JESÚS UN HOMBRE DE PROFUNDA ORACIÓN


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Jesús un hombre de profunda oración

1.     Jesús ora en el Bautismo.

El bautismo de Jesús es el “gran acontecimiento” que divide su vida en dos: la vida oculta y su vida pública: "Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo, vino sobre Jesús el Espíritu Santo y se escuchó la voz del Padre" (Lc 3,21) Para luego ser conducido al desierto por el Espíritu Santo para preparase para la Misión que el Padre le ha encomendado. Según sus mismas palabras (cf Mt 28, 19- 20).

2.     Jesús, ora en el iniciar el día de trabajo.

"De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración." (Mc 1 ,35) "Pero él se retiraba a los lugares solitarios, donde oraba." (Lc 5,16)

3.     Jesucristo hizo oración en la elección de los Apóstoles y en  la transfiguración.

"Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles." (Lc 6,12). "Noches enteras pasa el Señor en diálogo de oración con su Padre: "Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante." (Lc 9,29)

4.     El gozo y el dolor del Señor en la oración.

En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: "Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Lc 10,21 ss.).

“Cristo, después de haber ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente.  Y, aunque era Hijo, aprendió la obediencia a través del sufrimiento” (Heb 5, 7-8).

Jesús nos enseña el camino de la Oración.

Jesús enseñará a sus discípulos que han de orar en todo tiempo, en cualquier lugar y por cualquier circunstancia: "Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer." (Lc 18,1). La plegaria de Jesús pone de manifiesto su confianza filial con Dios-Padre que se traducirá en la familiar expresión de Abba, Padre: "Y decía: "¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú." (Mc 14,36).

5.     La oración sacerdotal del Señor.

Oración llena de diversas peticiones: "Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: "Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo.

Oración orientada a la Gloria de Dios y a su “Proyecto de Salvación”: “Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese”.

“He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado”.
“Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti”.

“Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura”.

“Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada”. “Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santificaros en la verdad: tu Palabra es verdad. Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad”.

No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplan mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo”.

“Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú me has enviado. Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos" (Juan 17).

6.     Jesús hacer oración poco antes de su pasión.

 "Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: "Sentaos aquí, mientras voy allá a orar. Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dice: "Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo." Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: "Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú."

Viene entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: "¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad, para que no caigáis en tentación”; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil. Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: "Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad. Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados. Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Viene entonces donde los discípulos y les dice: "Ahora ya podéis dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. ¡Levantaos!, ¡vámonos! Mirad que el que me va a entregar está cerca." (Mt 26,36-46

7. Jesús  ora por sus verdugos y enseña a los suyos.

Jesús, en su misericordia, eleva su oración a Dios en petición por sus verdugos: "Jesús decía: "Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen" (Lc 23,34).

Jesús, ante la pregunta de uno de sus discípulos, ha dejado a los cristianos no sólo el modelo de su propia oración, sino también el cómo y la manera de hacerla:"Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: "Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos."

"Él les dijo: "Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación." (Lc 11,1-4)

El Señor instruye a sus discípulos para que hagan bien la oración, sin charlatanería: "Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. “Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo" (Mt 6,5-10).

7.     El Mesías Jesús nos enseña a rezar con una postura de humildad.

"Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: "¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias." En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!" Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado."" (Lc 18,9-14);
8.     Jesús nos enseña la unión de la fe con la confianza.

La confianza en Cristo es el requisito de eficacia para el orante: "Señor dijo: "Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: "Arráncate y plántate en el mar", y os habría obedecido." (Lc 17, 6).

9.     Conclusiones.

V  Busquemos el encuentro con la Palabra viva y eficaz para escucharla, obedecerla, meditarla, ponerla en práctica y anunciarla con la fuerza del Espíritu Santo. Como Levy, escuchar el llamado de Jesús que nos lleva a la intimidad con Dios y al encuentro con los pecadores (cf Mc 2, 13- 17).
V  Acerquémonos al “Trono de la Gloria” para recibir misericordia, hallar gracia y obtener ayuda en momentos oportunos (Heb 4, 12- 16) Cou un corazón humilde pidamos misericordia para luego, con alegría, ofrecer nuestro sacrificio espiritual en la Eucaristía: “Aceptar la voluntad de Dios y someternos a ella,” como Jesús en Getsemaní (cf Rm 12, 1; Lc 22, 41)
V  La gloria de Cristo, en esta vida es su Pasión, abrazar su Cruz en la que encontramos a Cristo crucificado ofreciendo como “hostia viva y eficaz” dando la vida al mundo para sacarlo del pozo de la muerte y llevarlo a la casa del Padre (cf Ez 37, 12s; Col 1, 13).

Oración: Señor Jesús, dadme la disponibilidad de amarte y seguirte a dónde me lleves y pueda servir a mis hermanos con el mismo entusiasmo que Tú lo hiciste (cf Jn 13, 1)







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