LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO
PROCLAMA LA VIDA ETERNA.
El día de Pentecostés, se presentó
Pedro, junto con los Once, ante la multitud, y levantando la voz, dijo:
"Israelitas, escúchenme. Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por
Dios ante ustedes, mediante los milagros, prodigios y señales que Dios realizó
por medio de él y que ustedes bien conocen. Conforme al plan previsto y
sancionado por Dios, Jesús fue entregado, y ustedes utilizaron a los paganos
para clavarlo en la cruz. Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la
muerte, ya que no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio. En
efecto, David dice, refiriéndose a él: Yo veía
constantemente al Señor delante de mí, puesto que él está a mi lado para que yo
no tropiece. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua se alboroza; por eso también
mi cuerpo vivirá en la esperanza, porque tú, Señor, no me abandonarás a la
muerte, ni dejarás que tu santo sufra la corrupción. Me has enseñado el sendero
de la vida y me saciarás de gozo en tu presencia.
Hermanos, que me sea permitido hablarles con toda claridad; el patriarca
David murió y lo enterraron, y su sepulcro se conserva entre nosotros hasta el
día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios le había prometido con
juramento que un descendiente suyo ocuparía su trono, con visión profética habló
de la resurrección de Cristo, el cual no fue abandonado a la muerte ni sufrió
la corrupción. Pues bien, a este Jesús Dios lo resucitó, y de ello todos
nosotros somos testigos. Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del
Padre el Espíritu Santo prometido a él y lo ha comunicado, como ustedes lo
están viendo y oyendo''. (Hch 2, 14. 22-33)
Jesús de Nazaret, el Profeta de Dios,
fue entregado por las autoridades religiosas en las manos de los pagano para
que lo mataran, le dieron muerte, pero, Dios lo resucitó y lo sentó a su derecha,
y lo constituyo en Cristo y Señor. Así presentó Pedro el Kerigma, el primer
anuncio: Jesús ha muerto, ha resucitado y es Señor. Murió para el perdón de
nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación, para darnos Vida terna.
(Rm 4, 25)
El que estaba crucificado, el que
murió, está vivo y vive para siempre, ha resucitado, hay Vida Eterna para los
que creen en Jesús, confían, lo obedecen y lo aman, lo sirven y lo siguen. Para
la comunidad cristiana de los primeros tiempos, toda la vida de Jesús y la de
ellos, todo, tiene referencia en la Resurrección. Al punto que Pablo nos dice: “Para
la vida es Cristo, y la muerte es ganancia” (Flp 1,21) Si Cristo resucitó es
porque primero nació. Toda su vida desde la anunciación, la encarnación, su
nacimiento, su vida privada y su vida pública, su predicación, sus milagros y sus
exorcismos, su dolor, su sufrimiento y su muerte, todo, tiene como referencia
la Resurrección. Todo lo que Jesús dijo e hizo hace referencia la Vida Eterna. Para
tenerla hay que creer en Jesús como también para que los pecados sean perdonados
hay que creer en Jesús.
La respuesta a la
Palabra de Pedro, pide una respuesta: «Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha
constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.» Al
oír esto, dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los demás apóstoles:
«¿Qué hemos de hacer, hermanos?» Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno
de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de
vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo; pues la Promesa es
para vosotros y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para
cuantos llame el Señor Dios nuestro.»(Hch 2, 36- 39)
El bautismo es el
sacramento de la fe: Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena
Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no
crea, se condenará.(Mc 16, 15- 16) El bautismo nos incorpora al Cuerpo de
Cristo (Gál 3, 26) ¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo
Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con él sepultados por el
bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre
los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una
vida nueva.(Rm 6, 3- 4) Morimos con Cristo, fuimos sepultados con él y resucitamos
con él.
Para resucitar con Cristo
hay que morir con él. Y para morir con él hay que haber nacido de nuevo, nacer
de Dios por la escucha y obediencia de la Palabra de Dios. Palabra que es Luz e
ilumina nuestras tinieblas, nos lleva al reconocimiento de nuestros pecados y
nos da el corazón contrito y arrepentido para llevarnos a Cristo y recibir de
él, en virtud de su sangre el perdón de nuestros pecados. (Ef 1, 7) Al recibir
el perdón de los pecados se da en nosotros el Nuevo Nacimiento, somos
portadores de la Vida Eterna. Somos hijos de Dios y hermanos de Jesucristo.( Rm
1, 4; Ef 1, 5) Templos vivos del Espíritu Santo e hijos de la Iglesia.(1 de Cor
6, 19) Somos una Nueva creación por la Resurrección de Jesucristo (2 de Cor 5,
17)
Si Jesucristo no resucitó
vana es nuestra fe y vacía es nuestra predicación (1 de Cor 15, 14) Por la
resurrección hay Vida Eterna para los que resucitan para la vida, porque otros
resucitan para la muerte. (cf Jn 5, 29) Los justos resucitaran para la Vida
Eterna de acuerdo a las palabras de Cristo: “Vengan benditos de mi Padre a
pasar la eternidad conmigo” Porque en esta vida resucitaron conmigo. La señal
que hemos pasado de la muerte a la vida es el Amor, (1 de Jn 3, 14) la Verdad y
la Justicia (Ef 5, 9).
"Así pues, si habéis resucitado con
Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de
Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis
muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo,
vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él."
(Col 3, 1- 4) Las cosas de arriba son las virtudes y las bienaventuranzas. El
que ha resucitado con Cristo lo ama y lo sigue: "Jesús les habló otra vez
diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad,
sino que tendrá la luz de la vida.»"(Jn 8, 12) La oscuridad equivale
a las tinieblas, al pecado que lleva a la muerte (Rm 6, 23)
Caminar en
la Luz es resucitar con Jesús, el que resucita con él, lo ama, lo sigue y le
sirve. Está en comunión con Jesucristo, posee Vida Eterna y puede dar fruto: el
amor, la verdad y la justicia (Ef 5, 9)
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