EL CAMINO PARA RENOVAR MI MINISTERIO
PASTORAL
¿Qué clase de sacerdote pretende la Iglesia
poner en la calle para el siglo XXI?
1) A
la luz de la “Pastores Dabo Vobis , que el sacerdote sea el hombre de la
Caridad Pastoral, un ser para la entrega. Un ser para los demás. Con la
disponibilidad de hacer la voluntad de Dios y seguir a Cristo Jesús “que se
pasó la vida haciendo el bien y liberand
o a los oprimidos por el mal (Hch 10,
38).
2) Que
sea humano: autónomo, responsable, libre
y capaz de amar, para que sea el hombre de la entrega, con la tarea de
humanizar la religión, la educación, la política y la economía para que el
hombre sea visto como un fin en sí mismo y no como un medio o títere de los
demás.
3) Qué
sea discípulo misionero con la disponibilidad incondicional de salir fuera con
la fuerza del Espíritu para ponerse en camino de éxodo hacia la Tierra
Prometida: La configuración con Jesucristo, Buen Pastor. Salir de uno mismo
para ponerme en camino e ir al encuentro de los menos favorecidos.
4) Qué
sea un ser comunitario y solidario para que pueda ser promotor de comunidades
fraternas, dignas, solidarias y serviciales. Fomentando en amor recíproco que
permita servir con otros y en favor de otros.
5) Qué
sea compasivo y misericordioso con sus hermanos los más débiles y frágiles. Que
aprenda a ser uno con los pobres por el camino de la solidaridad para que
cargue con sus debilidades (Rom 15, 1)
6) Qué
sea capaz de enriquecer a sus hermanos los hombres con su “pobreza evangélica". La riqueza del sacerdote de
Jesucristo es el ser hijo de Dios, hermano de los hombres y servidor de ellos.
Mientras que su pobreza es su kenosis, la negación de sí mismo y su obediencia
al que lo eligió para ser el servidor de la Comunidad eclesial.
7) Que
sea un hombre con los pies sobre la tierra, se anonade, se humille a sí mismo
para que su amor sea auténtico y pueda con libertad interior servir a sus
hermanos.
¿Cuáles son las condiciones para ser
verdaderamente dignos para las relaciones con Dios?
·
Llevar una vida digna del Señor, dando siempre
frutos y creciendo en el conocimiento de Dios como verdadero discípulo de
Cristo Jesús mediante la práctica de las virtudes y la vivencia de las Bienaventuranzas
(cfr Col 1, 9- 12; Mt 5, 3ss)
·
Guardar los Mandamientos: la obediencia de la
fe: amar y servir al Señor. (Jn 13, 13-35)
·
Guardar sus Palabras (Jn 14, 23; Mt 5, 3). Para
configurar mi vida con Jesús.
·
Seguir a Jesús, servidor de los hombres (Jn 13,
13ss) Lavar pies para ayudar a otros a crecer en la fe y a vivir dignamente
como personas dignas, valiosas e importantes.
¿Cómo se desarrolla el crecimiento de la fe en Cristo sumo y eterno
sacerdote?
·
Cristo es digno de fe por su obediencia al Padre
y por su donación y entrega a los hombres (Flp 2, 8; Gál 2, 20; Ef 5, 2; 5,
25).
·
Mi Padre siempre me escucha porque yo hago lo que
él le agrada (Jn 14, 31).
·
“La fe en Cristo Sumo y eterno Sacerdote está
cimentada en dos columnas: Ámame y Sígueme. Esto exige confianza, abandono en
sus manos y rompimiento con todo lo que sea incompatible con el reino; dejando
nidos y madrigueras (Lc 9, 58) para hacer del Reino el ideal de la vida.
·
La obediencia de la fe se hace confianza, abandono,
pertenencia, donación, entrega y servicio, toda una vida consagrada al servicio
del Reino de Dios.
¿Cuál es el contacto con su Palabra?
·
Jesús se abandona plenamente en las manos del
PADRE. Es el Padre de sus confianzas. Por eso se sabe propiedad, total y
exclusiva de su Padre.
·
Se siente amado por el Padre y uno con él. Sus
preocupaciones, sentimientos, pensamientos, intereses y luchas son las del Padre.
·
Mi Padre siempre me escucha porque yo hago lo
que a él le agrada (Jn 14, 31). Jesús hace de la palabra de su Padre la delicia
de su vida. Hasta llegar a decir: “Mi alimento es hacer la voluntad de mi
Padre” (Jn 4, 34).
¿Nosotros
tenemos confianza en su Palabra?
·
Su Palabra es la delicia de mi vida.
·
Su Palabra es viva y eficaz (Heb 4, 12)
·
Es la alegría de mi corazón.
·
Es luz en mi camino y lámpara para mis pies.
·
Es mi arma poderosa para luchar con mi
adversario.
·
Es fuego y martillo que rompe barreras y purifica
obstáculos.
·
Es la verdad liberadora, santificadora capaz de
llevarnos a la salvación y a la perfección cristiana por el amor en la verdad y
por la fe en Cristo Jesús (2 Tim 3, 14s).
¿Qué actitudes afectan
la confianza en Cristo?
·
La mente embotada por el egoísmo que lleva al
individualismo enfermizo.
·
La incredulidad, rebeldía y dureza de corazón
que llevan al rechazo a Dios (Ef 4, 17-18).
·
La acedia, la pereza intelectual, la poca o nula
oración que llevan al vacío de Dios (Gál 5, 19).
· Los criterios mundanos: El afán por las riquezas
y la autosuficiencia, la indiferencia y el egocentrismo (cfr Rm 12, 2) que
llevan al rechazo fraterno y al odio asesino.
·
La vida mundana y pagana, es decir, una vida
pecaminosa infestada por la malicia, el engaño, la hipocresía, la envidia y la
maledicencia (1 Pe. 2, 1) que llevan a la deshumanización y despersonalización.
·
El espíritu de la confusión, de la parálisis y
la frustración que hacen de la vida una “torre de Babel”, es decir, llevan a la
dispersión, al abandono del ministerio.
¿Qué se debe hacer ante esta situación?
·
Dejarse conducir por el Espíritu Santo que llevó
a Jesús al desierto y guió a lo largo de su vida. La docilidad al Espíritu nos
restablece en el Paraíso (Rm 8, 14ss)
·
Volver a las Fuentes: La escucha atenta de la
Palabra y la oración íntima, cálida y confiada.
·
“Vengan a
mí los que están cansados y agobiados”
·
“Acepten mi yugo que es suave y ligero”
·
Aprendan de mí que soy manso y humilde de
corazón” (Mt 11, 28-29)
·
Abandonar las madrigueras y los nidos (Lc 9,
58), es decir, la vida mundana y pagana, para
·
Seguir a Jesús, el Buen Samaritano, el Sanador
de las heridas y de los huesos rotos (Lc 9, 60- 62), para configurarse con él y
tener sus sentimientos de Hijo, hermano y servidor.
El diagnóstico de la Pastoral
Lo que quiero ser: Con la Gracia de Dios y mi colaboración personal
quiero ser:
·
Un hombre radical, dinámico y prospectivo como
discípulo del Señor Jesús.
·
El hombre de la comunión fraterna, un ser para
los demás.
·
Un hombre en salida, que huye de la mediocridad,
de la superficialidad, del miedo al qué dirán, de la búsqueda de intereses
personales.
·
Un pastor que identifica su vida con el Señor
Jesús, en la obediencia al Padre y en la entrega radical a la Iglesia.
·
Qué mi único Ideal sea Jesucristo, Sumo y eterno
Sacerdote, mi Salvador, mi Maestro y Señor.
·
Quiero trabajar en acercar a los hombres a Dios
y ayudarles a crecer en la fe, para suscitar compromiso y participación.
·
Qué el tesoro de mi corazón sea mi Comunidad Parroquial
a la que debo servir con amor, para encender en ella el fuego del amor del
Espíritu Santo.
Pido al Señor
que me ayude a reconocer la necesidad actual de ser evangelizado. Y que me
ayude a reconocer que soy frágil, débil, y necesitado de corrección fraterna.
Qué no me falte el celo pastoral como expresión de mi “Caridad Pastoral”.
Con la ayuda
de la Madre, nuestra Señora del Sagrado Corazón, confiando en la Gracia de
Dios, me lanzo hacia adelante para ir al encuentro de las “comunidades” que
esperan mi ayuda, tanto, material y espiritual como doctrinal y pastoral.
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