¿Quién nos separará del amor de
Dios?
OBJETIVO: Afianzar a los creyentes en el amor
incansable e incondicional de Dios por cada ser humano, para que con ánimo
alegre permanezcan en su Amor en la escucha de su Palabra, en la obediencia de
la fe y el amor al prójimo.
Dios los ama y los ha llamado a ser de Jesucristo y a formar parte de
su pueblo Santo. (Rom. 1, 7) La noticia más alegre que un ser humano puede escuchar y
que puede llenar su vida de esperanza, es saber que Dios le ama. Dios me ama a mí, así como soy.
Por amor me pensó y eligió desde antes de la creación del mundo. Ser de
Jesucristo y formar parte de su Pueblo es una misma realidad que manifiesta el
amor sin límites de Dios para con los hombres a quienes ha llamado a ser
miembros de su Familia.
1.
Manifestaciones del Amor de Dios a los
hombres.
a. Dios nos ha manifestado
su amor al llamarnos a la existencia. Por amor me llamó a la existencia y me
formó en el vientre de mi madre. No soy fruto del azar ni del destino,
sino una manifestación del amor de Dios.
b. Dios nos manifiesta su
amor al regenerarnos en Cristo. La Encarnación nos habla
del amor de Dios por todos los hombres: “Tanto
amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único” (Jn 3, 16). Nuestro
Salvador lleno de alegría nos dice: “Vengo para que tengan vida y la tengan en
abundancia” (Jn 10, 10). La única verdadera razón por la que Jesús vino al
mundo es el Amor de Dios a toda la humanidad
c. Dios nos manifiesta su amor
haciéndonos hijos amados suyos. Ésta
hermosa verdad es medicina para sanarse de cualquier tipo de neurosis, de
lástimas de sí mismo, de complejos de culpa, de la vergüenza y del complejo de
inferioridad. Juan en la primera de
sus cartas nos dice: “Miren como nos ama
Dios que podemos llamarnos sus hijos y en verdad lo somos” (1 de Jn 3,1)
San Pablo lo confirma: “Y si somos hijos
somos también herederos de la herencia de Dios, con Cristo, (Rom 8, 17) nuestro
hermano mayor que “ha dado su vida por nosotros” (1 de Jn 4, 9) y nos ha
compartido su Espíritu que clama en nosotros “Abba” (Gál 4, 6).
d. Dios nos manifiesta su
amor al darnos Espíritu Santo. “El amor
de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones con el Espíritu Santo que Dios nos ha dado” (Rom. 5,5) Dios no
solo nos ama, sino que además nos da su amor, y de esta manera se nos da El
mismo, porque Dios es amor, nos dice san Juan (1 de Jn 4, 8). Al derramar su
amor en nuestros corazones nos está haciendo partícipes de su naturaleza divina
(2 de Pe 1, 4). Esta es la máxima expresión de amor, y debe ser también la
causa y la fuente de nuestras alegrías.
e. Dios nos ama con un amor de promoción. Nos promueve para que
seamos miembros vivos de su familia, de su pueblo. El que ama busca lo mejor
para el amado. De pecadores, esclavos y adversarios nos hace sus hijos muy
queridos.
2.
Lo que saben los cristianos
a. Soy testigo del amor de
Dios. Pablo lo entendió muy bien cuando en medio de sus muchas debilidades
escuchó la voz de Dios que le dijo: “Mi
Gracia te basta, mi Amor es todo lo que necesitas” (2 de Cor 12, 9ss).
Cristiano es aquel hombre que es
portador del amor de Dios, que lleva a Dios en sus entrañas y lo comparte con
los demás. Lo manifiesta con sus palabras, acciones, con su vida, sencillamente
ama.
b. Pero también todo aquel
que es testigo del amor de Dios, sabe y puede decir con Pablo: ¿Quién me separará del amor de Cristo? “Estoy convencido que nada podrá separarnos
del amor de Dios” (Rom 8, 37). Nada ni nadie podrá hacer que Dios deje de
amarme o se arrepienta de querer salvarme. Porque me ama, me corrige; porque me
ama no me deja caer en pecado. Porque su amor es misericordioso, y es lento
para la ira.
c. Después de haber
experimentado mis debilidades y darme cuenta que soy un pecador, me he dado
cuenta que el amor de Dios es más grande que todos mis pecados, que su
misericordia es eterna, que Él siempre está dispuesto a perdonarme y me invita
a que también yo amé con el mismo amor con el que Él me ama. Nadie puede creer
que la vida cristiana esté libre de problemas, crisis, luchas o peligros. No
obstante podemos decir: “Nada podrá
separarnos del amor que Dios nos mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor”. (Rom
8, 39) En lo más profundo de nuestro corazón podemos escuchar estas palabras: “Mi
Gracia te basta; mi poder se manifiesta en la debilidad” (2 Cor 9, 12,
ss)
3.
La más grande de las pruebas del amor de Dios.
a. El
Testimonio de San Pablo. “La prueba de
que Dios nos ama es que siendo nosotros pecadores, Cristo murió por nosotros”
(Cf Rm 5,6) “Me amó y se entregó a la
muerte por mí” (Gál 2, 20) “Nos amó y se
entregó a la muerte por nosotros” (Ef. 5, 1) “Amó a su Iglesia y se entregó por ella” (Ef 5, 25)
b. El testimonio del
profeta Isaías nos había asegurado la verdad del Amor de Dios: “Eres de gran
valor; eres precioso a mis ojos y yo te amo” (Is 43, 5) El mismo profeta nos
sigue diciendo: “Pero ¿acaso una madre
olvida o deja de amar a su propio hijo? Pues aunque ella lo olvide, yo no te
olvidaré. Yo te llevo grabada en mis manos, siempre tengo presentes tus
murallas” (Is 49, 15) “Aunque las
montañas cambien de lugar y los cerros se vengan abajo, mi amor por ti no
cambiará, ni se vendrá abajo mi alianza de paz, lo dice el Señor que se
compadece de ti” (Is. 54, 10)”
c. El Testimonio de Jesús.
El Señor en la oración sacerdotal nos revela la más hermosa de las noticias que
podamos recibir: Qué el Padre, nos ama, pero nos ama con el mismo amor con el
que ama a su único Hijo: “Que ellos
sepan que los amas como me amas a mí” (Jn 17, 23). El Padre ama a su Hijo y
se complace en Él. Jesús puede decirnos: “El Padre me ama y Yo también lo amo,
pues hago lo que a Él le agrada”.
Así como el Padre ama a su Hijo, también a nosotros, nos ama con un
amor eterno y eternamente nos dice: “Tu
eres mi hijo y Yo te amo”. Estas palabras las podemos escuchar en lo más
profundo e íntimo de nuestro corazón. Es Dios quien las pronuncia para cada uno
de los seres humanos La única razón por la que Jesús vino al mundo es porque el
Padre nos ama. Por estas razones pedimos al Señor que nadie piense o sienta que
ha sido abandonado por Dios. Él nos ama incondicionalmente, aún a pesar de que
hagamos cosas malas.
“Nadie te ama como yo”, nos dice un canto. Es Dios el que habla a tu
corazón, confirma con ternura estas palabras, aún en los peores momentos. Dios
quiere que te des cuenta que ni todo el amor de todos los esposos, de todos los
padres, de todos los novios, de todos los amigos, puede compararse con el amor
que Dios tiene por todos y cada uno de nosotros. Su corazón es como un mar
inmenso de amor donde Él quiere que nosotros nademos y nos sumerjamos en su
bondad, en su ternura, en su perdón.
4.
Más de los Profetas del Amor.
a. El Profeta de la
Misericordia, Oseas, en el Antiguo Testamento nos descubre el corazón de amor
de Dios que ama a su pueblo a pesar de la rebeldía: “Cuando Israel era niño, yo lo amaba; a él que era mi hijo, lo llamé
de Egipto…A Efraín yo lo enseñé a caminar. Con lazos de ternura, con cuerdas de
amor, los atraje hacía mí; los acerqué a mis mejillas como si fueran niños de
pecho, me incliné a ellos para darles de comer, pero ellos no quisieron
volverse a mí” (Os. 11, 1-5) Dios nos ama con amor de la madre que a pesar
de la rebeldía de su niño lo acoge, lo disculpa y le da la oportunidad de
iniciar una nueva relación de vida.
b. Isaías, profeta
aristócrata del Templo en Jerusalén nos habla del amor y de la predilección de
Israel: Pero ahora Israel, pueblo de
Jacob, el Señor que te creó te dice:”No temas que yo te he libertado; yo te
llamé por tu nombre, tú eres mío; si tienes que pasar por el agua yo estaré
contigo, sí tienes cruzar los ríos no te ahogarás; si tienes que pasar por el
fuego, no te quemará, las llamas no arderán en ti…Porque te aprecio,(eres
precioso a mis ojos) eres de gran
valor y yo te amo”. (cfr Is. 43,
1-5) Nuestro Dios y Señor sabe hablar de amores, si dejáramos que sus palabras
nos penetraran, que inundaran nuestro corazón, nuestra vida cambiaría y
seríamos las personas más felices, libres de miedos, de inseguridades de
complejos…. “Eres de gran valor y yo te amo”, dice Dios a un pecador,
drogadicto, alcohólico, criminal…Estas palabras son pronunciadas con amor y ternura para cada uno de nosotros.
Son palabras sanadoras llenas de “espíritu y vida”.
c. También Jeremías nos
habla del amor sin límites del Señor para los hombres: “Con amor eterno te he amado y tengo reservada gracia para ti”
(Jer. 31, 3). Lo que cambia es lo temporal, lo que no es firme y seguro. Pero
no pasa eso con el amor de Dios que es incondicional. Los amores humanos
siempre son condicionados y por lo tanto son cambiables. Eterno significa que
no cambia es siempre el mismo, está siempre disponible para acoger, perdonar,
servir, amar. Algo más, Dios, para querernos,
no se fija en aspectos, sino en la totalidad de la personas…nos ama como
somos, y eso debe llenarnos con el gozo del Señor. Para Dios todos los hombres
y cada uno de ellos somos importantes y dignos, somos personas valiosas, por
eso Dios no hace acepción de personas.
5.
La Enseñanza de Jesús.
Dios nos ama con un amor de promoción, quiero decir que Dios no nos
quiere dejar como estamos, El quiere que vivamos con intensidad la vida que
Jesús nos trae: “Vengo para que tengan
vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10). El Evangelio de Marcos nos
descubre el corazón de Jesús: “Sintió
compasión por ellos, y se puso a enseñarles muchas cosas”. ¿Qué enseñaba
Jesús? Nuestro Señor enseñaba a vivir en el amor de Dios, como sus hijos, como
hermanos y como servidores unos de los otros. Dios quiere que seamos canales de
su amor.
“No hay amor más grande que el
del amigo que da su vida por sus amigos” ( cfr Jn 10) Jesús nos amó hasta el extremo, (Jn
13,1) hasta darlo todo, vaciándose totalmente, entregó su vida por toda la
Humanidad, sin excluir a nadie. Con toda razón nos legó su Mandamiento: “Ámense los unos a los otros como Yo los he
amado” (Jn 13, 35). El Amor es la señal de los cristianos a quienes el
Maestro enseña con su vida, no solo con sus palabras: “Amad a vuestros enemigos y recen por sus perseguidores” (Mt 5, 44)
“Permanezcan en mi amor” (Jn 15,9) ¿Cómo hacerlo? La respuesta es del
mismo Jesús: Permanecer siendo amados y permanecer amando. “Si ustedes guardan mis Mandamientos, como Yo guardo los Mandamientos
de mi Padre, permanecerán en mi amor como Yo permanezco en el amor de mi Padre.
(cfr Jn 15, 10)
Oración: Padre del verdadero amor, por tu Verbo y por
María, derrama tu Amor en nuestros corazones.
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