JESÚS LLORÓ SOBRE LA CIUDAD DE JERUSALÉN.
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró
sobre ella, mientras decía: «Si reconocieras tú también en este día lo que conduce
a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos. Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te
rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te
arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no
reconociste el tiempo de tu visita». (Lucas19, 41-44)
Jesús lloró sobre la ciudad de Jerusalén. Lloró al ver la dureza del
corazón de su pueblo. “Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se
arrepienta y viva” (Ez. 33, 10) Dios no rechaza al pecador que se acera a él
con un corazón contrito y arrepentido” (Slm 51, 19) Dios es misericordioso y
perdona todos los pecados que se reconocen y por los que se arrepienten. (cf Is
1, 16) Jesús, el Mesías de Dios vino a los suyos y ellos lo despreciaron (Jn 1,
12)
¡¡¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz!!!
¿Qué es lo que conduce a la paz? La Justicia que se ha manifestado es Cristo
Jesús (Rm 3, 21) Hacerle justicia a Dios es creer en Jesucristo (1 de Jn 3, 23)
El que no crea se pierde (Mc 16, 16) Le hacemos justicia a Jesucristo eligiendo
el camino que él nos presenta: el Amor. Le hacemos justicia al hombre
reconociendo su dignidad como persona valiosa importante y digna. Por eso
podemos afirmar que la paz viene de la justicia. Que viene de la fe, de Cristo Jesús.
Él es nuestra Paz. (Ef 2, 14)
Jesús llora y
profetiza a la misma vez la destrucción de Jerusalén. “Vendrán tus enemigos y
de destruirán”. El templo será destruido al no quedar piedra sobre piedra. La
ciudad santa será destruida y matarán a muchísima gente. Por eso que va a pasar
Jesús llora. Jesús ama al Templo, ama a la ciudad y ama al Pueblo, es judío,
pero, todo el sistema religioso judío será destruido, porque no creyó en el
Enviado de Dios.
Hoy día
podemos ver muchísimas templos que se van abajo. Vacíos de gente, están siendo
vendidos. Ahora son discotecas, bibliotecas, lugares de baile o restaurantes.
Lugares que antes eran para el culto de Dios ahora son mundanos paganos, al servicio de “otros dioses,” al
servicio del dinero. La gente abandonó la fe, rechazaron a Cristo y se
abrazaron de otro dios, el foot ball, los deportes, la diversión, la parranda,
la droga, etc. Muchos creyentes, sacerdotes y servidores de la Iglesia o de
Dios, ahora, andan dando lástimas. Ahora se postran ante el poder y ante el
oro, ante los poderosos y ante los ricos. Por eso Jesús dijo: “Conmigo o contra
mí, el que no junta desparrama” (Mt 12, 30)
Ahora Jesús
llora sobre ciudades, países y sobre la misma Iglesia cuando se prefiere las “Ideologías”
al “Evangelio.” El pecado a la Gracia, las tinieblas a la Luz (cf Jn 8, 12)
Jesús llora sobre aquellos que prefieren construir sus casas sobre ciudades
líquidas y no sobre roca (Mt 7, 24) En la ciudades líquidas son aquellas donde
reina el individualismo, el conformismo, el totalitarismo, ateísmo y el
secularismo que encuentran su fuerza en la mentira. En cambio construir sobre roca
se construye sobre la “Bondad, la Verdad y la Justicia. (Ef 5, 9) Sobre Cristo,
Camino, Verdad y Vida (Jn 14, 6) Unos permanecen y los otros serán barridos.
Tal como lo dice la escritura:
"«Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en
práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la
lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra
aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el
que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre
insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los
torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue
grande su ruina.»"(Mt 7, 24- 27)
Creer en Jesús que es
hacerle Justicia a Dios consiste en confiar, obedecer y amar a Dios y al
prójimo. Lo que exige entrar en conversión sincera y verdadera: Conversión que
nos pone en camino de éxodo hacia la tierra prometida que es Cristo Jesús y que
dura toda la vida. La conversión verdadera nos hace participar del Gozo del
Señor. “Hay alegría en el cielo cuando un pecador se arrepiente y se convierte”
(Lc 15,7) La conversión es la obra de la Gracia de Dios y nuestras decisiones.
Nuestros esfuerzos, renuncias y sacrificios, nos despojamos del traje de
tinieblas y nos revestimos con el traje de Luz, de Jesucristo (Rm 13, 13- 14) “Nos
despojamos del hombre viejo y nos revestimos del hombre Nuevo (Ef 4, 23- 24) El
que se convierte se hace una “Nueva Creación,” Hijo de Dios, hermanos de los
hombres y servidor de ellos.
La Misión y el Destino de
Jesús, es de los que creen y se convierten al Reino de Dios. Aman y siguen a
Jesús, poseen la Gracia de Dios que los conduce, los protege y los ayuda a
caminar aún en medio de muchas debilidades, teniendo presente las palabras del
Apóstol Pablo: "Y por eso, para que no me engría con la sublimidad de
esas revelaciones, fue dado un aguijón a mi carne, un ángel de Satanás que me
abofetea para que no me engría. Por este motivo tres veces rogué al Señor que
se alejase de mí. Pero él me dijo: «Mi gracia te basta, que mi fuerza se
muestra perfecta en la flaqueza». Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome
sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Por eso
me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las
persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil,
entonces es cuando soy fuerte."(2 de Cor 7- 10)
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