Hacer un alto en la vida para cargar las pilas del corazón.
Introducción.
Todo
hombre está orientado hacia lo que todavía no es, pero, que puede llegar a ser
una persona plena, fértil y fecunda. Una vida orientada hacia la madurez humana
nos lleva a descubrir y realizar el sentido o significado de la vida. Perder el
rumbo sería la peor desgracia para cualquier persona, familia o comunidad. No
se puede caminar sin rumbo, como tampoco se puede caminar a solas, sin los
demás. El hombre es por naturaleza un ser en relación con su “Realidad,” con la
que tiene que vivir de encuentros: Consigo mismo, con los demás, con lo otro y
con el Otro, el que no viva de encuentros no se realiza, lo mismo quien se
encierre en sí mismo, se ahoga en su propio “mole.” La Biblia lo dice: “No es
bueno que el hombre esté sólo, démosle una ayuda adecuada” (cf Gn 2, 18) Todos
y cada uno somos ayuda para los demás, y a la misma vez, ellos son ayuda
adecuada para todos.
Los primeros pasos, sin los cuales
nadie se realiza.
Hoy
se habla mucho de humanizar la educación, la economía, la política y la
religión. Cuatro acciones que ayudarían a orientar nuestra vida hacia la
madurez humana, y por lo mismo, hacia la felicidad. Hacernos cada día más
humanos, más y mejores personas para descentralizar nuestras energías y
facultades en los de afuera, ya que la puerta de la felicidad se abre hacia
fuera y no hacia dentro. Eso sería egoísmo, egocentrismo, individualismo. El
hombre existe para los demás, existe para servir, tarea que nos invita a
trabajar en nuestra humanización como seres originales, responsables, libres y
solidarios. Esto me hacer recordar las palabras de Juan Pablo 11 sobre la
Familia: “Eres escuela del más rico humanismo.” (FC ).
La
experiencia personal me hace reconocer que como un “potro salvaje” me hacía
daño a mi mismo y a los demás en una vida desenfrenada en la parranda de una
vida mundana y pagana; vida desenfrenada en los trabajos sin descansar, semanas
de siete días, sin darme tiempo, ni a la familia ni a Dios. Llevando un
activismo deshumanizante y cansado, sin sentido que me llevo al vacío
existencial y frustrante. A la luz de la Palabra de Dios que ha dado luz a mi
vida encuentro la acción del Señor que me amó primero para mostrarme el camino
equivocado que llevaba y orientar mi vida hacia la Casa del Padre, y encontrar
y realiza el sentido de mi vida. Sin el cultivo a unos valores fundamentales
llevaría una vida vacía y arrastrada. El cultivo de la vida y por lo tanto de
los valores implica tres realidades sin
las cuales todo quedaría en palabras vacías: los esfuerzos, las renuncias y los sacrificios, sin los cuales nadie
llegará a su madurez humana, realidades que nos deben acompañar desde muy
temprana edad, sin la cual nuestra educación sería deforme e incompleta ya que
son elementos constitutivos del amor. .
Digamos que lo primero es el
encuentro con el Señor.
V El Encuentro con Cristo por los caminos de la vida:
“El Buen Pastor busca a los ovejas perdidas, y las busca hasta encontrarlas”
(cf Lc 15, 4) Me buscaba, me hablaba, se hacía el encontradizo, me mostraba las
maravillas de Dios, pero, yo le hacía al ciego, al sordo, al mudo. Soy de
cabeza dura, y lento para entender el Mensaje de Amor de Dios a los hombres. El
velo o una nube espesa de tinieblas me cubría el rostro y me embotaba la mente:
Creía que Dios amaba a los buenos pero condenaba a los malos; pensaba y creía
que el hombre vale por el dinero que tiene.
Tuvo que pasarme lo que a san Pablo que fue
derrumbado del caballo, sólo hasta entonces me dejé encontrar por el Buen
Pastor que me dejó en mi mente y en mi corazón la experiencia del Amor incondicional
de Dios: “Dios te ama” Palabras leídas en una calcomanía pegada en un vehículo
que lo primero que hice fue estallar en groserías y maldiciones: “Gente
fanática de la religión.” Palabras que me penetraron y experimenté algo hermoso
que yo nunca había experimentado. “Dios te ama como eres pero, por la vida que
llevas no puedes experimentar su amor.” La experiencia de sentirse amado por el
Señor no fue dentro de una Iglesia, ni durante un Retiro espiritual, fue en el
camino de la vida, operando un camión de carga, en día de trabajo, en una
autopista, en la hora pico del tráfico, no iba rezando, sino lleno de ira y
echando blasfemias.
El
camino que lleva a la alegría del Señor, san pablo le llamo “camino de arrepentimiento”
(1 Ts 1, 9). Puedo decir que el Señor irrumpió
en mi vida para que yo hiciera un alto y diera media vuelta para volver a la
casa del Padre. Experiencia que me ayudó a entender que mi pecaminosidad me
privaba de la gloria de Dios (cf Rm 3, 23) Es decir, el encuentro con el Señor
Jesús, nos pone en el camino del arrepentimiento, camino de alegría, de
desprendimiento, de encuentros con Jesús y con la comunidad (cf 1 Ts 1, 9)
Reconozcamos los tres valores que sin las cuales no alcanzamos la Meta. Valores
que san Pablo vivió en la calle recta en la ciudad de Damasco (cf Hch 9, 8- 12)
La introspección. Hacer un alto en la vida para darse media vuelta y
entrar dentro, es el valor de la introspección. El entrar dentro como lo hizo
el “hijo pródigo poniéndose de pie.” Recordó los días más felices de su vida.
Allá había, casa, familia, amigos, pan en abundancia, mientras ahora, lejos de
casa, me muero de hambre y ni siquiera me dejan comer los que los cerdos comen.
Vacío, frustración, pérdida del sentido de la vida, esclavitud y muerte (cf Lc
15, 14, 17).
El autoanálisis. La aceptación de su derrota, el reconocimiento de
haber fallado en el blanco buscado: la felicidad al margen de la casa de su
Padre: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti” (Lc 15, 18) El Espíritu
Santo, implícito en la palabra de Dios es nuestra luz que nos lleva aceptar que
somos nuestros pecados los que nos deshumanizan y nos ayuda recordar el camino
de pecaminosidad (cf Jn 16, 8) Empieza el cambio en la manera de pensar y en el
cambo de conversión. Un cambio de rumbo.
La proyección. Orientar nuestra vida. ¿Hacia dónde? Hacia nuestra
realización humana: “Hacia la casa del Padre”, llevando un corazón contrito y
arrepentido (cf Slm 51, 19) Cómo el hijo pródigo: “Y levantándose, partió hacia
su padre” (Lc 15, 20) El encuentro con el Padre, hoy es encuentro con Cristo y
con la Iglesia para dar la bienvenida a los hijos pródigos y revestirnos con
“signos sacramentales” El vestido nuevo, las sandalias, la dignidad de hijos de
Dios; el anillo, signo de realeza; la fiesta, signo de la alegría y el becerro
gordo para recordarnos que sin comida no hay fiesta: La Eucaristía, Jesús que
se nos ofrece como alimento. El Encuentro es un auténtico “Acontecimiento al
que Jesús, el Señor le llamó “Nuevo Nacimiento”, para renacer a la Gracia: paso
de la muerte a la vida, de la aridez a las aguas vivas, de la esclavitud a la
libertad, de las tinieblas a la luz (cf Ef 5, 6- 14)
Y, ¿ahora qué? La Biblia nos dice: Como niños recién nacidos
busquen el alimento espiritual, la Palabra de Dios para que pueden crecer y
caminar por los caminos de Dios (cf 1 Pe 2, 2) Para que guarden los
Mandamientos de Dios, practiquen las virtudes y cultiven los valores del Reino
de Dios. “Aborrezcan el mal y amen apasionadamente el bien” (Rm 12, 2) “Huyan
de las pasiones, de la corrupción, del pecado para que puedan vivir como hijos
de Dios (cf 2 Pe 1, 4b; 2 Tim 2, 22; 1 Jn 1, 8) Vivir con un corazón redimido, con una fe sincera y una
conciencia recta (cf 1 Tim 1, 5) Trabajen y protejan su fe (cf Gn 2, 15)
Vigilen y oren para que no los encuentre dormidos mi adversario (cf Mt 26, 41; Mt
13, 25). Para que puedan tener discernimiento y criterios espirituales (cf 1 Ts
5, 19- 21).
Los peligros del Camino.
El Activismo. Este cansa, agota, deshumaniza, despersonaliza y
mata. No basta tener buenas intenciones y trabajar en cualquier empresa sin
descansar, sin hacer un alto en la vida para planear y evaluar nuestras
actividades. El amor no es activismo, es una acción, pensada, consciente e
intencionada con libertad interior.
El Conformismo. Este nos hace perder el camino, nos desvía hacia la
derecha, hacia una vida líquida. El conformismo según Víctor Frankl es un
estilo de vida (un camino) en que se viven haciendo lo que otros hacen, a
comprar lo que otros compran para verse como los demás. Lleva al consumismo, al
derroche enfermizo que ha hecho a muchos endeudarse hasta la camisa para
competir con otros que ya estaban endeudados hasta el cuello. Hacer las cosas
porque otros lo hacen no realiza y no lleva a la madurez.
El Totalitarismo. Este enemigo de la realización ha invadido nuestras
familias, escuelas, iglesias y naciones. Consiste en hacer lo que otros dicen.
No se reconoce la verdad de los demás, no se les reconoce como personas como
tampoco se les acepta. Otros son los que pueden saben y dicen lo que se tiene
que pensar y lo que se tiene que hacer y cómo se tiene como vivir. Los demás
sólo deben aceptar y obedecer. Se imponen leyes, normas y decretos contra la
familia y contra la vida, se imponen ideologías para oprimir a la familia y la
nación, se les olvida que donde hay opresión no hay libertad, y donde no hay
libertad no hay amor, no hay persona, sólo un hilacho de persona, un simple
bosquejo de persona. El hombre no cambie por “decretos o por leyes.”Las
“Dictaduras” no humanizan, no personalizan, matan los anhelos más sublimes de
los seres humanos: la Verdad, Libertad, la Justicia y el Amor.
El Relativismo. Este es alimentado y sostenido por la “mentira” que
ha llevado a muchos a la “Cosificación.” El otro, los otros valen por lo que me
es útil, por lo que me sirve o me da placer. Su filosofía es “¿Cuánto tienes,
cuánto vales?”. Ni se reconoce ni se le acepta la “dignidad de la persona.” Se
le mira como un “objeto” para luego hacer de él o de ella un instrumento de
trabajo o de placer. Al otro se le valora por el color de la piel, la marca de vehículo, el lugar donde
se vive, por la marca de ropa, por la cuenta bancaria o por los títulos, no
reconocen que todo eso es accidental lo esencial es la “dignidad de la
persona”. El relativismo divide a la
sociedad y a la humanidad en clases de primera, segunda tercera…. En la que hay
“opresores y oprimidos.” Unos lo tienen todo o casi todo: salud, dinero, poder,
placer, menos la plenitud de vivir, siempre quieren tener mas; mientras que por
otro lado, otros no tienen, ni lo necesario para vivir con dignidad.
El servilismo. Una vida sin esfuerzos, sin renuncias y sin
sacrificios, Todo lo queremos hecho. Cosechar sin haber sembrado, Ver la
película sin pagar la entrada. El servilismo es deshumanizante. Las cosas se
hacen por pereza, sin sentido, por que toca, por obligación, para quedar bien,
sólo se hacen las cosas por dinero o para quedar bien con los demás. No hay
disponibilidad para ayudar o para servir con voluntad. No confundamos el
servilismo con la servicialidad, fruto de la solidaridad humana que nos hace
inclinarnos hacia la práctica de la justicia, la equidad y al servicio para
humanizar nuestra sociedad.
Vivir de encuentros
interpersonales.
El
otro no es un algo, no es una cosa, es un alguien, es una persona. Persona que
vale por lo que es, un alguien, un sujeto que piensa, que se comunica y que ama
por que posee una “libertad interior” que lo lleva a decidir por sí mismo, como
un ser original, responsable, solidario y servicial, nunca servil, con una vida
orientada hacia su Meta: la realización como persona, única e irrepetible. No
camina solo, sino con otros con quienes comparte sus dones y su destino.
Comparte, ayuda y se deja ayudar. Por eso su alegría nace y crece en la
“integridad con la Comunidad,” “en la reciprocidad, en el compartir el pan” y “en
la igualdad esencial entre los seres humanos” a quien se abre y se entrega,
especialmente a los más débiles como son los pobres, indígenas o los menos
favorecidos.
El
hombre de hoy ha de responder a unas preguntas que nos hace la vida: ¿Cómo
piensas de ti mismo y cómo piensas de los demás? ¿Cómo te miras y cómo miras a
los demás? ¿Cómo te valoras y cómo valoras a los demás? ¿Cómo te aceptas y cómo
aceptas a los demás? ¿Cómo te amas y como amas a los demás? La respuesta se
hace con la vida, no se puede pedir prestada, como tampoco copiada de otros o
en los libros, sino, de una experiencia vivida con otros y en favor de otros,
depende la respuesta de tu calidad de vida y por lo tanto de tu madurez humana.
Aprendamos
de Cristo, Jesús que nos invita a ser como él: manso y humilde de corazón,
libre para amar y para servir (cf Mt 11, 29; Jn 13, 13. 34) San Pablo nos
recuerda el Camino del Maestro y nos exhorta a tener los sentimientos,
pensamientos, luchas, preocupaciones e intereses de Jesús, el Señor (cf Flp 2,
5- 8)
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