PEDID Y RECIBIRÉIS PARA QUE VUESTRO GOZO SEA COLMADO

 

PEDID Y RECIBIRÉIS PARA QUE VUESTRO GOZO SEA COLMADO

"Aquel día no me preguntaréis nada. En verdad, en verdad os digo: lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre. Hasta ahora nada le habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado. Os he dicho todo esto en parábolas. Se acerca la hora en que ya no os hablaré en parábolas, sino que con toda claridad os hablaré acerca del Padre. Aquel día pediréis en mi nombre y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque me queréis a mí y creéis que salí de Dios." (Jn 16, 23- 27)

¿Cuál es la oración que se hace en el nombre de Jesús? Es una oración que pide fe: creer en Jesús. Creer que Jesús es el Hijo de Dios que nos amó y se entregó por nosotros. Qué murió para que nuestros pecados fueran perdonados y resucitó para  que tuviéramos vida eterna, para que recibiéramos al Espíritu Santo. Es la oración que pide que Cristo resucitado habite por la fe en nuestros corazones (Ef 3, 17). Está oración nos pide además de creer en Jesús, amarlo por lo que es, y no por lo que él nos da. El que lo ama guarda sus Mandamientos y guarda su Palabra (Jn 14, 21. 23) La vida en Cristo nos pide “Unidad en la fe y conocimiento de Dios, es decir tener las armas de luz, la armadura de Dios, lo que significa revestirse de Cristo (Rm 13, 13-14) Está oración nos pide pertenecer a Cristo por encima de todo, y pertenece a Cristo el que lo ama más allá de lo que pensamos o imaginamos: "Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu. No busquemos la gloria vana provocándonos los unos a los otros y envidiándonos mutuamente.” (Gál 5, 24- 25)

Todo lo anterior consiste en estar en Gracia de Dios, en Amor, en Verdad y en Vida (Jn 14, 6) Un modelo de oración en Cristo es el “Padre Nuestro” que el mismo Jesús enseñó a sus discípulos: “Padre nuestro” Padre de todos los que poseen el espíritu de Cristo resucitado, que son hijos de Dios y hermanos de los demás. Las primeras tres peticiones hacen referencia a Dios Padre: “Santificado sea tu nombre “ “Venga a nosotros tu reino” “ Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.” De las tres podemos hacer una, la última: “Hágase tu voluntad” En esta entran las otras dos. Dios es Padre, Dios es Amor, Dios es Perdón, Dios es Santo y Misericordioso, y él quiere que los hombres seamos como él es y quiere que hagamos lo que él hace. Es posible si estamos unidos a Cristo, si amamos, si caminamos en la verdad, si somos libres que para ser libres nos libertó Cristo (Gál 5, 1)

Pablo nos dice: “Todo lo puedo en Cristo Jesús que me fortalece” (Flp 4, 13) Podemos en Cristo rechazar el mal y podemos hacer el bien (Rm 12, 9. 21) El mismo apóstol nos presenta tres realidades que iluminan la oración en Cristo; La unidad en la fe, el conocimiento de Dios y alcanzar la estatura del hombre Cristo Jesús. El primer fruto de la fe es la oración. El segundo fruto son las virtudes cristianas y el tercero es estar crucificado con Cristo, muriendo al pecado y naciendo para Dios. Quien así vive es grato y agradable a Dios: “Sin fe nada es grato a Dios” (Hb 11, 6) Por eso Jesús nos dice: “Sólo unidos a mí podéis dar fruto, sin mí nada podéis hacer (Jn 15, 4) “Permanezcan en mi amor” Esa es la voluntad de Dios que creamos en Jesús y que nos amemos los unos a los otros” (1 de Jn 3, 23) La Oración en Cristo y por Cristo es Jesús que habita en nuestro interior y se hace uno con nosotros. Hay unidad con Dios y entre nosotros, y lo que nos une es el amor.

Sólo así podemos entender la importancia de la fe, de la esperanza y la caridad en nuestra vida. Esto nos pide “Escuchar su Palabra, guardar sus Mandamientos y practicar las virtudes que nos llevan a poner en práctica las “Obras de Misericordia.” La esperanza viene de la fe y se expande hacia la caridad. Donde hay caridad hay esperanza y hay fe, y donde hay fe hay esperanza y hay caridad, debe de haber unidad en las tres, cuando una desaparece, se van las tres y quedamos vacíos. Por eso san Pablo nos recomienda buscarlas y ponerlas en práctica:

"Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él." (Col 3, 1- 14)

Las cosas de arriba son actitudes cristianas que vienen de la unión con Jesús y al convertirse en acciones son los frutos de la fe, son armas de luz, son las virtudes cristianas: el amor, la paz, el gozo, etc (Gál 5, 22) Sólo las podemos poner en práctica con la ayuda del Espíritu de Cristo que habita en nuestro interior, razón por los que son llamados frutos del Espíritu Santo. El fruto de la fe es el amor, y todo el que ama conoce a Dios y ha nacido de él y permanece en él (cf 1 Jn 4, 7) El que ama tiene fe y tiene esperanza, de las tres la más grande es el amo, la caridad, pero la más importante es la esperanza. La presencia de las tres en el corazón del hombre lo hace lleno de la Gracia de Dios, sus oraciones son escuchadas, por que es una persona abierta a la voluntad de Dios.

Recordemos las palabras de Jesús en Mateo  en Marcos: "Así que por sus frutos los reconoceréis. «No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial." (Mt 7, 20- 21) "«¿Por qué me llamáis: "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada. Pero el que haya oído y no haya puesto en práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se desplomó y fue grande la ruina de aquella casa.»" (Lc 6, 46- 49)

Dios escucha a los que escuchan su Palabra, echa carne y la ponen en práctica, a Jesús, Señor y Cristo que nos ha dicho: "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono. El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias." (Apoc 3, 20- 22)

El que escucha la Palabra y la pone en práctica ese es el que abre a puerta; ese es un vencedor y está sentado en el poder de Dios. Está crucificado con Cristo muriendo al pecado y viviendo para Dios. Su oración es poderosa.

 

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