MI MADRE Y MIS HERMANOS SON AQUELLOS QUE OYEN LA PALABRA DE DIOS Y LA CUMPLEN. (Lc 8, 21)

 



MI MADRE Y MIS HERMANOS SON AQUELLOS QUE OYEN LA PALABRA DE DIOS Y LA CUMPLEN. (Lc 8, 21)

Iluminación: (Lc 8, 21)  Pero él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan.» (Lc 11, 28)

La Biblia contiene la Revelación, la Verdad sobre Dios y sobre el Misterio de su Voluntad. El que la escuche y la obedezca se salva (cf Mc 16, 18) Porque está haciendo la voluntad de Dios (cf Mt 7, 21) La voluntad de Dios es que creamos en su Hijo y que nos amemos unos a los otros (1 de Jn 3, 23) Como también, la voluntad de Dios es que no pequemos: Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. El es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. (1 de Jn 2, 1-2)

No basta con leer la Biblia, no basta con escucharla o aprender de memoria  su contenido, lo esencial es ponerla en práctica: “Llevad a la práctica la palabra y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. El que se concentra en el estudio de la ley perfecta (la que hace libre) y es constante no como oyente olvidadizo, sino para ponerla por obra, éste encontrará la felicidad en practicarla.”  (St 1, 22. 25) En la que no pone en práctica su fe se hace fuerte y firme, se reviste de Cristo (Rm 13, 14) Puede hacer el bien y puede rechazar el mal (Rm 12, 9) Y con el bien vencer el mal (Rm 12, 21)

La Palabra es la semilla del Reino de Dios. Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra.»(Mc 4, 31- 32) La clave para que crezca es disminuir: “Conviene que yo disminuya para que Cristo crezca” (Jn 3, 30) Disminuir hasta desaparecer para que Cristo nazca en mi corazón y poder así, entrar en el Reino de Dios (Jn 3, 1- 5) Para que crezca ha de seguir el camino del grano de trigo: En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto.(Jn 12, 24) Para nacer hay que morir, el que no muere, se queda solo.

Después de que ha nacido, ahora aliméntalo con la leche espiritual del evangelio (1 de Pe 2, 2- 3) Para que se levante, crezca y camine por los caminos de la rectitud. Los caminos de Dios. Siguiendo el consejo de Jeremías, hay que cultivar el barbecho de nuestro corazón (Jer 4, 3) Usando los medios del crecimiento espiritual que Dios ha dado a su Iglesia: La Oración para aflojar la dureza de la tierra. La Palabra como agua para regar la planta. La Confesión como poda. La Eucaristía como abono. La Comunidad para aprender a servir (Mt 18, 20) La Obras de Misericordia para descubrir el sentido de la vida: el amor y el servicio. Ahora podemos entender las palabras de Pablo: El que no trabaje que no coma (2 de Ts 3, 10) Todos los medios del crecimiento son importantes, pero resaltamos la Palabra de Dios como el agua. Sin agua hay aridez, le falta la vida. Por eso nos dice el profeta: Es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la orilla de la corriente echa sus raíces. No temerá cuando viene el calor, y estará su follaje frondoso; en año de sequía no se inquieta ni se retrae de dar fruto. (Jer 17, 8)

¡Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni en la senda de los pecadores se detiene, ni en el banco de los burlones se sienta, mas se complace en la ley de Yahveh, su ley susurra día y noche! Es como un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da a su tiempo el fruto, y jamás se amustia su follaje; todo lo que hace sale bien.(Slm 1, 1- 3) No así el que escucha la Palabra y no la pone en práctica: Una voz dice: «¡Grita!» Y digo: «¿Qué he de gritar?» - «Toda carne es hierba y todo su esplendor como flor del campo. La flor se marchita, se seca la hierba, en cuanto le dé el viento de Yahveh (pues, cierto, hierba es el pueblo). La hierba se seca, la flor se marchita, mas la palabra de nuestro Dios permanece por siempre. Lo mismo lo repite la primera de Pedro: Pues toda carne es como hierba y todo su esplendor como flor de hierba; se seca la hierba y cae la flor; pero la Palabra del Señor permanece eternamente. Y esta es la Palabra: la Buena Nueva anunciada a vosotros. (1 de Pe 1, 24- 25)

Jesús habla de dos hombres uno que es prudente y el otro que es imprudente: Prudente el que escucha la Palabra y la obedece: «Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. (Mt 7, 24- 25) Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.» (Mt 7, 26- 27) La ruina es perder la vida eterna: Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 22- 23)

Como a la vez Pablo habla de dos clases de frutos: Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley.(Gál 5, 19- 24)

Jesús nos habló de dos árboles: Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis. (Mt 7, 17- 20)

El fruto de la Palabra es sobre todo el Amor: La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.(Jn 15, 8- 10) De ahí el mandamiento Regio de Jesús: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. (Jn 13, 34) Amor que se manifiesta en el Servicio (Jn 13, 13) El amor es Palabra escuchada, vivida, puesta en práctica, crucificada y resucitada.

 

 

Publicar un comentario

Whatsapp Button works on Mobile Device only

Start typing and press Enter to search