PERMANEZCAN EN MÍ COMO YO PERMANEZCO EN EL AMOR DE MI PADRE.

 


PERMANEZCAN EN MÍ COMO YO PERMANEZCO EN EL AMOR DE MI PADRE. 

Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.(Lc 2, 52)

Vivir en gracia de Dios es la primera y fundamental de la vida auténticamente cristiana (san Juan Pablo 11) Lo que anima a san Pablo decir: “y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gál 2, 20) Para el apóstol Cristo es la Gracia de Dios, tal como lo dice san Juan: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.” (Jn 3, 16) y Pablo lo confirma otra vez al decir: “Qué Cristo habite por la fe en vuestro corazón.” (Ef 3,17)

Un saludo auténticamente cristiano desde las primeras comunidades usado en la liturgia era: “Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. ¡Amén!” (Apoc 22, 21) Que todos sean Casa de Dios, que sean piedras vivas del templo espiritual (1 de Pe 2, 5) Tendremos la Gracia de Dios de Dios en la medida que seamos piedras vivas, con luz y fuego del Espíritu Santo, al caer en el pecado se apaga la luz y se pierde la Gracia de Dios. Jesús hace referencia a la cizaña: “Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue.”(Mt 13, 25). 

 Pedro nos advierte: “Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos.” (1 de Pe 5, 8-9) El verdadero cristiano se preocupa de sí mismo y de su Comunidad: “Poned cuidado en que nadie se vea privado de la gracia de Dios; en que ninguna raíz amarga retoñe ni os turbe y por ella llegue a inficionarse la comunidad.” (Heb 12, 15) Raíces como la malicia, la mentira, la envidia, la hipocresía y la maledicencia (1 de Pe 2,1) Mas ahora, desechad también vosotros todo esto: cólera, ira, maldad, maledicencia y palabras groseras, lejos de vuestra boca. No os mintáis unos a otros. Despojaos del hombre viejo con sus obras, (Col 3, 8- 9)

Que nos hemos mantenido en el Camino de Dios es Gracia. Si no hemos caído en el pecado es Gracia de Dios, si nos portaos bien es Gracia de Dios. “El motivo de nuestro orgullo es el testimonio de nuestra conciencia, de que nos hemos conducido en el mundo, y sobre todo respecto de vosotros, con la santidad y la sinceridad que vienen de Dios, y no con la sabiduría carnal, sino con la gracia de Dios.” (1 de Cor 1, 12) Lo que significa caminar en la verdad que nos hace libres.

 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo; antes bien, he trabajado más que todos ellos; aunque no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. Porque, sea yo o sean ellos, así predicamos, y así habéis creído.(1 de Cor 15, 10- 11) La Gracia de Dios asiste al que predica y asiste al que escucha, que Pablo siembra, y que Apolo riega, pero, es Dios el que hace crecer (1 de Cor 3, 6).

La Gracia viene de Dios a los que creen aman y obedecen a Cristo, el Nuevo Nacimiento desde la encarnación es todo por Obra de Dios. Creer y convertirse, equivale a creer y bautizarse (Mc 1, 15; 16, 16) Para llenarse, empaparse, y revestirse de Cristo: “Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.” (Jn 1, 16- 17)

No es lo mismo rezar en Gracia de Dios que rezar sin ella. Como tampoco es lo mismo sufrir en gracia de Dios que sufrir sin ella. Jesús lo dijo: “Solamente unidos a mí podéis dar fruto (Jn 15,5) “Por eso, nosotros que recibimos un reino inconmovible, hemos de mantener la gracia y, mediante ella, ofrecer a Dios un culto que le sea grato, con religiosa piedad y reverencia” (Heb 12, 28) Ofreced culto en pecado mortal no es grato a Dios (cf Heb 11,6) La piedad religiosa consiste en vivir en comunión con Dios y con los demás. Esto es por gracia de Dios.

Y al extender vosotros vuestras palmas, me tapo los ojos por no veros. Aunque menudeéis la plegaria, yo no oigo. Vuestras manos están de sangre llenas: Lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mi vista, desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda. Venid, pues, y disputemos - dice Yahveh -: Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán. Si aceptáis obedecer, lo bueno de la tierra comeréis. (Is 1, 15- 19) Y el mismo Jesús nos lo dijo con toda claridad:

«No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 21- 23)

Por medio de la Gracia nos hacemos hijos de Dios, nos conformaos con Cristo, lo amamos y lo seguimos, y nos convertimos en instrumentos del Reno de Dios al servicio de Cristo y de los hombres. Estar en gracia de Dios es prepararnos para la muerte, es mantener las velas encendidas y la túnica puesta: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su Señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a medianoche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos". (Lc 12, 35- 38)

El que está en gracia de Dios es como un vigilante que está despierto y sobrio, se conoce, se despoja de lo que no sirve, se revista de Jesús, lucha contra su propio pecado y ora para no caer en tentación: “Vigilad y Orad dice el Señor (Mt 26, 41) Para mantenerse en la Amistad con Dios.

 

 

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