ADVIENTO:
UN TIEMPO FUERTE DE GRACIA
¿Qué es el adviento? Es un tiempo
fuerte de gracia que tiene como sentido prepararnos para la venida del Señor.
Es la llamada a vivir despiertos cuidando de una oración más íntima y de una
escucha de la Palabra más atenta que nos lleven a la reconciliación con Dios, a
Iglesia, la familia. Los personajes del adviento son el profeta Isaías, Juan
Bautista y María la Madre del Salvador que nos presentan un mensaje de
“Esperanza” a levantar la cabeza por que se acerca nuestra liberación.
“Vigilad
y orad” (Mt 26, 41) Es la invitación del Señor Jesús para estar siempre en “la
espera de su llegada”. Despiertos y conscientes de nuestras debilidades.
Animándonos mutuamente a vivir la espera llenos de confianza, sabiendo que el
tiempo de vivir sin opresiones ni tentados por el desaliento y la depresión.
Preparase es cuidar de que no se nos embote la mente ni el corazón se nos haga
duro o se pierda la moral para no caer el desenfreno de las pasiones (Ef 4, 17-18).
Es tiempo de orientar nuestro pensamiento y nuestro corazón hacia la “Venida
del Señor” para no llenar nuestra vida de bienestar y dinero, de espaldas al
Padre del cielo y a sus hijos que sufren en la tierra.
“Vigilad
y orad”. Significa vivir pidiendo la fuerza de lo Alto sostenidos por la Gracia
de Dios para poder mantenernos en pie y estar siempre despiertos, con una fe
viva, auténtica, iluminada por la caridad. Anhelando escuchar la Palabra de
Dios en lo más íntimo de nuestro ser, buscando conocer su Voluntad para ponerla
en práctica, siguiendo las huellas de Jesús que se hizo pobre para
enriquecernos con su pobreza (2 Cor 8, 9).
“Vivir
despiertos” con los ojos del corazón bien abiertos, los oídos atentos y con la
esperanza viva de que el Señor vendrá pronto. Qué el deseo ardiente de nuestro
corazón sea cambiar nuestra manera de pensar, de sentir y de vivir para que
podamos vivir la vida como la vivió Jesús. Vivir buscando con sincero corazón
la venida del reino de Dios a nuestros corazones para que tengamos una vida más
digna y feliz para todos.
“Vigilad
y orad” significa “Vivir despiertos” con una Esperanza viva, cuidando de no
caer en la incredulidad y la indiferencia ante la marcha del mundo. No dejar
que nuestro corazón se endurezca, quedándonos sólo en quejas, críticas y
condenas a los demás, al sistema, a la religión. Hagamos nuestra parte: despertemos
activamente nuestra Esperanza. Sólo entonces podremos vivir una vida más
lúcida, sin dejarnos invadir por la insensatez que puede llevar nuestras vidas
al vacío, al caos y a pérdida del sentido de la vida.
“Vigilas y orad” significa despertar nuestra
fe en Dios Padre de toda misericordia que se ha manifestado en su Hijo nacido
en el pesebre para bien de toda la Humanidad. Descubrir y desarrollar el
proyecto de Dios que nos invita a preocuparnos por los más necesitados.
Descubrir que Dios nos busca y atrae hacia Él con cuerdas de ternura y con
lazos de misericordia. Vigilemos nuestra “Esperanza” que no se nos apague
porque se nos apagaría también la vida.
El
Adviento orienta nuestra mirada hacia el pasado para recordemos la venida
histórica del Señor que se hizo carne en la entrañas purísimas de la Virgen
María como cumplimiento a las promesas que Dios hizo a su pueblo Israel. El
Verbo del Padre, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. (cf 2 Cor
8,9). Otra mirada está orientada hacia al futuro. Hacia la venida “escatológica”
El Señor viene en el “esplendor de su gloria a dar a los suyos su recompensa.
Vayamos a su encuentro llevado en nuestras manos llenas de confianza, esperanza
y amor, y escuchemos con alegría sus palabras: “Vengan benditos de mi Padre a
participar de la alegría de su Señor” (cf Mt 25, 21).
En
medio de las venidas anteriores, la histórica y la escatológica, los Padres de
la Iglesia nos hablan de una venida
“intermedia” en la que realmente debemos poner nuestra mirada, Jesús, el
crucificado, resucitado y glorificado, está viniendo hoy a nuestra vida, según
lo afirma la Sagrada Escritura: “Qué Cristo habite por la fe en nuestros
corazones” (Ef 3, 17) “El que guarda mis mandamientos y mis palabras ese es el
que me ama… y venimos y habitamos en él” (crf Jn 14, 21. 23) “Ustedes son
miembros vivos de Cristo… Ustedes son templos del Espíritu Santo… ( cf 1Cor )
Hoy nosotros pecadores, por la Fe y el Bautismo (cf Gál 3, 26-27), y por la
acción del Espíritu Santo y nuestras esfuerzos, “nos despojamos del hombre
viejo y nos revistamos de Jesucristo” (cf Rm 13, 11- 14) Para de esta manera,
estamos naciendo de lo Alto, naciendo de Dios (Jn 3, 1- 5)
La
mirada en la venida intermedia nos pone en camino de conversión que consiste en
llenarse de Cristo, para que a la luz del Padre nuestro, seamos santuarios de
la Verdad, del Amor y de la Vida, siendo portadores del “Nombre, del Reino y de
la Voluntad” de Dios manifestada en Cristo Jesús, nacido para nuestra
salvación. Nunca olvidemos que sin adviento, no habrá navidad; y sin navidad no
habrá “epifanía” y sin ella, no habrá bautismo en el Espíritu Santo.
1.
LA
ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS.
1.-
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
“Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre
nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de
gracia y de verdad. Juan dio testimonio de Él y exclamó, diciendo: Este era del
que yo decía: ``El que viene después de mí, es antes de mí, porque era primero
que yo.…
(Jn 1,14).
La palabra “encarnarse” expresa la revelación o
manifestación de Dios a los hombres en forma de verdadero hombre. Dios se hace
hombre en la persona de Jesús de Nazaret: “Tomó nuestra condición humana, igual
a nosotros en todo menos en el pecado” (Heb 4, 15). Ahora bien quien dice
carne, dice fragilidad, impotencia, incapacidad, pobreza, etc. Jesús hombre
verdadero de este mundo, pero también, y ésta es nuestra fe cristiana “Hijo
de Dios y Salvador de los hombres”. Jesús es el revelador del Padre (Jn 14,
7-8). Es el amor de Dios hecho persona humana para amar con corazón de hombre.
Así lo comprendió San Juan al decir: “El
verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,1ss). El verbo es la
Palabra del Padre. Así todo cristiano entiende que Cristo es la Palabra de Dios
hecho hombre, que existe desde toda la eternidad que pudo escoger de quien
nacer, como nacer y donde nacer.
Lo original de la
venida al mundo del Hijo de Dios es que cada circunstancia de su nacimiento es
libremente elegida y encierra un profundo significado en su vida: Este
significado se revela en tres signos inseparables: pobreza, desprendimiento y misión. Según las palabras del Himno
Cristológico de (Flp 2, 6- 11) Jesús siendo de condición divina se hizo
pobre para amarnos con un corazón de hombre. Con su vida nos enseña que sólo los
pobres aman, tal como lo dice el mismo Jesús en la primera de las Bienaventuranzas.
(cf Mt 5, 3)
2.
Jesús nace como pobre. (Lc 2,6-7)
La
pobreza como forma de vida lo acompañará hasta su muerte. Nacer en el pesebre
con todo lo que ello implica no es un percance, es la primera opción que Jesús
hizo en su vida: situarse deliberadamente entre los más pequeños y entre los
más pobres. Con san Pablo decimos: “Jesús se hizo pobre para enriquecernos con
su pobreza” (2 Cor 8,9).
La
opción de Jesús de nacer como pobre en un pesebre quedará como normativo para
toda su vida: su libre opción por los más pobres y oprimidos.
3.
Jesús nace de Mujer.
María
es la mujer que Mateo y Lucas dicen dio a luz a Jesús. Pablo en la carta a los
Gálatas hace referencia a la Plenitud de los tiempos: “Llegada la Plenitud de los tiempos Dios envió a su hijo nacido de
mejer para liberar a los esclavos de la
Ley y para que nos trajera el Espíritu Santo” (Gál. 4, 4-6). María testigo
y colaboradora de las opciones del pesebre, fue la que comprendió y formula
este sentido para todas las generaciones: “Ha derribado a los poderosos de sus
tronos y ha encumbrado a los humildes porque se ha fijado en la humilde
condición de su esclava demostrando así su misericordia” (Lc 1,46-55) ¿Quiénes
serán los poderosos y los soberbios en nuestras familias o comunidades? Son
aquellos que alimentan su Ego con los vicios de la sensualidad y de la
soberbia.
4.
El camino del desprendimiento (Fil 2, 6-9)
Jesús
es la respuesta del Padre al clamor de los pobres. Su presencia en medio de los
hombres tiene una doble finalidad: liberarlos de la opresión del pecado con
todas sus consecuencias e introducirlos en el Reino de Dios como hijos libres
(cf Col 1, 13). Jesús es el servidor de Dios que se decide por la pobreza y la
humildad como estilo de vida para enriquecernos con su pobreza. (cf Mt 20, 28)
Se
abaja al nivel de los de abajo: los pecadores y los alejados de la fe para
servirlos. Así podemos comprender lo que dice Pablo: Se hizo igualito a
nosotros en todo menos en el pecado. Jesús nace como hombre para hacerlos
amigos de su Padre y hermanos entre ellos. Jesús nace como hombre para hacerse
servidor de ellos, él mismo lo dijo: No he venido a ser servido, sino a servir
(Mc 10, 45). La finalidad del Nacimiento de Jesús tiene como meta el servicio a
Dios a favor de toda la humanidad: Jesús nació para servir: “No he venido a ser
servido, sino a servir y a dar mi vida por muchos” (Mt 20, 28). Lo que nos
ayuda a comprender que el que no vive para servir no sirve para vivir. Servir
es compartir el pan de vida, la palabra, el tiempo, la casa y el camino. Servir
es lavar pies para ayudar a los demás a vivir con dignidad y para ayudarles a
crecer en la fe, la esperanza y la caridad. Servir es abrir caminos donde no
hay caminos…
5.
La misión de Jesús.
El
Ángel le dice a José: “Él salvará a su Pueblo de los pecados” (Mt 1,21). Su
Nombre significa su Misión. Jesús es Salvador. El sentido de la misión de Jesús
puede ser expresado en tres palabras: Anunciar, reconciliar y salvar.
· Anuncia el Reino de Dios.
Reino de paz, amor y justicia que exige para poseerlo, acoger el amor de Dios
hecho hombre en la persona de Jesús y el cambio de vida: fe y conversión.
· Reconciliar a los hombres:
Jesús es el reconciliador de los hombres con Dios y entre ellos mismos. Desde
el primer momento de su nacimiento supo traer junto a él a los pequeños: los
pastores y a los grandes de la tierra: Los Reyes Magos.
· Salvar a toda la humanidad:
Nada hay tan claro como esta verdad: “Dios quiere que todos los hombres se
salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4) Jesús realiza la
salvación de los hombres mediante su obra redentora que comienza desde el mismo
momento de su Encarnación y lo culmina en su Pascua. Podemos decir sin más, que
Jesús en su Encarnación nos está diciendo: Mi Padre les ama. Y con su Pascua nos
dice “Síganme” para que donde esté yo, esté, también, estén Ustedes (cf Jn 14,
3).
6.
Aplicación a nuestra vida.
El
ejemplo del pesebre abre para los hombres una nueva mentalidad y una nueva
actitud: pertenecer al mundo de los humildes y de los servidores. La humildad
es la capacidad para donarse a los más pobres y en últimas, a cualquier hombre
para ayudarlo a ser mejor. Esto nos exige tres cosas que siempre harán unidad:
· Desprendimiento de títulos de
grandeza o superioridad. No te creas más que otros, pero,
tampoco te creas menos que ellos. El Pesebre de Belén nos iguala a todos los
seres humanos. “No te arrodilles ni ante el poder ni ante el oro. Ni ante los
poderosos ni ante los ricos.
· La actitud de servicio.
El hombre que no sirve, no vive, es decir no se realiza. Nacimos para servir.
El servicio es la expresión del amor de los hombres que se deciden a vivir para
Jesús, el pobre de Belén.
· Disponibles para la misión.
La misión tiene como primera tarea dejar que Cristo se haga carne en nuestros
corazones. A esto el Evangelio le llama “nuevo nacimiento” (Jn 3, 1-5). De nada
nos puede servir que Jesús haya nacido o nazca mil veces en Belén si no nace en
nuestros corazones. El compromiso de la fe se expresa diciendo: “somos
enviados con otros a favor de otros”.
Cuando
Jesús se hace carne en nosotros de la manera que el Verbo se hizo carne en el
seno de María, podemos tener la seguridad que seremos servidores al servicio del
“Reino de Dios” y no al servicio de intereses personales llenos de egoísmo
humano y por lo tanto de pecado.
7.
Hacernos un nuevo propósito.
· Dejar
que la Palabra de Dios nos cuestione, nos descubra y nos ilumine para que
podamos ser portadores de la vida que “Cristo vino a traernos vida en
abundancia” (Jn 10, 10).
· Proponernos
que Jesús nazca y crezca en los corazones de los hombres. Para esto hemos de
sembrar la acción de Dios, mediante la evangelización y el buen testimonio. No
tengamos miedo amar, Dios está con nosotros, entre nosotros y está a nuestro
favor.
· Comprometernos
con otros hermanos de la comunidad a favor de los hermanos menos favorecidos
del barrio o de la ciudad (Ancianos, migrantes, familias pobres, etc)
· Comprometernos
en la construcción de una vivienda digna para alguna familia de escasos
recursos.
· Comprometernos
con otros a favor de los más necesitados para que esta Navidad y Año Nuevo
tengan una cena digna.
· Comprometernos
a visitar nuestras familias y buscar una reconciliación más auténtica y
verdadera.
8. Canto y Oración: “Dame
la gracia de ver tu rostro y ser un constante espejo por toda la eternidad.
(Thomas Traherne)
2.
EL MISTERIO DE NAZARETH
1.- ¿Qué significa Nazaret en la vida de Jesús?
“Jesús se fue con ellos a Nazaret y les estaba
sumiso. Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Jesús crecía en
sabiduría, en estatura y en Gracia delante de Dios y de los hombres” (Lc. 2,
51-52).
La
dimensión más olvidada de la vida de Jesús porque aparentemente, no tiene
significado misionero, es Nazaret. Mucho se ha dicho sobre la etapa de Jesús
que comprende entre los doce años y el momento de su aparición en su vida
pública. Nazaret era una aldea semipagana y sin prestigio, un pequeño poblado
casi olvidado de la región de Galilea; no obstante fue escogida por Jesús para
compartir esos años de su vida con los más sencillos. Comparte su trabajo y su
persona en lo más ordinario y gris de las cosas de cada día.
Con
respecto a María, Nazaret fue el tiempo de maduración en la fe y en las cosas
que hacen referencia a la salvación que Dios ofrece en Jesús. María en Nazaret
aceptó los caminos de Dios aún sin comprenderlo todo, sencillamente guardaba
estas cosas en su corazón (Lc 2, 16- 21), después de la resurrección de su Hijo
lo comprendería todo.
2.- ¿Qué significa Nazaret para nuestra
vida humana y cristiana?
Nazaret
es valorar el testimonio sencillo de los demás; la simple presencia de amistad;
la caridad simple y rutinaria con la cual nos encontramos todos los días. Pues
la solidaridad y el servicio del Evangelio no se prueban en las cosas
extraordinarias, sino en la rutina de cada día, en las pequeñas cosas y con
aquellos que Dios pone cada día en nuestro camino. Existen tres actitudes que
expresan nuestra espiritualidad de Nazaret:
a)
La primera actitud se refiere a la práctica de la caridad y la justicia.
Virtudes
que en la realidad van unidas. La caridad y la justicia, en sentido de Nazaret,
no se dan con las personas que nosotros elegimos, sino con aquellas que la vida
nos impone, que son las personas y las circunstancias que Dios manda. Ese es
nuestro Nazaret: los familiares, los compañeros de trabajo, los que se acercan
a nosotros por cualquier razón, los que viven bajo nuestro propio techo. Los
que viven cerca de nosotros son los que ponen a prueba la madurez de nuestro
amor al prójimo. Es fácil decir que amamos a los que están lejos, lo difícil es
amar a los que están junto a nosotros y conocen nuestros defectos.
Podemos
tener ideas sociales y políticas muy avanzadas, pero si faltamos a la justicia
juzgando a los que vemos habitualmente y sofocando los derechos de nuestra
propia familia, de muy poco sirven nuestras ideas. Cuando actuamos sin
misericordia y de manera injusta con las personas que nos rodean nos
convertimos en los primeros opresores. Amor y justicia comienzan en la propia
casa.
b) La segunda actitud se refiere a
nuestro servicio y entrega a favor de los más pobres.
El
pobre que no tiene los valores y el dinamismo para pagarnos por nuestros
servicios, es realmente el que nos ayuda a crecer en amor y en libertad, le
ayudamos sin esperar nada a cambio. El pobre siempre está ahí, con una
necesidad concreta, es él quien nos cuestiona y nos arranca de nuestros planes.
Un amor que no se compromete por ayudar a los pobres a vivir mejor, no es aún
un amor maduro.
Pobre
es la muchacha que quiere estudiar, al menos su primaria, secundaria o
preparatoria, pero el medio ambiente de pobreza, la incomprensión de unos
padres o el celo de unos hermanos impiden que sus deseos se vean realizados.
Pobre es la joven desprestigiada por el pecado de los hombres. La peor y más
grande pobreza no es la material, sino la de negarse a que los mismos hijos le
arranquen a la vida un poco de preparación. Muchos son los jóvenes que no
asisten o se salen de la escuela por falta de apoyo de la sociedad o de la
misma familia.
c) La tercera actitud se refiere a la
práctica de la pobreza evangélica.
3.- Aplicación a nuestra vida.
El
misterio de Nazaret no nos ofrece solo un modelo para la imitación del Señor
pobre, humilde y obediente, que pasó la mayor parte de su vida sin ser
reconocido como el Mesías de Dios, trabajando como el carpintero de Nazaret, sino
que además, nos invita a buscar la Gracia que nos hace hijos de Dios. Gracia
que exige una respuesta de comunión fraterna.
La
comunión fraterna, entendida como la manifestación de Cristo en nuestras
familias y comunidades nos invita a poner en práctica el amor de los hermanos y
especialmente a los más necesitados. Nadie es lo suficientemente pobre que no
pueda aportar algo suyo a la necesidad de otros. Todos tenemos algún valor que
los demás pueden necesitar. Todo valor es un bien y éste debe estar al servicio
de la liberación de la servidumbre del pecado que esclaviza al hombre. Esta
liberación se inicia en el corazón y afecta a toda la comunidad. Nos podemos
hacer una pregunta: ¿estamos dispuestos a dejar una vida cómoda, de lujos
superfluos y de derroches para preocuparnos de otros puedan tener una vida más
digna?
4. ¿Qué podemos dar?
La
comunión fraterna que el Evangelio nos presenta es el camino que nos permitirá
la participación de bienes y valores, destinados a beneficiar a toda la
comunidad. No esperes que vengan a pedirte una limosna, busca más bien a
alguien que necesite de ti. Busca a quien puedas ayudar con tu aporte.
· Podemos dar
conocimientos sobre la vida: enseñar el arte de vivir con otros de manera más
digna.
· Podemos dar
respeto a la verdad del otro. El otro es persona única e irrepetible, tiene
nombre propio y un rostro que clama reconocimiento, aceptación y respeto.
· Podemos dar
perdón al que nos ha ofendido. Así llegaremos a ser hijos de Dios, libres para
acercarnos al Señor con la confianza que no nos negará lo que le pidamos si eso
está dentro de su Plan de Salvación.
· Podemos dar una
disculpa al que hemos herido con nuestras palabras o actitudes. Esta es una
actitud valiente que ha de acompañar siempre a los cristianos. Disculparse
cuando hemos ofendido es lo mismo que pedir perdón con sencillez de corazón.
· Podemos dar una
ayuda material o espiritual a los necesitados de alimento, vestido, medicina,
amistad, amor, etc. En la medida que compartimos estaremos siendo libres del
ídolo de la avaricia que tantas víctimas esclavas tiene. Quien no comparte,
nunca aprende a ser hermano.
Comunión
es poner al servicio de los demás, no solo lo que no necesitamos, sino y sobre
todo, lo que estamos necesitando. (cf Hech 2, 42) Comunión es participar al
otro de lo que se sabe, se tiene y sé es, pero siempre al estilo de Jesús.
5. Canto:
6. Oración: “Concédenos tu
gracia para descansar todos los hechos y pensamientos pecaminosos, para
rendirnos totalmente a ti y mantener en calma nuestras alamas ante ti como un
lago tranquilo, para que los rayos de tu gracia, puedan reflejarse en ellas, y
pueda encenderse en nuestros corazones el brillo de la fe, la esperanza, el
amor y la oración”-
7. Compromiso: personal. ¿Dónde, con
quién, y cómo podré comprometerme con otros a favor de los demás? Especialmente
con hermanos yhermanas que hacemos juntos un camino de sinodalidad, siguiendo
juntos las huellas del Maestro Jesús de Nazaret.
3.
LA REVELACIÓN DE
DIOS
1.- La Revelación.
“Así también nosotros, mientras éramos niños,
estábamos sujetos a servidumbre bajo las cosas elementales del mundo. Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su
Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, a fin
de que redimiera a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción
de hijos.… (Gál 4, 4ss)
En
los últimos tiempos Dios se comunica a los hombres por medio de Jesucristo, su
Hijo, plenitud de la Revelación del Padre. (Heb 11,1). Pablo manifiesta el
Misterio al decirnos: “llegada la Plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo
nacido de Mujer” (Gál 4, 4). La buena noticia es que viene a liberar a los
oprimidos de la esclavitud de la Ley a traernos a Dios.
Con
el nacimiento de Jesús, Dios se revela, se manifiesta y se comunica con toda la
humanidad, (Jn 14, 7) Jesús es destinado a todos los hombres. La revelación de
Dios, no obstante estar destinada a todos, no todos la ven, la razón es que no
todos tienen el corazón disponible para ello.
Hoy
al igual que hace dos mil años, cuando Jesús nacía en el pesebre de Belén, los
mensajeros de Dios fueron los encargados de comunicar a los hombres el
“Acontecimiento más grande de todos los tiempos” Ellos, los mensajeros no
fueron enviados a todos para revelar el Nacimiento. Hoy al igual que entonces,
Dios, no a todos permite ver su Revelación, no porque él no quiera, sino por la
negativa de los hombres y el endurecimiento de sus corazones.
2.- Los que no vieron la revelación de
Dios.
Hoy
como hace dos o cuatro mil años, la pedagogía de Dios para darse a conocer y
manifestar el Misterio de su voluntad, no ha cambiado. Existe grupos de
personas que tienen unas notas especiales a quienes podemos afirmar que no se
les comunicó la noticia del Nacimiento de Dios entre los hombres. Hablaban
mucho de su venida, lo esperaban, pero allegar la Plenitud de los tiempos ni
cuenta se dieron.
a) Los Sumos sacerdotes.
Sería
porque estaban muy ocupados en los asuntos del Templo o en leer las Sagradas
Escrituras, pero lo cierto es que cuando los Reyes Magos llegan con ellos
preguntando dónde podían encontrar al Rey de los judíos que acaba de nacer,
sencillamente, aún sabiendo que nacería en Belén de Judá y que era el tiempo
marcado por las Escrituras (Mt 2,4), ni siquiera se preocuparon por ir a
investigar. Los sacerdotes del Templo de Jerusalén, no vieron la Revelación de
Dios.
b) Los gobernantes o poderosos del
momento.
Al
Cesar de Roma, que dominaba en Israel en ese momento, a sus gobernantes, a sus
oficiales y soldados tampoco se les envió un mensajero para darles a conocer lo
que estaba pasando en el pesebre de Belén. Tal vez estaban muy ocupados en
adquirir poder político sobre los pueblos y sobre las personas.
A
pesar de que no se les envió mensajero, con la visita de los Reyes Magos se
sintieron molestos e incómodos al oír hablar del nacimiento de un nuevo rey (Mt
2,3 ) y mirando sus intereses amenazados por la noticia, Herodes desató una
sangrienta persecución contra todos los menores de dos años. Persecución que es conocida como la masacre
de los Niños Inocentes.
c) Los comerciantes o mercaderes de
dinero.
Tampoco
a este grupo se les dio a conocer el Nacimiento del Hijo de Dios. Tal vez
estaban muy ocupados en hacer inventario de sus bienes, y así, contar sus
ganancias. Su gran interés era el de acumular mercancías y construir monopolios
de dinero. El dinero es el peor enemigo de la salvación, por lo tanto es la
barrera más gruesa que impide ver la Revelación de Dios.
d) Los traficantes de carne humana.
Dentro
de estos grupos se encuentran también los traficantes de carne humana; son
aquellos que venden a la mujer por dinero para saciar sus instintos de placer o
de riqueza. A ellos se unen los dueños de prostíbulos, cantinas, lugares donde
se denigra la dignidad humana y se comercializa con el dinero de los pobres.
Los buscadores de placeres, diversiones, orgías, alcoholismo, prostitución,
etc. Personas que hoy como ayer, no tienen tiempo para sí mismos o para sus
familias, tan solo piensan en divertirse.
3.- Los que sí vieron la revelación de
Dios.
Los
que vieron la manifestación de Dios eran personas que pertenecían al “pequeño
resto.” El grupo de los pobres de Yahve,” los anawins, que esperaba una
liberación espiritual que sólo podía venir de Dios y nunca de los poderosos de
la tierra. Este grupo había encarnado a lo largo de los siglos, y en medio de
opresiones y explotaciones por medio de las potencias extranjeras la “esperanza
mesiánica” El día del Mesías toda esclavitud será removida para dar lugar a la
espewranza de los pobres. Había también entre ellas personas de poco o nada de
conocimientos religiosos como los pastores, pero que a su vez, anhelaban una
liberación que llegaría con la venida del Mesías Jesús. Entre ellos destacan
algunos grupos.:
a) José, el prometido de María (Mt 1,
18-21)
Al
frente de este grupo de hombres fieles a la Ley y justos, se encuentra, José,
un hombre que amaba al Señor. Comprometido con María, se encontraba incómodo
por el embarazo de su prometida en el cual él no tenía que ver nada, no quiso
ponerla en evidencia, para que no fuera apedreada según las leyes judías,
decidió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado cuando el Ángel del Señor
se le apareció en sueños y le dijo: “José,
hijo de David, no temas tomar por esposa a María tu mujer porque lo engendrado
en ella es la obra del Espíritu Santo” (Mt 1,19ss).
Dios
mandó a su Ángel a ayudar a José en la duda que lo atormentaba, le reveló el
gran secreto y le dio autoridad sobre el Niño que nacería de María, y todo
porque él, era justo y casto a los ojos de Dios. Ser justo en sentido bíblico
significa estar lleno de virtud a la vez, es el que practica la justicia. Un varón de
Dios.
b) Los Pastores de Belén. (Lc 2, 8-13)
En
el siguiente grupo, San Lucas el evangelista de los pobres pone como primeros
destinatarios a los pastores de Belén. Los pastores eran hombres sencillos
despreciados por la clase religiosa y la sociedad por ser considerados impuros
y sin cultura alguna. Hombres acostumbrados a soportar las inclemencias del
tiempo y dormir a la intemperie (entiéndase esto por los atropellos de la
gente), fueron los elegidos para recibir la alegre noticia: “No temáis pues os anuncio una gran alegría,
que lo será para todo el pueblo: Os ha nacido hoy en la ciudad de David, un
salvador, que es el Cristo” (Mesías, Ungido). Los pastores fueron y
encontraron al niño tal como se les había dicho: “Envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2, 8- 12).
La señal que se les dio: pañales y
pesebre.
Nada portentoso, nada de lujos, nada de poderío, ni económico ni militar, sino
envuelto en la sencillez de los pobres de Yahvé. Los pastores creyeron en la
señal de Dios y se volvieron glorificando y alabando a Dios por lo que habían
visto y oído (Lc 2,20).
c) Los Reyes Magos de Oriente (Mt
2,1ss).
El
relato de los Reyes Magos se encuentra en el Evangelio de Mateo, que escribió
su Evangelio para cristianos convertidos del judaísmo a quienes les presenta
una salvación en primer lugar para los judíos: Con la llegada de los magos, la Salvación
será para todos los hombres y no sólo para los judíos.
Los
Reyes Magos representan a los pueblos paganos de los confines lejanos de la
tierra, son sabios atraídos por la Luz del Niño de Belén que dejan sus palacios
para rendir sus tributos a Cristo, el Señor.
d) El Anciano Simeón y la Profetiza Ana.
Pertenecientes
al pequeño resto de los Pobres de Yahveh. Simeón, hombre justo y piadoso que
esperaba la consolación de Israel; hombre lleno del Espíritu Santo que al tomar
el niño en sus brazos declara quien es el Niño: El Salvador y la Salvación de
Dios, y la misión que trae: “ser Luz
para los gentiles, iluminar a los que estamos en tinieblas, el que descubre las
intenciones de los corazones torcidos y perversos y frente a quien los hombres
se han de declarar a favor o en contra” (Lc 2,35). Jesús viene para todos pero
a nadie obliga. Su aceptación es libre, se le puede recibir o rechazar.
Simeón recoge las expectativas
mesiánicas que realmente rodean el nacimiento de Cristo. El toma conciencia de
que se halla delante del Mesías. Desde ese momento no le importa ya morir, su
vida ha adquirido pleno sentido, "porque —dice— mis ojos han visto a tu
Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a
las naciones y gloria de tu pueblo, Israel". Aunque el misterio le Jesús
le desbordara, Simeón ha percibido que el Mesías viene bajo la figura del Siervo
sufriente, "puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten;
será como una bandera discutida" Por ello le anuncia a María que una
espada le atravesará. el alma. María y José quedan abiertos al
misterio: "estaban admirados de lo que se decía de él" (Lc 2, 25-35).
4.- Aplicación personal.
Cuando
en una sociedad se tiene como objetivo casi único de la vida la satisfacción
ciega de las apetencias y se encierra cada uno en su propio disfrute, allí se
mata la esperanza y aparece el vacío de Dios. Los satisfechos no trabajan por cambiar
el mundo. No les interesa un mejor futuro para todos y nunca se rebelan frente
a las injusticias, sufrimientos y absurdos del mundo. Por eso propongo:
·
Salir
de la rutina evangélica. Nos hemos acostumbrado a escuchar la Palabra de Dios
que ya no nos dice nada, como tampoco nos dicen nada los Sacramentos. Nos hace
falta una nueva efusión del Espíritu Santo que nos haga volver al amor del
principio.
·
Remover
obstáculos. ¿Qué es lo que nos puede estar impidiendo ver la Revelación de
Dios? Des-amor, des-unión, el egoísmo o rutina en las cosas de Dios, etc.
·
Preguntarnos
en cuál de los grupos anteriores nos podemos situar. Si nos encontramos en el
grupo de los buscadores de poder, prestigio o fama, diversiones, placeres,
dinero, etc. O por el contrario nos podemos situar entre los pobres de Yahveh,
buscadores de misericordia, justicia, verdad, humildad ymansedumbre.
·
Preguntarnos
si realmente queremos conocer a Dios y su Justicia, buscado su rostro en los
más necesitados, especialmente, en aquellos que no son de nuestro agrado,
también en ellos se nos revela Dios.
·
Quien
ama de verdad la vida y se siente solidario de todos los seres humanos sufre al
ver que todavía una inmensa mayoría no puede vivir de manera digna porque no
existen para ellos los medios necesarios, no están a su alcance. ¿Qué puedo
hacer?
4.
Canto: “No juzgará por
apariencias ni sentenciará sólo de oídas; defenderá con justicia al
desamparado, con equidad dará sentencia al pobre”
5.
Oración: “Te doy gracias,
Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado
a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce
quien es el Hijo sino el Padre, ni quien es el Padre sino el Hijo y aquel a
quien el Hijo se lo quiera revelar”
7. Compromiso personal
4. LOS PASTORES DE BELÉN
1.- Escuchemos
el relato. (Lc 2, 8-20).
Al
anuncio del Ángel los pastores dijeron: “Vamos a Belén a ver esto que el Señor
nos ha anunciado”. Fueron con presteza y encontraron a María, a José y al Niño
acostado en un pesebre… (Lc 2, 8ss)
Los
sencillos pastores, que como tales, pertenecían a una clase de gentes menos
preciadas, fueron según San Lucas los primeros destinatarios de la
Evangelización. Ellos fueron los primeros en recibir la alegre noticia del
Nacimiento del Salvador del mundo. Jesús sitúa a los pastores entre los pequeños que, como los publicanos y
prostitutas reciben la Buena Nueva.
Era
costumbre antiguamente que los pastores buscaran con sus rebaños los mejores
pastos y los mejores aguajes. Construían un redil para protegerse de los
animales y de los ladrones, edificando para ellos pequeñas chozas o enramadas
para su descanso nocturno. A unos de estos pastores que hacían la guardia se
les manifiesta la Gloria del Señor. Los destinatarios no son sólo los pastores,
sino todo el pueblo de Israel, según las palabras del Ángel.
“Hoy
os ha nacido “. El “Hoy” significa que en aquel momento ha dado comienzo la
época de la redención, el punto culminante de toda historia de Israel. El fin
del reinado del pecado y de las opresiones ha comenzado.
“Os
ha Nacido”. El “Os” va dirigido a los pastores, que eran contados entre las
gentes últimas y más despreciadas dentro del judaísmo; pero aquí representan al
pueblo entero.
“Un
Salvador”. El nombre designa al recién nacido como el portador de la época de
la redención: Él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt 1, 21). “El Mesías”
significa en griego, el Cristo, en español es “Ungido por Dios”, para liberar a
los hombres de la servidumbre de la ley y del pecado. (Lc 4, 18s) Es el nombre
anunciado por los profetas, quien como vástago del linaje de David, restauraría
el reino de su Padre en gloria y esplendor y libraría a Israel para siempre de
las manos de sus enemigos.
2.-
¿Quiénes eran los pastores?
·
En
la época de Cristo se juzgaba diversamente a los pastores. Se les asemejaba a
ladrones y a matones. Gente sin cultura y sin letras. De escasos conocimientos
religiosos y por lo tanto eran considerados como gente impura y no grata a los
escribas, fariseos o gente religiosa y mucho menos para los de altos mandos del
pueblo.
·
Por
otro lado la vida de los pastores es considerada por la misma Escritura como la
más pura e inocente. Lejos de los ruidos del mundo, en un contacto directo con
la naturaleza salida de las manos de Dios; viviendo en perpetua soledad y
teniendo por techo el cielo coronado de estrellas.
·
Por
su estilo de vida, puede asegurarse que eran gente sencilla y humilde, por eso
pudieron recibir con alegría el Anuncio del Ángel e irse rápidamente a buscar
al Niño. El encuentro con el Niño y sus padres produjo en ellos entusiasmo y
alabanza, según las palabras de San Lucas: “Los pastores se volvieron
glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído”. Desde ese
momento se convirtieron en testigos y seguidores de Jesús.
3.- El Canto de
Alabanza.
El canto de una
multitud de espíritus celestiales, llamados ángeles, viene a confirmar el
anuncio gozoso del ángel en la Anunciación: Dios nos envía un Salvador llamado
Jesús, su nombre significa su misión: “El salvará a su pueblo de sus pecados”
(Mt 1, 21)
Sus
voces son semejantes a la aclamación del pueblo a la entrada triunfal de Jesús
en Jerusalén (Lc 19,38) y van dirigidas al Mesías en su venida al mundo, es por
eso una aclamación mesiánica, una alabanza a la acción de Dios que envía su
poderoso Salvador a salvar a los hombres. Alabanza dirigida a Dios que por el
envío de Jesús “Glorifica su Nombre”.
Paz
en la tierra y amor a los hombres de buena voluntad. El sentido de esto es que
con el nacimiento de Jesús, Dios es glorificado en las alturas y ha venido la
salvación a la tierra sobre los hombres que son el objeto del amor de Dios. Por
la misión del Mesías, Dios glorifica su Nombre en el cielo, se revela su poder
y su misericordia ante los ángeles y en la tierra los hombres reciben el amor y
la vida de Dios. Hombres de buena voluntad son aquellos que experimentan las
complacencias divinas, es decir, su amor y su bondad.
Después
de la revelación divina los pastores se ponen en camino hacia Belén, de lo que
se sigue que el establo no les pertenecía a ellos y encuentran allí confirmado
el Anuncio del Ángel. En Belén dan testimonio de lo que han visto y oído. Los
pastores más tarde se vuelven a sus rebaños, alabando a Dios por todo lo que
han podido presenciar y comprender con espíritu de fe.
4.-
Aplicación práctica.
La fe viva y auténtica en Jesús
genera en quien la posee una actitud fuerte y serena frente a las tribulaciones
y crisis de los tiempos. Mantiene su ánimo sereno y confiado en el Dios fiel
que extiende su mano para ayudar los que no tienen techo, cobija, alimento,
esperanza, alegría… ¿Te gustaría ser la mano de Dios?
·
Dar
testimonio de Jesús. Es testimonio de vida, que nuestra manera de vivir esté
siempre de acuerdo con la voluntad y con la Palabra de Cristo. No es posible
dar testimonio cuando existe divorcio entre fe y vida. Por un lado rezamos y
creemos, pero por otro lado, somos pequeños opresores en casa con la propia
familia. Buscamos aún consuelo y refugio en el vino o en algunos placeres como
bien puede ser el adulterio. El testimonio puede ser de palabra, confesando el
señorío de Cristo o realizando las obras de la fe, llamadas también los frutos
del Espíritu. (cf Gál , 22)
·
Decidirnos
por seguir a Jesús. Dispuestos a arriesgarlo todo por Él al estilo de los
pastores. Sin olvidar que los seguidores de Jesús consistían predominantemente
en personas difamadas que gozaban de baja reputación y estima: los incultos,
los ignorantes, a quienes su ignorancia religiosa y su comportamiento moral les
cerraba, según convicción de la época, la puerta de la salvación.
Ahora bien para
ser seguidor hay que renunciar a todo, según las palabras de Jesús: “Una sola
cosa te falta”. Esta cosa no es algo accidental, es el todo, así los fariseos
observaban la Ley, ayunaban, daban limosnas, hacían oración aún pública y sin
embargo al no ser pobres de espíritu no entrarían al Reino de Dios. (Mt 5, 20)
Seguir a Jesús exige buscar la sencillez y la disponibilidad o presteza de los
pastores, para poder tener la experiencia del encuentro con el Niño de Belén.
·
Una
vida en la Alabanza. Los pastores se regresaron a sus rebaños cantando con
alegría alabanzas al Señor. Regresarse a sus rebaños significa a las
ocupaciones de todos los días. El encuentro con el Niño dejó huella en sus
vidas, dejó la alegría que debe caracterizar a los hijos de Dios. Esta alabanza
y esta alegría tienen que ir unida a otra alabanza, agradable a la voluntad de Dios:
“Mi Padre recibe honor y gloria cuando ustedes dan fruto, y llegan a ser
verdaderos discípulos míos “ (Jn 15,8). Amor y alabanza son realidades
inseparables. Muchos se gozan en la alabanza, pero pocos se gozan en la
voluntad de Dios que manda amar, aún a los mismos enemigos y rezar por ellos
(Lc 6, 27ss). El amor garantiza que nuestra alabanza sea agradable a Dios.
5. Canto: ”Dios es luz;
en él no hay oscuridad. Caminemos en la luz, nosotros sus hijos, uno y todos.
Consolad a mi pueblo; suavizad vuestras palabras, Proclamad a mi ciudad el día
de su nacimiento”.
6.
Oración: Bendice alma mía
al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice alma mía, al Señor, y no
olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus
enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para la ira y rico en clemencia.
No nos tratan como merecen nuestros pecados, ni nos paga según nuestras culpas”.
(Salmo 103)
7. Compromiso: personal.
5.
LOS
REYES MAGOS
1.- El relato bíblico.
a) La venida de los
Magos.
¿Quiénes
fueron estos Magos? ¿De dónde y cómo vinieron? Los Magos eran sabios vendidos
de Oriente, ellos son la señal que desde el principio de la vida de Jesús Niño,
la Escritura nos dice que Dios ofrece su salvación para todos los pueblos de la
tierra representados por estos tres Magos llamados Melchor, Gaspar y Baltasar.
b) La estrella de los
Magos.
“He
aquí que la estrella los iba guiando, hasta que llegó y se posó sobre el lugar
en donde estaba el niño.”
Esta
estrella no es cualquier estrella, ya que esta estrella brillaba, tanto de día
como de noche, y mucho menos que en momentos desaparezca, para luego aparecer
nuevamente como lo hacía la estrella de los magos. Era más bien una fuerza
invisible que tomó la apariencia de estrella. Así a lo largo del viaje la
estrella se veía, pero al llegar a Jerusalén desapareció para dejarse ver
después que los magos hablaron con Herodes y salieron de la ciudad para
continuar su camino hacia Belén.
c) ¿Por qué se valió
Dios de una estrella para guiar a los Magos?
Dios
se adapta a la capacidad de comprensión de los hombres. Los magos eran sabios
paganos que no hubieran creído a un profeta o a un ángel, por eso Dios les
manda lo que a ellos es familiar: una estrella grande y maravillosa, para
levantarlos luego a realidades más altas. Podemos afirmar que la estrella de
los Magos era la voluntad y la acción de Dios que movió sus almas a llegar
desde lejanas tierras al pesebre de Belén. Para nosotros hoy, la estrella de
Belén es la Evangelización. La predicación de la Palabra de Dios que nos lleva
al conocimiento de la Verdad.
d) ¿A qué vinieron los
Magos a Belén?
Ellos
mismos lo dicen de una manera clara y valiente: “Hemos visto su estrella y
venimos a adorarle”. No temen ni al furor del pueblo ni a la tiranía de Herodes.
Ellos se apartaron de la comodidad de sus palacios, de sus tierras y de su
patria para venir a buscar al recién nacido, Rey de los judíos.
2.- ¿Qué movió a los
Magos a adorar al Niño?
Y
entrando en la casa, vieron al Niño con María su Madre y postrados en tierra,
le adoraron; y abiertos sus cofres le ofrecieron oro, incienso y mirra (Mt 2,
11ss). Oro porque el Niño es Rey, Incienso porque el Niño es Dios y Mirra
porque se está haciendo referencia a la muerte del Niño: será embalsamado para
su muerte.
¿Qué es lo que los
Magos encuentran? Todo lo que encuentran es un pesebre,
una choza y una madre pobre acompañada por José, el siervo fiel y prudente. Porque
ni la Virgen era persona ilustre, ni vivía en casa espléndida, ni sus muebles y
adornos del pesebre eran para impresionar a los Magos. Sin embargo, ellos
adoran al Niño y le ofrecen presentes, no como a hombre, sino como a Dios.
3.- La retirada de los
Magos.
Mas,
avisados por Dios de no volver a Herodes, se retiraron por otro camino a su
propia tierra. Ellos fueron obedientes a la voz de Dios. Huyeron como fugitivos
a Persia su país natal, mientras José con María, también salían como fugitivos
hacia el exilio en Egipto. El Niño con sus padres va a Egipto y ellos sin duda
regresan como misioneros a su país a dar testimonio de lo que han visto y oído.
4.- Digamos algo de
Herodes.
Tal
es por naturaleza la maldad: choca contra sí misma y emprende lo imposible.
Herodes no era judío, ni creyente, por lo tanto no tenía porque creer en la
profecía que decía que Jesús nacería en Belén, sin embargo, si pudo imaginarse
lleno de envidia que los Magos tendrían en más al Niño que a él. Envidia,
hipocresía, engaño, traición, odio, furor y miedo llenan el corazón del rey
Herodes que manda matar a los niños de dos años para abajo.
“Entonces Herodes viendo que había sido
burlado por los Magos, se irritó sobre manera y mandó matar a todos los niños
de Belén y de todos sus contornos de dos años para abajo…” (Mt 2, 16ss)
Cuando
el alma está ciega y su maldad es ya incurable, no cede a ninguno de los
remedios que Dios le procura. Como poseído por el demonio de la ira y de la
envidia, lleno de furia arremete contra la vida inocente para recordar así la
tragedia que en otros años se realizó en Egipto, en tiempos de Moisés. La
muerte de los niños inocentes no fue en vano, podemos decir que fueron los
primeros testigos o mártires que dieron su vida por Cristo.
¿No
pasa acaso lo mismo en nuestros días? ¿Cuántos Herodes caminan por las calles,
están en las casas y en los hospitales, haciendo lo imposible por evitar el
embarazo o esperando que llegue una mujer embarazada para arremeter con
violencia contra ella y destruir la vida que lleva es su seno? ¿Acaso no son
miles o millones las víctimas que se cobra el Herodes moderno llamado aborto,
no sólo por medio de éste, sino además impidiendo que la vida se geste en el
seno de las madres a quienes se les hacen vasectomías (con o contra su
voluntad), se les colocan aparatos, se les da pastillas o químicas para que no
tengan familia y le presten un servicio a la vida. La masacre de los niños
inocentes se sigue repitiendo.
5.- Digamos algo sobre
los judíos.
Que
se turbara el Rey era de suponer, pero que se turbarn, se alborotaran y
pusieran al Niño asechanza tras acechanza los judíos, siendo expertos en la
Biblia y conocedores de todas las profecías que hablaban del Mesías, nos hace
pensar en la dureza de su corazón y en su pecado de incredulidad. Ellos
pudieron haber ido a buscar al Niño y adorarlo juntamente con los Magos, sin
embargo, ellos desde un principio no creyeron en Cristo, el rey manso y humilde
enviado por el Padre.
6.
Conclusiones:
·
Sin
estrella no se llega a Belén o al pesebre, es decir, no se encuentra al Niño.
La Estrella que nos lleva a Jesús es la estrella de la Evangelización. San
Jerónimo dice que la ignorancia de las Sagradas Escrituras es ignorancia de
Cristo.
·
Jesús
nos exhorta a permanecer unidos a su Palabra para ser sus discípulos, conocer
su verdad y llegar a ser libres (Jn 8, 31- 32). La vida de Jesús Niño desde los
primeros momentos de su existencia se ve amenazada por las potencias del mal
personificado en Satanás o Diablo.
·
El
encuentro con Jesús, aún a pesar que es iniciativa de Dios que mueve las mentes
y los corazones, no siempre es fácil para nosotros, el camino puede estar lleno
de obstáculos, pero al igual que los Magos no tengamos miedo, vale la pena la
experiencia de encontrar al Niño y adorarle.
·
Dios
está a lo largo del camino, cuidando, iluminando y protegiendo. Sus directrices
no pueden fallar. Avisa de los peligros, como de lo que se debe hacer para
vencerlos. Hace nacer en nosotros el querer y el obrar, así lo hizo en aquel
tiempo en los Magos y así lo hace ahora en nosotros. (cf Flp 2, 13)
·
La
verdad se impone a la mentira, el amor al odio, la vida a la muerte. El bien
siempre termina por vencer al mal. Con esta razón San Pablo nos avisa: “No te
dejes vencer por el mal, al contrario vence con el bien el mal” (Rm 12,21).
7.
Aplicación
a nuestra vida.
Podemos decir que dar testimonio
de Cristo con la valentía que lo hicieron los Magos frente a la envidia de
Herodes y de los judíos es un desafío de los tiempos actuales. Es tiempo de
comprender que la teología de la prosperidad y una vida cómoda al margen del
compromiso evangélico es vivir engañándonos y es, irse quedando sin la
experiencia de Dios. Por eso pongamos atención en las actitudes básica de la
vida nueva:
·
Disponibilidad
para dejarlo todo por seguir a Jesús. Sí, los Magos dejaron palacios, patria y
familia, nosotros ¿qué podemos dejar?
·
Disponibilidad
por hacer la voluntad de Dios. Es decir, obediencia a la Palabra de Dios al
estilo de los Magos que no hacen preguntas, ni se escandalizan porque tienen
que tomar otro camino que los lleve a su tierra natal.
·
Disponibilidad
para desprendernos de aquellos sentimientos que encontramos en Herodes: miedo, hipocresía,
odio, envidia y mentira.
·
Disponibilidad
para salir a buscar a los indigentes, ancianos abandonados, migrantes,
excluidos y compartir con ellos el pan, la cobija, el techo, etc.
8.
Canto:
Caminito de Belén.
9. Oración: Bendigo
al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se
gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Contempladlo y
quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al
Señor. Él lo escucha y lo salva de sus angustias. (Salmo 34,1ss.)
10. Aplicación personal.
6.
EL
CÁNTICO DE ZACARÍAS
1.-
El Benedictus.
Zacarías bendice al
Señor con la gozosa alabanza dirigida al Dios de Israel en agradecimiento por
su misericordia, indulgencia y bondad para con los hombres. Dios ha visitado a
su pueblo oprimido para redimirlo, para iluminar a los que yacían en tinieblas
y en sombras de muerte.
Dios nos ha enviado un
poderoso Salvador, cumpliendo las promesas mesiánicas del Antiguo Testamento a
un pueblo pobre y dominado. Promesas hechas por la boca de sus santos profetas.
2.-
¿Quién es Zacarías?
Hombre de estirpe
sacerdotal que servía en el Templo de Jerusalén y casado con una mujer llamada
Isabel: “Los dos eran justos ante el Señor y caminaban sin tacha en todos los
mandamientos y preceptos del Señor, no tenían hijos porque Isabel era estéril y
de avanzada edad” (Lc 1,5ss) Justos y sin tacha, son Zacarías e Isabel, ambos
son pertenecientes al pequeño resto: los
Anawin de Yaveh.
Zacarías recibió la
visita del ángel enviado por Dios, con
un anuncio de salvación de la misma manera que lo recibiría María en la
Anunciación, el ángel le dijo: “No temas Zacarías porque tu petición ha sido
escuchada, Isabel tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre
Juan” (Lc 1, 13).
“Será para ti gozo y
alegría y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor,
no beberá vino ni licor y estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su
madre. Profecía que se realiza el día de la Anunciación” (Lc 1,14). Ser grande
ante el Señor significa en la Biblia ser servidor del Plan Salvífico de Dios. Y
Juan fue consagrado como todo profeta desde el seno materno para revelar este Plan
que Dios manifiesta a favor de toda la Humanidad.
3.-
La misión del hijo de Zacarías.
“Y a ti niño te
llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar los
caminos, anunciando a su pueblo la salvación y el perdón de sus pecados”.
Juan Bautista lleno del
Espíritu Santo desde el seno de su madre Isabel debe preparar los caminos del
Señor, esto es, debe instruir al pueblo sobre la verdadera naturaleza de la
Redención, llevarle a la convicción de que la salvación consiste en el perdón
de los pecados y en la expulsión de los enemigos presentes en el corazón
enfermo del hombre y no en alguna otra cosa; es, por lo tanto, una salvación de
carácter religioso y no político.
4.-
El Plan de Vida.
El cántico presenta al Mesías
como la revelación de la Gloria de Dios, sin hacer referencia a su pasión y a
su muerte. La Gloria de Dios debe entenderse como la manifestación de vida de
Dios que Cristo hace presente (1Jn 5, 14ss).
El Plan de Dios es Plan
de vida, entendida la vida como amor, luz, verdad y libertad. Este plan fue
rechazado por el hombre en los orígenes de la historia humana. El hombre creado
por Dios para ser su hijo, ser hermano de los hombres y para vivir en el amor,
con sus palabras y comportamientos rechazó el plan de Dios para hacer su propio
plan independientemente de Dios.
5.-
El plan de muerte.
La actitud de nuestros
primeros padres inició a la humanidad en el plan de muerte elaborado por el
hombre; plan de mentira, soberbia, avaricia y de odio. “No quiero ser hijo, no
quiero ser hermano, no quiero servir” fue el grito de Adán y Eva frente al Plan
amoroso del Padre que los había elegido desde antes de la creación del mundo
para vivir en la libertad de los hijos de Dios, en el amor que se expresa en
servicio a la vida.
No amaré…no serviré… y
no obedeceré. Tres posturas que el hombre toma frente a Dios y frente al
pobre…tres respuestas que hunden sus raíces en el pecado de soberbia, por el
que el hombre busca ser adorado y servido por otros seres humanos. Tres actitudes
frente a la vida que hacen del hombre un enemigo de Dios y opresor de sus
hermanos…y lo sumergen en el mundo de las tinieblas y de la esclavitud.
Situación de vacío, de
angustia, de opresión y de miseria humana. Un hombre privado de libertad y de
vida divina al estar vacío de Dios. En eso consiste la muerte causada por el
pecado, en la ausencia de Dios del corazón del hombre y por lo tanto de amor.
En esta situación yacía Israel y la humanidad entera desde el pecado de
nuestros primeros padres. Situación de
des-gracia, de no-salvación y situación no querida por Dios. Y en esa misma
situación viven todos los hombres que siguen rechazando a Cristo y a su
Evangelio, buscando realizar sus propios planes de salvación.
6.-
El Plan de vida.
Con el anuncio de Dios
que envió su ángel a Zacarías y a María, el Plan de Dios, toma rostro humano en
la persona de Jesús de Nazareth: Jesús es el Plan de Dios. Es su poderoso
salvador. En Jesús, Dios en persona ha venido a salvar a su pueblo. En Jesús y
por Jesús que nos redimió, el Espíritu Santo actualiza en la vida del cristiano
este maravilloso Plan de salvación. Ahora los hombres nuevamente podrán decir,
siguiendo el ejemplo de Jesús: >>Si quiero ser hijo de Dios…si quiero ser
hermano de los hombres…si quiero amar. Si amaré, si serviré y sí obedeceré<<.
Este Plan de salvación
fue pensado por el Padre desde antes de que el mundo fuera creado. Fue
realizado por Cristo mediante su Encarnación, vida pública, pasión, muerte y
resurrección y es hoy día actualizado por el Espíritu Santo en la Iglesia de
Dios y de Cristo. TODO HOMBRE se inicia en este Plan de vida por su bautismo
que lo hace hijo de Dios, lo incorpora a Cristo y lo transforma en templo vivo
del Espíritu Santo. (cf Ef 1, 3- 14)
Al cristiano bautizado,
poseedor de la vida, vive en comunión con los hermanos y en obediencia al
“Mandamiento Regio del Amor” y por el mismo, comprometido en la edificación de
la comunidad cristiana. Comprometido en la construcción de la civilización del
amor. Esto es, el cultivo de todo lo que de bueno hay en cada ser humano, para
que sea puesto al servicio de todos. Solo dentro de este Plan maravilloso
pueden los hombres comprender que Dios creó todo para todos.
El Plan de Dios se
cimienta en tres ideas fuerza: El Amor, la Verdad y la Vida, es decir, en
Cristo: Camino, Verdad y Vida (Jn 14, 6), garantía de realización de personas,
comunidades y naciones. Así lo comprendió Zacarías que lleno de gozo exclamó: Dios nos ha enviado un poderoso salvador.
7.-
Finalidad de la salvación en Cristo.
La finalidad es doble y
tiene un sentido profundamente religioso que se manifiesta y expresa en todas
las dimensiones que afectan al hombre, tanto en las económicas como en las
políticas.
·
Destruir
la obra del Diablo (Hech 10, 38) (el plan de muerte). Mediante el perdón de l
os
pecados y la expulsión de todos los enemigos. Expulsión es sacar fuera todo lo
que hace daño al hombre, de todo lo que lo enferma, mata, divide y
despersonaliza.
·
Sembrar
la acción de Dios en la vida del hombre. Acción que tiende a llevar al hombre a
la madurez en Cristo en su caminar hacia Dios. Llenar al hombre de Cristo, es
la maravilla por la que Zacarías se llenó de gozo al contemplar la misión de su
hijo Juan Bautista, llamado a preparar los caminos del Señor.
8.
Aplicación
a nuestra vida.
·
Anhelar
la salvación al igual que Zacarías y como él invocarla en actitud de súplica
agradecida. Tenemos necesidad de oración para apresurar la venida del Mesías a
nuestras vidas.
·
Buscar
la vida, la verdad y el amor que Dios nos ha puesto en el corazón de cada
bautizado y que la Iglesia nos da en sus Sacramentos y en la Sagrada Escritura.
·
Ser
solidarios como hombres débiles que somos, con otros que aún no han conocido la
salvación de Dios, intercediendo por ellos y haciéndonos partícipes del Mensaje
de Jesús. Mensaje de gozo, alegría y esperanza.
9. Canto y oración: Salmo 71, 1-6.
7.
EL
CÁNTICO DE SIMEÓN
1.-
El Cántico de Simeón.
“Ahora, Señor, puedes
ya dejar a tu siervo irse en paz, según tu promesa; porque vieron ya mis ojos
al que es la salvación que tú envías, la que tú has preparado a la vista de
todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo
Israel”. Lc 2, 29-32. El Cántico es una alabanza a Dios en agradecimiento por
el cumplimiento de sus promesas. Desde ahora el anciano puede vivir en paz, tranquilo
y satisfecho, se ha iniciado el tiempo del reinado del Mesías.
El
cántico contiene las tres verdades fundamentales sobre Jesús:
a)
La primera verdad habla de Jesús como el enviado de Dios que viene a salvar a
los hombres. Salvación preparada por Dios significa, no solo el origen de la
misma, sino además, que es Dios mismo quien la realiza.
b)
La segunda verdad es que Jesús viene como Luz del mundo (Jn 8,12) La Luz es
símbolo del conocimiento, es decir, en Jesús y por Él los hombres podrán
conocer a Dios. Podrán reconocer sus pecados, sus necesidades y buscar la
salvación que Dios nos presenta. Podrán además distinguir entre lo bueno y lo
malo, entendiendo por bueno, todo lo que viene de Dios y por malo lo que viene
del mundo sin Cristo o del mismo Maligno.
c)
La tercera verdad supera el horizonte judío que esperaba una salvación
nacionalista. Jesús viene para todos: judíos y gentiles. “Salvación que tu
preparaste para todos los pueblos”. Dios quiere que todos los hombres se salven
y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4)
La fuerza del Cántico,
hablado por Simeón, está en las verdades divinas que contiene. Verdades que no
pueden ser comprendidas con la simple inteligencia humana, se requiere de la
“Gracia de Dios”. La razón es que el cántico tiene como Autor principal al
Espíritu Santo. El anciano tan sólo habla sus Palabras. Simeón presenta a
Jesús, el hijo de Dios como luz del mundo que viene a iluminar las tinieblas de
nuestro corazón. Quien se acerqué a Jesús, Luz del Mundo, recibe su Luz para no
caminar en las tinieblas (cfr Jn 8, 12ss). Pablo dirá a los efesios: “ustedes
antes eran tinieblas, pero ahora, al haber creído en Jesús, sois luz, y los
frutos de la luz son la verdad, la bondad y la justicia. “Lo viejo ha pasado,
lo que ahora hay es nuevo” (2 Cor 5, 17). Jesús viene a ser las cosas nuevas.
Viene a reparar las casas que están en ruina.
2.-
¿Quién es Simeón?
Dos son las
características de Simeón: La justicia y la piedad. Justo en la Biblia es el
hombre virtuoso, capaz de vivir en la voluntad de Yaveh, haciendo el bien y
cumpliendo la Ley; mientras la vida de piedad abarca todas las relaciones en
referencia a su vida en el culto a Dios y en la armonía con los demás. Justicia
y piedad hacen de Simeón un hombre lleno de mansedumbre, entendida ésta como la
virtud contraria al odio y a la agresividad; por tanto manso es aquel hombre
que cree que el amor es más fuerte que el odio, así mismo la liberación sólo
puede venir de Dios. Simeón al estar lleno del Espíritu Santo y por su estilo
de vida pertenece al pequeño resto: los Anawin de Dios que de acuerdo a las
palabras del profeta son hombres que están en pie de guerra contra la mentira,
la falsedad, la hipocresía, el odio y la venganza, etc.
El motivo de su gozo
pertenece a la experiencia del momento, con sus ojos corporales está viendo al
Mesías enviado por Dios en el pequeño Niño que María, su Madre sostiene en sus
brazos. Para Simeón el Mesías Salvador viene como luz a iluminar los pecados de
los hombres, tanto de judíos como de gentiles, así todo el que se acerque a
Jesús quedará al descubierto. La Luz de Cristo ilumina las mentes y los
corazones de los que viven en tinieblas para que lo acepten con fe.
3.-
La profecía de Simeón.
Después de bendecirlos
Simeón dijo a María su Madre: “Este está puesto para la caída y salvación de muchos
en Israel, y para ser señal de contradicción. Y a ti misma una espada te
atravesará el alma, a fin de que queden al descubierto las intenciones de
muchos corazones”. (Lc 2, 34-35)
Para Simeón Jesús es la
señal puesta por Dios. Muchos lo rechazarán incrédulos, se escandalizan con su
doctrina y se apartarán de los demás, haciéndose por ello culpables; otros
muchos lo acogerán en la fe, alcanzando así un resurgimiento espiritual que los
lleva a la renovación interior y por lo tanto a la posesión de la salvación de
Dios. Frente a Jesús la actitud del hombre no puede ser neutral: “o conmigo o
contra mí” (Mt 12,40)
La profecía descubre la
más grande de las verdades cristianas: La salvación por la fe y no por las
obras de la Ley. Entendiendo como fe la adhesión a Cristo y por obras de la
Ley, los frutos de la carne. Adhesión a Cristo equivale a acoger el amor de
Dios hecho hombre en la persona de Jesús. La fe exige como segundo paso vivir
conforme al Evangelio y en tercer lugar asumir el destino de Jesús, que no es
otro que manifestar a los hombres el rostro amoroso de su Padre.
Posibles preguntas para
aplicarlas a nuestra vida:
4.-
¿Qué hemos de hacer para tener vida eterna?
La respuesta la
presenta el Evangelio de Juan: “Creer en el que Dios ha enviado”. La fe cristiana, la que da fruto por estar
unidos a Cristo, es aquella que tiene obras de conversión, de misericordia y de
justicia, es por lo mismo una fe que lleva al cristiano a vivir en la santidad,
entendida ésta como el amor de Dios en el corazón del hombre. Santo es el
hombre que ama a Dios y a sus hermanos. Es una fe que libera y que salva. Las
obras que el cristiano está llamado a dar, las encontramos en el Sermón de
Jesús llamado “Las Bienaventuranzas” que encontramos en el Evangelio de Mateo
5, 3ss.
5.-
¿Cómo es el Mesías que nosotros esperamos o que conocemos?
·
Triunfalista
y nacionalista como el de los Zelotas que traería la liberación de los romanos
como opresores en turno de Israel y que a su vez convertiría al pueblo en una
potencia que dominaría sobre todos los pueblos de la tierra. Este es el Mesías
esperado en el Antiguo Testamento y esperado aún hoy día por muchos judíos y
aún por muchos cristianos.
·
Manso
y humilde como el de Simeón, que trae una salvación del pecado para todos los
hombres. Mesías que se presentó con signos débiles: Una pobre Madre que lo
cargaba en sus brazos y que sólo tuvo para ofrecer una oblación en cumplimiento
de lo descrito por la Ley, dos palomas.
·
Un
Mesías de aparador, bonito y cómodo que no nos cuestiona ni nos reta al
compromiso liberador de la persona humana y de la comunidad. Este es el Mesías
de muchos creyentes que viven el cristianismo a su manera.
6.-
¿Cuál ha sido la obra del Espíritu Santo en nosotros?
· Llevarnos
a Cristo por la fe, esperanza y caridad. La Obra del Espíritu Santo es hacer
que el mundo crea en Jesús, para que creyendo se salve y tengamos vida en Él.
·
Renovarnos
y purificarnos interiormente como expresión de las relaciones con Dios y con
los demás hombres de la comunidad. Relaciones de paz y de justicia, fraternidad
y solidaridad.
·
Apartarnos
de la “Violencia” exterior que se manifiesta en la separación de los demás y en
la lucha de clases. La violencia interior libera y purifica. La violencia
exterior divide y destruye las comunidades.
7.
¿Es realmente Cristo nuestro Salvador y Señor?
Hemos tenido
experiencia de perdón y de liberación de nuestros enemigos, entendiendo que
estos son los enemigos de la salvación: Mundo, Maligno y Carne. Siendo el más
peligroso la carne corrompida por el pecado, entendiendo como carne el “Yo”,
egoísta, lleno de envidia y de egoísmo, conocido como el “Ego” que responde al
“hombre viejo” de Pablo (Ef 4, 17- 18).
¿Hemos tenido
experiencia de liberación del poder de nuestros ídolos personales o comentarios?
Ídolo es todo lo que ocupa el centro de nuestra vida, aquello por lo cual y
para el cual vivimos. Cristo sería solo un adorno, un algo que usaríamos para
nuestros intereses personales. El quiere ser el Salvador y el Señor de nuestras
vidas. Démosle una oportunidad en esta Navidad.
8.-
Aplicación a la vida.
·
Navidad
es dejar que el Espíritu Santo realice en nosotros la salvación de Dios. Quien
padece en su vida esta acción liberadora, podrá dar testimonio al igual que
Simeón del Mesías de Dios.
·
Navidad
significa ruptura con situaciones de pecado. Es liberación de todo lo que hace
daño, es decir, lo que no viene de Dios. Navidad es ser justificación por la
fe.
·
Navidad
significa reconocer el rostro de Dios en los menos favorecidos y comprometerse
por ellos como luz y no como tinieblas. Ser luz de ellos significa ayudarles a
salir de situaciones menos humanas a otras más humanas y de éstas a situaciones
cristianas.
·
Navidad
significa encuentro con María y el Niño, y por lo tanto con la familia, los
amigos, con los extraños y aún con los enemigos de acuerdo a las palabras de
Jesús: “Ama a tu enemigo y ora por quien
te persigue” (Lc 6, 27ss).
·
Navidad
significa vida nueva, como fruto del nuevo nacimiento de aquel que recibe a
Jesús como el “Don” de Dios. Navidad siempre será una época de Gracia, de
entrega y apertura: don y respuesta.
9.
Canto:
10.
Oración: Su misericordia llega a sus fieles de generación en
generación. Él hace promesas con su brazo: dispersa a los de corazón soberbio,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los hambrientos
los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia Israel, su
siervo, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros
padres, a favor de Abraham y su descendencia por siempre”
11.
Compromiso Personal
8.
LA
HUIDA A EGIPTO
1.-
La Huida a Egipto.
El Ángel habla, no con
María, sino con José, le dice: “Levántate
toma al Niño y a su Madre y huye a Egipto y estate allí hasta que yo te diga.
Porque Herodes va a buscar al Niño para matarle.” Él se levantó, tomó de
noche al Niño y a su Madre y se retiró a Egipto. (Mt 2,13ss).
La huida a Egipto se
debe comprender a la luz de la historia de la Salvación. Responde a una
profecía del profeta Oseas “De Egipto he llamado a mi Hijo” (11,1) Egipto es el
lugar donde fueron esclavizados los hebreos a lo largo de 430 años. Egipto
significa para Israel la tierra de la opresión y de explotación.
Apenas nacido, el tirano
Herodes se enfurece y José, la madre con el Niño tienen que huir y trasladarse
más allá de la frontera de su patria para irse a un país extraño donde reina el
misterio de la impiedad: Tentaciones y pruebas a lo largo de un viaje largo y
molesto.
El término “De Noche”
en sentido bíblico expresa el momento de las tinieblas, la hora de Satanás. El
momento en que reina el pecado. Jesús el Liberador del pecado, tiene por el
momento, que huir cubriéndose con las sombras de la noche. Ya llegará su Hora,
cuando el Príncipe de las tinieblas sea echado fuera y los hombres sean
liberados de su poder.
2.- Razones de la huida a Egipto.
·
Para
salvar la vida del Niño por medios naturales y sin intervención milagrosa
alguna. Enseñándonos a nosotros a huir de todos los peligros que atentan contra
nuestra salvación y a no tentar a Dios pidiéndole milagros cuando está a
nuestra mano realizar algunas cosas.
·
Para
que se cumpliese la profecía de Oseas: “De Egipto llamé a mi hijo”. Esta
profecía se refiere a Israel que Dios sacó de Egipto por medio de Moisés,
liberándolo así de las garras del Faraón. El Evangelista la aplica a Jesús, el
hijo por excelencia de Dios. También puede ser aplicada a cualquiera de
nosotros los que hemos sido rescatados de la servidumbre del pecado.
·
Para
que recibieran los paganos de Egipto las primicias de la futura redención de
Cristo, que había de extenderse al mundo entero.
·
Huye
a Egipto para que los que sufren persecución por el nombre de Cristo, los que
toleran persecuciones, los que aguantan injurias, permanezcan con fortaleza,
luchen con valentía, no abandonen la Iglesia, sino que se acuerden siempre que
el Señor sufrió siempre de manos de los pecadores.
3.-
La actitud de José.
José no se escandalizó,
no obstante hacía poco tiempo que el Ángel le había anunciado que el Niño
salvaría a su pueblo, y ahora no era capaz de salvarse a sí mismo, si no que
tenía la necesidad de huir. La razón es que aún no era tiempo de hacer
maravillas. Esto parece contrario a las promesas, pero José no dice nada porque
es un varón fiel. Nada pregunta, sino que obedece, cree y soporta todas las
pruebas con valentía. Acepta de Dios los trabajos, las fatigas y las alegrías
del Nacimiento de Jesús. Para la lengua semita José significa: “otra vez y otra
vez”. José es el hombre que obedece una y otra vez. Es el siervo prudente y
fiel.
La causa de la huida,
como dijimos antes, es el alboroto en la ciudad y la furia de Herodes, pero
además, responde al cumplimiento de la profecía de Oseas. Tres cosas podemos
decir sobre Egipto: Es la tierra del Faraón que sometió a Israel a la
servidumbre, figura del pecado. Egipto es también lugar de refugio, primero
para los descendientes de Jacob que fueron allá para no morirse de hambre;
después la sagrada Familia huye allá para no morir en las manos de Herodes.
Podemos decir que Jesús
es Maestro desde el mismo momento de su Nacimiento. Él nos enseña con su propia
vida. Nos enseña con su vida lo que es la vida cristiana: un camino lleno de
experiencias dolorosas, pero también gozosas. El dolor de la huída y el gozo
del regreso a la Patria. Su vida misma es una parábola, con la experiencia del
destierro se afirma como el Siervo doliente de Yahveh. Nos muestra el carácter
sacerdotal de una vida consagrada totalmente a la voluntad del Padre: “Heme aquí Oh Dios para hacer tu voluntad”
(Heb 10, 9), rezó Jesús al entrar en el mundo de los hombres y a lo largo de
toda su existencia terrena.
4.-
La vuelta de Egipto.
No sabemos cuánto fue
el tiempo que la sagrada Familia permaneció en Egipto pero la mayoría está de
acuerdo en afirmar que la estancia en Egipto no duró más de unos cuantos meses.
Como quiera que sea el Evangelista nos relata la vuelta de Egipto en la
siguiente forma:
Muerto Herodes, he aquí
que el Ángel del Señor se apareció a José en sueños diciéndole: “Levántate toma al Niño y a su Madre y
marcha a la tierra de Israel”. Ya no dice huye, sino marcha. Es la vuelta a
casa, al terruño para reunirse con los suyos.
Se levantó el
destierro, pudo volver a su patria e ir a instalarse en Nazaret en vez de en
Belén para que se cumpliera la Escritura: “Será llamado Nazareno” (Mt 2, 23).
Para nosotros es salir
de la servidumbre del pecado, el exilio, tierra de esclavitud, para ponernos en
camino de “éxodo”, e ir hacia la tierra prometida, tierra que mana leche y
miel. “levantaos puertas antiguas, se acerca vuestra liberación”.
5.-
Aplicación a nuestra vida.
·
La
vida cristiana no es una vida conformista y fácil. El cristiano ha de aprender
a luchar y a vencer las fuerzas del mal, las pruebas y los peligros que la vida
le vaya presentando. El camino es angosto y está lleno de obstáculos, internos
o externos, pero en cada uno de ellos el cristiano tiene la oportunidad de
madurar y de dar gloria a Dios.
·
Las
pruebas de la vida son experiencias liberadoras que purifican la fe y dan
crecimiento espiritual cristiano. Sólo los que sufren maduran y tienen una
enseñanza para los demás.
·
Preocuparnos
por los que no tienen casa, ni tierra, ni patria, por los que están de paso,
sabiendo que Jesús fue forajido en tierra extranjera.
·
Ayudar
a los demás en los momentos difíciles, momentos de carestía económica, de
aridez espiritual, de sufrimiento y dolor para nuestros hermanos los hombres.
El camino no es tan pesado cuando compartimos las cargas de los demás.
De la manera que María
y José no estuvieron solos en su penoso viaje a Egipto al contar con la compañía
de Jesús Niño, podemos afirmar también que nosotros contamos con la compañía de
Cristo Resucitado en el camino de la vida en cada uno de los momentos difíciles
de la vida.
6. Canto: Juntos como hermanos.
7.
Oración: “Mi corazón se regocija por el Señor, mi poder se
exalta por Dios; mi boca se ríe de mis adversarios, porque gozo con tu
salvación. Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se ciñen
de valor; los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos
engordan; la mujer estéril da a luz siete hijos, mientras que la madre de
muchos queda baldía”.
8. Compromiso: personal
9. Jesús es Dios que salva
1.- ¿Quién es Jesús de Nazaret?
La respuesta correcta
sólo nos la puede dar el mismo Jesús, por lo que tendríamos que invertir la
pregunta ¿Jesús quién eres tú? La respuesta la encontramos en la Palabra de
Dios:
Jesús
es Emmanuel que significa Dios con nosotros, Dios entre nosotros y Dios a favor
de nosotros (Is 7,14). Jesús nos revela el rostro misericordioso de un Padre
que ama a sus hijos con amor eterno e incondicional (Jer 31, 3).
Jesús
es Yahve que Salva: es Salvador y es Salvación de Dios para los hombres (Mt
1,21). La salvación de Jesús puede ser de males y peligros. Salva de los
enemigos, bien dando la victoria o devolviendo la libertad, ya que habiendo
perdido la batalla el hombre es convertido en esclavo o es hecho prisionero.
Jesús salva del pecado, del demonio y de los males espirituales. Razón por la
que Jesús es llamado sin más el Salvador del Hombre.
Es
el Hijo de Dios (Mc 1, 1) que ha tomado
rostro humano para amarnos con corazón de hombre (Jn 14, 7s)
2.-
La Misión de Jesús (Lc 4,16-18)
· Para dar las buenas noticias a los pobres. Pobre es todo
aquel que tiene una necesidad real; los hambrientos, los sedientos, los
desnudos, los forasteros, los enfermos, los encarcelados, los oprimidos y
explotados. Pobres son los de corazón quebrantado, los que se encuentran
cautivos, los encadenados, los de espíritu abatido, los que sufren opresión y
no se pueden defender, los despreciados, aquellos de quien se abusa, aquellos
que no tienen salvación, que nada tienen que esperar de este mundo y por lo
mismo todo lo esperan de Yahveh Dios.
Mientras
que pecador es todo hombre, por eso Jesús exige como condición para poseer el
Reino de Dios reconocer el propio pecado y la propia miseria (1 Jn 1,8-9) a la
vez aceptarlo como el Enviado del Padre
(Jn 6, 39-40) y abrirse a la acción del Espíritu Santo que guía a los hijos de
Dios (Rom 8, 14ss). En el tiempo de Jesús, pecador es todo aquel que se llevaba una vida inmoral, como los adúlteros
y tramposos; los que ejercen una profesión deshonrosa como los publicanos, los
pastores, los borriqueros, los vendedores ambulantes y los curtidores.
· Para sanar a los afligidos del corazón. Para Jesús
sanar es lo mismo que salvar; quitar lo que hace daño, lo que enferma,
entristece o mata. Jesús sana y salva el alma. Sana y salva el cuerpo.
· Para anunciar a los presos la libertad. Existen dos
tipos de presos: los que están en las cárceles y los que están presos de su
pecado: egoísmo, etc. Jesús libera el corazón del hombre, así muchos que pueden
estar en las prisiones pueden ser en realidad más libres que los que están en
las calles.
· Para dar vista a los ciegos. La ceguera
espiritual es una modalidad de pecado. Es lo que impide identificar la obra de
Dios en los seres humanos y en la creación. Es la que impide distinguir entre
lo que viene de Dios y viene del Maligno. También podemos decir que ciego
espiritualmente es el hombre que odia y se llena de los deseos de venganza.
Ciego es el que busca la salvación fuera de Jesús.
· Para poner en libertad a los oprimidos. La opresión del
pecado se manifiesta en la incapacidad de ser uno mismo. Es un vacío de
libertad. Esta opresión puede ser causada por traumas, miedos, odios, envidias,
del amor al dinero, etc., pero también puede ser causada por la influencia de
los espíritus del Mal en las personas, en las familias o en las comunidades. En
este pasaje del Evangelio de Lucas, Jesús expone su programa de trabajo durante
los tres años que duraría su ministerio. En su plan se encuentran cuatro
objetivos que se propone realizar:
o
Liberar
y sanar del pecado: Me ha ungido para dar buena noticia y liberar a los presos.
Presos son los que se encuentran privados de su libertad.
o
Liberar
y sanar de las enfermedades espirituales, miedo, odio, remordimientos y complejos
para sanar a los afligidos del corazón.
o
Liberar
y sanar de las enfermedades físicas: para dar vista a los ciegos. Ceguera
física como también ceguera espiritual.
o
Liberar
y sanar de la influencia diabólica: para liberar a los oprimidos.
Jesús
es el profeta del Padre, expone y proclama una liberación integral del hombre
por eso pasó la mayor parte de su ministerio sanando cuerpos y corazones, es
decir, al hombre integral: mente, cuerpo y espíritu (1 Tes 5, 21).
“Pues les voy a demostrar que el
Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados”. A ti te
digo: Levántate toma tu camilla y vete a tu casa”
(Lc 5, 24)). En la casa de simón el leproso Jesús perdonó los pecados de una
mujer de mala fama: Entonces dijo a la mujer: “Tus pecados. te son perdonados”. (Lc 7,48)
Con
estos dos ejemplos podemos decir que Jesús sana del pecado liberando,
reconciliando y perdonando. Tanto el paralítico como la pecadora fueron
liberados de la peor de las enfermedades: la causada por el pecado.
Los
cristianos vemos la misión de Jesús como la “expresión amorosa de Dios”. Como “el acto supremo de obediencia al Padre
y, la Manifestación más sublime de amor a los hombres” por parte de Jesús. Su
misión la podemos resumir en tres palabras: Anunciar, reconciliar y salvar.
Estas palabras que corresponden al triple ministerio de Jesús como Sacerdote,
Profeta y Rey.
Jesús
es el Profeta anunciado y prometido por Yahveh en el Antiguo Testamento (Dt
18,20). Jesús no se predica a sí mismo, Él anuncia el Reino de Dios, su Padre:
“El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca” (Mt 4,17; Mc 1,14; Lc
4,43). Todos los hombres son llamados a entrar al reino de Dios mediante la fe
en Jesucristo y la conversión al Evangelio: Fe y conversión nos llenan de
Cristo y nos identifican con Él, nos hacen hijos de Dios, hermanos y servidores
de la Familia de Dios.
4. El Reino de Dios
predicado por Jesús significa tres cosas:
a) La paternidad divina:
Dios es Padre de los hombres y ejerce su poder real entre ellos.
b)
La sujeción al dominio de Dios, pero
no de manera forzada sino de manera libre y amorosa: “Hágase tu voluntad”.
Aceptar libre y conscientemente la voluntad de Dios, tal como se reza en el
Padre Nuestro.
c) La fraternidad solidaria entre
los hombres. Como consecuencia, el Reino se describe
como un Reino de paz, armonía interior y exterior, con Dios y con la Comunidad,
que ha de ser fraterna y solidaria; el Reino es amor, paz y gozo; porque en él
nadie vive para sí mismo (cfr Rom 14, 8).
Para
Jesús el Reino de los Cielos no es propiamente un lugar, Él lo identifica con
su Persona, razón por la que podemos decir que las expresiones, palabras y
obras de Jesús, son manifestaciones del Reino que no es comida ni bebida, sino
justicia, amor y paz en el Espíritu Santo.
· El Amor. Un amor que se muestra en hechos, no
sólo en palabras, pues hay que dar al que necesita y hay que expresarlo en el
servicio real a los demás. Es un amor sin límites que abraza con preferencia a
los pobres, pero que llega hasta a los propios enemigos. Todo el que ama se
convierte en un buscador de pobres, cojos, ciegos y lisiados, los busca para
ponerse al servicio de ellos. (Lc 14,12-14).
· La Paz. De labios de Jesús nada oímos de
venganzas. El Reino de Dios excluye las divisiones, los odios y las
enemistades, razón por la que se manifiesta en un espíritu de mansedumbre y
misericordia que nos hacen llegar al perdón de los mismos enemigos, al estilo
de Jesús que selló el más grande acto de amor con una exclamación: “Perdónalos
Padre, porque no saben lo que hacen”. La paz es el don de Dios a los hombres que
acogen en su corazón a Jesús y hacen de su Evangelio la norma de su vida. La
Paz es la armonía reconciliadora que Jesús trae a nuestros corazones. Nos
reconcilia con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con la naturaleza. La
Paz es el “Shalom” de Dios a los hombres de buena voluntad.
· El Gozo. El Gozo del Señor es consecuencia de
la acción amorosa que Él realiza en el corazón que le ha abierto las puertas.
Jesús no entra en nosotros con las manos vacías, lleva con Él el Gozo del
Espíritu, verdadera expresión del Reino de su Padre. El Gozo es fruto de la
Pascua de Cristo, es su don y su sello de liberación. Manifiesta que el reinado
del vacío y de la frustración ha llegado a su término.
De
la misma manera que afirmamos que la Paz es el primer fruto del Amor, así
podemos decir que el Gozo es el fruto de la Paz. Es la alegría de Dios al
regreso de los hijos ausentes que traen el sincero deseo de convertirse a los
valores del Reino, buscando el rostro del Hijo y deseando reproducir su imagen
(Lc 15, 7.10, 24).
6. Jesús reconcilia a
los hombres con Dios y entre ellos.
Jesús
es el Reconciliador, reconcilia en Él a la humanidad: une lo que el egoísmo, el
odio y el poder de las tinieblas había separado. La Reconciliación es la obra
de Jesús, podemos asegurarle al mundo que sólo Cristo reconcilia.
Juan,
el Discípulo amado, al describir la llegada de Jesús al mundo de los hombres
pone en labios de su Maestro la razón de su Presencia: “He venido para que
tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). La Vida que está en Cristo y
que es Cristo, es el Don de Dios a una humanidad enferma por el pecado. Es el
Don con el que Dios llena los vacíos de un corazón que genera violencia y
agresividad, que hace daño y destruye las relaciones entre los seres humanos.
La Vida con la que Cristo nos llena es imán que nos atrae hacia la Casa del
Padre y hacia el encuentro con los hermanos. Es el Poder que nos permite
extender la vida y que nos capacita para perdonar y para remover los obstáculos
que impedían abrazarnos como hermanos.
Jesús
nos reconcilia con nosotros mismos: nos une, nos llena de armonía, de paz
interior y luz para que nos veamos con la mirada de Dios Amor. Podemos ver el
caso de la mujer adúltera (Jn 8, 1-11). Jesús nos reconcilia con los demás, aún
los propios enemigos como en el caso de Zaqueo (Lc 19, 1-10). Jesús nos
reconcilia con Dios (Rom 5,10) (Ef 2, 11ss). Al abrirnos el camino hacia la
Casa del Padre como al hijo pródigo, Él es nuestra Reconciliación.
7. Jesús es el Salvador de los
hombres.
Jesús
es el Salvador de sus hermanos. Su nombre significa su Misión (Mt 1,21; Hechos
4,12). La Salvación que Jesús nos ofrece y nos gana tiene una dimensión
negativa y otra positiva. Cristo nos quita y nos da. Nos quita el pecado y nos
llena con su Gracia; nos saca de las tinieblas para introducirnos en el Reino
de su Luz. Nos libera del odio y nos llena con su amor. La Salvación no da
comienzo el día que nos muramos, sino aquí ya, y ahorita “Hoy es el día de la salvación”. La salvación que Cristo nos trae de
parte del Padre es personal y comunitaria, corporal y espiritual, presente y
futura. Es un don de parte de Dios, el hombre la acoge o la rechaza: su
decisión es individual, no puede ser derogada a otras personas. “De que le sirve al hombre que Cristo nazca
mil veces en el pesebre de Belén, sino nace en su corazón”.
10. Aplicación a nuestra vida.
a)
Renovar
el compromiso de nuestra fe cristiana: aceptar a Jesucristo como nuestro
Salvador personal para poder apropiarnos de los frutos de la redención: el
Perdón y la Paz.
b)
Renovar
nuestro compromiso bautismal: vivir como un verdadero hijo de Dios y hermano en
Cristo de los demás, mediante la renuncia al pecado, guardando los Mandamientos
y practicando las virtudes cristianas.
c)
Comprometernos
con el Señor Jesús desde su Iglesia a llevar la Buena Nueva a todos los hombres
como discípulos misioneros de Jesucristo.
d)
En
obediencia a la Palabra de Cristo, es la “opción de ir en la búsqueda, entrega, donación y servicio
a los más pobres o menos favorecidos de la comunidad o del barrio”.
e)
Hacer
un compromiso de cada día de: hacer momentos de silencio para interiorizar la
Palabra de Dios; tener momentos fuertes de oración íntima, cálida, extensa e
intercesora; dedicar tiempos fuertes al estudio de la Palabra y la enseñanza de
la Iglesia.
11. Canto: Noche de Paz.
12. Oración: “Ven,
Señor, y haz tu obra. Despiértanos, incítanos. Enciéndenos. Arrástranos hacia
adelante. Sé aromático como las flores y dulce como la miel” Enséñanos amar y
avanzar”. San Agustín.
Compartir un acto de
amor: la “Cena de Navidad”.
Feliz Navidad para todos los
hombres de buena voluntad
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