AHORA RECONOZCO QUE NO HAY DIOS EN TODA LA TIERRA MÁS QUE EL DE
ISRAEL
En aquellos días, Naamán el sirio bajó y se bañó siete veces en el
Jordán, como se lo había mandado Eliseo, el hombre de Dios, y su carne quedó
limpia de la lepra, como la de un niño. Volvió con su comitiva al hombre de
Dios y se le presentó diciendo:
-Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de
Israel. Y tú acepta un presente de tu servidor.
Contestó Eliseo: -Juro por Dios, a quien
sirvo, que no aceptaré nada. Y aunque le insistía, lo
rehusó.
Naamán dijo: -Entonces, que entreguen
a tu servidor una carga de tierra, que pueda llevar un par de mulas; porque en
adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni
sacrificios de comunión a otro dios que no sea el Señor. (Lectura del segundo libro de los Reyes 5,14-17.)
Naamán,
general de los ejércitos de Siria estaba leproso. Había pasado por las manos de
médicos naturistas, brujos y adivinos que no habían podido curarlo y cada vez
estaba peor. Había en la ciudad una esclava hebrea, una sirvienta que le dijo a
sus dueños: sí llevaran al General a mi
tierra, el profeta Eliseo, lo curaría. (La esclava, una joven hebrea,
Dios siempre se ha valido de los más débiles para realizar sus planes) Le
hablan de esto al General que fue con el rey, y éste lo envión con regalos de
plata, oro y otros regalos para el rey de Israel.
El
General llega hasta la tierra de Israel pero no busca al profeta, sino, al rey.
Pensando que su Dios le habría dado poderes para curarlo. Pensaba y creía que
el rey poseía poderes para curarlo, le impondría las manos sobre las partes de
su cuerpo enfermo y se curaría. El rey se escandaliza, y piensa que es una
trampa para declararles la guerra y lo rechaza, pero el profeta, le manda decir
que se lo envíe que para eso hay profeta en Israel.
Lo
llevan a la casa de Eliseo que no era un palacio, sin una pobre choza. Una
humilde vivienda que contrastaba con la elegancia de la comitiva. Primera
contradicción para el General. La segunda es que el profeta no se molestó en
salir a recibirlo. Le mandó decir con su sirviente, y viene entonces la tercera
contradicción para el General: “Si tú quieres sanarte ve y báñate siete veces
en el río Jordán.” A lo que responde en un momento de soberbia: ¿vine a bañarme
en ese charco de agua, habiendo tal bellos y grandes ríos en mi tierra?” Y
emprende su retirada. Pero sus sirvientes (Otra vez los débiles) Le dicen: No
tema bañarse, haga lo que le dice el profeta de Dios, y aceptó bañarse. Naamám,
obedeció la Palabra de Profeta Eliseo (que significa Dios salva) Y se metió al
agua siete veces:
“… y su
carne quedó limpia de la lepra, como la de un niño. Volvió con su comitiva al
hombre de Dios y se le presentó diciendo:
-Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de
Israel. Y tú acepta un presente de tu servidor. Ahora era un hombre de fe, creía en Yaveh, el
Dios de Israel. Te traigo algunos regalos para ti. El profeta los rechazó, no
quiso aceptar nada, con su actitud les dijo: la salvación que Dios ofrece es un
don gratuito y los dones de Dios ni se compran ni se venden. Y aunque le
insistía, lo rehusó. Naamán estaba acostumbrado a pagar por todos los
servicios que había recibido, y por primera vez, alguien le rechaza sus
regalías. La realidad nunca había sentido tan feliz como ahora estafa curado.
Al
menos permitirme que lleve dos cargas de mula con tierra para construir un
altar y ofrecer sacrificios de comunión a Yaveh, sólo a él. Eliseo aceptó la fe
de Naamán y lo despidió bendiciéndolo, le dijo: “Vete en paz” Eres el primer
misionero en tierra de paganos. La salvación es universal, es para todos. Pero eso
llegará en los tiempos de Jesús.
Novecientos
años después Jesús nos dirá: El que crea y se bautice se salvará (Mc 1, 15; Mc
16, 15) Y Pablo nos recuerda que la fe viene de los que se escucha, la palabra
de Dios (Rm 10, 17) Y en Lucas Jesús nos propone esta hermosa Verdad: “Dichosos
los que escuchan mi Palabra y la ponen en práctica” (Lc 11, 28)
Naaman,
el general sirio, llegó a la fe por la intercesión de sus sirvientes, los más
humildes para recordarnos que los humildes y los sencillos de corazón son agradables
a Dios (Mt 11, 29), Escuchemos la experiencia de Pablo con este respecto: "Y por eso, para que no me engría con la
sublimidad de esas revelaciones, fue dado un aguijón a mi carne, un ángel de
Satanás que me abofetea para que no me engría. Por este motivo tres veces rogué
al Señor que se alejase de mí. Pero él me dijo: «Mi gracia te basta, que mi
fuerza se muestra perfecta en la flaqueza». Por tanto, con sumo gusto seguiré
gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de
Cristo. Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las
necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues,
cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte." (2 de Cor 12, 7- 10)
Los Padres de la Iglesia de los primeros
siglos nos han dicho que los baños de Naamám hacen referencia a los siete
Sacramentos de la Iglesia que Jesucristo dejó a su Iglesia para sanarnos de los
pecados de la Lepra. Jesús recuerda en la sinagoga de Nazaret los tiempo de
Eliseo: "Y
muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de
ellos fue purificado sino Naamán, el sirio.» Oyendo estas cosas, todos los de
la sinagoga se llenaron de ira;"(Lc 4, 27- 28)
Podemos recordar
el discernimiento de espíritu: “Fortaleza en la debilidad” Dios siempre ha hecho milagros, pero, entre
más débiles son los instrumentos, más grande son los milagros.
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