EL GRAN ENVÍO DE JESÚS
A LA IGLESIA.
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Éstos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: Arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos”. (Mc 16, 15-18)
El Gran envío en Mateo:
"Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en
el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes
bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y
enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con
vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»"(Mt 28, 18- 20)
Lo primero es la
Fe y luego el Bautismo. La fe viene de lo que se escucha, la Palabra de Dios. A
la Palabra hay que responderle. La fe es la respuesta a la Palabra de Dios.
Quien le responde a la Palabra se hace discípulo de Jesús: por la escucha y por
la obediencia a la Palabra. El Bautismo es el sacramento de la Fe. Por el
Bautismo el creyente recibe el perdón de os pecados y recibe el don del
Espíritu Santo, la Gracia de Dios (Hch 2, 38) Somos incorporados al Cuerpo de
Cristo y revestidos de Él (Gál 3, 26- 27) Entramos en la Nueva Alianza y
participamos de la muerte y resurrección de Cristo (cf Rm 6, 3- 5) Recibimos el
Espíritu Santo que nos hace hijos de Dios, hermanos de Jesús, Templos vivos del
Espíritu Santo e hijos de la Iglesia (1 de Cor 3, 16; 1 de Cor 6, 19) Fe y
Sacramentos son inseparables. Son la respuesta a la Voluntad de Dios que quiere
que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 de
Tim 2,4)
Toda la Iglesia
es enviada. Toda la Iglesia es Misionera y es Servidora de la multiforme Gracia
de Dios. “Vayan y proclamen, prediquen y enseñen todo lo que yo les he enseñado.”
¿Qué nos enseño Jesús? Nos enseñó el “Arte de vivir,” “Arte de Amar” y el “Arte
de Servir.” Lo anterior unido al “Arte de compartir.” Realidades que solo podemos
realizarlos si somos libres, con la libertad de los hijos de Dios (Gál 5,1) “Para
ser libres, nos ha liberado Cristo.” Libres de toda maldad y libres para
amar y para servir. Podemos decir, que Anuncio, Culto y Moral son realidades
inseparables.
En la unidad de las tres podemos comprender las señales de la fe: Arrojarán demonios
en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si
beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y
éstos quedarán sanos”. Habrá conversión como expresión de la fe.
Arrojar demonios es
huir de la corrupción y cultivar las virtudes (2 de Tiim 2, 22) Demonio es toda
realidad negativa que impide que el Reino de Dios crezca en nuestros corazones.
Demonios como el conformismo, el totalitarismo, el relativismo, el secularismo,
el ateísmo teórico o práctico y las supersticiones. Expulsar demonios es romper
con el pecado ( 2 de Pe 1, 4: 1 de Jn 1,8; 1 de Cor 6, 18)
Hablar las lengua
nuevas, es hablar la glosalalia, las lenguas de Dios. Lo que pide ser hombres y
mujeres nuevas, portadores de la gracia de Dios para ser amables, limpias y
veraces, ya que la boca habla lo que hay en el corazón (Lc 6, 45) Las palabras
de Dios unen, motivan, consuelan, liberan, salvan y corrigen. Hay fe. Mientras
que las palabras del hombre viejo dividen, meten miedo, oprimen, confunden y
matan. Aquí no hay fe.
Cogerán
serpientes en sus manos y si los muerden no los mataran. Las serpientes son las
concupiscencias o los deseos desordenados como el poder, el placer y el tener,
la gula, el alcohol, la droga, el sexo libre y desordenado que atenta contra el
sexto mandamiento. Hay control y dominio propio, hay templanza y hay castidad,
hay fe.
“Impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos”. Imponer
manos es bendecir, y bendecir es compartir el don que has recibido para tu
realización y para la realización de los demás. “Extiende tu mano” le dice Jesús
al de la mano tullida. Y el enfermó extendió su mano, y pudo compartir sus
bienes materiales, intelectuales y espirituales con todos. (Mc 3,1- 15)
Comparte tu fe, tu esperanza y tu caridad, crecerán con el uso de su ejercicio.
La pobreza espiritual es lo contrario a la soberbia, el peor enemigo de la fe. El pobre de espíritu es desprendido y es generoso para servir y compartir lo que sabe, lo que tiene y lo que es. Es un ser humano que tiene fe y la pone en práctica. Tiene obras.
Por la fe somos un Regalo de Dios para la Humanidad. ¿Te gustaría serlo? Cree en Jesús.
Publicar un comentario