ERAN CIENTO CUARENTA Y CUATRO MIL
PROCENETES DE TODAS LAS TRIBUS DE ISRAEL.
Yo, Juan, vi a un ángel que venía
del oriente. Traía consigo el sello del Dios vivo y gritaba con voz poderosa a
los cuatro ángeles encargados de hacer daño a la tierra y al mar. Les dijo:
“¡No hagan daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que terminemos
de marcar con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios!” Y pude oír
el número de los que habían sido marcados: eran ciento cuarenta y cuatro mil,
procedentes de todas las tribus de Israel.
¿Qué es lo que mira el Vidente de Patmos que es Juan? Ve a un
ángel que viene de oriente. De oriente viene la luz, la vida, allá está el paraíso.
Traía consigo el sello del Dios vivo para sellar en la frente a los servidores
de Dios. Y se dio cuenta del número de los que serían marcados. Se trata de un
número simbólico. El número 12 significaba tanto como "totalidad", y
el número 1.000 "muchedumbre". Israel es el pueblo de Dios.
Suponiendo que cada tribu fuera una "muchedumbre" (=1.000), la
"totalidad (=12) de cada tribu sería 12.000 miembros y la
"totalidad" de Israel (con sus 12 tribus) sería 144.000 miembros. De
ahí que este número signifique simplemente la totalidad de los elegidos y no
una cantidad numérica bien determinada y conocida por nosotros. El autor quiere
decirnos que Dios protege a todos y a cada uno de sus elegidos.
Vi luego una muchedumbre tan grande, que nadie podía contarla. Eran
individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas. Todos
estaban de pie, delante del trono y del Cordero; iban vestidos con una túnica
blanca; llevaban palmas en las manos y exclamaban con voz poderosa: “La salvación
viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero”.
Y ahora el Vidente, situado más allá de la historia, ve lo que
será al fin y al cabo. En su visión ha dado un salto, dejando atrás todas las
luchas y persecuciones, para mostrarnos el triunfo del pueblo de Dios. Una
muchedumbre incontable, de todas las razas, lenguas y naciones, con palmas en las
manos celebra la victoria. Esta hermosa utopía nos muestra que el ideal de la
humanidad es la superación de todas las fronteras y de todas las
discriminaciones, una comunidad festiva en el reino de la paz y de la libertad.
En este sentido podemos afirmar que una sociedad sin clases es también el sueño
de todos los cristianos auténticos.
Y todos los ángeles que estaban
alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, cayeron
rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios, diciendo: “Amén. La
alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y
la fuerza, se le deben para siempre a nuestro Dios”.
De Dios viene todo lo bueno. De Dios viene la salvación que
pueda darse bajo las estrellas del cielo. Sólo en Dios hay salvación (Hch 4,
12) Dios poderoso ha venido a traernos salvación con la muerte y la
resurrección de Jesucristo (Rm 4, 25) Salvación que es un don gratuito e
inmerecido, pero no barata. El Señor a todos. sin diferencia nos invita a participar
de su Pasión: Todo el que es de Cristo, participa de su muerte y de su
resurrección (Gál 5, 24) Salvación que nos lleva a participar de la herencia de
Dios, si también sufrimos con él (cf Rm 8, 17- 18)
Entonces uno de los ancianos me preguntó: “¿Quiénes
son y de dónde han venido los que llevan la túnica blanca?” Yo le respondí:
“Señor mío, tú eres quien lo sabe”. Entonces él me dijo: “Son los que han
pasado por la gran persecución y han lavado y blanqueado su túnica con la
sangre del Cordero (Apoc 7, 2-4. 9-14)
La victoria y la salvación que se celebra
se debe al Cordero y a Dios, a quienes la muchedumbre incontable y los ángeles
tributan "todo honor y toda gloria". Aunque todos han sido salvados
por Dios y por la sangre del Cordero, Dios no ha ahorrado a ninguno de sus
elegidos el pasar por la lucha y las tribulaciones de la historia. Y esto es lo
que hace mayor el gozo de la victoria final.
Con esto Juan quiere animar a los cristianos perseguidos a no tener miedo
a morir por Cristo y a padecer con él. “los mártires todos están vivos y
están el cielo con Dios.” Es lo que Pablo nos dice: "Acuérdate de
Jesucristo, resucitado de entre los muertos, descendiente de David, según mi
Evangelio; por él estoy sufriendo hasta llevar cadenas como un malhechor; pero
la Palabra de Dios no está encadenada. Por esto todo lo soporto por los
elegidos, para que también ellos alcancen la salvación que está en Cristo Jesús
con la gloria eterna. Es cierta esta afirmación: Si hemos muerto con él,
también viviremos con él; si nos mantenemos firmes, también reinaremos con él;
si le negamos, también él nos negará; si somos infieles, él permanece fiel,
pues no puede negarse a sí mismo. Esto has de enseñar; y conjura en presencia
de Dios que se eviten las discusiones de palabras, que no sirven para nada, si
no es para perdición de los que las oyen." (2 Tim 2, 8- 14)
Este texto de Pablo nos ayuda a entender que la fe no es barata, es muy
cara. El mismo Dios entregó a su Hijo a los hombres, y Jesús
entregó su vida para pagar el precio por nuestra salvación.(1 de Jn 4, 10)
Fuimos comprados a precio de sangre para sacarnos del pozo de la muerte y
llevarnos al reino del Hijo de su amor.(cf 1 de Pe 1, 18- 20; Col 1, 13- 14)
Por eso comprendamos el dicho muy popular: Amor con amor se paga. De la misma manera
que Jesús dio su vida por nosotros, ahora hagamos lo mismo, demos nuestra vida
a Jesús y hagamos de él el centro de nuestra existencia, amemos a los demás
como Jesús nos amó a nosotros. Es lo que Pablo nos dice: "En efecto, yo
por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy
crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que
vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se
entregó a sí mismo por mí."(Gál 2, 19- 20)
Con este hermoso texto nos describe la salvación gratuita de Dios: "Pero
Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amo, estando muertos
a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo - por gracia
habéis sido salvados -.y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en
Cristo Jesús, a fin de mostrar en los siglos venideros la sobreabundante
riqueza de su gracia, por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Pues
habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros,
sino que es un don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se
gloríe. En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las
buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos." (Ef 2, 5-
10)
Para que realizáramos estas buenas
obras, Dios ha derramado su amor en nuestros corazones juntamente con el
Espíritu Santo, (Rm 5, 5) NOS HA DADO SU GRACIA PARA QUE DEMOS FRUTO EN ABUNDANCIA
VIVIENDO COMO HIJOS DE DIOS EN CRISTO JESÚS. Pablo nos dirá: “No se bajen de la
Cruz de Jesús, permanezcan crucificados con él (Gál 5, 24) y Juan nos dirá: “Permanezcan
de mi amor” (Jn 15, 9) “Ámenme y Síganme” viviendo mis Bienaventuranzas para
que participen de mi Gozo en Plenitud y participen eternamente de mi Reino.
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