GUÁRDENSE DE LA LEVADURA DE LOS
FARISEOS Y DE HERODES.
"Fíjense bien y cuídense de la
levadura de los fariseos y de la de Herodes". Advertencia no escuchada,
pues sus pensamientos y sus preocupaciones estaban en otra parte, y no en las
palabras de Jesús. "Es que no tenemos panes". “¿de qué vamos a comer?”
Jesús les habla del pecado de los fariseos y de Herodes, mientras que los
discípulos tienen su mente embotada por sus preocupaciones. ¿De qué pecados habla
Jesús? Habla lo que Pedro va a decirnos algunos años después: “De la malicia,
de la mentira, de la envidia, de la hipocresía y de la maledicencia.” (1 de Pe
2, 1) Herodes estaba metido en la lujuria, en el alcohol, mientras que los
fariseos están llenos de envidia, de odio y deseos de matar a Jesús, entre
otras cosas. Eran capaces de enseñar la Palabra de Dios, pero, no la ponían en
práctica (Mt 23) En su vida había falsedad y mentira.
¿Quiénes son los que tienen ojos y
no ven? ¿Quiénes son los que tienen oídos y no escuchan? Somos nosotros cuando
nos dejamos atrofiar por el pecado. Cuando escuchamos la Palabra y la leemos, pero, no la entendemos. Desviamos
nuestra atención hacia la izquierda o hacia la derecha. No le prestamos
atención a Jesús, a su Palabra. Nos ahogamos en nuestros pensamientos o en
nuestras preocupaciones. ¿Qué vamos a comer mañana? Jesús nos responde por que
se preocupan por el ayer, que ya pasó, y el mañana todavía no llega, cada día
tiene sus propias preocupaciones (Mt 6, 34) Por eso nos advierte: “Vigilen y
oren para no caer en tentación”(Mt 26, 41)
La levadura de los fariseos infla,
hincha, y hasta se desborda para contagiar a otros, es veneno que mata, por eso
hay que estar preparados con los “lomos ceñidos y con la lámparas encendidas”
(Lc 12, 35) Un día llegan con Jesús una comisión a ponerle una prueba: "Y
le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: «Maestro,
sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no
te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas." (Mt
22, 16) Le hablan y le dicen la verdad, pero con una intención torcida, era
pura hipocresía, y según Pablo, su fe era falsa, su corazón estaba sucio y su
conciencia no era recta (1 de Tim 1, 5) “No había amor en sus corazones.”
El pasado ya pasó, pero, podemos
sacarle una enseñanza para la vida. Recordemos y analicemos nuestro pasado,
saquemos le una enseñanza, traigámosla a nuestro presente, encontremos su luz y
proyectemos hacia el futuro, eso no es vivir en el pasado, es tan sólo sacarle
una enseñanza.
¿No recuerdan cuántos canastos de
sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil hombres?"
Ellos le contestaron: "Doce". Y añadió: "¿Y cuántos canastos de
sobras recogieron cuando repartí siete panes entre cuatro mil?" Le
respondieron: "Siete". Entonces él dijo: "¿Y todavía no acaban
de comprender?" Soy el mismo ayer, hoy y siempre (Heb 13, 8) Tengo poder
para darles lo que necesitan y más, pero, pongan atención a mis palabras para
que un día las pongan en práctica. Las pruebas del pasado son enseñanzas para
la vida, si entonces salimos victoriosos, no tengamos miedo, hoy podemos seguir
en la Victoria porque Jesús está con nosotros (Mt 28, 20) Con tres palabras
entendemos esa presencia de Jesús con nosotros: Estoy contigo, para amarlos y
estoy contigo desde tu esquina para aconsejarte, conducirte y enseñarte, soy tu
Maestro.
Dos palabras nos dice Jesús por el
camino del discipulado: Ámame y Sígueme para que donde yo esté estén también
ustedes: "Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará
también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará." (Jn 12, 26)
¿Cómo nos hora el Padre? En Cristo y por Cristo, el Padre nos libera, nos reconcilia,
nos hacer ser parte de la Nueva Creación y luego nos promueve, nos hace ser
hijos de Dios, hermanos de os hombres y servidor de ellos. “Donde abundó el
pecado, sobre abunda la Gracia de Dios” (Rm 5, 20)
"«No se turbe vuestro corazón.
Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas
mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y
cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para
que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino.» Le
dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Le
dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por
mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis
y lo habéis visto."(Jn 14, 1- 7)
¿A dónde nos lleva Jesús? Nos lleva
a la intimidad con Dios. Nos lleva a la casa del Padre, pero antes hemos de
pasar por la Cruz: "Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera
salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues,
¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde
o se arruina?"(Lc 9, 23- 25) No olvidemos las palabras de Jesús
resucitado: “El Mesías tenía que padecer antes de entrar en su gloria (Lc 24,
27) Y Pablo nos lleva a la plenitud de nuestra esperanza; la Vida eterna: "Y,
si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que
sufrimos con él, para ser también con él glorificados."(Rm 8, 17)
En Amor, con Amor y por Amor,
sigamos a Jesús a dónde él quiere llevarnos.
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