Llamados
a ser fértiles, fecundos y fructíferos.

El texto evangélico.
Les
dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a
buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya hace tres
años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala;
¿para qué va a cansar la tierra?” Pero él le respondió: “Señor, déjala por este
año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da
fruto en adelante; y si no da, la cortas.” (Lc 13,6- 9)
El árbol se conoce por su fruto.
Por
sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los
abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos
malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir
frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al
fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis. (Mt 7, 16- 20)
La
semilla es de lo mejor, y nos han dejado los mejores medios para el
crecimiento. Pero, mientras los siervos dormían vino un adversario y sembró la
cizaña para dar comienzo a la lucha entre el “Ego y el Amor;” entre las
virtudes y los vicios, entre a luz y la tinieblas. «El Reino de los Cielos es semejante a un
hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía,
vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando
brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. (Mt 13, 24-
30) Ahora el Señor recomienda a los suyos el “Vigilad y orad para no caer en
tentación” (Mt 26, 41) Vigilad significa mantenerse despiertos, con los ojos
abiertos para conocerse a sí mismos para descubrir los frutos que estamos
dando, buenos o malos.
Vigilad y orad para no caer en tentación.
Vigilad significa “despojarse” del “Ego” y todos sus aliados.
Lo que san Pablo pide a Timoteo “Huye de las pasiones de tu juventud” (cf 2 Tim
2, 22) Equivale a lo que san Pedro confirma:”Huye de la corrupción” (2 Pe 1,
4b) “Despojarse del traje de tinieblas” (Rm 13, 13) “Huye de la fornificación”
(1 Cor 6, 18) Esto equivale a lo que dice el Profeta Jeremías:” Cultivad el
barbecho de vuestro corazón y no siembren cardos” (Jer 4, 3)
Vigilad significa “revestirse” del Hombre Nuevo, es decir, de
Jesucristo (Rm 1, 14) Lo que significa con la teología de san Pablo: “perseguir
la justicia, la fe, la caridad, la paz, en unión de los que invocan al Señor con un corazón
puro” (2 Tim 2, 22) Y con la teología de san Pedro, vigilad significa cultivar
las virtudes, tanto, las cardinales como las teologales: “la prudencia, la
justicia, la fortaleza, la templanza, la piedad, el amor fraterno y la caridad
(2 Pe 1, 5- 8) El Señor nos recomienda a entregarle “la carga” y aceptar su “yugo,
suave y ligero” para luego aprender de él a ser “mansos y humildes de corazón”
(Mt 11, 29)
Vigilar significa luchar con la Gracia de Dios para vencer al
“enemigo,” a nuestro adversario: “Sed
sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como = león rugiente, =
buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros
hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos.” (1 Pe 5, 8-9)
Luchar significa “Negarse a sí Mismo” (Lc 9, 23) y con la ayuda de Dios y con
nuestros esfuerzos, sacudirnos del yugo de la esclavitud, de una fe mediocre y
superficial para adquirir una voluntad firme, férrea y fuerte para amar y para
servir.
Vigilar
significa Orientar nuestra vida hacia Dios para invocar su Nombre con una
Oración filial, humilde, íntima, cálida y extensa. La oración ha de estar a lo
largo del camino. “Por eso, tomad
las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber
vencido todo, manteneros firmes. ¡En pie!, pues; = ceñida vuestra cintura con
la Verdad y revestidos de la Justicia como coraza, = calzados los pies con = el
Celo por el Evangelio de la paz, = embrazando siempre el escudo de la Fe, para
que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del Maligno. Tomad,
también, = el yelmo de la salvación = y la espada del Espíritu, que es la
Palabra de Dios; siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el
Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los
santos, y también por mí, para que me sea dada la Palabra al abrir mi boca y
pueda dar a conocer con valentía el Misterio del Evangelio. (Ef 6, 13- 19)
Que
nuestra “Vigilia” esté cimentada y enraizada en el Amor, para que sea paciente,
confiada perseverante y comunitaria, ya que nadie camina sólo, caminamos en
comunión con otros, nos apoyamos mutuamente y nos sabemos iguales en dignidad.
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