LA JUSTIFICACIÓN NOS LLEGA POR LA FE EN JESUCRISTO DIOS VERDADERO Y HOMBRE VERDADERO.

 


LA JUSTIFICACIÓN NOS LLEGA POR LA FE EN JESUCRISTO DIOS VERDADERO Y HOMBRE VERDADERO.

En aquellos días, algunos de los que se habían dispersado, huyendo de la persecución desatada después de la muerte de Esteban, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía; pero predicaban el Evangelio solamente a los judíos. Sin embargo, hubo entre ellos algunos chipriotas y cirenenses, que al llegar a Antioquía, comenzaron a dirigirse también a los griegos y a predicarles el Evangelio del Señor Jesús. Y como la mano del Señor estaba con ellos, muchos se convirtieron y abrazaron la fe.(Hch 11, 19ss)

 La muerte de Esteban fue el estallido que hizo que la Iglesia saliera de su comodidad para ser lanzada hasta los confines de la tierra. Van predicando y fundando nuevas comunidades; pero sólo predicaban a los judíos. Pero el Espíritu Santo hizo que algunos de entre ellos, chipriotas y cirenences, comenzaron a predicar a los griegos, es decir a los paganos. Fueron muchos los que se convirtieron y abrazaron la fe, naciendo la Comunidad de Antioquia. La segunda comunidad después de la comunidad de Jerusalén formada de judíos convertidos al cristianismo, mientras que la comunidad de Antioquia fue conformada por cristianos venidos del paganismo.

Cuando llegaron estas noticias a la comunidad cristiana de Jerusalén, Bernabé fue enviado a Antioquía. Llegó Bernabé, y viendo la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho; y como era hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe, exhortó a todos a que, firmes en su propósito, permanecieran fieles al Señor. Así se ganó para el Señor una gran muchedumbre.(Hch 11, 20- 21)

La comunidad de Jerusalén sabiendo las noticias que la palabra de Dios era predicada a los paganos mandaron a Bernabé, para darse cuenta de lo que estaba pasando, si eran fieles o no al Evangelio de Jesucristo. Bernabé, un hombre de Dios, al ver las manifestaciones del Espíritu Santo, se llenó de alegría, y exhortó a permanecer fieles al Evangelio del Señor. Le dio ánimo y fuerza a la nueva comunidad.

Entonces Bernabé partió hacia Tarso, en busca de Saulo; y cuando lo encontró, lo llevó consigo a Antioquía. Ambos vivieron durante todo un año en esa comunidad y enseñaron a mucha gente. Allí, en Antioquía, fue donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de "cristianos". (Hch 11, 22- 26)

 La comunidad crecía, se necesitaba enseñanza, catequesis, dirección, y Bernabé recordó a Saulo que había sido enviado a su tierra, Tarso de Cecilia, y se fue a buscarlo, lo encuentra, lo convence y se lo lleva consigo a Antioquia, donde juntos trabajaban en la evangelización de los que antes eran paganos, y que pr primera vez, reciben los discípulos, seguidores de Cristo,  el nombre de Cristianos. El discípulo es el que escucha la Palabra de Dios y la obedece, decide pertenecer a Cristo y a los Doce, es decir, a la Iglesia. Cristiano es el que es portador del amor de Cristo y lo irradia (Rm 5, 5). Había nacido la pareja misionera de Pablo y Bernabé.

Había en la Iglesia fundada en Antioquía profetas y maestros: Bernabé, Simeón llamado Níger, Lucio el cirenense, Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo. Mientras estaban celebrando el culto del Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: «Separadme ya a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado.» Entonces, después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y les enviaron. (Hch 13, 1- 3) Guiados por el Espíritu Santo y llenos de persecuciones van a llevar el Evangelio a todas partes de Asía Menor donde fundaron muchas comunidades cristianas.

 Pero, muy pronto surgen los problemas. Hombres venidos de Jerusalén, celosos de la ley de Moisés, dicen a los de Antioquia: Que bueno que han creído en Jesús y que se han bautizado, pero si quieren salvarse, deben abrazar la ley de Moisés. Pablo con ojo biónico descubre pronto el peligro. Sí así es, entonces Cristo murió en vano. Volver a la ley es volver a la esclavitud, y grita: Anatema sea el que les predique otro Evangelio. (Hch 15, 1- 3; Gál 1, 8) Para Pablo la justificación no llega por la ley, sino por la fe en Jesucristo. Nosotros somos judíos de nacimiento y no gentiles pecadores; a pesar de todo, conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la justificación por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley, pues por las obras de la ley nadie será justificado. (Gál 2, 15- 16)

 Pronto surgen dos herejías: una venida de los cristianos venidos del judaísmo y la otra de los cristianos venidos del paganismo. Para los cristianos venidos de los judíos Jesucristo es un hombre verdadero, pero no es Dios. En cambio para los cristianos venidos de los paganos dicen que Jesús es un dios que tomó apariencia de hombre. Entonces no padeció, no sufrió y no murió por nuestros pecados, porque todo era apariencia. Para los primeros, si Jesucristo no es Dios, entonces no hemos salvados, porque sólo Dios puede redimirnos y salvarnos.

 Entonces María no es la Madre de Dios (Lc 1, 42) porque Jesús es hombre, pero no es Dios como lo dice  Tomás (Jn 20, 28) Y como lo dice el mismo Jesús a lo largo de su Evangelio: “El Padre y Yo somos uno.” Nosotros no somos hijos de Dios y los Sacramentos son ritos vacíos. Ya que en el bautismo recibimos el espíritu de Jesús que nos hace hijos de Dios, hermanos de Jesucristo y templos del Espíritu Santo. (Gál 3, 26- 27)Jesús nos mintió al decir que “Yo estaré con ustedes todos los días hasta al fin de los días (cf Mt 28, 20) Como tampoco está en medio de la comunidad como él lo prometió. (Mt 18, 20) Y en la Eucaristía no recibimos vida divina: “Yo soy el pan del cielo” el que me coma tiene vida eterna.

 Surgió un hombre, un monje, llamado Arrio, padre del arrianismo que negó la divinidad de Jesucristo. Su grupo se extendió por todo el mundo conocido, reyes, obispos y sacerdotes, eran arrianos, solo una pequeña porción de la Iglesia permaneció fiel a la persona de Jesucristo y a su Menaje. El obispo de Alejandría de Egipto, san Atanacio, (año 325 en el concilio de Nicea) San Ambrosio de Milán y san Agustín los vencieron y los derrotaron. Pero hoy día, muchos que se llaman cristianos y católicos siguen negando la divinidad de Jesucristo. Para la fe católica que es Trinitaria, Jesús es Emmanuel, Dios con nosotros. Jesus es “Yo Soy” Es Dios verdadero y es hombre verdadero. Engendrado no creado, de la misma naturaleza que el Padre y el Espíritu Santo, iguales en dignidad, en poder y en santidad, pero, diferentes como personas. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres personas, pero un solo Dios.  

Si Jesucristo no es Dios, no hemos sido salvados ni redimidos ni santificados. Tampoco somos discípulos,  cristianos e hijos de Dios en Cristo Jesús.

 

 

 

 

 

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