso que lleva
desde el reconocimiento del pecado, al arrepentimiento sincero y al encuentro con Jesús. Que te
recibe con amor y te introduce en la Nueva Alianza, perdona todos tus pecados y
te da el don del Espíritu Santo. Y te llena con su Amor que viene a unir lo que
estaba dividido. Eres hombre nuevo, ahora: Rechazad, por tanto, toda malicia y
todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias. Como niños
recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella,
crezcáis para la salvación, si es que habéis gustado que el Señor es bueno. ( 1
de Pe 2,1- 3) En tu interior hay unidad entre la mente, la voluntad y tu
corazón. A esa unidad de tres se le llama “Conciencia Moral.”
En esta reconciliación
entre los pecadores con Dios y entre los hombres, entran cuatro elementos: Dios
que toma la iniciativa, busca y llama al pecador, lo atrae con cuerdas de
ternura y de misericordia (Os 11, 1- 5) El penitente que con un corazón
contrito y arrepentido busca el rostro de amor y de perdón que sólo puede venir
de Dios. El sacerdote, ministro de Cristo que espera y anhela el regreso a casa
de los pecadores para darles su bienvenida, según las palabras de san Juan: A
quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos.» (Jn 20, 23) El cuarto elemento es la
Comunidad que ora, ayuna y pide por la conversión de los pecadores necesitados
de la Gracia de Dios. Cuatro son los elementos de la reconciliación: Dios, el
penitente, el sacerdote y la comunidad.
Qué hermoso es pertenecer
a la Nueva Alianza y ser miembros vivos del Cuerpo de Cristo, ser templos vivos
del Espíritu Santo, ser hijos de Dios e hijos de la Iglesia. Ser parte de una
Comunidad fraterna, reconciliada y servicial. Somos la Familia de Dios. Todos
hijos, hermanos y servidores en Cristo Jesús, nuestro Mediador, Salvador,
Maestro y Señor.
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