CULTIVAD
TODOS LA HUMILDAD PARA TENER COMUNIDADES UNIDAS.
Sed humildes unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su
gracia a los humildes. Inclinaos bajo la poderosa mano de Dios, para que a su
tiempo os eleve. Descargad en él todas vuestras preocupaciones, porque él se
interesa por vosotros. (1Pe 5, 5-7)
Es
la invitación que Jesús nos hace a todos los creyentes: “Sean mansos y humildes
de corazón” Mt 11, 29) La humildad es fuerza, vigor, poder para echar fuera la
soberbia y el egocentrismo de nuestro corazón. En el corazón donde hay pobreza
espiritual y sencillez de vida allí nace y crece la virtud de la esperanza que
luego se despliega hacia la caridad. Un modelo de humildad lo encontramos en
Jesús:
El
cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino
que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a
los hombres y apareciendo en su porte como hombre y se humilló a sí mismo,
obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. (Flp 2, 6- 8) En Jesús la
humildad es positiva, es darse amando y sirviendo a los pecadores. Para
nosotros es negativa: tenemos que desprendernos de nuestras grandezas o de
nuestras miserias para poder amar y servir a los demás. El humilde es pobre
espiritualmente: reconoce que es pecador y reconoce sus pecados. Por otro lado,
reconoce sus valores, sus cualidades y talentos, pero, no presume, se pone a
compartir con los demás. El humilde tiene la disponibilidad de amar, de servir
y de obedecer. No así el soberbio.
Otro
modelo de humildad lo encontramos en María, la Madre. Ella es la llena de
Gracia (Lc 1, 28) Pero ella se confiesa a sí misma como “La humilde esclava del
Señor” por eso tiene la disponibilidad de irse a servir a su pariente Isabel
(Lc 1, 38- 39) En las bodas de Caná entrega su evangelio a los servidores: “Hagan lo que él les diga” (Jn
2, 5) Un evangelio dicho en clave, que muchos lectores no lo entienden: En
clave de humildad. Yo no soy, no es en mí en quien deben de creer, es él. Yo no
Dios, es él. Crean en él para que se salven. Obedezcan a él para que puedan
entrar en clave de amistad: “Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les digo”
(Jn 15, 13) No me sigan a mí, síganlo a él para que entren la clave de Alianza
y sean sus discípulos y sus apóstoles.(Lc 9, 23) En el Magnificat lo vuelve a
recordar: Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en
Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por
eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, (Lc 1, 46-
49)
Jesús
propone a sus discípulos que se hagan humildes para que puedan servir: Mas Jesús
los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como
señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así
entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será
vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro
esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido,
sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.» (Mt 20. 25- 28) Los
humildes no oprimen, no explotan, no engañan y no manipulas, porque la humildad
es caminar en la Verdad.
El
humilde se deja corregir y se deja lavar los pies para que pueda entrar en el
reino de Cristo: Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le
respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo.»(Jn 13, 6) El mandamiento
del servicio es para todos los que se dejan lavar los pies por Jesús: Creer,
confiar, obedecer, amar y servir a Cristo. Esto es nuestra fe. Jesús a todos
nos dice: Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y
decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los
pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado
ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros. «En
verdad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más
que el que le envía. «Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís. (Jn
13, 13- 17)
El
Servicio es nuestra vocación. Y el que no vive para servir, no sirve para
vivir. Para servir hay que salir de las manos de Jesús, como regalo de Dios
para los demás. “Levántate, toma tu camilla y vete a casa” (Mc 2, 11) “Extiende
tu mano, y el hombre extendió la mano tullida (M 3, 5) Extender la mano es
compartir, es servir, es lavar pies. Y al subir a la barca, el que había estado
endemoniado le pedía estar con él. Pero no se lo concedió, sino que le dijo:
«Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo
y que ha tenido compasión de ti.» (Mc 5, 18- 19) El antes endemoniado ahora es
el primer misionero servidor de Cristo en tierra de paganos.
Pablo
dice a los presbíteros de Efeso: «Tened cuidado de vosotros y de toda la grey,
en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para
pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio
hijo. «Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre vosotros lobos
crueles que no perdonarán al rebaño; y también que de entre vosotros mismos se
levantarán hombres que hablarán cosas perversas, para arrastrar a los
discípulos detrás de sí. (Hch 20, 28- 30) Existen falsos y verdaderos
servidores. Lo que se pide es que seamos fieles administradores de la
multiforme Gracia de Dios (1 de Cor 4, 1)
A
los ancianos que están entre vosotros les exhorto yo, anciano como ellos,
testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que está para
manifestarse. Apacentad la grey de Dios que os está encomendada, vigilando, no
forzados, sino voluntariamente, según Dios; no por mezquino afán de ganancia,
sino de corazón no tiranizando a los que os ha tocado cuidar, sino siendo
modelos de la grey. Y cuando aparezca el Mayoral, recibiréis la corona de
gloria que no se marchita. De igual manera, jóvenes, sed sumisos a los
ancianos; revestíos todos de humildad en vuestras mutuas relaciones, pues Dios
resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. (1 de Pe 5, 1- 5) Donde
hay humildad, hay mansedumbre y hay caridad, las bases de una comunidad
fraterna, solidaria y servicial. Allí hay Comunión, Participación y Misión. En
centro de la comunidad está Cristo (Mt 18, 20)
Mirad:
el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que siembra
en abundancia, cosechará también en abundancia. Cada cual dé según el dictamen
de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con
alegría. Y poderoso es Dios para colmaros de toda gracia a fin de que teniendo,
siempre y en todo, todo lo necesario, tengáis aún sobrante para toda obra
buena. (2 de Cor 9, 6- 8)
Nada
hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada
cual a los demás como superiores a sí mismo, (Filipenses 2, 3)
Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de
misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, (Colosenses 3, 12)
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