LA MANIFESTACIÓN DE DIOS A LOS HOMBRES


La manifestación de Dios a los hombres.
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“Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron” (Jn 1, 12)

El hombre nacido de una raza pecadora, no sabe siquiera lo que Dios quiere de él. Por esta razón, Dios desde el comienzo de la Historia se ha revelado a los hombres por medio de muchas maneras, siempre para ir preparando y dar a conocer su deseo de salvación para todos. Así podemos ver que en el Antiguo Testamento se reveló en primer lugar a Abraham, Moisés y luego a los Profetas. En los últimos tiempos Dios se comunica a los hombres por medio de Jesucristo, su Hijo, Plenitud de la Revelación. (Heb. 11, 1) Con el Nacimiento de Jesús Dios se comunica, se revela y se manifiesta a toda la Humanidad: Jesús es destinado a todos los hombres. La revelación de Dios, no obstante, estar destinada a todos los hombres, no todos la ven; Dios no a todos se manifiesta, la razón es que no todos tienen el corazón disponible para ello.
                                       
Hace ya más dos mil años, cuando Jesús, la Manifestación de Dios, nacía en el pesebre de Belén, los Mensajeros del Señor fueron los encargados de comunicar a los hombres el “Acontecimiento más grande de todos los tiempos”. Ellos, los Ángeles no fueron enviados a todos los hombres para revelar el Nacimiento del Salvador, sólo a reducidos grupos de personas Hoy, al igual que entonces, Dios no a todos permite ver su Revelación, no porque él no quiera, sino por la negativa de los hombres y el endurecimiento de sus corazones. Unos vieron la manifestación del Señor y otros se quedaron sin verla.

¿Quiénes no vieron la revelación de Dios?

Existen algunos grupos de personas que tienen algunas características especiales a quienes podemos afirmar que no se les comunicó la noticia del Nacimiento:

Los Sacerdotes del templo.  ¿Por qué el Señor no se les reveló a los sacerdotes del Templo? Sería porque estaban muy ocupados en los asuntos del Templo o estudiando las Escrituras, pero lo cierto es que no se les envió un ángel. Cuando llegan los Reyes Magos ellos y preguntan dónde podían encontrar al Rey de los judíos que acaba de nacer, sencillamente, aún, sabiendo que nacería en Belén de Judá y que era el tiempo marcado por las Escrituras (Mt. 2, 4), ni siquiera se preocuparon por ir a investigar. Los Sacerdotes del Templo no vieron la Revelación de Dios.

Los Gobernantes o los poderosos del momento Al César de Roma, a sus Gobernadores, Generales, Oficiales y Soldados, tampoco se les envió un Mensajero para darles a conocer lo que estaba pasando en el pesebre. Tala vez estaban muy ocupados en adquirir poder político para gobernar y oprimir a los pueblos y a las personas. A pesar que no sel envió mensajero, con la visita de los Reyes Magos se sintieron molestos e incómodos al oír hablar del Nacimiento del nuevo Rey  (Mt. 2, 3), y mirando su interés amenazados por la noticia, Herodes desató una sangrienta persecución contra todos los niños menores de dos años. Persecución que es conocida como la masacre de los Niños Inocentes.

Los Comerciantes o los mercaderes de dinero. Tampoco a este grupo se les dio a conocer el Nacimiento del Hijo de Dios. Tal vez estaban muy ocupados en contar sus ganancias y promover sus ventas. Su gran interés era el de acumular mercancías y construir monopolios de dinero. El dinero es el peor enemigo de la salvación, por lo tanto es la barrera más gruesa que impide ver la Revelación de Dios.

Los traficantes de carne humana. Dentro de estos grupos se encuentran aquellos que venden o compran a la mujer por dinero para saciar sus instintos de placer o de riqueza. A ellos se unen los vendedores y compradores de esclavos y los dueños de prostìbulos, cantinas, lugares donde se denigra la dignidad humana y se comercializa con el dinero de los pobres. Los buscadores de placeres, diversiones, orgías, alcoholismo, prostituciòn, etc. Personas, que hoy como ayer, no tienen tiempo para sí mismos o para sus familias, tan solo piensan en divertirse.

¿Quiénes si vieron la Revelación de Dios?

Los que vieron la manifestación de Dios eran personas que pertenecían al pequeño resto: grupo que esperaba una liberación espiritual que solo podía venir de Dios y nunca de los poderosos de la tierra. Había también entre ellas, personas de poco o nada de conocimientos religiosos como los pastores pero que a su vez anhelaban una liberación que llegaría con la venida del Mesas Jesús. Entre ellos destacan:

José el prometido de María. ( Mt. 1, 18-21) José, el hombre justo, incomodo por el embarazo de su prometida en el cual el no tenia nada que ver, no quiso ponerla en evidencia, para que no fuera apedreada según las leyes judías, decidió repudiarla en secreto. (Mt. 1, 19) Así lo ntenìa planeado cuando el ángel del señor se le apareció en sueños, y le dijo: “José, hijo de David, no temas tomar por esposa a María tu mujer porque lo engendrado en ella es la obra del Espíritu Santo” Dios mandó su ángel a ayudar a José en su duda que lo atormentaba, le revelo el gran secreto y le dio autoridad sobre el Niño que nacería de María, y todo porque él era justo a los ojos de Dios. Ser justo en sentido bíblico significa estar lleno de virtud (vigor para hacer el bien), ser virtuoso, es ser capaz de hacer el bien.

Los Pastores de Belén (Lc. 2,8-13) San Lucas el evangelista de los pobres pone como primeros destinatarios a los pastores de Belèn. Los pastores eran hombres sencillos despreciados por la clase religiosa y por la sociedad por ser considerados impuros y sin cultura alguna. Hombres acostumbrados a soportar las inclemencias del tiempo y  dormir a la intemperie (entiéndase esto por los atropellos de la gente), fueron los elegidos para recibir la alegre noticia: “No temáis pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo. Os ha nacido hoy en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo” (Mesías, Ungido). Los pastores fueron y encontraron al niño tal como se les había  dicho: “envuelto en pañales y acostado en un pesebre.” La señal que se les dio: pañales y pesebre. Nada portentoso, nada de lujos, nada de poderío, ni económico ni militar, sino envuelto en la sencillez de los pobres de Yahveh. Los pastores creyeron en la señal de Dios y se volvieron glorificando a Dios por lo que habían visto y oído (Lc. 2,20). Envuelto en pañales significa, no solo la debilidad en cuanto pobreza, sino y más bien hace referencia a la humanidad del Niño que envuelve la divinidad en cuanto Verbo del Padre

El Anciano Simeón y la Profetiza  Ana. (Lc. 25-35). Pertenecientes al pequeño resto de los pobres de Yavhe. Simeón hombre justo y piadoso que esperaba la consolación de Israel; hombre lleno del Espíritu Santo que exclamó al tomar el niño en sus brazos declara quien es el Niño: la salvación de Dios y la misión que trae: ser luz para los gentiles, iluminar a los que estamos en tinieblas, el que descubre las intenciones de los corazones torcidos y perversos, frente a quien los hombres se han declarado a favor o en contra (Lc.2,35). Ana la profetiza servidora del Señor con ayunos y oraciones, hablaba llena de alegría del Niño y daba testimonio de las maravillas que Dios hace a favor de los hombres.

Nosotros, ¿Qué tenemos que hacer?
  • Andar como peregrinos, pues todo, andar, se aprende andando.
  • Revisar, repensar todo lo que hacemos para ver si responde a lo que Dios quiere, y si no, dejar de hacerlo.
  • Hacer, pero hacer con amor, y no por simple rutina o por obligación; todo lo que se siembra con amor crece muy alto.
  • Tener buen ánimo. EI buen humor es algo necesario en tiempos inhóspitos. Al mal tiempo, buena cara.  
  • Estar alegres con la alegría que nace del fondo del alma, cuando se sirve y se entrega en servicio desinteresado a los menos favorecidos, y que solo pude venir del Señor.  
  • Vivir austeramente, sin dejarnos llevar por el derroche o por el consumismo. Todo lo que se derrocha en lujos superfluos es un fraude a la familia y a lo comunidad os pobres.
  • Mirar al pobre y al marginado con ojos nuevos y amigos, con la disponibilidad de compartir con ellos la propia vida.
  • Pelear por nuestro barrio para humanizarlo, desde nuestro compromiso evangélico, ayudando a remover las cargas de los otros y poniendo al servicio de los nuestros propios talentos.  
  • Cuidar de nuestros familiares y amigos que todos lleven una vida digna a la sombra del Altísimo.  
  • Presentar la esperanza a los hombres y mujeres de nuestra época. A pesar de todo, lo importante no es Hacer, lo importante es Ser, por eso no pongas tu confianza en las cosas pasajeras, no te hagas esclavo de ellas, sé tú mismo, sé libre para amar.
  • Estudiar más profundamente la Palabra de Dios para que sea realmente Lámpara para nuestros pies y Norma para nuestra vida.
  • Orar a Dios de manera que nuestra oración sea más humilde, agradecida, cálida, perseverante y apasionada para que Él viva por la fe en nuestros corazones.
  • Trabajar más arduamente en la construcción de una comunidad fraterna en la cual todos sea incluidos; comunidad cimentada en tres columnas: la verdad, el amor y la vida.

Hoy, más de dos mil años después de la Revelación de Jesucristo, podemos ver la Manifestación de Dios, si llenamos las condiciones que Él nos pide: Guardar sus Mandamientos y poner en práctica su Palabra.(Jn 14, 18-21)

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