MI AGRADECIMIENTO A MI SALVADOR, MAESTRO,
SEÑOR Y AMIGO AL CUMPLIR 25 AÑOS DE MI . ORDENACIÓN SACERDOTAL.
Iluminación. Jesús dijo entonces a los
Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?» Le respondió Simón Pedro: «Señor,
¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y
sabemos que tú eres el Santo de Dios.»
Jesús les respondió: «Fijaos, yo os he elegido a vosotros, los Doce. Y,
sin embargo, uno de vosotros es un diablo.» (Jn 6, 67- 70).
Gracias al
Señor Jesucristo, a mi Familia y a la Iglesia. Gracias a Dios Padre que me eligió
en Cristo desde antes de la Creación del mundo para estar en su presencia, para
servir a su Familia, santa e inmaculada en el amor (Ef 1, 4) No fui yo quien
eligió ser sacerdote para servir a la Iglesia y en ella a la Humanidad. La
elección, gratuita, inalterable y funcional, vino de otra Fuente: “No me habéis
elegido vosotros a mí; más bien os he elegido yo a vosotros, y os he destinado
para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto sea duradero” (Jn 15, 16). Elección
que manifiesta el Amor eterno e incondicional de Dios para cada uno de nosotros
y para todos, Dios a nadie excluye, a todos ama para algo, para una Misión.
Elección que implica tres manifestaciones del amor de Dios a quienes llama al
servicio: la Iluminación, la separación y la ornamentación (cf Gn 1, 1- 26)
¿De dónde vengo?
Con palabras
de la Biblia, vengo del caos, del vacío, del pozo de la muerte, de la
esclavitud, de los terrenos de las tinieblas. Me apropio de la promesa de Ezequiel
que habla de la acción de Dios para realizar su Obra redentora en la Plenitud
de los tiempos: “Por eso, profetiza y diles: Esto dice el Señor Yahvé: Voy a
abrir vuestras tumbas; os sacaré de ellas, pueblo mío, y os llevaré de nuevo al
suelo de Israel. Sabréis que yo soy Yahvé cuando abra vuestras tumbas y os haga
salir de ellas, pueblo mío. Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; os
estableceré en vuestro suelo, y sabréis que yo, Yahvé, lo digo y lo hago” (Ez
37, 12- 14; cf Gál 4, 4- 6).
¿Para qué estoy aquí?
Como miembro
del Cuerpo de Cristo por mi Bautismo (cf Gál 3, 27) estoy en comunión en la
Comunidad de Cristo que llamamos “Iglesia.” Según las palabras del apóstol san
Pablo: “Y todo orientado a la
edificación del cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad de la
fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la
plena madurez de Cristo” (Ef 4, 12- 13) Estoy aquí para amar y servir a la
Familia de santos y pecadores, de fuertes y débiles, de sanos y de enfermos,
según las instrucciones del Señor Jesús: “Lávense los pies los unos a los otros
(Jn 13, 13) “y, ámense los unos a los otros como yo loe he amado” (Jn 13,
34) La motivación de mi vida es el amor
de Cristo que se manifiesta en el Servicio.
Llamado por el
Señor a servir evangelizado con los dos “denarios recibidos:” La Palabra y los
Sacramentos. Evangelizar es enseñar a vivir en comunión con Dios, con los
demás, con la naturaleza y con uno mismo. Evangelizar es enseñar para dar a
conocer “el arte de amar.” Amar a Dios y al prójimo, a todos y a los enemigos,
pero, especialmente a los más débiles. Evangelizar es “enseñar el arte de
servir” con todo y a todos, al estilo del Maestro de Nazaret que se entregó por
todos (Ef 5, 1- 2) Servir a vivir dignamente, como personas, valiosas
importantes y dignas. Servir para ayudar a crecer en la fe, la esperanza y en la
caridad, para que todos vivamos en la libertad de los hijos de Dios (cf Gál 5,
1. 13)
¿Hacia dónde voy?
El Señor Jesús
al principio del Camino me entregó dos Palabras: ÁMAME Y SÍGUEME” Dos palabras
pero, un estilo de vida: vivir como Jesús que se pasó la vida haciendo el bien
y liberando a los oprimidos por el mal (Hch 10, 38) Cuando el servidor se deja
conducir por el Espíritu Santo se realiza en nuestro interior la “Obra
redentora de Cristo” “Nos hace libres, nos reconcilia, nos transforma y nos
promueve” Nuestra vida está orientada hacia los terrenos de Dios: la Verdad, el
Amor y la Vida.”
La obra del
Espíritu Santo es conducirnos a Cristo y configurarnos con Él, para reproducir
su Imagen (cf Rm 8, 29) y llenarnos con sus pensamientos, sentimientos,
preocupaciones, intereses y luchas, para que en nuestra vida broten las
actitudes cristianas y se conviertan en los frutos de la fe, y más allá en los
“Valores del Reino,” entre ellos “el compartir, la dignidad humana, la
solidaridad humana y el servicio, especialmente a los menos favorecidos.” El
camino es angosto y se avanza con dificultades. Se entiende como el camino de
la cruz que nos lleva a la madurez en Cristo (Ef 4, 13). Madurez que nos lleva
a una vida redimida y resucitada al servicio del Evangelio de Jesucristo (cf
Flp 1, 29) Hermosa misión a la que san Pablo le asigna algunas características:
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