CONVIÉRTANSE
DICE EL SEÑOR PORQUE YA ESTÁ CERCA EL REINO DE
LOS CIELOS. (MT 4, 17)
Iluminación:
“Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos
a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo” (I Juan, 2. 1).
Esto dice el Señor Dios: “Israel, conviértete
al Señor, Dios tuyo, pues tu maldad te ha hecho sucumbir. Arrepiéntanse y acérquense
al Señor para decirle: ‘Perdona todas nuestras maldades, acepta nuestro
arrepentimiento sincero, que solemnemente te prometemos. Ya no nos salvará
Asiria, ya no confiaremos en nuestro ejército, ni volveremos a llamar “dios
nuestro” a las obras de nuestras manos, pues sólo en ti encuentra piedad el
huérfano’. Yo perdonaré sus infidelidades, dice el Señor; los amaré aunque no
lo merezcan, porque mi cólera se ha apartado de ellos. Seré para Israel como
rocío; mi pueblo florecerá como el lirio, hundirá profundamente sus raíces,
como el álamo, y sus renuevos se propagarán; su esplendor será como el del olivo
y tendrá la fragancia de los cedros del Líbano. Volverán a vivir bajo mi
sombra, cultivarán los trigales y las viñas, que serán tan famosas como las del
Líbano. Ya nada tendrá que ver Efraín con los ídolos. Yo te he castigado, pero
yo también te voy a restaurar.
Los mandamientos del Señor son rectos y los justos los cumplen; los pecadores,
en cambio, tropiezan en ellos y caen”. Os 14, 2-10
El que se arrepiente y vuelve al
Señor con un corazón contrito y dolido, es justificado, es perdonado,
reconciliado y es salvado (Rm 5, 1- 5; Gál 2, 16) Rompe con el pecado y con los
ídolos. Con el perdón de todas sus maldades recibe la Gracia de Dios para
refrenar el pecado, levantar el espíritu y profundizar las raíces de la fe que
son la humildad, la mansedumbre y la misericordia. (cf Col 3, 12) Ahora ama al
señor y pude guardar los mandamientos del Señor (cf Jn 14, 21) El desierto se
convierte en un jardín y éste se
convierte en un bosque con frondosos árboles que producen maderas finas para
edificar casas y edificios, es decir, se convierte en un servidor de los demás.
El salmo responsorial nos ayuda a
exclamar: Oyó Israel palabras nunca
oídas: “He quitado
la carga de tus hombros y el
pesado canasto de tus manos. Clamaste
en la aflicción y te libré. R. Yo soy tu Dios, escúchame.
¡Ojalá que mi pueblo me escuchara y
cumpliera Israel mis mandamientos! Comería de lo mejor de mi trigo y yo lo
saciaría con miel silvestre”. R. Yo soy tu Dios, escúchame.
"En esto
sabemos que le conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le
conozco» y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en
él. Pero quien guarda su Palabra, ciertamente en él el amor de Dios ha llegado
a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él."(1 de Jn 2, 3-
5) Diez son los mandamientos de Dios, tres en referencia a Él y siete en referencia
a las comunidades o los hombres. “Honra a tu padre ya tu madre, no matarás, no cometerás
relaciones impuras, no robaras, no mentiras o calumniaras, no desearás la mujer
de tu prójimo y no desearás los bienes ajenos.” Los mandamientos nos hablan de
los “derechos humanos” pero en forma negativa. No le quites la mujer o los
bienes a tu prójimo porque él nos necesita para vivir.” El que rompa uno de los
mandamientos entra en la muerte espiritual y al vacío de Dios.
En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el
primero de todos los mandamientos?” Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al
Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con
todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay
ningún mandamiento mayor que éstos”. El escriba replicó: “Muy bien, Maestro.
Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él,
y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar
al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios”.
Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: “No estás lejos del
Reino de Dios”. Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Mc 12, 28-34
Los mandamientos son palabras santas y divinas que salieron
de la boca de Dios: "Estos son los mandamientos, preceptos y
normas que Yahveh vuestro Dios ha mandado enseñaros para que los pongáis en
práctica en la tierra a la que vais a pasar para tomarla en posesión, a fin de
que temas a Yahveh tu Dios, guardando todos los preceptos y mandamientos que yo
te prescribo hoy, tú, tu hijo y tu nieto, todos los días de tu vida, y así se
prolonguen tus días. Escucha, Israel; cuida de practicar lo que te hará feliz y
por lo que te multiplicarás, como te ha dicho Yahveh, el Dios de tus padres, en
la tierra que mana leche y miel. Escucha, Israel: Yahveh nuestro Dios es el
único Yahveh. Amarás a Yahveh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y
con toda tu fuerza. "(Dt 6, 1- 5)
Guardar los
mandamientos contiene una promesa: Tener paz, gozo, amor, es decir ser felices:
(Dt 30, 15) Leche, miel agua, vino, son todos, manifestaciones de la presencia
de Dios en nuestros corazones cuando se guardan los mandamientos: “Del corazón
del que crea en mí brotarán ríos de agua viva” (Jn 7, 37-38)
Los
mandamientos de Dios son esenciales en la enseñanza de Jesús: "«No penséis que he venido a abolir la Ley y
los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro:
el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que
todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños
y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos;
en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los
Cielos."(Mt 5, 17- 19)
Jesús en Marcos y en Mateo reduce
los 613 preceptos que había en la ley judía, pero en Juan los reduce a uno sólo
precepto: "Os doy un mandamiento nuevo: que
os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también
vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos
míos: si os tenéis amor los unos a los otros.»"(Jn 13,34- 35) Para
guardar el mandamiento Regio de Jesús hay que guardar primero los diez
mandamientos, el que quebrante uno de estos, no podrá guardar el mandamiento de
Jesús.
Jesús fue el primero en guardar los mandamientos de Dios: "Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros;
permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor,
como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os
he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. Este
es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado."
(Jn 15, 9- 12)
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