La Palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante
que espada alguna de dos filos.
Iluminación. La Palabra de Dios es viva
y eficaz y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las
fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta
los sentimientos y pensamientos del corazón.
“Permanezcan
en mi Palabra” (Jn
8, 31- 32) Es la exhortación de Cristo Jesús a los creyentes de todos los
tiempos. Sin la Palabra los hombres permanecemos en las tinieblas, sin la luz y
sin la verdad que nos hace libres. Sin la Palabra no conocemos a Cristo Jesús,
No lo amamos y no le servimos. Ese es el lamento del Señor nuestro Dios, desde
la época de los profetas, hasta el día de hoy. “Escuchad la palabra de
Yahveh, hijos de Israel, que tiene pleito Yahveh con los habitantes de esta
tierra, pues no hay ya fidelidad ni amor, ni conocimiento de Dios en esta
tierra; 2. sino perjurio y mentira, asesinato y robo, adulterio y
violencia, sangre que sucede a sangre. 3. Por eso, la tierra está en
duelo, y se marchita cuanto en ella habita, con las bestias del campo y las
aves del cielo; y hasta los peces del mar desaparecen. ¡Pero nadie pleitee ni reprenda nadie, pues sólo contigo, sacerdote, es
mi pleito!” (Os
4, 1- 4) Hoy podemos decir que todo bautizado tiene la responsabilidad de
buscar y dar a conocer la Palabra de vida, pero, el primer responsable es el
sacerdote como ministro de la Palabra de Dios, instituido y elegido para ser
profeta, sacerdote y rey para proclamar las maravillas del Señor.
“Permanezcan en mi Palabra” (Jn 15, 7- 17) La vida
espiritual comienza en nuestro interior cuando Dios nos dirige su Palabra y la
escuchamos con el corazón (cf Rm 10, 17) La escucha de la Palabra de Dios nos
inicia en la conversión de la mente y del corazón. Lo primero que nos cambia es
la idea que se tenía de Dios. Pasé de un Dios lejano, poderoso y castigador, a
un Dios, Padre, misericordioso y cercano que se hizo hombre para amarnos con un
corazón de hombre. El Dios que irrumpió en mi vida para decirme andas
equivocado, vuelve el camino que lleva a la Casa de mi Padre. La obediencia a
este primer llamado me llevó a conocer la “confianza” que pronto se convirtió
en “esperanza” que dio orientación a mi vida por el “camino del
arrepentimiento” para despojarme de la carga del hombre viejo y con alegría
seguir las huellas de Jesús para entrar en los terrenos de la “verdad y de la
caridad” (cf Rm ,1- 5; Ef 5, 8; 1 Ts 1, 3)
“Permanezcan en mi Palabra” La
Palabra de Dios es poderosa: nos limpia, nos libera, nos consagra, nos guía a
la salvación por la fe en Cristo Jesús y nos perfecciona para toda obra buena
(2 Tim 3, 14- 16) La Palabra nos confirma que el Espíritu Santo está implícito
en ella, son inseparables. La acción del Espíritu Santo y la Palabra de Cristo
nos convencen de que Dios nos ama incondicionalmente a todos y a cada uno de
los hombres. Nos convence de que somos personas creadas a imagen y semejanza de
Dios (Gn 1, 27) Nos convence que todos somos pecadores
necesitados de la gracia de Dios, que el hombre no puede salvarse a sí mismo.
Nos convence que Cristo es nuestra salvación y nuestro Salvador (Jn 16, 8; Hech
4, 12) “Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he
anunciado. (Jn 15, 2) Palabra sanadora, Palabra liberadora y santificadora. No
basta para escucharla ni para meditarla, ha de ponerse por obra. Ha de vivirse
y ponerla en práctica en obediencia a la voluntad de Dios. Según las palabras
del mismo Jesús: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de
Dios y la cumplen.» (Lc 8, 21) Pero él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la
Palabra de Dios y la guardan.» (Lc 11, 28) El mismo Lucas haciendo eco de Mateo
nos dice: «¿Por qué me llamáis: “Señor, Señor”, y no hacéis lo que digo? (Lc 6,
46) Creer en Jesucristo significa “confiar, obedecerlo y amarlo, pertenecerle,
seguirlo y servirlo, y esto, en cumplimiento de las palabras de la Madre: “Hace
lo que él os diga” (Jn 2, 5) y en cumplimiento del mandato de Dios: Crean en
Jesucristo y ámense los unos a los otros” (1 Jn 3, 23).
Escuchemos al profeta Isaías y
descubramos la importancia de conocer la Palabra de Dios y ponerla en práctica:
“Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce,
mi pueblo no discierne.” (Is 1, 3) No conoce la voluntad de Dios, manifestada
en su Palabra, razón por a que ha caído en la “idolatría” No conoce la Ley o
conociéndola no la obedece y no sigue los Mandamientos que son Palabras santas
y divinas. Razón por la que los profetas hacen un llamado continuo al
arrepentimiento y a la conversión:
Oíd
una palabra de Yahveh, regidores de Sodoma. Escuchad una instrucción de nuestro
Dios, pueblo de Gomorra. «¿A mí qué, tanto sacrificio vuestro? - dice Yahveh -.
Harto estoy de holocaustos de carneros y de sebo de cebones; y sangre de
novillos y machos cabríos no me agrada, cuando venís a presentaros ante mí.
¿Quién ha solicitado de vosotros esa pateadura de mis atrios? No sigáis
trayendo oblación vana: el humo del incienso me resulta detestable. Novilunio,
sábado, convocatoria: no tolero falsedad y solemnidad. Vuestros novilunios y
solemnidades aborrece mi alma: me han resultado un gravamen que me cuesta
llevar.Y al extender vosotros vuestras palmas, me tapo los ojos por no veros.
Aunque menudeéis la plegaria, yo no oigo. Vuestras manos están de sangre
llenas: lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mi
vista, desistid de hacer el mal, Aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad
sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda.
Venid, pues, y disputemos - dice Yahveh -: Así fueren vuestros pecados como la
grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la
lana, quedarán. Si aceptáis obedecer, lo bueno de la tierra comeréis.
Las
oraciones, las alabanzas, los sacrificios, las devociones, las fiestas
religiosas… “No son agradables a Dios” Porque se hacen dentro de una vida
“mundana, pagana, de pecado” Una vida según la carne no es grata a Dios (Rm 8,
8) Las devociones y oraciones sin compromiso en favor de los menos favorecidos,
son tan sólo manifestación de una fe mediocre y superficial, De la misma manera
pude decirse de un culto sin verdadera adoración a Dios al no haber un
sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Rm 12, 2)
Qué
hermoso es el mensaje de Pablo a todos los predicadores de hoy, ayer y siempre:
Bien sabéis vosotros, hermanos, que nuestra ida a vosotros no fue estéril, sino
que, después de haber padecido sufrimientos e injurias en Filipos, como sabéis,
confiados en nuestro Dios, tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de
Dios entre frecuentes luchas. Nuestra exhortación no procede del error, ni de
la impureza ni con engaño, sino que así como hemos sido juzgados aptos por Dios
para confiarnos el Evangelio, así lo predicamos, no buscando agradar a los
hombres, sino a Dios que = examina = nuestros = corazones. =Nunca nos
presentamos, bien lo sabéis, con palabras aduladoras, ni con pretextos de
codicia, Dios es testigo, ni buscando gloria humana, ni de vosotros ni de
nadie” (1 Ts 1- 6)
El Señor
quiere extender nuestro corazón, pero no para llenarlo de fama, prestigio o
dinero, sino, de justicia, misericordia, fidelidad, humildad y mansedumbre,
según la invitación que nos hace el Señor Jesús a todos: “Aprendan de mi que
soy manso y humilde de corazón” (Mt 11, 29) Sólo que antes de eso, hemos de
limpiar el “interior” para que también quede limpio el “exterior” (Mt 23, 26)
Las Palabras del Señor son un llamado a la conversión de corazón; un llamado al
amor, a entrar en el Reino, un llamado al amor: “El que tiene mis
mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de
mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él. Jesús le respondió: «Si
alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y
haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que
escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado.” (Jn 14, 21.23- 24) Hora
podemos comprender las palabras de la Escritura: “Sin fe nada es agradable a
Dios” (Hb 11, 6)
La fe es
amor, es hacer la voluntad de Dios, es la respuesta a la Palabra y al Amor de
Dios. La fe es un Alguien, es Cristo Jesús que habita por la fe en nuestros
corazones: La fe es nuestra vida, es Jesús, nuestra Salvación. Por la fe
estamos en la Nueva y eterna Alianza; por la fe le pertenecemos, lo amamos y le
servimos con un corazón redimido, salvado y santificado. (Rm 5, 1-5) “Sin mi
nada podes hacer” (Jn 15, 1- 5) 7. “Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi
Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. Como el Padre me
amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de
mi Padre, y permanezco en su amor.” (Jn 15, 7- 10)
Padre
Santo te pedimos por tu Hijo que nos des Espíritu Santo para que ayude a ser
obedientes a tu Palabra de vida, luz y de verdad.
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