SER GRANDE SIGNIFICA SERVIR A DIOS Y A LOS HOMBRES.
Poneos en los caminos y mirad, preguntad a las sendas antiguas:
«¿Es éste el buen camino?» Caminad por él, y hallaréis reposo para vuestra
alma. (Jr 6, 16) ¿Cuáles son la antiguas sendas?
Son las diez palabras. Palabras divinas y santas que han salido de la boca de
Dios. Quien las ponga en práctica tendrá paz y armonía interior y exterior.
Podrá llegar a ser propiedad exclusiva de Dios. Quién los quebrante será
excluido de la presencia de Dios para irse al exilio, a una tierra de
esclavitud y de servidumbre. A un lugar sin patria, sin rey, sin culto y sin
sacrificio.
En
el Nuevo Testamento el lugar para descansar es Cristo Jesús. Es Fe y
conversión, es fe y amor. "«Venid a mí todos los que estáis fatigados y
sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended
de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras
almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.» (Mt 11, 28- 30)
En
el encuentro entre la miseria del hombre y la misericordia del Señor, se da un
intercambio que consiste en entregar la carga del pecado y para luego recibir
el yugo del amor y quedar así, unidos con Cristo Jesús y caminar con él. Para
aprender de Jesús su mansedumbre y su humildad que unidos a la misericordia, y
poder entonces amar y seguir a Cristo como sus discípulos, amigos y hermanos. El
Descanso pide renunciar y romper con el pecado que nos lleva a la muerte (Ef 2,
1- 3) Para caminar en la Verdad y en el Amor y vivir como hijos amadísimos de
Dios (Col 3, 12). Jesús nos había dicho:
"«No
penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir,
sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes
que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que
traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres,
será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y
los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos."(Mt 5, 17-
19) Ser grande significa servir a Dios y a los hombres. Servir es expresión del
amor. Sirve el que ama, lo que significa ser libre de toda esclavitud para
tener la Gracia de Dios y servirle por amor y con amor.
"«Maestro,
¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» El le dijo: «Amarás al Señor, tu
Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor
y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.»"(Mt
22, 36- 40) Ponlos en práctica y viviréis. El que los ponga en práctica ama a Dios
y a ama su prójimo. Tal como lo dice san Juan: "El que tiene mis
mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de
mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.»" (Jn 14, 21) Se
manifiesta liberándonos, reconciliándonos, salvándonos y santificándonos.
"Nosotros
somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos
escucha. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error. Queridos,
amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido
de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es
Amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al
mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el
amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos
envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados." (1 de Jn
4, 6- 10)
El Padre al
darnos a su Hijo unigénito nos ha entregado el amor entregado. Nos ha entregado
su Gracia, el don de Dios a los hombres. El que crea en él tiene la “Vida
eterna” "Porque tanto amó Dios al mundo que
dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga
vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por él."(Jn 3, 16- 17) ¿Qué hace
Jesús para salvarnos, para que tengamos vida eterna? Escuchemos a Pablo
decirnos:
"El
cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino
que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a
los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo,
obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le
otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda
rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua
confiese que Cristo Jesús es SENOR para gloria de Dios Padre."(Flp
2, 6- 11)
Jesús
no vino a juzgarnos ni a humillarnos ni a condenarnos, vino a salvarnos, a
darnos vida eterna. Se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la vergonzosa
muerte de Cruz. Por eso Dios lo resucitó, lo sentó a su derecha y le concedió
ser Mesías y Señor (Hch 2, 36) Murió y resucitó (Rm 4, 25) para que podamos
recibir por la fe los frutos de la redención: el perdón, la paz, la
resurrección y el don del Espíritu Santo. Y poder llegar a ser una “Nueva
Creación” y ser parte de una Comunidad fraterna, solidaria y servicial en la
cual no debe de haber “acepción de personas por que todos somos iguales:
"No
os mintáis unos a otros. Despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos
del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto,
según la imagen de su Creador, donde no hay griego y judío; circuncisión e
incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en
todos. Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de
misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia"(Col 3,
9- 12)
"Os
doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he
amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán
todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.»"(Jn
13, 34- 35) La clave está en el “Cómo yo os he amado” la pregunta será: ¿Cómo
nos amó Jesús? Hasta el extremo. hasta el dolor, hasta el sufrimiento, hasta la
muerte. (Jn 13,1) Esto nos pide hacer de nuestra vida un don de Dios a los
hombres:
"Os
exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros
cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto
espiritual." (Rm 12, 1) Esto es el estilo de vida que Pablo vive
para ser hostia viva: "En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin
de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es
Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en
la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí."(Ga
2, 19- 20)
Todo lo anterior
lo podemos resumir diciendo. “Aceptemos la voluntad de Dios y sometámonos a
ella, con amor y obediencia.
Tus preceptos
son mi herencia perpetua. La alegría de mi corazón.
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