LA AVENTURA DE SEGUIR A CRISTO JESÚS



La aventura de seguir a Cristo.

Iluminación: Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas.»  Jesús replicó: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» (Lc 9, 57- 58

1.   El radicalismo evangélico.

“No piensen que he venido a abolir la Ley y los profetas. No vine para abolir, vine para cumplir. Les aseguro que mientras duren el cielo y la tierra, ni una letra, ni una coma de la Ley dejara de realizarse” Por lo tanto quien quebrante el más mínimo de estos mandamientos y enseñe a otros a hacerlo será considerado el más pequeño en el Reino de los cielos. Pero quien los cumpla y lo enseñe será considerado grande en el Reino de los Cielos” (Mt 5, 17- 20).

Ser grande en el Reino de Dios significa ser servidor. Lo que nos hace comprender que el sentido de los Mandamientos es el amor y el servicio al prójimo. Guardar los Mandamientos es ya un servicio a Dios y  a la Iglesia. Pensemos por ejemplo que los Mandamientos son los “derechos humanos” dichos en forma negativa. El Derecho dice: “Todo ser humano tiene derecho  a la vida”. El Mandamiento dice: “No matarás”. El Derecho dice: “Todo ser humanos tiene derecho a tener lo necesario para vivir con dignidad”. El Mandamiento dice: “No robarás”. El derecho dice: “Todo ser humano tiene el derecho a tener una familia”. El Mandamiento dice: “No desearás la mujer de tu prójimo”. Podemos decir con san Agustín: “Ama y haz lo que quieras”. El que ama no peca, es decir, no viola los derechos, ni de Dios y ni de los demás.

Jesús dice: “Ustedes han oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pues yo les digo que quien mira a una mujer, deseándola ya ha cometido adulterio con ella en su corazón” (Mt 5, 27s) ¿Dónde está lo radical? Tal vez no cometamos el acto físico de la fornicación o del adulterio, pero con tan sólo desear a la mujer ya pecamos en el corazón. Pecamos, no sólo de pensamiento palabra, obra y omisión, también lo hacemos con la mirada. Digamos una palabra sobre el adulterio, éste es un pecado tan grave que podemos llamarlo tres en uno. Es un crimen, mata el amor y mata a la familia. Es un sacrilegio, profana a la familia que es Iglesia Doméstica. Es un fraude, dar lo que no es tuyo, es de tu cónyuge. Además atenta contra la dignidad humana, por unos cuantos pesos te conviertes en instrumento de placer.

Jesús dice: “Si tu ojo te es ocasión de pecado sácatelo y tíralo lejos de ti”. Y si tu mano derecha te lleva a pecar, córtatela y tírala lejos de ti. Si tu pie te es ocasión de pecado, cortártelo y tíralo lejos de ti” (Mt 5, 29s) ¿Qué clase de doctrina es ésta? ¿Quién es capaz de sacarse los ojos, cortarse la mano o el pie para no pecar? Para la Biblia cortarse el pie, la mano o el ojo es negarse el placer de complacerse a sí mismo. Es evitar la ocasión de pecado; es huir de la fornificación (1Cor 6, 18). Para Pedro es huir de la corrupción para poder participar de la naturaleza divina (cfr 2 Pe 1, 4b)

En el Reino de Dios no hay límites, no hay postes que señalen los límites del Reino. Si pusiéramos algunos postes, éstos serían los Mandamientos de la ley de Dios para indicarnos que quien los quebrante sale de los “Terrenos de la Gracia”; sale de la “Casa del Padre” para irse a un país lejano y vivir como un libertino, derrochando la viva y malgastando los dones de Dios. Ahora podemos entender el porqué de tanta pobreza espiritual y de tanta miseria humana: los hombres no quieren ser dependientes de Dios. Se niegan a someterse a la Voluntad de Dios para poder ser los herederos del Reino.

El Señor Jesús nos ha hablado con toda claridad: “Sólo unidos a Mí podéis dar fruto, sin mí nada podéis hacer” (Jn 15, 5) Isaías nos había dicho: “Como mujeres que al dar a luz, pujan gritan se revuelcan, pero nada, puro aire” (cfr Is 37, 3) Así nos pasa cuando hemos quebrantado los Mandamientos, queremos dar fruto, y ya sabemos la respuesta, puro aire.

2.   La recomendación del Maestro.

El Señor Jesús invita a todos sus creyentes a permanecer en su Palabra para ser sus discípulos y conocer la Verdad liberadora ((Jn 8, 31-32) Para luego invitarnos  permanecer en la unidad con Él (Jn 15, 1- 5) Para luego mostrarnos el camino que nos lleva a dar la gloria al padre: “Permanezcan en mi amor para que den fruto abundante y de esta manera den gloria a mi Padre y sean mis verdaderos discípulos” (cfr Jn 15, 8). Tres cosas se fusionan entre sí: dar gloria a Dios, dar fruto abundante y ser discípulos de Jesús. El fruto que estamos llamados a dar es el amor a Dios y el amor al prójimo, para que de esta manera podamos reproducir la “Imagen de Jesús” en nuestra vida (Rom 8, 29).

3.   ¿Cómo permanecer en el amor de Jesús?

Lo primero es siendo dóciles al Espíritu Santo que es el Amor de Dios derramado en el corazón de los discípulos. Es Espíritu Santo guía  a los hijos de Dios. La pregunta sería ¿a dónde los lleva? Respondamos: El Espíritu nos restable en el Paraíso. Nos lleva al Reino de Dios y a la Filiación divina. Nos hace partícipes de la gloria de Cristo; nos hace hombres nuevos; nos reviste de Cristo, nos configura con él y nos llena de Cristo.
El segundo modo para permanecer en el amor de Cristo es “siendo amados”, es decir: “Siendo curados, sanados, perdonados, reconciliados, promovidos”. Es permanecer en las Manos de Cristo, protegidos contra la influencia del espíritu del Mal.  Alguien podrá preguntar ¿dónde están las manos de Cristo? ¿De qué lugar se trata? La respuesta nos la da san Pablo: “Todo el que está en Cristo, es de Cristo; le pertenece a Cristo, por lo tanto su naturaleza humana está crucificada con Cristo dando muerte a las pasiones de la carne” (1 Cor 5, 17; Gál 5, 24)

El tercer modo para permanecer en el amor de Cristo es amando. Amor que recibimos y amor que damos. El mismo Jesús nos confirma lo anterior: “si ustedes guardan mis Mandamientos, como yo guardo los Mandamientos de mi Padre, permanecen en mi amor como yo permanezco en el amor de mi Padre” (Jn 15, 9). En las preguntas que Jesús hace a Pedro después de la Resurrección encontramos dos de los Mandamientos fundamentales de Jesús: “ámame y sígueme”.

4.   Los Mandamientos de Jesús.

¿Cómo amarlo, si no lo vemos y como seguirlo si no lo conocemos? El mismo Señor Jesús nos da la respuesta:

“El que conoce mis Mandamientos y los guarda ese es el que me ama; a ese lo ama mi Padre y lo amo yo, y venimos y nos manifestamos a él” (cfr Jn 14, 21)

¿Queremos ver las manifestaciones liberadoras del Señor en nuestra vida? La respuesta es guardar sus Mandamientos. ¿Cuáles todos, sin excepción. Los Mandamientos son las 10 palabras del “Decálogo”. Son manifestaciones de los “Caminos de Dios”, quien los guarde es justo, recto y sincero: ama a Dios y a su prójimo.

“El que conoce mis palabras y las cumple, ese es el que me ama, y a ese lo ama mi Padre, y a ese lo amo yo, y venimos y hacemos en él nuestra morada” (Jn 14, 23).
Dos promesas: ver las manifestaciones de Dios en nuestra vida y ser “Morada de Dios”: No sólo miembros del cuerpo de Cristo, sino también Templos de su Espíritu, para poder decir con el Apóstol: “No vivo yo es Cristo el que vive en mí” (Gál 2, 20). Sólo entonces podemos poner en práctica las Palabras y los Mandamientos del Señor y sellar nuestra amistad con Él, ser los amigos y amigas de Dios:”Ustedes me aman si hacen lo que yo les digo” (Jn 14, 15. 21) y “ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les digo” (Jn 15, 14) 

5.    La opción radical por Cristo.

Afirmamos que el Espíritu Santo nos lleva a Cristo, a su Casa, con los suyos. Recuerdo el día de mi encuentro con Cristo, fue dentro de un “confesionario”. Puedo decirles que ese ha sido el día más feliz de mi vida: Encuentro liberador y gozoso. Día inolvidable. Les puedo decir la fecha y la hora; puedo decirles lo que ví, lo que oí, lo que toque, lo que experimente, pero siempre me quedaré corto en palabras.
El sacerdote confesor me decía: “La Iglesia es una Madre cariñosa que espera y desea el regreso de sus hijos ausentes, bien venido a su Iglesia lo estábamos esperando”. Después al darme la penitencia dijo: “Con eso que Usted gasta en los centros nocturnos en sus noches de parranda, dé lo que gasta en una noche a una familia pobre”. Como olvidar esa bienvenida en la que estaba implícita mi vocación de servidor a la familia pobre, es decir, a la Iglesia.

6.   Testimonio de vida…

Media hora más tarde al llegar a casa, dentro de la misma experiencia prometía al Señor no volver a fumar marihuana o cualquier tipo de cigarros en toda mi vida. Recuerdo que hice la promesa por un año, no fue aceptada, el Señor  quería que fuera para siempre, y lo hice, después de escuchar en lo más íntimo de mis ser: “Yo estaré contigo”.

Ahora  lleno de gozo y agradecimiento puedo decir que en mi se han actualizado las maravillas el evangelio que el Señor Jesús realizó en el ciego de Jericó (Lc 18) y en el endemoniado de  Gerasa (Mc 5). El que antes estaba ciego alababa y bendecía a Dios y seguí a Jesús por el Camino. Mientras que Marcos nos dice que el antes endemoniado quería acompañar a Jesús y a su Grupo, pero Jesús lo envía como a su primer misionero a tierras de paganos.

La aventura de seguir a Cristo… seguir sus huellas… estar con él… El Señor a nadie garantiza que nos va a ir muy bien y que vamos a quedar bien. No da cartas de recomendación y de garantía… Tan sólo nos dice: “Sígueme” y por el camino iremos viendo las maravillas del Señor.  Es un camino lleno de experiencias liberadoras, gozosas, luminosas y gloriosas. Es la experiencia del Apóstol Tomás que quiso animar a los Apóstoles diciendo: “Vamos también nosotros a morir con Él” (Jn 11, 16).

Recordemos que el Proyecto de Dios es movido por su Misericordia. Es un Proyecto incluyente, creíble y fiable que nos pide apertura y disponibilidad para hacer la voluntad de Dios, para amar a nuestro prójimo y disponibilidad de dar la vida por el Evangelio, sirviendo a nuestros hermanos.

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