Hoy te ha entregado Yahvé en mis
manos, pero no he querido alzar mi mano contra el ungido de Yahvé
(1 Sm 26, 23) (Domingo V11 del tiempo ordinario
Iluminación.“Vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la
libertad. Pero no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al
contrario, servíos unos a otros por amor. Pues toda la ley alcanza su plenitud
en este solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. ¡Entonces cuidado!,
pues si andáis mordiéndoos y devorándoos unos a otros, vais a acabar
destruyéndoos mutuamente. Os digo, pues, que procedáis según el Espíritu, sin
dar vía libre a las meras apetencias humanas, es decir, a la carne. Pues la
carne tiene apetencias contrarias al espíritu, y el espíritu contrarias a la
carne; y son tan opuestos entre sí, que no hacéis lo que queréis. Pero, si sois
guiados por el Espíritu, ya no estáis bajo la ley. Ahora bien, las obras de la
carne son bien conocidas: fornicación, impureza, libertinaje….” (Gál 5, 13- 19)
Introducción: En efecto, así es como dice la Escritura: El primer
hombre, Adán, fue hecho alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida. Pero
no es lo espiritual lo que primero aparece, sino lo animal. Lo espiritual viene
después. El primer hombre, salido de la tierra, es terrestre; el segundo, viene
del cielo. Los hombres terrestres se parecen al primer hombre terrestre; los
celestes serán como el que ha venido del cielo. Y del mismo modo que hemos
llevado la imagen del hombre terrestre, llevaremos también la imagen del
celeste (1 Cor 15, 45- 49)
Desarrollo del Tema.
La
Biblia nos habla de dos hombres, uno natural y terreno, y el otro, espiritual.
Para el hombre es capaz de hacer en bien y capaz de hacer el mal. Saúl lleno de
envidia y de odio persigue a David para matarlo. David, en cambio pudiendo matarlo,
lo ama y le perdona la vida (1 Sm 26, 9) Pablo, habla del hombre carnal, conducido por
cualquier espíritu que no viene de la fe (cf Rm 14, 23) y el hombre espiritual que
salido de las manos de Cristo para ser el “hombre nuevo” (cf 2 Cor 5, 17) y ser
conducido por el Espíritu Santo (cf Rm 8, 14). Dos estilos de vida, “Uno camina
y el otro se arrastra.” “Uno ama y otro odia.” Pablo un antes y de un después:
Antes de conocer a Cristo y después de conocer a Cristo, Pablo, habla de
tinieblas y de luz, de muerte y de vida (Ef 2, 1-3; 5, 7-8) “Hombre viejo y
Hombre nuevo” (cf Ef 4, 23; Col 3, 9-10) “El primer hombre, salido de la
tierra, es terrestre; el segundo, viene del cielo.” Uno da muerte y el otro de
vida” Uno ama y el otro odia” “Uno está bajo la ley del Talión y el otro bajo
la ley del Amor” “Uno sigue a Cristo y camina en la Luz (cf Jn 8, 12), el otro
obra las obras de la carne que no son agradables a Dios (cf Gál 5, 19- 21),
pero el Señor lo ama y lo llama a la conversión: “Vengan a mí los que están agobiados
por la carga” (Mt 11, 28)
En
el encuentro con Jesús, muere el hombre viejo y nace el hombre nuevo para orientar su vida
hacia la Plenitud de Dios (cf Col 2, 9) y revestirse de Jesucristo (cf Col 3,
12) Conducido por el Espíritu Santo, entra en la tierra que mana “leche y miel”.
Por el Nuevo Nacimiento, entra en los terrenos de Dios: “La Verdad, el Amor, la
Libertad y la Justicia”. Por la acción del Espíritu Santo recibe el “fuego de
Dios” (cf Lc 12, 49) que enciende en los corazones las “velas de la fe” (cf Col
3, 1-4), para con la ayuda del Espíritu divino responder al “designio amoroso
del Padre” a la luz del Buen Pastor.
La enseñanza de Jesús
«Pero
a vosotros que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los
que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al
que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el
manto, no le niegues la túnica. A todo
el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. 31 Y tratad a los
hombres como queréis que ellos os traten. Si amáis a los que os aman, ¿qué
mérito tenéis? También los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a
vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis
recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para
recibir lo correspondiente. Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien y
prestad sin esperar nada a cambio. Entonces obtendréis una gran recompensa y
seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los
perversos. «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no
seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis
perdonados. Dad y se os dará: una medida buena, apretada, remecida, rebosante
pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque seréis medidos con la medida
con que midáis.» (Lc 6, 27- 38)
Para
poner en práctica esta palabra, sólo lo podemos tener con un corazón limpio y
puro, justificado, redimido, salvado y santificado. Con la firme determinación
de seguir a Cristo, aceptar la Voluntad de Dios, manifestada en las Palabras
del Buen Pastor. Recordando el “Arte de Amar” de Kiara Lubic:
Dejándonos
amar por primero por Jesús que nos lava los pies, para luego amar a los demás.
(Jn 13, 12ss; 1 Jn 4, 10) Amar a todos como Dios lo hace que es misericordioso
con buenos y con malos. (Mt 5, 45) Amar a los enemigos como también a los amigos,
como lo recomienda el evangelio (Lc 6, 27) Amar recíprocamente como lo expresa
el Mandamiento de Cristo: Ámense como yo los he amado” (Jn 13, 34) Ámenme en
los pobres, en los huérfanos, viudas y extranjeros (Mt 25, 31- 40)
Quien
conozca el Arte de amar, inclina su mente y su voluntad; se inclinan ante la Verdad
de Jesucristo, para evitar conflictos humanos, rechazar el mal y amar
apasionadamente el bien (Rm 12, 9) “No juzga y no condena” “perdona y comparte
sus valores, reconoce la dignidad en sí mismo y en los demás; es un ser
solidario, responsable, libre y capaz de amar por que ha aceptado y cultivado
su fe en Cristo Jesús, lo escucha, lo obedece y sigue sus huellas para alcanzar
a ser Misericordioso y Compasivo” como Jesús lo es, de frente al Padre
celestial, este es el camino de la Libertad y de la Santidad al que Jesús
invita a los suyos a seguir hacia a Jerusalén.
Qué
nadie nos engañe y que nadie nos meta miedo al decirnos que eso es muy difícil,
que no lo vamos a lograr o que estamos perdiendo el tiempo. El camino es
angosto (cf Mt 7, 13- 14) escuchando el grito de Pablo: “todo lo puedo en
Cristo que me fortalece” (Flp 4, 13) “Para el que cree todo es posible” (Mc 9,
23) Cuando lo escuché por primera vez, casi lo logran meterme miedo al pensar
que no permanecería por mucho tiempo en el camino de Dios, gracias al Espíritu
Santo que puso en mi mente una pregunta que iluminaría la experiencia vivida:
¿Cómo vivías antes y cómo vives ahora? Recordé el proceso de la “Experiencia.” “Había
probado lo bueno que es el Señor” y retomé la firme determinación de seguir al
Cristo. El miedo se fue y me volvió al corazón la alegría de conocer amar y
servir al Señor. El Amor echa fuera el temor y nos fortalece para remover y vencer
obstáculos, vengan de dentro o de fuera.
“No tengáis miedo, yo estaré con
ustedes todos los días y en cada momento, nos dice el Señor Jesús”
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