ACEPTAR Y SOMETERNOS A LA VOLUNTAD
DE DIOS.
Dichoso el que, con vida
intachable, camina en la voluntad del Señor; dichoso el que, guardando sus
preceptos, lo busca de todo corazón; el que, sin cometer iniquidad, anda por
sus senderos. (Slm 118, 1-2)
Jesús confirma lo anterior al
decirnos: "«No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el
Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos
me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y
entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de
iniquidad!” (Mt 7, 21- 23)
¿Cuál es la voluntad de Dios
manifestada en Cristo Jesús? Es nuestra liberación y nuestra salvación (1 de Ts
4, 3) La voluntad de Dios es nuestra justificación por medio de la fe de
Jesucristo (Rm 5, 1) La Justificación nos alcanza el perdón de los pecados y el
don del Espíritu Santo. Ya no somos esclavos, ahora somos libres para hacer el
bien, para amar. San Juan nos dice: "El que tiene mis mandamientos y los
guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le
amaré y me manifestaré a él.» Le dice Judas - no el Iscariote -: «Señor, ¿qué
pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?» Jesús le
respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y
vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis
palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha
enviado."(Jn 14, 21- 24)
¿Cuáles son las manifestaciones de
Jesús en nuestra vida? Nos libera, nos reconcilia, nos lleva a ser una Nueva
Creación y nos promueve. De pecadores en hijos de Dios y en servidores de su
Obra. “Para ser libres nos ha libertado Cristo Jesús” (Ga 5, 1) Al
reconciliarnos nos hace hijos de Dios y nos llama a ser discípulos para estar
en comunión con él (Jn 15, 4) Esa es la voluntad de Dios que creamos en Cristo,
que seamos sus amigos y sus discípulos (1 de Jn 3, 23; Jn 15, 13; Mc 4, 13)
Discípulo es aquel o aquella 1ue escucha la Palabra de Cristo y la obedece,
acepta pertenecer a Cristo y a los Doce. Somos de Cristo si lo amamos y si le
servimos. Pertenecer, amar y servir son inseparables.
El que cree en Jesús lo sigue y lo
ama. Ama a Jesús y ama su estilo de vida. Hace de su Palabra la delicia de su
corazón por eso puede encarnar las “Bienaventuranzas” que son Palabras
escuchadas, obedecidas, crucificas y resucitadas, hasta glorificadas. ".«Bienaventurados
los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados
los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los
que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los
limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan
por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los
Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con
mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa."(Mt 5, 3- 11)
La práctica de las “Bienaventuranzas”
nos lleva a tener los dones de Dios que pasan por la Cruz de Jesús: "Os
exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros
cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto
espiritual."(Rm 12, 1) Sacrificio que hace las cosas santas y que consiste
en aceptar la voluntad de Dios y someternos a ella. Lo que pide: "Y no os
acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de
vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo
bueno, lo agradable, lo perfecto." (Rm 12, 2) La voluntad de Dios es lo
bueno, lo que nos pide rechazar lo malo (Rm 12, 9) Lo que le agrada a Dios es
nuestra fe que nos pide ser iguales en dignidad, como comunidad fraterna,
solidaria y servicial (Heb 11, 6; Rm 12, 3- 5)
Lo perfecto lo alcanzamos viviendo
de encuentros con Jesús. La perfección se llega por el amor, sin amor no hay
nada. Así lo ha dispuesto el Señor: "Os doy un mandamiento nuevo: que os
améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros
los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os
tenéis amor los unos a los otros.»" (Jn 13, 34- 35) El amor brota de una
fe sincera, de un corazón limpio y de una conciencia recta (1 de Tim 1, 5) El
amor brota y nace de la pobreza espiritual, pide tener un corazón manso y
humilde como el de Jesús (Mt 11, 29) Sólo los pobres de espíritu son capaces de
amar y servir al estilo de Jesús. Qué nos ha dicho: "No ha de ser así
entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será
vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro
esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido,
sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»"(Mt 20, 26- 28)
El servicio es manifestación del
Amor: "Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor",
y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado
los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he
dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros. (Jn
13, 13- 15) Razón por la que Pablo nos recomienda: "Además, cuando
estábamos entre vosotros os mandábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, que
tampoco coma. Porque nos hemos enterado que hay entre vosotros algunos que
viven desordenadamente, sin trabajar nada, pero metiéndose en todo."(2 Ts
3, 10- 11).
Trabajar, ¿en qué? Trabajar en nuestra liberación, en nuestra salvación y en nuestra
santificación. Tal como lo dice Pablo: "Porque esta es la voluntad de
Dios: vuestra santificación; que os alejéis de la fornicación, que cada uno de
vosotros sepa poseer su cuerpo con santidad y honor, y no dominado por la
pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios." (1 de Ts 4, 3- 5)
El Apóstol Pablo nos presenta un
proyecto de liberación: "Por tanto, desechando la mentira, hablad con
verdad cada cual con su prójimo, pues somos miembros los unos de los otros. Si
os airáis, no pequéis; no se ponga el sol mientras estéis airados, ni deis
ocasión al Diablo. El que robaba, que ya no robe, sino que trabaje con sus
manos, haciendo algo útil para que pueda hacer partícipe al que se halle en
necesidad. No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea conveniente
para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen. No entristezcáis
al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la
redención. Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de
maldad, desaparezca de entre vosotros. Sed más bien buenos entre vosotros,
entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo."(Ef
4, 25- 32)
Jesús nos invita a permanecer en su
Amor, (Jn 15, 9) y nos dice: "«Pero yo os digo a los que me escucháis:
Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os
maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla,
preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la
túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y
lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente."(Lc
6, 27- 31)
Lo que importa es vivir el
Evangelio de Jesucristo: "Lo que importa es que vosotros llevéis una vida
digna del Evangelio de Cristo, para que tanto si voy a veros como si estoy
ausente, oiga de vosotros que os mantenéis firmes en un mismo espíritu y
lucháis acordes por la fe del Evangelio, sin dejaros intimidar en nada por los
adversarios, lo cual es para ellos señal de perdición, y para vosotros de
salvación. Todo esto viene de Dios. Pues a vosotros se os ha concedido la
gracia de que por Cristo... no sólo que creáis en él, sino también que
padezcáis por él, sosteniendo el mismo combate en que antes me visteis y en el
que ahora sabéis que me encuentro." (Flp 1, 27- 30)
"Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos
contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de
gracia y de verdad." (Jn 1, 14)
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