LE PERTENECEN A DIOS LOS QUE LO
AMAN Y GUARDAN SUS PALABRAS.
El Señor, tu Dios, te eligió para
que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad.
Por el amor que os tiene y por mantener el juramento que había hecho a vuestros
padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del
dominio del Faraón, rey de Egipto. Así conocerás que el Señor, tu Dios, es el
Dios verdadero, el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor, por mil
generaciones, con los que lo aman y guardan sus preceptos. (Dt 7, 6. 8-9)
Dios no hace alianza con esclavos,
por eso primero, los libera, luego los reconcilia, para luego hace alianza con
su pueblo. El Dios fiel y veraz, es Roca que sostiene lo que promete, pero, que
también pide amor y que guarden sus mandamientos, para ser propiedad de él y
pertenecerle.
Lo que Dios hace con su pueblo en
la Antigua Ley, lo hace ahora en la Nueva Alianza: "Pero vosotros sois
linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar
las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz vosotros
que en un tiempo no erais pueblo y que ahora sois el Pueblo de Dios, de los que
antes no se tuvo compasión, pero ahora son compadecidos." (1 de Pe 2, 9,
10) Un pueblo comprado a precio de sangre, la sangre de Cristo Jesús. (cf 1 de
Pe 1, 19)
"Bendito sea el Dios y Padre
de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones
espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes
de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el
amor;" (Ef 1, 3- 4) Ser santos e inmaculados, para hacernos hijos de Dios
en Cristo (Ef 1, 5) Son bendiciones de Dios para nosotros que somos pecadores
con la mente embotada y con un corazón duro, que hemos perdido la moral y hemos
caído en el desenfreno de las pasiones (Ef 4, 17- 18) Nosotros que hemos
abandonado la Casa del Padre para irnos a un país lejano, el mundo (Lc 15, ss)
Nosotros que hemos pecado y que padecemos la acción poderosa del mal, que nos
divide, nos esclaviza y nos da la muerte. (cf Rm 6, 20- 23)
A nosotros Dios nos llama a salir
del exilio y a ponernos en camino de éxodo, hacia la tierra prometida. Una tierra
que mana leche y miel (cf Éx 3, 8) Sale a nuestro encuentro el profeta
Ezequiel: «Arrepentíos y convertíos de vuestros delitos y no caeréis en pecado.
Quitaos de encima los delitos que habéis perpetrado y estrenad un corazón nuevo
y un espíritu nuevo; y así no moriréis, casa de Israel. Pues yo no me complazco
en la muerte de nadie —oráculo del Señor—. ¡Arrepentíos y viviréis!» (Ez 18,
30b-32)
¿Cómo lograr tener un corazón
nuevo? Por la fe en Jesucristo que nos amó y se entregó por nosotros para el
perdón de los pecados. Al entrar en su Pascua: muerte y resurrección de Jesús
hemos pasado a ser una “Creación Nueva” (2 de Cor 5, 17) Lo viejo ha pasado, lo
que ahora hay es nuevo: La Gracia de Dios (Rm 5, 5) Como lo dice san Pablo: "La
ley, en verdad, intervino para que abundara el delito; pero donde abundó el pecado,
sobreabundó la gracia; así, la mismo que el pecado reinó en la muerte, así
también reinaría la gracia en virtud de la justicia para vida eterna por
Jesucristo nuestro Señor."(Rm 5, 20- 21)
Así dice el Señor de los ejércitos:
«Convertíos a mí, y me convertiré a vosotros. No seáis como vuestros padres, a
quienes predicaban los antiguos profetas: "Así dice el Señor: Convertíos
de vuestra mala conducta y de vuestras malas obras", pero no me
obedecieron.» (Za 1, 3b-4b) Santiago confirma lo que dice Zacarías: "Someteos,
pues, a Dios; resistid al Diablo y él huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él
se acercará a vosotros. Purificaos, pecadores, las manos; limpiad los corazones,
hombres irresolutos. Lamentad vuestra miseria, entristeceos y llorad. Que
vuestra risa se cambie en llanto y vuestra alegría en tristeza. Humillaos ante
el Señor y él os ensalzará."(Snt 4, 7- 10)
Rompe tus pecados con obras de
justicia y tus iniquidades con misericordia para con los pobres, para que tu
ventura sea larga. (Dn 4, 24b) San Pablo confirma al profeta Daniel: "Huye
de las pasiones juveniles. Vete al alcance de la justicia, de la fe, de la
caridad, de la paz, en unión de los que invocan al Señor con corazón
puro." (2 de Tim 2, 22) No basta con decir “yo no peco” Si no hacemos el
bien, estamos desnudos de la gracia de Dios. “Aborrezcan el mal y amen
apasionadamente el bien” (Rm 12, 9) El que ama conoce a Dios y ha nacido de él,
le pertenece, es suyo, es de su propiedad (1 Jn 4, 7- 8)
"Vuestra caridad sea sin
fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los
unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros; con un celo sin
negligencia; con esp1ritu fervoroso; sirviendo al Señor; con la alegría de la
esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración; compartiendo
las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad."(Rm 12, 9- 13)
El amor es respetuoso, es alegre, es orante y es hospitalario. San Pablo dice
el amor es paciente, tolerante y servicial (1 de Cor 13, 4)
El apóstol nos presenta un modelo
para tener presente en nuestra conversión: "El cual, siendo de condición
divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí
mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo
en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y
muerte de cruz."(Flp 2, 6- 8)
Cristo es nuestro modelo a seguir. Se
despojó de sí mismo, se anonadó y se humillo a sí mismo. No nos juzga, no nos
humilla, no nos acusa, se hizo obediente hasta la muerte de Cruz, sigamos este
modelo para nuestra conversión. La recompensa será la misma de Jesús: la
resurrección. "Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está
sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos,
en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SENOR
para gloria de Dios Padre."(Flp 2, 9- 11) Se convierte el que sigue a
Cristo, sin seguimiento no hay Gracia de Dios. Hay vacío que no retienen el
agua (cf Jer 2, 13)
Por eso Pablo nos invita a ponerle
corazón a nuestra conversión: “Trabajad por vuestra salvación con respeto y
seriedad. Porque es Dios el que obra en vosotros haciendo que queráis y obréis
movidos por lo que a él le agrada. Hacedlo todo sin murmuraciones ni
discusiones, a fin de que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin
mancha.” (Flp 2, 12b-15ª)
"Entonces
Yahveh dijo así: Si te vuelves porque yo te haga volver, estarás en mi
presencia; y si sacas lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Que ellos se
vuelvan a ti, y no tú a ellos. Yo te pondré para este pueblo por muralla de
bronce inexpugnable. Y pelearán contigo, pero no te podrán, pues contigo estoy
yo para librarte y salvarte - oráculo de Yahveh -. Te salvaré de mano de los
malos y te rescataré del puño de esos rabiosos."(Jer 15, 19- 21)
Conviérteme, Señor y me convertiré,
hazme volver y volveré, por lo que hagas conmigo yo te doy gracias.
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