LA ESPERANZA NO QUEDA DEFRAUDADA Y NOS
LLEVA AL AMOR.
La virtud de la esperanza viene de
la fe, pide para nacer y crecer un corazón sencillo y humilde. Lleva al anhelo
de conocer, amar y servir a Dios. Quién tiene Esperanza es un buscador de la
enseñanza del Señor y tiene a Dios como Salvador, Maestro y Señor. Tal como lo
dice el Salmo 24:
A ti, Señor, levanto mi alma; Dios
mío, en ti confío, no quede yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos; pues
los que esperan en ti no quedan defraudados, mientras que el fracaso malogra a
los traidores. Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que
camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, y todo el día
te estoy esperando.
Recuerda, Señor, que tu ternura y
tu misericordia son eternas; no te acuerdes de los pecados ni de las maldades
de mi juventud; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. El
Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a
los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes.
Las sendas del Señor son
misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. Por el
honor de tu nombre, Señor, perdona mis culpas, que son muchas. Gloria al Padre,
y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por
los siglos de los siglos. Amén. (Slm 24, 1ss)
La ternura y la misericordia de
Dios no cambian, son eternas. Enseña el camino de la bondad, de la verdad, la
justicia y la rectitud. Sus predilectos son los pobres de espíritu, estos los
que aceptan sus mandatos y sus preceptos para caminar en la rectitud. Con gozo
aceptan sus caminos que son la misericordia y su lealtad, con alegría aceptan
seguir con humildad las huellas del Señor (Miq 6, 8).
El que espera en el Señor, espera
siempre su Perdón y su Paz. Se siente amado, perdonado y reconciliado con él.
Tal como lo dice san Pablo: "En efecto, cuando todavía estábamos sin
fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; - en verdad,
apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se
atrevería uno a morir -; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo,
siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón,
pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos de la
cólera!" (Rm 5, 6-9)
La esperanza nos lleva al amor,
como lo dice san Juan: "Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos
escucha, quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el espíritu de
la verdad y el espíritu del error. Queridos, amémonos unos a otros, ya que el
amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no
ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor." “En esto se manifestó el
amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que
vivamos por medio de él.” (1 de Jn
4, 6- 9)
Lo volvemos a decir que la fe, nos
lleva a la esperanza y ésta se despliega en el amor. Las tres son inseparables.
Las tres vienen de la escucha de la Palabra de Dios (Rom 10, 17) Escuchar es
inseparable de la Obediencia, sin la cual las tres virtudes están muertas. De las
tres la más grande es la Caridad, pero la más importante es la Esperanza. (1 de
Cor 13, 13) Sin Esperanza no hay Fe y no Caridad. Y sin Amor las otras dos
están muertas. Por eso el Apóstol nos dice:
"Aunque hablara las lenguas de
los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o
címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los
misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar
montañas, si no tengo caridad, nada soy. Aunque repartiera todos mis bienes, y
entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha. La
caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es
jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no
toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo
lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta." (1 de Cor 13,
1- 7) “La caridad es el Amor y la Vida de Dios derramada en nuestro corazón,
juntamente con el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5, 5).
La Caridad es Dios mismo, según las
palabras de san Juan: "Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es
de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no
ha conocido a Dios, porque Dios es Amor."(1 de Jn 4, 7-8) Y Dios nos ha
manifestado al darnos a su Hijo para que nos redimiera y nos salvara: "En
esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él
nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Queridos,
si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a
otros" (1 de Jn 4, 10- 11). San Pablo nos habla de la unidad de las tres
virtudes: "Nosotros, por el contrario, que somos del día, seamos sobrios;
revistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de
salvación." (1 de Ts 5, 8)
"Tenemos presente ante nuestro
Dios y Padre la obra de vuestra fe, los trabajos de vuestra caridad, y la
tenacidad de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor."(1 de Ts 1, 3)
Las tres vienen de Dios (Ef 6, 1o)
Son armas de Luz y son la armadura de Dios para revestirnos de Jesucristo (Rm
13, 12- 14) Por eso escuchemos a Pablo decirnos:
"Así pues, si habéis
resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a
la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque
habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. Cuando aparezca
Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él."(Col
3, 1- 4) Buscad y aspirad a la Fe, la esperanza y la Caridad que vienen de Dios
y nos llevan a Dios, en Cristo por el Espíritu Santo.
¿Qué nos dice Jesús? "«Estén ceñidos vuestros lomos y las
lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la
boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los
siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se
ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá."(Lc
12, 35- 37) Vivan en la esperanza, luchen y lámparas encendidas. Vivan
esperando a su Señor que viene a traernos la recompensa de la fe y del amor.
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