LA EXPERIENCIA DE SER ENVIADOS A LA MISIÓN.

 


LA EXPERIENCIA DE SER ENVIADOS A LA MISIÓN.

Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. (Mt 10, 16) Jesús envía a los Doce con la Fuerza del Espíritu Santo para que sometan a los espíritus impuros, sanan las enfermedades y  toda dolencia (Mt 10, 1) “Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis.” (Mt 10. 7- 8)

Gratis lo recibisteis, dadlo gratis. Es la primera recomendación, no hagan un negocio con la obra de la evangelización. Por que la salvación que lleváis es gratuita. Es por amor como lo dice san Juan: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16) El Padre por amor envió a su Hijo, y éste hace lo que ve hacer a su Padre. Aunque también les dice: “Porque el obrero merece su sustento” (Mt 10, 10) Pero eso es muy diferente hacer un negocio de la predicación o de la labor evangélica.

Hay tres verbos: anuncien, prediquen y proclamen para sembrar y hacer crecer el Reino de Dios en el corazón de los hombres: Dios ha redimido a la humanidad con la muerte y con la resurrección de Jesucristo, está perdonando los pecados y está cambiando los corazones. “Crean y conviértanse al Señor” (Mt 4, 17) Ellos, los Apóstoles, al igual que Jesús invita a la conversión: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.» (Mt 11, 28- 30) Entregar la carga del pecado para recibir el perdón, la gracia de Dios, la Misericordia del Señor.

Para ellos la conversión era despojarse del hombre viejo para llenarse de Cristo, el hombre nuevo. (Ef 4, 23- 24) Despojarse del traje de tinieblas para revestirse con la Túnica de luz (Rm 13, 12) Es alejarse del pecado para ir a buscar a Dios en la verdad, en la bondad y en la justicia (Ef 5, 9) A esto Jesús le llamó “Nacer de Nuevo” para poder entrar en el Reino de Dios que es amor, paz y alegría (Rm 14,17) La señal que el Reino ha llegado es la que los demonios son expulsados fuera (cf Lc 11, 21) Cambia la manera de pensar, de sentir y de vivir. Cambian nuestras actitudes y nuestra conducta.(cf Rm 12, 2) Abandonamos la fe cómoda para abrazar la voluntad de Dios que nos lleva al amor y al servicio. (Jn 13, 13. 34)

Jesús infunde ánimo a sus discípulos al decirles: «Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. «Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. «Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa.» (Mt 10, 40 – 42) El misionero de Cristo nunca se muere de hambre. Pero que no exija lo que la gente no puede darle, y que, no cambie de casa, por que sean pobres. Que no ponga cargas sobre las personas que lo asistan. Eso es lo que hacen los escribas y los fariseos (Mt 23, 4) El misionero de Jesús está llamado a ser como él: Manso y humilde de corazón (Mt 11,29)

Que nunca exija lo que no ha sembrado, no viene a cosechar viene a sembrar. Debe conocer que la evangelización es todo un proceso que implica:

El encuentro con Jesucristo: La primera etapa es el encuentro con Jesucristo. Tal encuentro es la etapa fundamental del proceso, sin la cual es imposible que se verifique, condenando así a la esterilidad los otros aspectos. Este encuentro con Cristo debe renovarse constantemente por el testimonio personal, el anuncio del kerygma y la acción misionera de la comunidad. El kerygma, en particular, es el hilo conductor de todo el proceso que conduce a la madurez del discípulo-misionero.

La conversión: La segunda etapa es la conversión que corresponde a la respuesta inicial de quien ha escuchado al Señor con admiración, cree en él por la acción del Espíritu y se decide a seguirlo cambiando su forma de pensar y vivir.

El discipulado: El tercer aspecto es la vida de discípulo que corresponde a un estadio de mayor madurez en el seguimiento del Maestro; por eso, la catequesis permanente y la vida sacramental son fundamentales para perseverar en la vida cristiana en medio del mundo.

La comunión: El cuarto aspecto es la vida cristiana vivida en comunidad, criterio inequívoco de autenticidad, pues confiere el sello tan necesario de la eclesialidad. El que no tiene comunidad no se realiza.

La misión: La última etapa es la misión, ya que el discípulo que conoce, ama y sigue a su Señor se ve en la necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado a anunciar al mundo a Jesucristo muerto y resucitado, hacer realidad el amor y el servicio a los más necesitados, a construir el Reino de Dios. No hay verdadero discipulado sin la misión. (Aparecida) 

El misionero de Jesús debe aceptar que nunca empieza de cero, antes que él llegara, llegó Jesús primero. Debe además respetar el trabajo de otros, recordando lo que dice Pablo: Yo planté, Apolo regó; mas fue Dios quien dio el crecimiento. De modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que hace crecer. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; si bien cada cual recibirá el salario según su propio trabajo, ya que somos colaboradores de Dios y vosotros, campo de Dios, edificación de Dios. (1 de Cor 3, 6- 9)

En otro envío misionero Jesús estalla de gozo al escuchar las maravillas que sus misioneros hicieron: El les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño; pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos.» En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. (Lc 10, 18- 21)

Los espíritus de impureza son el individualismo, el conformismo, el totalitarismo, el secularismo, el ateísmo, las supersticiones, todos los vicios, que son hijos del Ego. Vicios como la pereza, la lujuria, la avaricia, la gula, el alcohol, la droga, el sexo desordenado, el egoísmo, la ira, la envidia, la mentira, la soberbia, y muchos otros más.

 

 

 

 

 

 

 

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