EL QUE VIVE EN LA VERDAD VIVE EN EL AMOR Y CAMINA EN LA LUZ

 




EL QUE VIVE EN LA VERDAD VIVE EN EL AMOR Y CAMINA EN LA LUZ

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo," sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.» (6,39-42)

Existen cinco modalidades de pecado que generan ciegos, mudos, sordos, paralíticos y tibieza espiritual. Descomponen la vida del hombre, la atrofian y la incapacitan para que responda adecuadamente. Jesús elige la ceguera para darnos una parábola y aplicarla a la vida: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? Los dos caen en el pozo de la deshumanización o de la despersonalización. Es decir nos lleva a la frustración, al vacío existencial, al aburrimiento, a la agresividad, al aislamiento y a la pérdida de la vida. Con palabras de Juan el Apóstol nos lleva a la exclusión: “Ojalá fueras frío o caliente, pero cómo no eres ni frío ni caliente, sino tibio, voy a vomitarte de mi boca” (cf Apoc 3, 15)

Ciego espiritualmente es aquella persona que conducida por la mentira, por la falsedad o por el engaño. ¿Cuánto tienes, cuánto vales? El ciego se valora por lo que tiene: dinero, conocimientos, facultades, cosas, lujos, en los que ponen su confianza. No tienen la Luz de la Palabra que nos dice Jesús: “Yo soy la luz del mundo, el que tiene la luz tiene la vida y no camina en tinieblas” (cf Jn 8, 12) Jesús quiere sanarnos de la ceguera espiritual, tal como sanó al Bartimeo, el hijo de lo impuro. Un hombre ciego, y mendigo que estaba tirado al borde del camino, es decir al margen de su realización. (Mc 10)

¿Cómo llenarnos de la Luz de Cristo? Escuchando su Palabra que es luz, es lámpara para caminar (Slm 119, 105)La fe viene de lo que se escucha (Rm 10, 17) La fe nos lleva a la verdad que nos consagra, la Palabra es la verdad (Jn 17, 17) La Palabra nos anima, nos motiva nos exhorta, nos consuela, nos libera, nos enseña, nos salva, nos corrige y nos perfecciona (2 Tim 3, 14- 16) Es Luz en nuestro caminar en el amor, la verdad y la vida (Jn 6, 14) Dos cosas nos dice Jesús: “Ceñíos vuestros lomos y encended vuestras lámparas” (Lc 12, 35) Lo que significa: “Rechacen el mal y amen apasionadamente el bien” (Rm 12, 9) Lo que implica salir del pozo de la muerte o salir de las tinieblas para entrar en la luz que es amor, verdad y vida (cf Ef 5, 9; cOL 1, 13-14))

Los que tienen hambre y sed de Dios buscan la verdad que nos hace íntegros, honrados y honestos, limpios de corazón y nos enseña a caminar con fe sincera y con una conciencia recta (1 Tim 1, 5) Esto nos implica en dar cinco pasos que tienen como fundamento “El permanecer en la palabra que nos hace discípulos de Cristo, para conocer la verdad que nos hace libres” (cf Jn 8, 31- 32)

a)    Pensar en la verdad. La verdad que nos hace libres y nos capacita para toda obra buena. La mentira es la fuerza del mal. “Tú eres de gran valor, eres precioso a mis ojos y yo te amo” (Is 43, 4) Como discípulos somos llamados a tener la mente de Cristo (Flp 2, 5)

b) Honrar la verdad. La honras cuando reconoces tu dignidad cómo persona. Tu valor es intrínseco. Tú vales por lo que eres: un hijo de Dios, una perdona, valiosa y digna, redimida y salvada por la sacrificio de Cristo (Rm 4,25)

c)    Habla la verdad. Mentiras ni chiquitas, ni piadosas. Que tus palabras sean amables, limpias y veraces. La verdad echa fuera la mentira. Por lo cual, dejando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros.(Ef 4, 25)

d) Caminar en la verdad. Lo que significa “Haz el bien y rechaza el mal” “Guarda los mandamientos, la Palabra de Dios y practica el bien (Jn 14, 21. 23; Ef 4, 13)

e)    Defiende la verdad. “No te hagas cómplice del pecado de otros”. Defiende  los débiles, a los que no tiene voz, a los que están padeciendo por el atropello de otros. Defender tú dignidad y la de los otros, es la mejor causa que puedes prestar. Comprométete con la verdad: Anuncia y denuncia las injusticias.(2 Tim 2, 22)

U El discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. Jesús es nuestro Maestro porque lo obedecemos, le pertenecemos y lo amamos (Jn 15, 13) Nuestro aprendizaje nunca lo vamos a terminar porque siempre estaremos aprendiendo de él. Pero podemos ir adquiriendo sus mismos sentimientos, sus pensamientos, sus actitudes, sus criterios sus intereses y sus luchas. Ser como él. “Hijos de Dios, hermanos de los otros y servidores fieles y leales de la causa de Jesús, el Reino de Dios. Aceptando la invitación amorosa que nos hace Jesús: “Ámame y Sígueme”. El modo para lograrlo es “Permaneciendo en su Palabra, en la escucha y en la obediencia para hacernos hijos de Dios. (Lc 11, 28)

El que tenga los mismos sentimientos de Cristo, no juzga y no condena a sus hermanos, para no ser juzgado y no ser condenado. (Mt 7, 1) El que tiene la luz de Jesús puede ver a Jesús en el rostro de los demás. Los reconoce como lo que son personas, los acepta como miembros de su familia y como dones de Dios. Y a la misma vez acepta que él es un don de Dios para los demás. Por eso profundiza en la misión de cargar con las debilidades de los demás (Rm 15, 1) Cuando no hay luz, existe la envidia que encuentra su fuerza en la mentira y se manifiesta en la maledicencia (1 de Pe 2,1) Nuestra manera de pensar esta opacada: Las virtudes de los otros las miramos muy pequeñitas, pero sus defectos los hacemos grandes. En cambio en nosotros nuestros defectos son pequeñitos y nuestras virtudes son grandes. A esto Jesús les llamó: “Hipócritas” “Sepulcros blanqueados.” Somos pura fachada, somos protagonistas, buscamos los primeros lugares y que todo mundo nos alaben (Mt 23, 9ss)

El que vive en la verdad vive en el amor. El amor nos lleva a la verdad y la verdad nos lleva al amor, y ambos nos llevan a la vida, a la justicia y a la libertad. Nos revestimos de Jesús, a esto le llamamos conversión cristiana. A la luz de la verdad, escuchemos a Pablo decirnos: “Despojaos del hombre viejo y revestíos del hombre nuevo en justicia y en santidad (Ef 4, 23- 24)

Si queremos sacar la mota del ojo de nuestro hermano, hagámoslo con amor, y sin amor no lo intentemos para que nuestra acción sea fraterna movida por la caridad.




 

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