EL ARTE DE SERVIR DE PARTE DE JESUCRISTO PARA SU IGLESIA

 


EL ARTE DE SERVIR DE PARTE DE JESUCRISTO PARA SU IGLESIA

Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. (Mc 3, 14- 15) Los eligió por amor para ser sus discípulos para que estuvieran con él, para un día, fueran sus apóstoles con la misma misión que Jesús traía, la liberación de los hombres.

Llamados a edificar su Iglesia: Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo? »Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.» Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.» (Mt 16, 15- 19) El llamado, no es solo para Pedro, es para los Doce y para toda la Iglesia.

El discipulado es la escuela de Jesús: Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»(Mt 20, 25- 28) Ser grande es ser servidor al estilo de Jesús: “Aprenda de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11,29) Dos condiciones para ser servidores de Cristo para no ser agresivos, violentos y soberbios. Un estilo mundano y pagano.

Los discípulos de Jesús deben aprender el arte de servir: Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?» Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde.» Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo.» Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza.» (Jn 13, 6 9) La clave para ser servidores de Cristo es dejarse lavar los pies por él. Lavar pies es perdonar, es amar, es servir, es compartir, es ayudar y darse a los demás. Es el compromiso con Jesús en favor de los demás.

Servir como Jesús lo ha hecho, con amor y con libertad: Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros. «En verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía. «Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís. (Jn 13, 12- 17)

Para servir a Cristo y a los suyos hay que ser libres de todo lo que no sirve: la esclavitud del pecado y las parálisis que impiden trabajar o servir, como son los vicios: Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio.» Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?» Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano.» El la extendió y quedó restablecida su mano. (Mc 3, 1- 5) Ahora el hombre e la mano tullida puede abrazar y servir a su familia, a sus amigos y puede hacer el bien sin ataduras a los necesitados.

Jesús perdona los pecados como señal de libertad interior. Primero es lo espiritual y luego lo corporal.  Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados.» Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?» Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate, toma tu camilla y anda?" (Mc 2, 5- 9) Ahora que eres responsable, se también libre para que puedas amar y servir a tu familia, a tu comunidad y a todos.

La experiencia del encuentro con Jesús nos lleva a una luna de miel donde nos enamoramos de la Persona de Jesús, de su Palabra y luego de la oración, para luego llevarnos al desierto, el lugar de la victoria de Dios, llamado también el lugar donde habitan los demonios.  Al desierto, donde seremos tentados para que tengamos una fe probada. Luego sigue la etapa del servicio. “pues Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece.” (Flp 2, 13) Antes del servicio vienen las tres tentaciones. El mundo te presenta lo suyo, son tentaciones y son pruebas. Puedes ser seducido por el Maligno o puedes ser confirmado como hijo de Dios y como servidor de Cristo y de los hombres: Tomas la “Opción Fundamental por Cristo” que consiste en tomar la firme determinación de seguir a Cristo, rompiendo a la vez con el mundo, dándola espalda al mundo te confirmas como servidor de Cristo.

Ahora la conversión va en serio, has tomado la decisión de servir a Cristo, prepárate para la prueba (Eclo 2, 1) La prueba será la señal que estás siguiendo a Cristo. “Considerad como un gran gozo, hermanos míos, el estar rodeados por toda clase de pruebas, sabiendo que la calidad probada de vuestra fe produce la paciencia en el sufrimiento; pero la paciencia ha de ir acompañada de obras perfectas para que seáis perfectos e íntegros sin que dejéis nada que desear.” (Snt  1, 2- 4)

Lo primero donde el Espíritu Santo trabaja es en la mente: Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto. (Rm 12,2) La mente embotada, unida a un corazón endurecido, a una moral vacía y a un desenfreno de las pasiones, no puede conocer a Cristo, y menos servirlo. (Ef 4, 17- 18) Lo primero es el encuentro personal con Cristo para ser liberados, reconciliados y salvados a esta experiencia se llama ser justificados por la fe (Rm 5,1)

Experiencia llamada el motor de la vida cristiana, se renueva todo lo recibido anteriormente, y deja en nosotros la huella del Amor a la persona de Jesús, a su Palabra, a la Oración, y amor a todo lo que Jesús ama: la Iglesia. Viene entonces el deseo de servir, de ayudar, de comprometerse con Jesús y con la Iglesia en favor de los demás. Para luego ver las maravillas del Señor: el que no oraba, ahora ora; el que no trabajaba, ahora sirve y ayuda; el que no cantaba ahora canta; el que era corto, ahora es generoso y esplendido con la Iglesia y con los pobres. Los carismas crecen con el uso de su ejercicio, el que antes no hablaba, ahora predica y es un buen catequista  un buen predicador.

Sin olvidar lo que dijo el Apóstol Pedro: Creced, pues, en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. A él la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.(2 de Pe 3, 18) Para poder crecer en la Gracia de Dios, sigamos al mismo Pedro decirnos: por medio de las cuales nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina, huyendo de la corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia. Por esta misma razón, poned el mayor empeño en añadir a vuestra fe la virtud, a la virtud el conocimiento, al conocimiento la templanza, a la templanza la tenacidad, a la tenacidad la piedad, a la piedad el amor fraterno, al amor fraterno la caridad. Pues si tenéis estas cosas y las tenéis en abundancia, no os dejarán inactivos ni estériles para el conocimiento perfecto de nuestro Señor Jesucristo. Quien no las tenga es ciego y corto de vista; ha echado al olvido la purificación de sus pecados pasados. ”(1 de Pe 1, 4- 9)

Como servidores de Cristo caminemos con los ojos abiertos y un corazón palpitante: Pero teniendo dones diferentes, según la gracia que nos ha sido dada, si es el don de profecía, ejerzámoslo en la medida de nuestra fe; si es el ministerio, en el ministerio; la enseñanza, enseñando; la exhortación, exhortando. El que da, con sencillez; el que preside, con solicitud; el que ejerce la misericordia, con jovialidad. Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; (Rm 12, 6- 9)

 

Y recordemos con pasión la exhortación de Pablo: Mirad: el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que siembra en abundancia, cosechará también en abundancia. Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para colmaros de toda gracia a fin de que teniendo, siempre y en todo, todo lo necesario, tengáis aún sobrante para toda obra buena. Como está escrito: Repartió a manos llenas; dio a los pobres; su justicia permanece eternamente. (2 de Cor 9, 6- 9)

 

El arte de servir exige aprender a servir en Unidad con la Iglesia. (Ef 4, 13)

 

 

 

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