PARA DAR CULTO A DIOS EN ESPÍRITU Y EN VERDAD HEMOS DE TENER UN CORAZÓN LIMPIO Y UNA FE SINCERA.

 


PARA DAR CULTO A DIOS EN ESPÍRITU Y EN VERDAD HEMOS DE TENER UN CORAZÓN LIMPIO Y UNA FE SINCERA.

«Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad lo que es justo, haced justicia al oprimido, defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid, y litigaremos —dice el Señor—. Aunque vuestros pecados sean como la grana, blanquearán como la nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán blancos como lana.» (Is 1, 16-18)

Apartan de mí sus malas acciones, pero, antes laven y purifiquen su corazones de los pecados que llevan a la muerte (Heb 9, 14) Aborrezcan el mal y amen apasionadamente el bien (Rm 12, 9) Busquen lo que es justo (1 de Jn 2, 29)Practiquen la justicia en favor de los oprimidos y de los pobres como señal de verdadero arrepentimiento (Mt 25, 40)Para que tus pecados, aunque sean muchos y granes sean perdonados, en virtud de la sangre de Cristo (Ef 1, 7) Y, entonces vuestro culto sea agradable a Dios (Mt 7, 21; Rm 12, 1; Heb 11, 6) Pues un culto sin justicia y sin caridad no es grato a Dios. "Y al extender vosotros vuestras palmas, me tapo los ojos por no veros. Aunque menudeéis la plegaria, yo no oigo. Vuestras manos están de sangre llenas" (Is 1, 15)

El amor brota de una fe sincera, de un corazón limpio y de una conciencia recta (1 de Tim 1, 5) La conciencia recta es la que orienta toda acción y toda intención a la gloria de Dios y al bien de las almas. Esta es la finalidad de toda la evangelización. Lo que no lleva este objetivo nos hace invertir los valores y cambia nuestros ideales y nos llevan a la idolatría, tal como lo dice el profeta Jeremías: "Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas, que el agua no retienen."(Jer 2, 13) Pensemos por un momento que vamos hacer una obra de evangelización para sacar dinero para bien personal o comunitario, es invertir los valores, y aparece el vacío existencial. Nos arrastra al culto a los ídolos.

La conciencia recta está unida a la fe sincera. En ella hay luz, fuerza y misericordia, por lo mismo son inseparables de un corazón limpio para que podamos dar gloria a Dios y servir a los hombres por amor. Podemos afirmar que entonces hemos conseguido un corazón pobre, humilde y sencillo, capaz de desprenderse de intenciones torcidas para servir con libertad a Dios y a los hombres. Por que el hombre soberbio exclama: “No serviré” “No amaré” y “No obedeceré” Por esta Jesús nos invita a ser como él: “mansos y humildes de corazón” (cf Mt 11, 29) En la escucha y en la obediencia de la Palabra vamos adquiriendo la riqueza que nos da la pobreza de Jesús. La riqueza de Jesús es hacernos como él: pobre, manso y humilde de corazón para ser servidores como él. (cf Mt 20, 28)

"El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz."(Flp 2, 6- 8) Se despojó de sí mismo, sin dejar de ser Dios; se humilló a sí mismo, no juzgó y no condenó a nadie; y se hizo obediente hasta la muerte de cruz. Para sacarnos del pozo de la muerte y llevarnos al reino de la lu (Col 1,13- 14) Tal como lo había dicho Ezequiel:

"Por eso, profetiza. Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo abro vuestras tumbas; os haré salir de vuestras tumbas, pueblo mío, y os llevaré de nuevo al suelo de Israel. Sabréis que yo soy Yahveh cuando abra vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío. Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en vuestro suelo, y sabréis que yo, Yahveh, lo digo y lo haga, oráculo de Yahveh.»"(Ez 37, 12- 14)

¿Qué hace Dios para hacer todo eso? "Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios."(Gál 4, 4- 7)

“La Palabra de Dios se hizo hombre y puso su Morada entre nosotros” (Jn 1, 14) Un día bajó al rio Jordán y fue bautizado por Juan, luego fue conducido por el Espíritu Santo al desierto para prepararse para su Misión de salvar a todos los hombres. Viene como luz y vida, y comienza a predicar su Palabra y a sí, siembra el Reino de Dios en el corazón de los hombres y de las culturas. Hace milagros y realiza exorcismos para mostrar que el reino de las tinieblas ha llegado a su término para dar lugar a la época de la Gracia. Luego lo matan lo arrancan de este mundo, pero Dios lo resucitó. Muere para el perdón de los pecados y resucita para darnos vida eterna:

"En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí."(Gál 2, 19- 20)

"Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma."(Ef 5, 1- 2)

"Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada."(Ef 5, 25- 27)

Me amó y se entregó por mí. Nos amó y se entregó por nosotros. Amó a su Iglesia y se entregó por ella. "Jesús fue entregado por nuestros pecados, y fue resucitado para nuestra justificación."(cf Rm 4, 25)

Con su predicación destapa las sepulturas, su palabra es Luz que ilumina nuestras tinieblas. Muere y resucita para sacarnos de la sepultura y llevarnos a nuestra patria, la Iglesia, y nos da Espíritu Santo para que demos fruto en abundancia y podamos dar culto a Dios en Espíritu y en verdad.



 



 

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