EL ESPÍRITU SANTO Y LA VIDA CRISTIANA.

 


El Espíritu Santo y la vida cristiana

 

A partir del Bautismo, el Espíritu de Dios habita en el cristiano como en su propio templo. Gracias a la fuerza del Espíritu que habita en nosotros, el Padre y el Hijo vienen también habitan en cada uno de creyentes. Podemos afirmar que el Espíritu hace y reproduce en nosotros a Jesús, nos conforma en él: Nos hace vivir con Jesús y como Jesús; nos hace hijos en el Hijo, nos sumerge en la Trinidad. El Espíritu inicia y lleva en nosotros una obra duradera, nos hace partícipes de la vida del Resucitado.

Los dones del Espíritu Santo son, en primer lugar, ante todo, la gracia santificante, la filiación, el amor de Dios derramado en nuestros corazones; en segundo lugar son las virtudes teologales: la fe la esperanza y la caridad, expresiones de la vida de Jesús. En tercer lugar son las continuas mociones del Espíritu en nuestra vida.

El don del Espíritu Santo es el que:

·       Nos eleva y asimila a Dios en nuestro ser y en nuestro obrar;

·       Nos permite conocerlo, amarlo y servirlo;

·       Hace que nos abramos a las divinas personas y que se queden en nosotros.

·       Actualiza la Obra de Jesús en nuestra vida. Para que seamos casitas de Dios.

La vida del cristiano es una existencia espiritual, una vida animada y guiada por el Espíritu hacia la santidad o perfección en la caridad. Gracias al Espíritu Santo y guiado por Él, el cristiano tiene la fuerza necesaria para luchar contra todo lo que se opone a la voluntad de Dios, ya que la vida cristiana, no solo es don, sino también lucha y proceso.

La vida cristiana como don de Dios. "Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amo, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo - por gracia habéis sido salvados - y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús, a fin de mostrar en los siglos venideros la sobreabundante riqueza de su gracia, por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe. En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos. Así que, recordad cómo en otro tiempo vosotros, los gentiles según la carne, llamados incircuncisos por la que se llama circuncisión - por una operación practicada en la carne. " (Ef 2, 4-11)

La vida cristiana exige una respuesta de parte nuestra: seguir a Cristo Jesús. "Jesús les habló otra vez diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.»" (Jn 8, 12ss)

Practicar las buenas obras para revestirse de luz; es decir, de Cristo para estar llenos de la energía de Dios. (Ef 6, 10) Y construir la Muralla que protege la vida espiritual.

Poseer las armas del cristiano para luchar, armas de luz, armadura de Dios lo que equivale a revestirse de Cristo. (Rm 13, 11ss)

Los Dones del Espíritu Santo, las virtudes y los frutos del Espíritu. Dones difundidos, no solo en la Iglesia, sino en todo el mundo. El Espíritu está actuando en cada uno de los hombres de la tierra. Para que el cristiano pueda luchar y alcanzar la perfección cristiana, el Espíritu Santo le regala sus siete dones, que son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu.

Los dones del Espíritu Santo.

  1. Don de Ciencia: es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento. Es la luz invocada por el cristiano para sostener la fe del bautismo.
  2. Don de consejo: saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el momento necesario conforme a la voluntad de Dios.
  3. Don de Fortaleza: es el don que el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en la perseverancia, es una fuerza sobrenatural.
  4. Don de Inteligencia: es el del Espíritu Santo que nos lleva al camino de la contemplación, camino para acercarse a Dios.
  5. Don de Piedad: el corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y el cumplimiento del bien es el don de la piedad, que el Espíritu Santo derrama en las almas. Este me hace saber que soy hijo amado de Dios y hermano de los demás.
  6. Don de Sabiduría: es concedido por el Espíritu Santo que nos permite apreciar lo que vemos, lo que presentimos de la obra divina.
  7. Don de Temor: es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos todo a la misericordia divina.

La vida nueva exige el servicio. Servir es dar vida, es ayudar a crecer en la fe, la esperanza y el amor. El servicio ha de ser manifestación del amor. Lavar pies es servir (Jn 13, 13)

Los frutos del Espíritu Santo:

  1. Caridad. “Todo el que ama conoce a Dios y ha nacido de Dios. Todo el que ama no peca. San Agustín decía: Ama y haz lo que quieras.
  2. Gozo. “El Gozo del Señor es mi fortaleza”, nos dice el profeta Habacuc. El gozo que brota de la amistad con Dios, de la entrega y de la donación a Cristo, a la Iglesia y a los pobres (una misma realidad)
  3. Paz. El Espíritu Santo es la Paz que Cristo da a sus discípulos. (Jn 20, 23) es decir a aquellos que lo aman y le sirven. Por otro lado decimos que Cristo es nuestra Paz. Paz que brota del amor que ha sido derramado en nuestros corazones y de nuestra respuesta libre y generosa a la voluntad de Dios. Nuestra paz es relativa a la comunión con Dios y a la comunión con su voluntad. Es decir, es relativa a la práctica de la justicia. Justicia a Dios y a los hermanos.
  4. Paciencia. La paciencia es una manifestación del amor camina con la tolerancia, la prudencia y la fortaleza (2de Pe 1, 5) para evitar el enojo, la ira, la agresividad, los insultos.
  5. Longanimidad. Es grandeza, es constancia de ánimo en medio de las tribulaciones. Es benignidad, es clemencia y generosidad, es abundancia de vida.
  6. Bondad. La bondad es una inclinación hacia el bien, hacia el amor, es inseparable de la verdad y de la justicia. Es hija de la Luz (Ef 5, 9)
  7. Benignidad. Es generosidad para compartir los dones, tanto materiales, como intelectuales y espirituales. Es inseparable de la humildad. Sólo los humildes son servidores.
  8. Mansedumbre. Es la virtud para vencer la violencia y la agresividad, es inseparable de la humildad y viene de la sencillez del corazón. “Mansos y humildes de corazón” (Mt 11, 30)
  9. Fe. La fe es confianza y abandono en Dios manifestado en Jesucristo. Es obediencia a Dios, es amor y pertenencia a Dios y a la Iglesia. Es donación, entrega y servicio. “Somos justificados por la fe” (Rm 5, 1)
  10. Modestia. La modestia es sobriedad. Con la modestia el ser humano es capaz de negarse a sí mismo para darse a los demás. Y es un ser des-complicado.
  11. Continencia. Es el dominio propio, es la castidad, es la templanza. Virtudes para vencer las impurezas y los vicios de la gula, tabaco, alcohol, sexo y otros.

La práctica de las virtudes. Las virtudes tienen su origen en Dios, son vigor y fuerza

Col 3, 12ss; "Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección. Y que la paz de Cristo presida vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo Cuerpo. Y sed agradecidos."(Col 3, 12- 15)

 

2 de Pe 1, 5, ss; "Por esta misma razón, poned el mayor empeño en añadir a vuestra fe la virtud, a la virtud el conocimiento, al conocimiento la templanza, a la templanza la tenacidad, a la tenacidad la piedad, a la piedad el amor fraterno, al amor fraterno la caridad. Pues si tenéis estas cosas y las tenéis en abundancia, no os dejarán inactivos ni estériles para el conocimiento perfecto de nuestro Señor Jesucristo. Quien no las tenga es ciego y corto de vista; ha echado al olvido la purificación de sus pecados pasados. Por tanto, hermanos, poned el mayor empeño en afianzar vuestra vocación y vuestra elección. Obrando así nunca caeréis. Pues así se os dará amplia entrada en el Reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. " (2 de Pe 1, 5- 11)

 

Ef 5, 8-10; "Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad. Examinad qué es lo que agrada al Señor," (Ef 5, 8- 10)

La lucha es el Amor contra el Ego. Las virtudes contra los vicios, es la lucha del Bien contra el Mal (Rm 12, 9. 21)

 

"Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas." (Ef 6, 10- 12)

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