EL ADVIENTO ES UN TIEMPO FUERTE DE GRACIA QUE LLAMA A LA CONVERSIÓN




ADVIENTO: UN TIEMPO FUERTE DE GRACIA

 Resultado de imagen para imagenes del adviento

¿Qué es el adviento? Es un tiempo fuerte de gracia que tiene como sentido prepararnos para la venida del Señor. Es la llamada a vivir despiertos cuidando de una oración más íntima y de una escucha de la Palabra más atenta que nos lleven a la reconciliación con Dios, a Iglesia, la familia. Los personajes del adviento son el profeta Isaías, Juan Bautista y María la Madre del Salvador que nos presentan un mensaje de “Esperanza” a levantar la cabeza por que se acerca nuestra liberación.

“Vigilad y orad” (Mt 26, 41) Es la invitación del Señor Jesús para estar siempre en “la espera de su llegada”. Despiertos y conscientes de nuestras debilidades. Animándonos mutuamente a vivir la espera llenos de confianza, sabiendo que el tiempo de vivir sin opresiones ni tentados por el desaliento y la depresión. Preparase es cuidar de que no se nos embote la mente ni el corazón se nos haga duro o se pierda la moral para no caer el desenfreno de las pasiones (Ef 4, 17-18). Es tiempo de orientar nuestro pensamiento y nuestro corazón hacia la “Venida del Señor” para no llenar nuestra vida de bienestar y dinero, de espaldas al Padre del cielo y a sus hijos que sufren en la tierra.

“Vigilad y orad”. Significa vivir pidiendo la fuerza de lo Alto sostenidos por la Gracia de Dios para poder mantenernos en pie y estar siempre despiertos, con una fe viva, auténtica, iluminada por la caridad. Anhelando escuchar la Palabra de Dios en lo más íntimo de nuestro ser, buscando conocer su Voluntad para ponerla en práctica, siguiendo las huellas de Jesús que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (2 Cor 8, 9).

“Vivir despiertos” con los ojos del corazón bien abiertos, los oídos atentos y con la esperanza viva de que el Señor vendrá pronto. Qué el deseo ardiente de nuestro corazón sea cambiar nuestra manera de pensar, de sentir y de vivir para que podamos vivir la vida como la vivió Jesús. Vivir buscando con sincero corazón la venida del reino de Dios a nuestros corazones para que tengamos una vida más digna y feliz para todos.

“Vigilad y orad” significa “Vivir despiertos” con una Esperanza viva, cuidando de no caer en la incredulidad y la indiferencia ante la marcha del mundo. No dejar que nuestro corazón se endurezca, quedándonos sólo en quejas, críticas y condenas a los demás, al sistema, a la religión. Hagamos nuestra parte: despertemos activamente nuestra Esperanza. Sólo entonces podremos vivir una vida más lúcida, sin dejarnos invadir por la insensatez que puede llevar nuestras vidas al vacío, al caos y a pérdida del sentido de la vida.

 “Vigilas y orad” significa despertar nuestra fe en Dios Padre de toda misericordia que se ha manifestado en su Hijo nacido en el pesebre para bien de toda la Humanidad. Descubrir y desarrollar el proyecto de Dios que nos invita a preocuparnos por los más necesitados. Descubrir que Dios nos busca y atrae hacia Él con cuerdas de ternura y con lazos de misericordia. Vigilemos nuestra “Esperanza” que no se nos apague porque se nos apagaría también la vida.

El Adviento orienta nuestra mirada hacia el pasado para recordemos la venida histórica del Señor que se hizo carne en la entrañas purísimas de la Virgen María como cumplimiento a las promesas que Dios hizo a su pueblo Israel. El Verbo del Padre, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. (cf 2 Cor 8,9). Otra mirada está orientada hacia al futuro. Hacia la venida “escatológica” El Señor viene en el “esplendor de su gloria a dar a los suyos su recompensa. Vayamos a su encuentro llevado en nuestras manos llenas de confianza, esperanza y amor, y escuchemos con alegría sus palabras: “Vengan benditos de mi Padre a participar de la alegría de su Señor” (cf Mt 25, 21).

En medio de las venidas anteriores, la histórica y la escatológica, los Padres de la Iglesia nos hablan de una venida  “intermedia” en la que realmente debemos poner nuestra mirada, Jesús, el crucificado, resucitado y glorificado, está viniendo hoy a nuestra vida, según lo afirma la Sagrada Escritura: “Qué Cristo habite por la fe en nuestros corazones” (Ef 3, 17) “El que guarda mis mandamientos y mis palabras ese es el que me ama… y venimos y habitamos en él” (crf Jn 14, 21. 23) “Ustedes son miembros vivos de Cristo… Ustedes son templos del Espíritu Santo… ( cf 1Cor ) Hoy nosotros pecadores, por la Fe y el Bautismo (cf Gál 3, 26-27), y por la acción del Espíritu Santo y nuestras esfuerzos, “nos despojamos del hombre viejo y nos revistamos de Jesucristo” (cf Rm 13, 11- 14) Para de esta manera, estamos naciendo de lo Alto, naciendo de Dios (Jn 3, 1- 5)

La mirada en la venida intermedia nos pone en camino de conversión que consiste en llenarse de Cristo, para que a la luz del Padre nuestro, seamos santuarios de la Verdad, del Amor y de la Vida, siendo portadores del “Nombre, del Reino y de la Voluntad” de Dios manifestada en Cristo Jesús, nacido para nuestra salvación. Nunca olvidemos que sin adviento, no habrá navidad; y sin navidad no habrá “epifanía” y sin ella, no habrá bautismo en el Espíritu Santo.






1.    LA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS.

1.- El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
 “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de Él y exclamó, diciendo: Este era del que yo decía: ``El que viene después de mí, es antes de mí, porque era primero que yo.… (Jn 1,14).
Dios asume nuestra condición humana para salvarla: Este misterio del amor de Dios asume la condición humana para salvarla y liberarla, comenzó en el mismo momento de la Encarnación, pero se manifiesta en el Nacimiento, en la vida pública de Jesús y en su muerte y resurrección. Podemos afirmar que la única razón por la que Jesús vino al mundo es el amor que Dios Padre tiene para cada uno de los seres humanos. “Tanto amó Dios al mundo que le envió a su Hijo Unigénito” (Jn 3,16).
La palabra “encarnarse” expresa la revelación o manifestación de Dios a los hombres en forma de verdadero hombre. Dios se hace hombre en la persona de Jesús de Nazaret: “Tomó nuestra condición humana, igual a nosotros en todo menos en el pecado” (Heb 4, 15). Ahora bien quien dice carne, dice fragilidad, impotencia, incapacidad, pobreza, etc. Jesús hombre verdadero de este mundo, pero también, y ésta es nuestra fe cristiana  “Hijo de Dios y Salvador de los hombres”. Jesús es el revelador del Padre (Jn 14, 7-8). Es el amor de Dios hecho persona humana para amar con corazón de hombre. Así lo comprendió San Juan al decir: “El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,1ss). El verbo es la Palabra del Padre. Así todo cristiano entiende que Cristo es la Palabra de Dios hecho hombre, que existe desde toda la eternidad que pudo escoger de quien nacer, como nacer y donde nacer.

Lo original de la venida al mundo del Hijo de Dios es que cada circunstancia de su nacimiento es libremente elegida y encierra un profundo significado en su vida: Este significado se revela en tres signos inseparables: pobreza, desprendimiento y misión. Según las palabras del Himno Cristológico de (Flp 2, 6- 11) Jesús siendo de condición divina se hizo pobre para amarnos con un corazón de hombre. Con su vida nos enseña que sólo los pobres aman, tal como lo dice el mismo Jesús en la primera de las Bienaventuranzas. (cf Mt 5, 3)

2. Jesús nace como pobre. (Lc 2,6-7)
La pobreza como forma de vida lo acompañará hasta su muerte. Nacer en el pesebre con todo lo que ello implica no es un percance, es la primera opción que Jesús hizo en su vida: situarse deliberadamente entre los más pequeños y entre los más pobres. Con san Pablo decimos: “Jesús se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (2 Cor 8,9).

La opción de Jesús de nacer como pobre en un pesebre quedará como normativo para toda su vida: su libre opción por los más pobres y oprimidos.

3. Jesús nace de Mujer.
María es la mujer que Mateo y Lucas dicen dio a luz a Jesús. Pablo en la carta a los Gálatas hace referencia a la Plenitud de los tiempos: “Llegada la Plenitud de los tiempos Dios envió a su hijo nacido de mejer para liberar a los esclavos  de la Ley y para que nos trajera el Espíritu Santo” (Gál. 4, 4-6). María testigo y colaboradora de las opciones del pesebre, fue la que comprendió y formula este sentido para todas las generaciones: “Ha derribado a los poderosos de sus tronos y ha encumbrado a los humildes porque se ha fijado en la humilde condición de su esclava demostrando así su misericordia” (Lc 1,46-55) ¿Quiénes serán los poderosos y los soberbios en nuestras familias o comunidades? Son aquellos que alimentan su Ego con los vicios de la sensualidad y de la soberbia.

4. El camino del desprendimiento (Fil 2, 6-9)
Jesús es la respuesta del Padre al clamor de los pobres. Su presencia en medio de los hombres tiene una doble finalidad: liberarlos de la opresión del pecado con todas sus consecuencias e introducirlos en el Reino de Dios como hijos libres (cf Col 1, 13). Jesús es el servidor de Dios que se decide por la pobreza y la humildad como estilo de vida para enriquecernos con su pobreza. (cf Mt 20, 28)

Se abaja al nivel de los de abajo: los pecadores y los alejados de la fe para servirlos. Así podemos comprender lo que dice Pablo: Se hizo igualito a nosotros en todo menos en el pecado. Jesús nace como hombre para hacerlos amigos de su Padre y hermanos entre ellos. Jesús nace como hombre para hacerse servidor de ellos, él mismo lo dijo: No he venido a ser servido, sino a servir (Mc 10, 45). La finalidad del Nacimiento de Jesús tiene como meta el servicio a Dios a favor de toda la humanidad: Jesús nació para servir: “No he venido a ser servido, sino a servir y a dar mi vida por muchos” (Mt 20, 28). Lo que nos ayuda a comprender que el que no vive para servir no sirve para vivir. Servir es compartir el pan de vida, la palabra, el tiempo, la casa y el camino. Servir es lavar pies para ayudar a los demás a vivir con dignidad y para ayudarles a crecer en la fe, la esperanza y la caridad. Servir es abrir caminos donde no hay caminos…

5. La misión de Jesús.
El Ángel le dice a José: “Él salvará a su Pueblo de los pecados” (Mt 1,21). Su Nombre significa su Misión. Jesús es Salvador. El sentido de la misión de Jesús puede ser expresado en tres palabras: Anunciar, reconciliar y salvar.

·       Anuncia el Reino de Dios. Reino de paz, amor y justicia que exige para poseerlo, acoger el amor de Dios hecho hombre en la persona de Jesús y el cambio de vida: fe y conversión.
·       Reconciliar a los hombres: Jesús es el reconciliador de los hombres con Dios y entre ellos mismos. Desde el primer momento de su nacimiento supo traer junto a él a los pequeños: los pastores y a los grandes de la tierra: Los Reyes Magos.
·       Salvar a toda la humanidad: Nada hay tan claro como esta verdad: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4) Jesús realiza la salvación de los hombres mediante su obra redentora que comienza desde el mismo momento de su Encarnación y lo culmina en su Pascua. Podemos decir sin más, que Jesús en su Encarnación nos está diciendo: Mi Padre les ama. Y con su Pascua nos dice “Síganme” para que donde esté yo, esté, también, estén Ustedes (cf Jn 14, 3).
6. Aplicación a nuestra vida.
El ejemplo del pesebre abre para los hombres una nueva mentalidad y una nueva actitud: pertenecer al mundo de los humildes y de los servidores. La humildad es la capacidad para donarse a los más pobres y en últimas, a cualquier hombre para ayudarlo a ser mejor. Esto nos exige tres cosas que siempre harán unidad:

·       Desprendimiento de títulos de grandeza o superioridad. No te creas más que otros, pero, tampoco te creas menos que ellos. El Pesebre de Belén nos iguala a todos los seres humanos. “No te arrodilles ni ante el poder ni ante el oro. Ni ante los poderosos ni ante los ricos.
·       La actitud de servicio. El hombre que no sirve, no vive, es decir no se realiza. Nacimos para servir. El servicio es la expresión del amor de los hombres que se deciden a vivir para Jesús, el pobre de Belén.
·       Disponibles para la misión. La misión tiene como primera tarea dejar que Cristo se haga carne en nuestros corazones. A esto el Evangelio le llama “nuevo nacimiento” (Jn 3, 1-5). De nada nos puede servir que Jesús haya nacido o nazca mil veces en Belén si no nace en nuestros corazones. El compromiso de la fe se expresa diciendo: “somos enviados con otros a favor de otros”.
Cuando Jesús se hace carne en nosotros de la manera que el Verbo se hizo carne en el seno de María, podemos tener la seguridad que seremos servidores al servicio del “Reino de Dios” y no al servicio de intereses personales llenos de egoísmo humano y por lo tanto de pecado.

7.  Hacernos un nuevo propósito.
·       Dejar que la Palabra de Dios nos cuestione, nos descubra y nos ilumine para que podamos ser portadores de la vida que “Cristo vino a traernos vida en abundancia” (Jn 10, 10).
·       Proponernos que Jesús nazca y crezca en los corazones de los hombres. Para esto hemos de sembrar la acción de Dios, mediante la evangelización y el buen testimonio. No tengamos miedo amar, Dios está con nosotros, entre nosotros y está a nuestro favor.
·       Comprometernos con otros hermanos de la comunidad a favor de los hermanos menos favorecidos del barrio o de la ciudad (Ancianos, migrantes, familias pobres, etc)
·       Comprometernos en la construcción de una vivienda digna para alguna familia de escasos recursos.
·       Comprometernos con otros a favor de los más necesitados para que esta Navidad y Año Nuevo tengan una cena digna.
·       Comprometernos a visitar nuestras familias y buscar una reconciliación más auténtica y verdadera.

8. Canto y Oración: “Dame la gracia de ver tu rostro y ser un constante espejo por toda la eternidad. (Thomas Traherne)











2. EL MISTERIO DE NAZARETH

1.- ¿Qué significa Nazaret en la vida de Jesús?
 “Jesús se fue con ellos a Nazaret y les estaba sumiso. Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en Gracia delante de Dios y de los hombres” (Lc. 2, 51-52).
La dimensión más olvidada de la vida de Jesús porque aparentemente, no tiene significado misionero, es Nazaret. Mucho se ha dicho sobre la etapa de Jesús que comprende entre los doce años y el momento de su aparición en su vida pública. Nazaret era una aldea semipagana y sin prestigio, un pequeño poblado casi olvidado de la región de Galilea; no obstante fue escogida por Jesús para compartir esos años de su vida con los más sencillos. Comparte su trabajo y su persona en lo más ordinario y gris de las cosas de cada día.
Con respecto a María, Nazaret fue el tiempo de maduración en la fe y en las cosas que hacen referencia a la salvación que Dios ofrece en Jesús. María en Nazaret aceptó los caminos de Dios aún sin comprenderlo todo, sencillamente guardaba estas cosas en su corazón (Lc 2, 16- 21), después de la resurrección de su Hijo lo comprendería todo.

2.- ¿Qué significa Nazaret para nuestra vida humana y cristiana?
Nazaret es valorar el testimonio sencillo de los demás; la simple presencia de amistad; la caridad simple y rutinaria con la cual nos encontramos todos los días. Pues la solidaridad y el servicio del Evangelio no se prueban en las cosas extraordinarias, sino en la rutina de cada día, en las pequeñas cosas y con aquellos que Dios pone cada día en nuestro camino. Existen tres actitudes que expresan nuestra espiritualidad de Nazaret:

a)  La primera actitud se refiere a la práctica de la caridad y la justicia.
Virtudes que en la realidad van unidas. La caridad y la justicia, en sentido de Nazaret, no se dan con las personas que nosotros elegimos, sino con aquellas que la vida nos impone, que son las personas y las circunstancias que Dios manda. Ese es nuestro Nazaret: los familiares, los compañeros de trabajo, los que se acercan a nosotros por cualquier razón, los que viven bajo nuestro propio techo. Los que viven cerca de nosotros son los que ponen a prueba la madurez de nuestro amor al prójimo. Es fácil decir que amamos a los que están lejos, lo difícil es amar a los que están junto a nosotros y conocen nuestros defectos.
Podemos tener ideas sociales y políticas muy avanzadas, pero si faltamos a la justicia juzgando a los que vemos habitualmente y sofocando los derechos de nuestra propia familia, de muy poco sirven nuestras ideas. Cuando actuamos sin misericordia y de manera injusta con las personas que nos rodean nos convertimos en los primeros opresores. Amor y justicia comienzan en la propia casa.

b) La segunda actitud se refiere a nuestro servicio y entrega a favor de los más pobres.
El pobre que no tiene los valores y el dinamismo para pagarnos por nuestros servicios, es realmente el que nos ayuda a crecer en amor y en libertad, le ayudamos sin esperar nada a cambio. El pobre siempre está ahí, con una necesidad concreta, es él quien nos cuestiona y nos arranca de nuestros planes. Un amor que no se compromete por ayudar a los pobres a vivir mejor, no es aún un amor maduro.
Pobre es la muchacha que quiere estudiar, al menos su primaria, secundaria o preparatoria, pero el medio ambiente de pobreza, la incomprensión de unos padres o el celo de unos hermanos impiden que sus deseos se vean realizados. Pobre es la joven desprestigiada por el pecado de los hombres. La peor y más grande pobreza no es la material, sino la de negarse a que los mismos hijos le arranquen a la vida un poco de preparación. Muchos son los jóvenes que no asisten o se salen de la escuela por falta de apoyo de la sociedad o de la misma familia.

c) La tercera actitud se refiere a la práctica de la pobreza evangélica.
Entendida ésta como renuncia interior a ciertos apegos que bien pueden ser personas, cosas, lugares, cargos, planes, etc. se renuncia a la servidumbre de las cosas o de las personas para servir a Dios y a los hombres; se renuncia a la servidumbre del pecado para crecer en responsabilidad y libertad y por lo tanto en santidad. La pobreza interior se expresa en un estilo de vida simple, sencillo y austero, sin lujos ni cosas innecesarias, pero siempre con el deseo de prepararse en la vida para ser y vivir mejor como hijo de Dios y hermano de los hombres.

3.- Aplicación a nuestra vida.
El misterio de Nazaret no nos ofrece solo un modelo para la imitación del Señor pobre, humilde y obediente, que pasó la mayor parte de su vida sin ser reconocido como el Mesías de Dios, trabajando como el carpintero de Nazaret, sino que además, nos invita a buscar la Gracia que nos hace hijos de Dios. Gracia que exige una respuesta de comunión fraterna.
La comunión fraterna, entendida como la manifestación de Cristo en nuestras familias y comunidades nos invita a poner en práctica el amor de los hermanos y especialmente a los más necesitados. Nadie es lo suficientemente pobre que no pueda aportar algo suyo a la necesidad de otros. Todos tenemos algún valor que los demás pueden necesitar. Todo valor es un bien y éste debe estar al servicio de la liberación de la servidumbre del pecado que esclaviza al hombre. Esta liberación se inicia en el corazón y afecta a toda la comunidad. Nos podemos hacer una pregunta: ¿estamos dispuestos a dejar una vida cómoda, de lujos superfluos y de derroches para preocuparnos de otros puedan tener una vida más digna?
4. ¿Qué podemos dar?
La comunión fraterna que el Evangelio nos presenta es el camino que nos permitirá la participación de bienes y valores, destinados a beneficiar a toda la comunidad. No esperes que vengan a pedirte una limosna, busca más bien a alguien que necesite de ti. Busca a quien puedas ayudar con tu aporte.

·       Podemos dar conocimientos sobre la vida: enseñar el arte de vivir con otros de manera más digna.
·       Podemos dar respeto a la verdad del otro. El otro es persona única e irrepetible, tiene nombre propio y un rostro que clama reconocimiento, aceptación y respeto.
·       Podemos dar perdón al que nos ha ofendido. Así llegaremos a ser hijos de Dios, libres para acercarnos al Señor con la confianza que no nos negará lo que le pidamos si eso está dentro de su Plan de Salvación.
·       Podemos dar una disculpa al que hemos herido con nuestras palabras o actitudes. Esta es una actitud valiente que ha de acompañar siempre a los cristianos. Disculparse cuando hemos ofendido es lo mismo que pedir perdón con sencillez de corazón.
·       Podemos dar una ayuda material o espiritual a los necesitados de alimento, vestido, medicina, amistad, amor, etc. En la medida que compartimos estaremos siendo libres del ídolo de la avaricia que tantas víctimas esclavas tiene. Quien no comparte, nunca aprende a ser hermano.
Comunión es poner al servicio de los demás, no solo lo que no necesitamos, sino y sobre todo, lo que estamos necesitando. (cf Hech 2, 42) Comunión es participar al otro de lo que se sabe, se tiene y sé es, pero siempre al estilo de Jesús.

5. Canto:

6. Oración: “Concédenos tu gracia para descansar todos los hechos y pensamientos pecaminosos, para rendirnos totalmente a ti y mantener en calma nuestras alamas ante ti como un lago tranquilo, para que los rayos de tu gracia, puedan reflejarse en ellas, y pueda encenderse en nuestros corazones el brillo de la fe, la esperanza, el amor y la oración”-

7. Compromiso: personal. ¿Dónde, con quién, y cómo podré comprometerme con otros a favor de los demás? Especialmente con hermanos yhermanas que hacemos juntos un camino de sinodalidad, siguiendo juntos las huellas del Maestro Jesús de Nazaret.

3.     LA REVELACIÓN DE DIOS

1.- La Revelación.
“Así también nosotros, mientras éramos niños, estábamos sujetos a servidumbre bajo las cosas elementales del mundo. Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, a fin de que redimiera a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción de hijos.… (Gál 4, 4ss)
El hombre nacido de una raza pecadora, no sabe siquiera exactamente lo que Dios quiere de él. Por esta razón Dios desde el comienzo de la historia se ha revelado a los hombres por medio de muchas maneras, pero siempre para ir preparando y dar a conocer su deseo de salvación para todos los hombres. Así podemos ver que el Antiguo Testamento se reveló en primer lugar a Abraham, Moisés y luego a los profetas.
En los últimos tiempos Dios se comunica a los hombres por medio de Jesucristo, su Hijo, plenitud de la Revelación del Padre. (Heb 11,1). Pablo manifiesta el Misterio al decirnos: “llegada la Plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo nacido de Mujer” (Gál 4, 4). La buena noticia es que viene a liberar a los oprimidos de la esclavitud de la Ley a traernos a Dios.

Con el nacimiento de Jesús, Dios se revela, se manifiesta y se comunica con toda la humanidad, (Jn 14, 7) Jesús es destinado a todos los hombres. La revelación de Dios, no obstante estar destinada a todos, no todos la ven, la razón es que no todos tienen el corazón disponible para ello.
Hoy al igual que hace dos mil años, cuando Jesús nacía en el pesebre de Belén, los mensajeros de Dios fueron los encargados de comunicar a los hombres el “Acontecimiento más grande de todos los tiempos” Ellos, los mensajeros no fueron enviados a todos para revelar el Nacimiento. Hoy al igual que entonces, Dios, no a todos permite ver su Revelación, no porque él no quiera, sino por la negativa de los hombres y el endurecimiento de sus corazones.

2.- Los que no vieron la revelación de Dios.
Hoy como hace dos o cuatro mil años, la pedagogía de Dios para darse a conocer y manifestar el Misterio de su voluntad, no ha cambiado. Existe grupos de personas que tienen unas notas especiales a quienes podemos afirmar que no se les comunicó la noticia del Nacimiento de Dios entre los hombres. Hablaban mucho de su venida, lo esperaban, pero allegar la Plenitud de los tiempos ni cuenta se dieron.
a) Los Sumos sacerdotes.
Sería porque estaban muy ocupados en los asuntos del Templo o en leer las Sagradas Escrituras, pero lo cierto es que cuando los Reyes Magos llegan con ellos preguntando dónde podían encontrar al Rey de los judíos que acaba de nacer, sencillamente, aún sabiendo que nacería en Belén de Judá y que era el tiempo marcado por las Escrituras (Mt 2,4), ni siquiera se preocuparon por ir a investigar. Los sacerdotes del Templo de Jerusalén, no vieron la Revelación de Dios.
b) Los gobernantes o poderosos del momento.
Al Cesar de Roma, que dominaba en Israel en ese momento, a sus gobernantes, a sus oficiales y soldados tampoco se les envió un mensajero para darles a conocer lo que estaba pasando en el pesebre de Belén. Tal vez estaban muy ocupados en adquirir poder político sobre los pueblos y sobre las personas.
A pesar de que no se les envió mensajero, con la visita de los Reyes Magos se sintieron molestos e incómodos al oír hablar del nacimiento de un nuevo rey (Mt 2,3 ) y mirando sus intereses amenazados por la noticia, Herodes desató una sangrienta persecución contra todos los menores de dos años. Persecución que es conocida como la masacre de los Niños Inocentes.

c) Los comerciantes o mercaderes de dinero.
Tampoco a este grupo se les dio a conocer el Nacimiento del Hijo de Dios. Tal vez estaban muy ocupados en hacer inventario de sus bienes, y así, contar sus ganancias. Su gran interés era el de acumular mercancías y construir monopolios de dinero. El dinero es el peor enemigo de la salvación, por lo tanto es la barrera más gruesa que impide ver la Revelación de Dios.
d) Los traficantes de carne humana.
Dentro de estos grupos se encuentran también los traficantes de carne humana; son aquellos que venden a la mujer por dinero para saciar sus instintos de placer o de riqueza. A ellos se unen los dueños de prostíbulos, cantinas, lugares donde se denigra la dignidad humana y se comercializa con el dinero de los pobres. Los buscadores de placeres, diversiones, orgías, alcoholismo, prostitución, etc. Personas que hoy como ayer, no tienen tiempo para sí mismos o para sus familias, tan solo piensan en divertirse.

3.- Los que sí vieron la revelación de Dios.
Los que vieron la manifestación de Dios eran personas que pertenecían al “pequeño resto.” El grupo de los pobres de Yahve,” los anawins, que esperaba una liberación espiritual que sólo podía venir de Dios y nunca de los poderosos de la tierra. Este grupo había encarnado a lo largo de los siglos, y en medio de opresiones y explotaciones por medio de las potencias extranjeras la “esperanza mesiánica” El día del Mesías toda esclavitud será removida para dar lugar a la espewranza de los pobres. Había también entre ellas personas de poco o nada de conocimientos religiosos como los pastores, pero que a su vez, anhelaban una liberación que llegaría con la venida del Mesías Jesús. Entre ellos destacan algunos grupos.:
a) José, el prometido de María (Mt 1, 18-21)
Al frente de este grupo de hombres fieles a la Ley y justos, se encuentra, José, un hombre que amaba al Señor. Comprometido con María, se encontraba incómodo por el embarazo de su prometida en el cual él no tenía que ver nada, no quiso ponerla en evidencia, para que no fuera apedreada según las leyes judías, decidió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas tomar por esposa a María tu mujer porque lo engendrado en ella es la obra del Espíritu Santo” (Mt 1,19ss).
Dios mandó a su Ángel a ayudar a José en la duda que lo atormentaba, le reveló el gran secreto y le dio autoridad sobre el Niño que nacería de María, y todo porque él, era justo y casto a los ojos de Dios. Ser justo en sentido bíblico significa estar lleno de virtud a la vez,  es el que practica la justicia. Un varón de Dios.


b) Los Pastores de Belén. (Lc 2, 8-13)
En el siguiente grupo, San Lucas el evangelista de los pobres pone como primeros destinatarios a los pastores de Belén. Los pastores eran hombres sencillos despreciados por la clase religiosa y la sociedad por ser considerados impuros y sin cultura alguna. Hombres acostumbrados a soportar las inclemencias del tiempo y dormir a la intemperie (entiéndase esto por los atropellos de la gente), fueron los elegidos para recibir la alegre noticia: “No temáis pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: Os ha nacido hoy en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo” (Mesías, Ungido). Los pastores fueron y encontraron al niño tal como se les había dicho: “Envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2, 8- 12).
La señal que se les dio: pañales y pesebre. Nada portentoso, nada de lujos, nada de poderío, ni económico ni militar, sino envuelto en la sencillez de los pobres de Yahvé. Los pastores creyeron en la señal de Dios y se volvieron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído (Lc 2,20).
c) Los Reyes Magos de Oriente (Mt 2,1ss).
El relato de los Reyes Magos se encuentra en el Evangelio de Mateo, que escribió su Evangelio para cristianos convertidos del judaísmo a quienes les presenta una salvación en primer lugar para los judíos: Con la llegada de los magos, la Salvación será para todos los hombres y no sólo para los judíos.
Los Reyes Magos representan a los pueblos paganos de los confines lejanos de la tierra, son sabios atraídos por la Luz del Niño de Belén que dejan sus palacios para rendir sus tributos a Cristo, el Señor.
d) El Anciano Simeón y la Profetiza Ana.
Pertenecientes al pequeño resto de los Pobres de Yahveh. Simeón, hombre justo y piadoso que esperaba la consolación de Israel; hombre lleno del Espíritu Santo que al tomar el niño en sus brazos declara quien es el Niño: El Salvador y la Salvación de Dios,  y la misión que trae: “ser Luz para los gentiles, iluminar a los que estamos en tinieblas, el que descubre las intenciones de los corazones torcidos y perversos y frente a quien los hombres se han de declarar a favor o en contra” (Lc 2,35). Jesús viene para todos pero a nadie obliga. Su aceptación es libre, se le puede recibir o rechazar.
Simeón recoge las expectativas mesiánicas que realmente rodean el nacimiento de Cristo. El toma conciencia de que se halla delante del Mesías. Desde ese momento no le importa ya morir, su vida ha adquirido pleno sentido, "porque —dice— mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel". Aunque el misterio le Jesús le desbordara, Simeón ha percibido que el Mesías viene bajo la figura del Siervo sufriente, "puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida" Por ello le anuncia a María que una espada le atravesará. el alma. María y José quedan abiertos al misterio: "estaban admirados de lo que se decía de él" (Lc 2, 25-35).
4.- Aplicación personal.
Cuando en una sociedad se tiene como objetivo casi único de la vida la satisfacción ciega de las apetencias y se encierra cada uno en su propio disfrute, allí se mata la esperanza y aparece el vacío de Dios. Los satisfechos no trabajan por cambiar el mundo. No les interesa un mejor futuro para todos y nunca se rebelan frente a las injusticias, sufrimientos y absurdos del mundo. Por eso propongo:
·       Salir de la rutina evangélica. Nos hemos acostumbrado a escuchar la Palabra de Dios que ya no nos dice nada, como tampoco nos dicen nada los Sacramentos. Nos hace falta una nueva efusión del Espíritu Santo que nos haga volver al amor del principio.
·       Remover obstáculos. ¿Qué es lo que nos puede estar impidiendo ver la Revelación de Dios? Des-amor, des-unión, el egoísmo o rutina en las cosas de Dios, etc.
·       Preguntarnos en cuál de los grupos anteriores nos podemos situar. Si nos encontramos en el grupo de los buscadores de poder, prestigio o fama, diversiones, placeres, dinero, etc. O por el contrario nos podemos situar entre los pobres de Yahveh, buscadores de misericordia, justicia, verdad, humildad ymansedumbre.
·       Preguntarnos si realmente queremos conocer a Dios y su Justicia, buscado su rostro en los más necesitados, especialmente, en aquellos que no son de nuestro agrado, también en ellos se nos revela Dios.
·       Quien ama de verdad la vida y se siente solidario de todos los seres humanos sufre al ver que todavía una inmensa mayoría no puede vivir de manera digna porque no existen para ellos los medios necesarios, no están a su alcance. ¿Qué puedo hacer?

4.     Canto: “No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; defenderá con justicia al desamparado, con equidad dará sentencia al pobre”

5.     Oración: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas  a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo  me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quien es el Hijo sino el Padre, ni quien es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”

7. Compromiso personal




















4.     LOS PASTORES DE BELÉN


1.- Escuchemos el relato. (Lc 2, 8-20).

“Había en la región unos pastores que moraban en el campo y estaban velando las vigilias de la noche sobre sus rebaños. Se les presentó un Ángel del Señor y la Gloria del Señor los envolvió con su luz y quedaron sobrecogidos de temor. Dijo les el Ángel: “Os ha nacido hoy un Salvador, que es el Cristo, Señor, en la ciudad de David. Esto tendréis por señal: Encontraréis al Niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre…”

Al anuncio del Ángel los pastores dijeron: “Vamos a Belén a ver esto que el Señor nos ha anunciado”. Fueron con presteza y encontraron a María, a José y al Niño acostado en un pesebre… (Lc 2, 8ss)

Los sencillos pastores, que como tales, pertenecían a una clase de gentes menos preciadas, fueron según San Lucas los primeros destinatarios de la Evangelización. Ellos fueron los primeros en recibir la alegre noticia del Nacimiento del Salvador del mundo. Jesús sitúa a los pastores entre los pequeños que, como los publicanos y prostitutas reciben la Buena Nueva.

Era costumbre antiguamente que los pastores buscaran con sus rebaños los mejores pastos y los mejores aguajes. Construían un redil para protegerse de los animales y de los ladrones, edificando para ellos pequeñas chozas o enramadas para su descanso nocturno. A unos de estos pastores que hacían la guardia se les manifiesta la Gloria del Señor. Los destinatarios no son sólo los pastores, sino todo el pueblo de Israel, según las palabras del Ángel.

“Hoy os ha nacido “. El “Hoy” significa que en aquel momento ha dado comienzo la época de la redención, el punto culminante de toda historia de Israel. El fin del reinado del pecado y de las opresiones ha comenzado.

“Os ha Nacido”. El “Os” va dirigido a los pastores, que eran contados entre las gentes últimas y más despreciadas dentro del judaísmo; pero aquí representan al pueblo entero.

“Un Salvador”. El nombre designa al recién nacido como el portador de la época de la redención: Él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt 1, 21). “El Mesías” significa en griego, el Cristo, en español es “Ungido por Dios”, para liberar a los hombres de la servidumbre de la ley y del pecado. (Lc 4, 18s) Es el nombre anunciado por los profetas, quien como vástago del linaje de David, restauraría el reino de su Padre en gloria y esplendor y libraría a Israel para siempre de las manos de sus enemigos.

2.- ¿Quiénes eran los pastores?
·       En la época de Cristo se juzgaba diversamente a los pastores. Se les asemejaba a ladrones y a matones. Gente sin cultura y sin letras. De escasos conocimientos religiosos y por lo tanto eran considerados como gente impura y no grata a los escribas, fariseos o gente religiosa y mucho menos para los de altos mandos del pueblo.
·       Por otro lado la vida de los pastores es considerada por la misma Escritura como la más pura e inocente. Lejos de los ruidos del mundo, en un contacto directo con la naturaleza salida de las manos de Dios; viviendo en perpetua soledad y teniendo por techo el cielo coronado de estrellas.
·       Por su estilo de vida, puede asegurarse que eran gente sencilla y humilde, por eso pudieron recibir con alegría el Anuncio del Ángel e irse rápidamente a buscar al Niño. El encuentro con el Niño y sus padres produjo en ellos entusiasmo y alabanza, según las palabras de San Lucas: “Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído”. Desde ese momento se convirtieron en testigos y seguidores de Jesús.

3.- El Canto de Alabanza.
El canto de una multitud de espíritus celestiales, llamados ángeles, viene a confirmar el anuncio gozoso del ángel en la Anunciación: Dios nos envía un Salvador llamado Jesús, su nombre significa su misión: “El salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1, 21)

Sus voces son semejantes a la aclamación del pueblo a la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén (Lc 19,38) y van dirigidas al Mesías en su venida al mundo, es por eso una aclamación mesiánica, una alabanza a la acción de Dios que envía su poderoso Salvador a salvar a los hombres. Alabanza dirigida a Dios que por el envío de Jesús “Glorifica su Nombre”.

Paz en la tierra y amor a los hombres de buena voluntad. El sentido de esto es que con el nacimiento de Jesús, Dios es glorificado en las alturas y ha venido la salvación a la tierra sobre los hombres que son el objeto del amor de Dios. Por la misión del Mesías, Dios glorifica su Nombre en el cielo, se revela su poder y su misericordia ante los ángeles y en la tierra los hombres reciben el amor y la vida de Dios. Hombres de buena voluntad son aquellos que experimentan las complacencias divinas, es decir, su amor y su bondad.

Después de la revelación divina los pastores se ponen en camino hacia Belén, de lo que se sigue que el establo no les pertenecía a ellos y encuentran allí confirmado el Anuncio del Ángel. En Belén dan testimonio de lo que han visto y oído. Los pastores más tarde se vuelven a sus rebaños, alabando a Dios por todo lo que han podido presenciar y comprender con espíritu de fe.

4.- Aplicación práctica.
La fe viva y auténtica en Jesús genera en quien la posee una actitud fuerte y serena frente a las tribulaciones y crisis de los tiempos. Mantiene su ánimo sereno y confiado en el Dios fiel que extiende su mano para ayudar los que no tienen techo, cobija, alimento, esperanza, alegría… ¿Te gustaría ser la mano de Dios?
·       Dar testimonio de Jesús. Es testimonio de vida, que nuestra manera de vivir esté siempre de acuerdo con la voluntad y con la Palabra de Cristo. No es posible dar testimonio cuando existe divorcio entre fe y vida. Por un lado rezamos y creemos, pero por otro lado, somos pequeños opresores en casa con la propia familia. Buscamos aún consuelo y refugio en el vino o en algunos placeres como bien puede ser el adulterio. El testimonio puede ser de palabra, confesando el señorío de Cristo o realizando las obras de la fe, llamadas también los frutos del Espíritu. (cf Gál , 22)
·       Decidirnos por seguir a Jesús. Dispuestos a arriesgarlo todo por Él al estilo de los pastores. Sin olvidar que los seguidores de Jesús consistían predominantemente en personas difamadas que gozaban de baja reputación y estima: los incultos, los ignorantes, a quienes su ignorancia religiosa y su comportamiento moral les cerraba, según convicción de la época, la puerta de la salvación.
Ahora bien para ser seguidor hay que renunciar a todo, según las palabras de Jesús: “Una sola cosa te falta”. Esta cosa no es algo accidental, es el todo, así los fariseos observaban la Ley, ayunaban, daban limosnas, hacían oración aún pública y sin embargo al no ser pobres de espíritu no entrarían al Reino de Dios. (Mt 5, 20) Seguir a Jesús exige buscar la sencillez y la disponibilidad o presteza de los pastores, para poder tener la experiencia del encuentro con el Niño de Belén.
·       Una vida en la Alabanza. Los pastores se regresaron a sus rebaños cantando con alegría alabanzas al Señor. Regresarse a sus rebaños significa a las ocupaciones de todos los días. El encuentro con el Niño dejó huella en sus vidas, dejó la alegría que debe caracterizar a los hijos de Dios. Esta alabanza y esta alegría tienen que ir unida a otra alabanza, agradable a la voluntad de Dios: “Mi Padre recibe honor y gloria cuando ustedes dan fruto, y llegan a ser verdaderos discípulos míos “ (Jn 15,8). Amor y alabanza son realidades inseparables. Muchos se gozan en la alabanza, pero pocos se gozan en la voluntad de Dios que manda amar, aún a los mismos enemigos y rezar por ellos (Lc 6, 27ss). El amor garantiza que nuestra alabanza sea agradable a Dios.

5. Canto: ”Dios es luz; en él no hay oscuridad. Caminemos en la luz, nosotros sus hijos, uno y todos. Consolad a mi pueblo; suavizad vuestras palabras, Proclamad a mi ciudad el día de su nacimiento”.

6.     Oración: Bendice alma mía al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Señor es compasivo y misericordioso, lento para la ira y rico en clemencia. No nos tratan como merecen nuestros pecados, ni nos paga según nuestras culpas”. (Salmo 103)

7.     Compromiso: personal.











5.     LOS REYES MAGOS


1.- El relato bíblico.
Después de nacer Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, he aquí, unos magos del oriente llegaron a Jerusalén, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarle. Cuando lo oyó el rey Herodes, se turbó, y toda Jerusalén con él.…(Mt 2, 1ss)

a) La venida de los Magos.
¿Quiénes fueron estos Magos? ¿De dónde y cómo vinieron? Los Magos eran sabios vendidos de Oriente, ellos son la señal que desde el principio de la vida de Jesús Niño, la Escritura nos dice que Dios ofrece su salvación para todos los pueblos de la tierra representados por estos tres Magos llamados Melchor, Gaspar y Baltasar.

b) La estrella de los Magos.
“He aquí que la estrella los iba guiando, hasta que llegó y se posó sobre el lugar en donde estaba el niño.”

Esta estrella no es cualquier estrella, ya que esta estrella brillaba, tanto de día como de noche, y mucho menos que en momentos desaparezca, para luego aparecer nuevamente como lo hacía la estrella de los magos. Era más bien una fuerza invisible que tomó la apariencia de estrella. Así a lo largo del viaje la estrella se veía, pero al llegar a Jerusalén desapareció para dejarse ver después que los magos hablaron con Herodes y salieron de la ciudad para continuar su camino hacia Belén.

c) ¿Por qué se valió Dios de una estrella para guiar a los Magos?
Dios se adapta a la capacidad de comprensión de los hombres. Los magos eran sabios paganos que no hubieran creído a un profeta o a un ángel, por eso Dios les manda lo que a ellos es familiar: una estrella grande y maravillosa, para levantarlos luego a realidades más altas. Podemos afirmar que la estrella de los Magos era la voluntad y la acción de Dios que movió sus almas a llegar desde lejanas tierras al pesebre de Belén. Para nosotros hoy, la estrella de Belén es la Evangelización. La predicación de la Palabra de Dios que nos lleva al conocimiento de la Verdad.

d) ¿A qué vinieron los Magos a Belén?
Ellos mismos lo dicen de una manera clara y valiente: “Hemos visto su estrella y venimos a adorarle”. No temen ni al furor del pueblo ni a la tiranía de Herodes. Ellos se apartaron de la comodidad de sus palacios, de sus tierras y de su patria para venir a buscar al recién nacido, Rey de los judíos.

2.- ¿Qué movió a los Magos a adorar al Niño?
Y entrando en la casa, vieron al Niño con María su Madre y postrados en tierra, le adoraron; y abiertos sus cofres le ofrecieron oro, incienso y mirra (Mt 2, 11ss). Oro porque el Niño es Rey, Incienso porque el Niño es Dios y Mirra porque se está haciendo referencia a la muerte del Niño: será embalsamado para su muerte.

¿Qué es lo que los Magos encuentran? Todo lo que encuentran es un pesebre, una choza y una madre pobre acompañada por José, el siervo fiel y prudente. Porque ni la Virgen era persona ilustre, ni vivía en casa espléndida, ni sus muebles y adornos del pesebre eran para impresionar a los Magos. Sin embargo, ellos adoran al Niño y le ofrecen presentes, no como a hombre, sino como a Dios.

3.- La retirada de los Magos.
Mas, avisados por Dios de no volver a Herodes, se retiraron por otro camino a su propia tierra. Ellos fueron obedientes a la voz de Dios. Huyeron como fugitivos a Persia su país natal, mientras José con María, también salían como fugitivos hacia el exilio en Egipto. El Niño con sus padres va a Egipto y ellos sin duda regresan como misioneros a su país a dar testimonio de lo que han visto y oído.

4.- Digamos algo de Herodes.
Mas Herodes, oído que os hubo, se turbó y con él toda Jerusalén. Y, reuniendo a todos los príncipes de los sacerdotes del pueblo, les preguntó donde había de nacer el Cristo. Y ellos respondieron: En Belén de Judá…

Tal es por naturaleza la maldad: choca contra sí misma y emprende lo imposible. Herodes no era judío, ni creyente, por lo tanto no tenía porque creer en la profecía que decía que Jesús nacería en Belén, sin embargo, si pudo imaginarse lleno de envidia que los Magos tendrían en más al Niño que a él. Envidia, hipocresía, engaño, traición, odio, furor y miedo llenan el corazón del rey Herodes que manda matar a los niños de dos años para abajo.

 “Entonces Herodes viendo que había sido burlado por los Magos, se irritó sobre manera y mandó matar a todos los niños de Belén y de todos sus contornos de dos años para abajo…” (Mt 2, 16ss)

Cuando el alma está ciega y su maldad es ya incurable, no cede a ninguno de los remedios que Dios le procura. Como poseído por el demonio de la ira y de la envidia, lleno de furia arremete contra la vida inocente para recordar así la tragedia que en otros años se realizó en Egipto, en tiempos de Moisés. La muerte de los niños inocentes no fue en vano, podemos decir que fueron los primeros testigos o mártires que dieron su vida por Cristo.

¿No pasa acaso lo mismo en nuestros días? ¿Cuántos Herodes caminan por las calles, están en las casas y en los hospitales, haciendo lo imposible por evitar el embarazo o esperando que llegue una mujer embarazada para arremeter con violencia contra ella y destruir la vida que lleva es su seno? ¿Acaso no son miles o millones las víctimas que se cobra el Herodes moderno llamado aborto, no sólo por medio de éste, sino además impidiendo que la vida se geste en el seno de las madres a quienes se les hacen vasectomías (con o contra su voluntad), se les colocan aparatos, se les da pastillas o químicas para que no tengan familia y le presten un servicio a la vida. La masacre de los niños inocentes se sigue repitiendo.

5.- Digamos algo sobre los judíos.
Que se turbara el Rey era de suponer, pero que se turbarn, se alborotaran y pusieran al Niño asechanza tras acechanza los judíos, siendo expertos en la Biblia y conocedores de todas las profecías que hablaban del Mesías, nos hace pensar en la dureza de su corazón y en su pecado de incredulidad. Ellos pudieron haber ido a buscar al Niño y adorarlo juntamente con los Magos, sin embargo, ellos desde un principio no creyeron en Cristo, el rey manso y humilde enviado por el Padre.

6.     Conclusiones:
·       Sin estrella no se llega a Belén o al pesebre, es decir, no se encuentra al Niño. La Estrella que nos lleva a Jesús es la estrella de la Evangelización. San Jerónimo dice que la ignorancia de las Sagradas Escrituras es ignorancia de Cristo.
·       Jesús nos exhorta a permanecer unidos a su Palabra para ser sus discípulos, conocer su verdad y llegar a ser libres (Jn 8, 31- 32). La vida de Jesús Niño desde los primeros momentos de su existencia se ve amenazada por las potencias del mal personificado en Satanás o Diablo.
·       El encuentro con Jesús, aún a pesar que es iniciativa de Dios que mueve las mentes y los corazones, no siempre es fácil para nosotros, el camino puede estar lleno de obstáculos, pero al igual que los Magos no tengamos miedo, vale la pena la experiencia de encontrar al Niño y adorarle.
·       Dios está a lo largo del camino, cuidando, iluminando y protegiendo. Sus directrices no pueden fallar. Avisa de los peligros, como de lo que se debe hacer para vencerlos. Hace nacer en nosotros el querer y el obrar, así lo hizo en aquel tiempo en los Magos y así lo hace ahora en nosotros. (cf Flp 2, 13)
·       La verdad se impone a la mentira, el amor al odio, la vida a la muerte. El bien siempre termina por vencer al mal. Con esta razón San Pablo nos avisa: “No te dejes vencer por el mal, al contrario vence con el bien el mal” (Rm 12,21).

7.     Aplicación a nuestra vida.
Podemos decir que dar testimonio de Cristo con la valentía que lo hicieron los Magos frente a la envidia de Herodes y de los judíos es un desafío de los tiempos actuales. Es tiempo de comprender que la teología de la prosperidad y una vida cómoda al margen del compromiso evangélico es vivir engañándonos y es, irse quedando sin la experiencia de Dios. Por eso pongamos atención en las actitudes básica de la vida nueva:
·       Disponibilidad para dejarlo todo por seguir a Jesús. Sí, los Magos dejaron palacios, patria y familia, nosotros ¿qué podemos dejar?
·       Disponibilidad por hacer la voluntad de Dios. Es decir, obediencia a la Palabra de Dios al estilo de los Magos que no hacen preguntas, ni se escandalizan porque tienen que tomar otro camino que los lleve a su tierra natal.
·       Disponibilidad para desprendernos de aquellos sentimientos que encontramos en Herodes: miedo, hipocresía, odio, envidia y mentira.
·       Disponibilidad para salir a buscar a los indigentes, ancianos abandonados, migrantes, excluidos y compartir con ellos el pan, la cobija, el techo, etc.


8.     Canto: Caminito de Belén.

9.     Oración: Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Contempladlo y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor. Él lo escucha y lo salva de sus angustias. (Salmo 34,1ss.)

10.  Aplicación personal.



















6.     EL CÁNTICO DE ZACARÍAS

1.- El Benedictus.
El Benedictus es un cántico de alabanza al Dios de Israel por la maravillas que realiza a favor de su pueblo Israel: “Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándole una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas” (Lc 1, 69ss).
Zacarías bendice al Señor con la gozosa alabanza dirigida al Dios de Israel en agradecimiento por su misericordia, indulgencia y bondad para con los hombres. Dios ha visitado a su pueblo oprimido para redimirlo, para iluminar a los que yacían en tinieblas y en sombras de muerte.
Dios nos ha enviado un poderoso Salvador, cumpliendo las promesas mesiánicas del Antiguo Testamento a un pueblo pobre y dominado. Promesas hechas por la boca de sus santos profetas.
2.- ¿Quién es Zacarías?
Hombre de estirpe sacerdotal que servía en el Templo de Jerusalén y casado con una mujer llamada Isabel: “Los dos eran justos ante el Señor y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor, no tenían hijos porque Isabel era estéril y de avanzada edad” (Lc 1,5ss) Justos y sin tacha, son Zacarías e Isabel, ambos son pertenecientes al pequeño resto: los Anawin de Yaveh.
Zacarías recibió la visita del ángel enviado por Dios, con un anuncio de salvación de la misma manera que lo recibiría María en la Anunciación, el ángel le dijo: “No temas Zacarías porque tu petición ha sido escuchada, Isabel tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan” (Lc 1, 13).
“Será para ti gozo y alegría y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor, no beberá vino ni licor y estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre. Profecía que se realiza el día de la Anunciación” (Lc 1,14). Ser grande ante el Señor significa en la Biblia ser servidor del Plan Salvífico de Dios. Y Juan fue consagrado como todo profeta desde el seno materno para revelar este Plan que Dios manifiesta a favor de toda la Humanidad.
3.- La misión del hijo de Zacarías.
“Y a ti niño te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar los caminos, anunciando a su pueblo la salvación y el perdón de sus pecados”.
Juan Bautista lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre Isabel debe preparar los caminos del Señor, esto es, debe instruir al pueblo sobre la verdadera naturaleza de la Redención, llevarle a la convicción de que la salvación consiste en el perdón de los pecados y en la expulsión de los enemigos presentes en el corazón enfermo del hombre y no en alguna otra cosa; es, por lo tanto, una salvación de carácter religioso y no político.
4.- El Plan de Vida.
El cántico presenta al Mesías como la revelación de la Gloria de Dios, sin hacer referencia a su pasión y a su muerte. La Gloria de Dios debe entenderse como la manifestación de vida de Dios que Cristo hace presente (1Jn 5, 14ss).
El Plan de Dios es Plan de vida, entendida la vida como amor, luz, verdad y libertad. Este plan fue rechazado por el hombre en los orígenes de la historia humana. El hombre creado por Dios para ser su hijo, ser hermano de los hombres y para vivir en el amor, con sus palabras y comportamientos rechazó el plan de Dios para hacer su propio plan independientemente de Dios.

5.- El plan de muerte.

La actitud de nuestros primeros padres inició a la humanidad en el plan de muerte elaborado por el hombre; plan de mentira, soberbia, avaricia y de odio. “No quiero ser hijo, no quiero ser hermano, no quiero servir” fue el grito de Adán y Eva frente al Plan amoroso del Padre que los había elegido desde antes de la creación del mundo para vivir en la libertad de los hijos de Dios, en el amor que se expresa en servicio a la vida.

No amaré…no serviré… y no obedeceré. Tres posturas que el hombre toma frente a Dios y frente al pobre…tres respuestas que hunden sus raíces en el pecado de soberbia, por el que el hombre busca ser adorado y servido por otros seres humanos. Tres actitudes frente a la vida que hacen del hombre un enemigo de Dios y opresor de sus hermanos…y lo sumergen en el mundo de las tinieblas y de la esclavitud.

Situación de vacío, de angustia, de opresión y de miseria humana. Un hombre privado de libertad y de vida divina al estar vacío de Dios. En eso consiste la muerte causada por el pecado, en la ausencia de Dios del corazón del hombre y por lo tanto de amor. En esta situación yacía Israel y la humanidad entera desde el pecado de nuestros primeros padres. Situación de des-gracia, de no-salvación y situación no querida por Dios. Y en esa misma situación viven todos los hombres que siguen rechazando a Cristo y a su Evangelio, buscando realizar sus propios planes de salvación.

6.- El Plan de vida.
Con el anuncio de Dios que envió su ángel a Zacarías y a María, el Plan de Dios, toma rostro humano en la persona de Jesús de Nazareth: Jesús es el Plan de Dios. Es su poderoso salvador. En Jesús, Dios en persona ha venido a salvar a su pueblo. En Jesús y por Jesús que nos redimió, el Espíritu Santo actualiza en la vida del cristiano este maravilloso Plan de salvación. Ahora los hombres nuevamente podrán decir, siguiendo el ejemplo de Jesús: >>Si quiero ser hijo de Dios…si quiero ser hermano de los hombres…si quiero amar. Si amaré, si serviré y sí obedeceré<<.

Este Plan de salvación fue pensado por el Padre desde antes de que el mundo fuera creado. Fue realizado por Cristo mediante su Encarnación, vida pública, pasión, muerte y resurrección y es hoy día actualizado por el Espíritu Santo en la Iglesia de Dios y de Cristo. TODO HOMBRE se inicia en este Plan de vida por su bautismo que lo hace hijo de Dios, lo incorpora a Cristo y lo transforma en templo vivo del Espíritu Santo. (cf Ef 1, 3- 14)

Al cristiano bautizado, poseedor de la vida, vive en comunión con los hermanos y en obediencia al “Mandamiento Regio del Amor” y por el mismo, comprometido en la edificación de la comunidad cristiana. Comprometido en la construcción de la civilización del amor. Esto es, el cultivo de todo lo que de bueno hay en cada ser humano, para que sea puesto al servicio de todos. Solo dentro de este Plan maravilloso pueden los hombres comprender que Dios creó todo para todos.
El Plan de Dios se cimienta en tres ideas fuerza: El Amor, la Verdad y la Vida, es decir, en Cristo: Camino, Verdad y Vida (Jn 14, 6), garantía de realización de personas, comunidades y naciones. Así lo comprendió Zacarías que lleno de gozo exclamó: Dios nos ha enviado un poderoso salvador.
7.- Finalidad de la salvación en Cristo.

La finalidad es doble y tiene un sentido profundamente religioso que se manifiesta y expresa en todas las dimensiones que afectan al hombre, tanto en las económicas como en las políticas.
·       Destruir la obra del Diablo (Hech 10, 38) (el plan de muerte). Mediante el perdón de l
os pecados y la expulsión de todos los enemigos. Expulsión es sacar fuera todo lo que hace daño al hombre, de todo lo que lo enferma, mata, divide y despersonaliza.
·       Sembrar la acción de Dios en la vida del hombre. Acción que tiende a llevar al hombre a la madurez en Cristo en su caminar hacia Dios. Llenar al hombre de Cristo, es la maravilla por la que Zacarías se llenó de gozo al contemplar la misión de su hijo Juan Bautista, llamado a preparar los caminos del Señor.

8.     Aplicación a nuestra vida.
·       Anhelar la salvación al igual que Zacarías y como él invocarla en actitud de súplica agradecida. Tenemos necesidad de oración para apresurar la venida del Mesías a nuestras vidas.
·       Buscar la vida, la verdad y el amor que Dios nos ha puesto en el corazón de cada bautizado y que la Iglesia nos da en sus Sacramentos y en la Sagrada Escritura.
·       Ser solidarios como hombres débiles que somos, con otros que aún no han conocido la salvación de Dios, intercediendo por ellos y haciéndonos partícipes del Mensaje de Jesús. Mensaje de gozo, alegría y esperanza.

9.     Canto y oración: Salmo 71, 1-6.


















7.     EL CÁNTICO DE SIMEÓN

1.- El Cántico de Simeón.

El Cántico de Simeón es uno de los tres cánticos de la infancia de Jesús, junto con el Magnificat de María y el Benedictus de Zacarías:

“Ahora, Señor, puedes ya dejar a tu siervo irse en paz, según tu promesa; porque vieron ya mis ojos al que es la salvación que tú envías, la que tú has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel”. Lc 2, 29-32. El Cántico es una alabanza a Dios en agradecimiento por el cumplimiento de sus promesas. Desde ahora el anciano puede vivir en paz, tranquilo y satisfecho, se ha iniciado el tiempo del reinado del Mesías.

El cántico contiene las tres verdades fundamentales sobre Jesús:

a) La primera verdad habla de Jesús como el enviado de Dios que viene a salvar a los hombres. Salvación preparada por Dios significa, no solo el origen de la misma, sino además, que es Dios mismo quien la realiza.

b) La segunda verdad es que Jesús viene como Luz del mundo (Jn 8,12) La Luz es símbolo del conocimiento, es decir, en Jesús y por Él los hombres podrán conocer a Dios. Podrán reconocer sus pecados, sus necesidades y buscar la salvación que Dios nos presenta. Podrán además distinguir entre lo bueno y lo malo, entendiendo por bueno, todo lo que viene de Dios y por malo lo que viene del mundo sin Cristo o del mismo Maligno.

c) La tercera verdad supera el horizonte judío que esperaba una salvación nacionalista. Jesús viene para todos: judíos y gentiles. “Salvación que tu preparaste para todos los pueblos”. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4)

La fuerza del Cántico, hablado por Simeón, está en las verdades divinas que contiene. Verdades que no pueden ser comprendidas con la simple inteligencia humana, se requiere de la “Gracia de Dios”. La razón es que el cántico tiene como Autor principal al Espíritu Santo. El anciano tan sólo habla sus Palabras. Simeón presenta a Jesús, el hijo de Dios como luz del mundo que viene a iluminar las tinieblas de nuestro corazón. Quien se acerqué a Jesús, Luz del Mundo, recibe su Luz para no caminar en las tinieblas (cfr Jn 8, 12ss). Pablo dirá a los efesios: “ustedes antes eran tinieblas, pero ahora, al haber creído en Jesús, sois luz, y los frutos de la luz son la verdad, la bondad y la justicia. “Lo viejo ha pasado, lo que ahora hay es nuevo” (2 Cor 5, 17). Jesús viene a ser las cosas nuevas. Viene a reparar las casas que están en ruina.

2.- ¿Quién es Simeón?

La Biblia no dice que fuera un sacerdote, sino un hombre lleno del Espíritu Santo, justo y piadoso, un verdadero israelita, lleno de fe y de confianza en el Dios de las Promesas. Simeón vivía con la esperanza que Dios cumpliría la promesa de enviar al Salvador del Mundo antes de su muerte, certeza que tenía por el espíritu de profecía recibido. Esperaba lleno de confianza en Dios el comienzo de la época mesiánica que se inicia con la Plenitud de los tiempos en la cual Dios envía a su Hijo, que nace de Mujer para consolar a su pueblo (Gal 4,4). Pero no lo esperaba al estilo de los Zelotas que esperaban un Mesías político, las armas del Salvador no serían las que engendran violencia, sino perdón y reconciliación.

Dos son las características de Simeón: La justicia y la piedad. Justo en la Biblia es el hombre virtuoso, capaz de vivir en la voluntad de Yaveh, haciendo el bien y cumpliendo la Ley; mientras la vida de piedad abarca todas las relaciones en referencia a su vida en el culto a Dios y en la armonía con los demás. Justicia y piedad hacen de Simeón un hombre lleno de mansedumbre, entendida ésta como la virtud contraria al odio y a la agresividad; por tanto manso es aquel hombre que cree que el amor es más fuerte que el odio, así mismo la liberación sólo puede venir de Dios. Simeón al estar lleno del Espíritu Santo y por su estilo de vida pertenece al pequeño resto: los Anawin de Dios que de acuerdo a las palabras del profeta son hombres que están en pie de guerra contra la mentira, la falsedad, la hipocresía, el odio y la venganza, etc.

El motivo de su gozo pertenece a la experiencia del momento, con sus ojos corporales está viendo al Mesías enviado por Dios en el pequeño Niño que María, su Madre sostiene en sus brazos. Para Simeón el Mesías Salvador viene como luz a iluminar los pecados de los hombres, tanto de judíos como de gentiles, así todo el que se acerque a Jesús quedará al descubierto. La Luz de Cristo ilumina las mentes y los corazones de los que viven en tinieblas para que lo acepten con fe.

3.- La profecía de Simeón.

Después de bendecirlos Simeón dijo a María su Madre: “Este está puesto para la caída y salvación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción. Y a ti misma una espada te atravesará el alma, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones”. (Lc 2, 34-35)

Para Simeón Jesús es la señal puesta por Dios. Muchos lo rechazarán incrédulos, se escandalizan con su doctrina y se apartarán de los demás, haciéndose por ello culpables; otros muchos lo acogerán en la fe, alcanzando así un resurgimiento espiritual que los lleva a la renovación interior y por lo tanto a la posesión de la salvación de Dios. Frente a Jesús la actitud del hombre no puede ser neutral: “o conmigo o contra mí” (Mt 12,40)

La profecía descubre la más grande de las verdades cristianas: La salvación por la fe y no por las obras de la Ley. Entendiendo como fe la adhesión a Cristo y por obras de la Ley, los frutos de la carne. Adhesión a Cristo equivale a acoger el amor de Dios hecho hombre en la persona de Jesús. La fe exige como segundo paso vivir conforme al Evangelio y en tercer lugar asumir el destino de Jesús, que no es otro que manifestar a los hombres el rostro amoroso de su Padre.

Posibles preguntas para aplicarlas a nuestra vida:

4.- ¿Qué hemos de hacer para tener vida eterna?

La respuesta la presenta el Evangelio de Juan: “Creer en el que Dios ha enviado”.  La fe cristiana, la que da fruto por estar unidos a Cristo, es aquella que tiene obras de conversión, de misericordia y de justicia, es por lo mismo una fe que lleva al cristiano a vivir en la santidad, entendida ésta como el amor de Dios en el corazón del hombre. Santo es el hombre que ama a Dios y a sus hermanos. Es una fe que libera y que salva. Las obras que el cristiano está llamado a dar, las encontramos en el Sermón de Jesús llamado “Las Bienaventuranzas” que encontramos en el Evangelio de Mateo 5, 3ss.
5.- ¿Cómo es el Mesías que nosotros esperamos o que conocemos?
·       Triunfalista y nacionalista como el de los Zelotas que traería la liberación de los romanos como opresores en turno de Israel y que a su vez convertiría al pueblo en una potencia que dominaría sobre todos los pueblos de la tierra. Este es el Mesías esperado en el Antiguo Testamento y esperado aún hoy día por muchos judíos y aún por muchos cristianos.
·       Manso y humilde como el de Simeón, que trae una salvación del pecado para todos los hombres. Mesías que se presentó con signos débiles: Una pobre Madre que lo cargaba en sus brazos y que sólo tuvo para ofrecer una oblación en cumplimiento de lo descrito por la Ley, dos palomas.
·       Un Mesías de aparador, bonito y cómodo que no nos cuestiona ni nos reta al compromiso liberador de la persona humana y de la comunidad. Este es el Mesías de muchos creyentes que viven el cristianismo a su manera.

6.- ¿Cuál ha sido la obra del Espíritu Santo en nosotros?
·       Llevarnos a Cristo por la fe, esperanza y caridad. La Obra del Espíritu Santo es hacer que el mundo crea en Jesús, para que creyendo se salve y tengamos vida en Él.
·       Renovarnos y purificarnos interiormente como expresión de las relaciones con Dios y con los demás hombres de la comunidad. Relaciones de paz y de justicia, fraternidad y solidaridad.
·       Apartarnos de la “Violencia” exterior que se manifiesta en la separación de los demás y en la lucha de clases. La violencia interior libera y purifica. La violencia exterior divide y destruye las comunidades.

7. ¿Es realmente Cristo nuestro Salvador y Señor?

Hemos tenido experiencia de perdón y de liberación de nuestros enemigos, entendiendo que estos son los enemigos de la salvación: Mundo, Maligno y Carne. Siendo el más peligroso la carne corrompida por el pecado, entendiendo como carne el “Yo”, egoísta, lleno de envidia y de egoísmo, conocido como el “Ego” que responde al “hombre viejo” de Pablo (Ef 4, 17- 18).

¿Hemos tenido experiencia de liberación del poder de nuestros ídolos personales o comentarios? Ídolo es todo lo que ocupa el centro de nuestra vida, aquello por lo cual y para el cual vivimos. Cristo sería solo un adorno, un algo que usaríamos para nuestros intereses personales. El quiere ser el Salvador y el Señor de nuestras vidas. Démosle una oportunidad en esta Navidad.

8.- Aplicación a la vida.

·       Navidad es dejar que el Espíritu Santo realice en nosotros la salvación de Dios. Quien padece en su vida esta acción liberadora, podrá dar testimonio al igual que Simeón del Mesías de Dios.
·       Navidad significa ruptura con situaciones de pecado. Es liberación de todo lo que hace daño, es decir, lo que no viene de Dios. Navidad es ser justificación por la fe.
·       Navidad significa reconocer el rostro de Dios en los menos favorecidos y comprometerse por ellos como luz y no como tinieblas. Ser luz de ellos significa ayudarles a salir de situaciones menos humanas a otras más humanas y de éstas a situaciones cristianas.
·       Navidad significa encuentro con María y el Niño, y por lo tanto con la familia, los amigos, con los extraños y aún con los enemigos de acuerdo a las palabras de Jesús: “Ama a tu enemigo y ora por quien te persigue” (Lc 6, 27ss).
·       Navidad significa vida nueva, como fruto del nuevo nacimiento de aquel que recibe a Jesús como el “Don” de Dios. Navidad siempre será una época de Gracia, de entrega y apertura: don y respuesta.
9. Canto:

10. Oración: Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace promesas con su brazo: dispersa a los de corazón soberbio, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia Israel, su siervo, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, a favor de Abraham y su descendencia por siempre”
11. Compromiso Personal




8.     LA HUIDA A EGIPTO

1.- La Huida a Egipto.

El Ángel habla, no con María, sino con José, le dice: “Levántate toma al Niño y a su Madre y huye a Egipto y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al Niño para matarle.” Él se levantó, tomó de noche al Niño y a su Madre y se retiró a Egipto. (Mt 2,13ss).

La huida a Egipto se debe comprender a la luz de la historia de la Salvación. Responde a una profecía del profeta Oseas “De Egipto he llamado a mi Hijo” (11,1) Egipto es el lugar donde fueron esclavizados los hebreos a lo largo de 430 años. Egipto significa para Israel la tierra de la opresión y de explotación.

Apenas nacido, el tirano Herodes se enfurece y José, la madre con el Niño tienen que huir y trasladarse más allá de la frontera de su patria para irse a un país extraño donde reina el misterio de la impiedad: Tentaciones y pruebas a lo largo de un viaje largo y molesto.

El término “De Noche” en sentido bíblico expresa el momento de las tinieblas, la hora de Satanás. El momento en que reina el pecado. Jesús el Liberador del pecado, tiene por el momento, que huir cubriéndose con las sombras de la noche. Ya llegará su Hora, cuando el Príncipe de las tinieblas sea echado fuera y los hombres sean liberados de su poder.
2.- Razones de la huida a Egipto.
·       Para salvar la vida del Niño por medios naturales y sin intervención milagrosa alguna. Enseñándonos a nosotros a huir de todos los peligros que atentan contra nuestra salvación y a no tentar a Dios pidiéndole milagros cuando está a nuestra mano realizar algunas cosas.
·       Para que se cumpliese la profecía de Oseas: “De Egipto llamé a mi hijo”. Esta profecía se refiere a Israel que Dios sacó de Egipto por medio de Moisés, liberándolo así de las garras del Faraón. El Evangelista la aplica a Jesús, el hijo por excelencia de Dios. También puede ser aplicada a cualquiera de nosotros los que hemos sido rescatados de la servidumbre del pecado.
·       Para que recibieran los paganos de Egipto las primicias de la futura redención de Cristo, que había de extenderse al mundo entero.
·       Huye a Egipto para que los que sufren persecución por el nombre de Cristo, los que toleran persecuciones, los que aguantan injurias, permanezcan con fortaleza, luchen con valentía, no abandonen la Iglesia, sino que se acuerden siempre que el Señor sufrió siempre de manos de los pecadores.

3.- La actitud de José.

José no se escandalizó, no obstante hacía poco tiempo que el Ángel le había anunciado que el Niño salvaría a su pueblo, y ahora no era capaz de salvarse a sí mismo, si no que tenía la necesidad de huir. La razón es que aún no era tiempo de hacer maravillas. Esto parece contrario a las promesas, pero José no dice nada porque es un varón fiel. Nada pregunta, sino que obedece, cree y soporta todas las pruebas con valentía. Acepta de Dios los trabajos, las fatigas y las alegrías del Nacimiento de Jesús. Para la lengua semita José significa: “otra vez y otra vez”. José es el hombre que obedece una y otra vez. Es el siervo prudente y fiel.

La causa de la huida, como dijimos antes, es el alboroto en la ciudad y la furia de Herodes, pero además, responde al cumplimiento de la profecía de Oseas. Tres cosas podemos decir sobre Egipto: Es la tierra del Faraón que sometió a Israel a la servidumbre, figura del pecado. Egipto es también lugar de refugio, primero para los descendientes de Jacob que fueron allá para no morirse de hambre; después la sagrada Familia huye allá para no morir en las manos de Herodes.

Podemos decir que Jesús es Maestro desde el mismo momento de su Nacimiento. Él nos enseña con su propia vida. Nos enseña con su vida lo que es la vida cristiana: un camino lleno de experiencias dolorosas, pero también gozosas. El dolor de la huída y el gozo del regreso a la Patria. Su vida misma es una parábola, con la experiencia del destierro se afirma como el Siervo doliente de Yahveh. Nos muestra el carácter sacerdotal de una vida consagrada totalmente a la voluntad del Padre: “Heme aquí Oh Dios para hacer tu voluntad” (Heb 10, 9), rezó Jesús al entrar en el mundo de los hombres y a lo largo de toda su existencia terrena.

4.- La vuelta de Egipto.

No sabemos cuánto fue el tiempo que la sagrada Familia permaneció en Egipto pero la mayoría está de acuerdo en afirmar que la estancia en Egipto no duró más de unos cuantos meses. Como quiera que sea el Evangelista nos relata la vuelta de Egipto en la siguiente forma:

Muerto Herodes, he aquí que el Ángel del Señor se apareció a José en sueños diciéndole: “Levántate toma al Niño y a su Madre y marcha a la tierra de Israel”. Ya no dice huye, sino marcha. Es la vuelta a casa, al terruño para reunirse con los suyos.

Se levantó el destierro, pudo volver a su patria e ir a instalarse en Nazaret en vez de en Belén para que se cumpliera la Escritura: “Será llamado Nazareno” (Mt 2, 23).

Para nosotros es salir de la servidumbre del pecado, el exilio, tierra de esclavitud, para ponernos en camino de “éxodo”, e ir hacia la tierra prometida, tierra que mana leche y miel. “levantaos puertas antiguas, se acerca vuestra liberación”.

5.- Aplicación a nuestra vida.

·       La vida cristiana no es una vida conformista y fácil. El cristiano ha de aprender a luchar y a vencer las fuerzas del mal, las pruebas y los peligros que la vida le vaya presentando. El camino es angosto y está lleno de obstáculos, internos o externos, pero en cada uno de ellos el cristiano tiene la oportunidad de madurar y de dar gloria a Dios.
·       Las pruebas de la vida son experiencias liberadoras que purifican la fe y dan crecimiento espiritual cristiano. Sólo los que sufren maduran y tienen una enseñanza para los demás.
·       Preocuparnos por los que no tienen casa, ni tierra, ni patria, por los que están de paso, sabiendo que Jesús fue forajido en tierra extranjera.
·       Ayudar a los demás en los momentos difíciles, momentos de carestía económica, de aridez espiritual, de sufrimiento y dolor para nuestros hermanos los hombres. El camino no es tan pesado cuando compartimos las cargas de los demás.
De la manera que María y José no estuvieron solos en su penoso viaje a Egipto al contar con la compañía de Jesús Niño, podemos afirmar también que nosotros contamos con la compañía de Cristo Resucitado en el camino de la vida en cada uno de los momentos difíciles de la vida.

6. Canto: Juntos como hermanos.

7. Oración: “Mi corazón se regocija por el Señor, mi poder se exalta por Dios; mi boca se ríe de mis adversarios, porque gozo con tu salvación. Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor; los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan; la mujer estéril da a luz siete hijos, mientras que la madre de muchos queda baldía”.

8. Compromiso: personal



9.   Jesús es Dios que salva

1.- ¿Quién es Jesús de Nazaret?

La respuesta correcta sólo nos la puede dar el mismo Jesús, por lo que tendríamos que invertir la pregunta ¿Jesús quién eres tú? La respuesta la encontramos en la Palabra de Dios:

Jesús es Emmanuel que significa Dios con nosotros, Dios entre nosotros y Dios a favor de nosotros (Is 7,14). Jesús nos revela el rostro misericordioso de un Padre que ama a sus hijos con amor eterno e incondicional (Jer 31, 3).

Jesús es Yahve que Salva: es Salvador y es Salvación de Dios para los hombres (Mt 1,21). La salvación de Jesús puede ser de males y peligros. Salva de los enemigos, bien dando la victoria o devolviendo la libertad, ya que habiendo perdido la batalla el hombre es convertido en esclavo o es hecho prisionero. Jesús salva del pecado, del demonio y de los males espirituales. Razón por la que Jesús es llamado sin más el Salvador del Hombre.

Es el Hijo de Dios  (Mc 1, 1) que ha tomado rostro humano para amarnos con corazón de hombre (Jn 14, 7s)

2.- La Misión de Jesús (Lc 4,16-18)

Jesús consciente de su misión salvadora y liberadora de todo el hombre, llegó a Nazaret, entró en la sinagoga y se puso para leer las Escrituras, le dieron el libro del profeta Isaías y cuando lo abrió, encontró el lugar donde estaba escrito: El Espíritu Santo está sobre mí porque me ha ungido:

·       Para dar las buenas noticias a los pobres. Pobre es todo aquel que tiene una necesidad real; los hambrientos, los sedientos, los desnudos, los forasteros, los enfermos, los encarcelados, los oprimidos y explotados. Pobres son los de corazón quebrantado, los que se encuentran cautivos, los encadenados, los de espíritu abatido, los que sufren opresión y no se pueden defender, los despreciados, aquellos de quien se abusa, aquellos que no tienen salvación, que nada tienen que esperar de este mundo y por lo mismo todo lo esperan de Yahveh Dios.
Mientras que pecador es todo hombre, por eso Jesús exige como condición para poseer el Reino de Dios reconocer el propio pecado y la propia miseria (1 Jn 1,8-9) a la vez  aceptarlo como el Enviado del Padre (Jn 6, 39-40) y abrirse a la acción del Espíritu Santo que guía a los hijos de Dios (Rom 8, 14ss). En el tiempo de Jesús, pecador es todo aquel que se  llevaba una vida inmoral, como los adúlteros y tramposos; los que ejercen una profesión deshonrosa como los publicanos, los pastores, los borriqueros, los vendedores ambulantes y los curtidores.
·       Para sanar a los afligidos del corazón. Para Jesús sanar es lo mismo que salvar; quitar lo que hace daño, lo que enferma, entristece o mata. Jesús sana y salva el alma. Sana y salva el cuerpo.

·       Para anunciar a los presos la libertad. Existen dos tipos de presos: los que están en las cárceles y los que están presos de su pecado: egoísmo, etc. Jesús libera el corazón del hombre, así muchos que pueden estar en las prisiones pueden ser en realidad más libres que los que están en las calles.

·       Para dar vista a los ciegos. La ceguera espiritual es una modalidad de pecado. Es lo que impide identificar la obra de Dios en los seres humanos y en la creación. Es la que impide distinguir entre lo que viene de Dios y viene del Maligno. También podemos decir que ciego espiritualmente es el hombre que odia y se llena de los deseos de venganza. Ciego es el que busca la salvación fuera de Jesús.

·       Para poner en libertad a los oprimidos. La opresión del pecado se manifiesta en la incapacidad de ser uno mismo. Es un vacío de libertad. Esta opresión puede ser causada por traumas, miedos, odios, envidias, del amor al dinero, etc., pero también puede ser causada por la influencia de los espíritus del Mal en las personas, en las familias o en las comunidades. En este pasaje del Evangelio de Lucas, Jesús expone su programa de trabajo durante los tres años que duraría su ministerio. En su plan se encuentran cuatro objetivos que se propone realizar:

o   Liberar y sanar del pecado: Me ha ungido para dar buena noticia y liberar a los presos. Presos son los que se encuentran privados de su libertad.
o   Liberar y sanar de las enfermedades espirituales, miedo, odio, remordimientos y complejos para sanar a los afligidos del corazón.
o   Liberar y sanar de las enfermedades físicas: para dar vista a los ciegos. Ceguera física como también ceguera espiritual.
o   Liberar y sanar de la influencia diabólica: para liberar a los oprimidos.
Jesús es el profeta del Padre, expone y proclama una liberación integral del hombre por eso pasó la mayor parte de su ministerio sanando cuerpos y corazones, es decir, al hombre integral: mente, cuerpo y espíritu (1 Tes 5, 21).
“Pues les voy a demostrar que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados”. A ti te digo: Levántate toma tu camilla y vete a tu casa” (Lc 5, 24)). En la casa de simón el leproso Jesús perdonó los pecados de una mujer de mala fama: Entonces dijo a la mujer: “Tus pecados. te son perdonados”. (Lc 7,48)
Con estos dos ejemplos podemos decir que Jesús sana del pecado liberando, reconciliando y perdonando. Tanto el paralítico como la pecadora fueron liberados de la peor de las enfermedades: la causada por el pecado.
Los cristianos vemos la misión de Jesús como la “expresión amorosa de Dios”.  Como “el acto supremo de obediencia al Padre y, la Manifestación más sublime de amor a los hombres” por parte de Jesús. Su misión la podemos resumir en tres palabras: Anunciar, reconciliar y salvar. Estas palabras que corresponden al triple ministerio de Jesús como Sacerdote, Profeta y Rey.

3. Jesús y el Reino de Dios
Jesús es el Profeta anunciado y prometido por Yahveh en el Antiguo Testamento (Dt 18,20). Jesús no se predica a sí mismo, Él anuncia el Reino de Dios, su Padre: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca” (Mt 4,17; Mc 1,14; Lc 4,43). Todos los hombres son llamados a entrar al reino de Dios mediante la fe en Jesucristo y la conversión al Evangelio: Fe y conversión nos llenan de Cristo y nos identifican con Él, nos hacen hijos de Dios, hermanos y servidores de la Familia de Dios.

4. El Reino de Dios predicado por Jesús significa tres cosas:
a) La paternidad divina: Dios es Padre de los hombres y ejerce su poder real entre ellos.
b) La sujeción al dominio de Dios, pero no de manera forzada sino de manera libre y amorosa: “Hágase tu voluntad”. Aceptar libre y conscientemente la voluntad de Dios, tal como se reza en el Padre Nuestro.
c) La fraternidad solidaria entre los hombres. Como consecuencia, el Reino se describe como un Reino de paz, armonía interior y exterior, con Dios y con la Comunidad, que ha de ser fraterna y solidaria; el Reino es amor, paz y gozo; porque en él nadie vive para sí mismo (cfr Rom 14, 8).
Para Jesús el Reino de los Cielos no es propiamente un lugar, Él lo identifica con su Persona, razón por la que podemos decir que las expresiones, palabras y obras de Jesús, son manifestaciones del Reino que no es comida ni bebida, sino justicia, amor y paz en el Espíritu Santo.
·       El Amor. Un amor que se muestra en hechos, no sólo en palabras, pues hay que dar al que necesita y hay que expresarlo en el servicio real a los demás. Es un amor sin límites que abraza con preferencia a los pobres, pero que llega hasta a los propios enemigos. Todo el que ama se convierte en un buscador de pobres, cojos, ciegos y lisiados, los busca para ponerse al servicio de ellos. (Lc 14,12-14).

·       La Paz. De labios de Jesús nada oímos de venganzas. El Reino de Dios excluye las divisiones, los odios y las enemistades, razón por la que se manifiesta en un espíritu de mansedumbre y misericordia que nos hacen llegar al perdón de los mismos enemigos, al estilo de Jesús que selló el más grande acto de amor con una exclamación: “Perdónalos Padre, porque no saben lo que hacen”. La paz es el don de Dios a los hombres que acogen en su corazón a Jesús y hacen de su Evangelio la norma de su vida. La Paz es la armonía reconciliadora que Jesús trae a nuestros corazones. Nos reconcilia con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con la naturaleza. La Paz es el “Shalom” de Dios a los hombres de buena voluntad.

·       El Gozo. El Gozo del Señor es consecuencia de la acción amorosa que Él realiza en el corazón que le ha abierto las puertas. Jesús no entra en nosotros con las manos vacías, lleva con Él el Gozo del Espíritu, verdadera expresión del Reino de su Padre. El Gozo es fruto de la Pascua de Cristo, es su don y su sello de liberación. Manifiesta que el reinado del vacío y de la frustración ha llegado a su término.
De la misma manera que afirmamos que la Paz es el primer fruto del Amor, así podemos decir que el Gozo es el fruto de la Paz. Es la alegría de Dios al regreso de los hijos ausentes que traen el sincero deseo de convertirse a los valores del Reino, buscando el rostro del Hijo y deseando reproducir su imagen (Lc 15, 7.10, 24).
6. Jesús reconcilia a los hombres con Dios y entre ellos.
Jesús es el Reconciliador, reconcilia en Él a la humanidad: une lo que el egoísmo, el odio y el poder de las tinieblas había separado. La Reconciliación es la obra de Jesús, podemos asegurarle al mundo que sólo Cristo reconcilia.
Juan, el Discípulo amado, al describir la llegada de Jesús al mundo de los hombres pone en labios de su Maestro la razón de su Presencia: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). La Vida que está en Cristo y que es Cristo, es el Don de Dios a una humanidad enferma por el pecado. Es el Don con el que Dios llena los vacíos de un corazón que genera violencia y agresividad, que hace daño y destruye las relaciones entre los seres humanos. La Vida con la que Cristo nos llena es imán que nos atrae hacia la Casa del Padre y hacia el encuentro con los hermanos. Es el Poder que nos permite extender la vida y que nos capacita para perdonar y para remover los obstáculos que impedían abrazarnos como hermanos.
Jesús nos reconcilia con nosotros mismos: nos une, nos llena de armonía, de paz interior y luz para que nos veamos con la mirada de Dios Amor. Podemos ver el caso de la mujer adúltera (Jn 8, 1-11). Jesús nos reconcilia con los demás, aún los propios enemigos como en el caso de Zaqueo (Lc 19, 1-10). Jesús nos reconcilia con Dios (Rom 5,10) (Ef 2, 11ss). Al abrirnos el camino hacia la Casa del Padre como al hijo pródigo, Él es nuestra Reconciliación.
7. Jesús es el Salvador de los hombres.
Jesús es el Salvador de sus hermanos. Su nombre significa su Misión (Mt 1,21; Hechos 4,12). La Salvación que Jesús nos ofrece y nos gana tiene una dimensión negativa y otra positiva. Cristo nos quita y nos da. Nos quita el pecado y nos llena con su Gracia; nos saca de las tinieblas para introducirnos en el Reino de su Luz. Nos libera del odio y nos llena con su amor. La Salvación no da comienzo el día que nos muramos, sino aquí ya, y ahorita “Hoy es el día de la salvación”. La salvación que Cristo nos trae de parte del Padre es personal y comunitaria, corporal y espiritual, presente y futura. Es un don de parte de Dios, el hombre la acoge o la rechaza: su decisión es individual, no puede ser derogada a otras personas. “De que le sirve al hombre que Cristo nazca mil veces en el pesebre de Belén, sino nace en su corazón”.
10.   Aplicación a nuestra vida.
a)     Renovar el compromiso de nuestra fe cristiana: aceptar a Jesucristo como nuestro Salvador personal para poder apropiarnos de los frutos de la redención: el Perdón y la Paz.
b)     Renovar nuestro compromiso bautismal: vivir como un verdadero hijo de Dios y hermano en Cristo de los demás, mediante la renuncia al pecado, guardando los Mandamientos y practicando las virtudes cristianas.
c)     Comprometernos con el Señor Jesús desde su Iglesia a llevar la Buena Nueva a todos los hombres como discípulos misioneros de Jesucristo.
d)     En obediencia a la Palabra de Cristo, es la “opción de ir  en la búsqueda, entrega, donación y servicio a los más pobres o menos favorecidos de la comunidad o del barrio”.
e)     Hacer un compromiso de cada día de: hacer momentos de silencio para interiorizar la Palabra de Dios; tener momentos fuertes de oración íntima, cálida, extensa e intercesora; dedicar tiempos fuertes al estudio de la Palabra y la enseñanza de la Iglesia.

11.  Canto: Noche de Paz.

12.  Oración: “Ven, Señor, y haz tu obra. Despiértanos, incítanos. Enciéndenos. Arrástranos hacia adelante. Sé aromático como las flores y dulce como la miel” Enséñanos amar y avanzar”. San Agustín.
Compartir un acto de amor: la “Cena de Navidad”.

Feliz Navidad para todos los hombres de buena voluntad

Publicar un comentario

Whatsapp Button works on Mobile Device only

Start typing and press Enter to search