EL
CÁNTICO DE SIMEÓN
1.- El Cántico de Simeón.
El Cántico de Simeón es uno de los tres cánticos de la infancia de
Jesús, junto con el Magnificat de María y el Benedictus de Zacarías:
“Ahora, Señor, puedes ya dejar a tu siervo irse en paz, según tu
promesa; porque vieron ya mis ojos al que es la salvación que tú envías, la que
tú has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los
gentiles y gloria de tu pueblo Israel”. Lc 2, 29-32. El Cántico es una alabanza
a Dios en agradecimiento por el cumplimiento de sus promesas. Desde ahora el
anciano puede vivir en paz, tranquilo y satisfecho, se ha iniciado el tiempo
del reinado del Mesías.
El cántico contiene las tres
verdades fundamentales sobre Jesús:
a) Primero como el enviado de Dios a salvar a
los hombres. Salvación preparada por Dios significa, no solo el origen de la
misma, sino además, que es Dios mismo quien la realiza.
b) La segunda verdad es que Jesús viene como
Luz del mundo (Jn 8,12) La Luz es símbolo del conocimiento, es decir, en Jesús
y por Él los hombres podrán conocer a Dios. Podrán reconocer sus pecados, sus
necesidades y buscar la salvación que Dios nos presenta. Podrán además
distinguir entre lo bueno y lo malo, entendiendo por bueno, todo lo que viene
de Dios y por malo lo que viene del mundo sin Cristo o del mismo Maligno.
c) La tercera verdad supera el horizonte judío
que esperaba una salvación nacionalista. Jesús viene para todos: judíos y
gentiles. “Salvación que tu preparaste para todos los pueblos”. Dios quiere que
todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4)
La fuerza del Cántico hablado por Simeón está en las verdades divinas
que contiene. Verdades que no pueden ser comprendidas con la simple
inteligencia humana, se requiere de la “Gracia de Dios”. La razón es que el
cántico tiene como Autor principal al Espíritu Santo. El anciano tan sólo habla
sus Palabras.
2.- ¿Quién es Simeón?
La Biblia no dice que fuera un sacerdote, sino un hombre lleno del
Espíritu Santo, justo y piadoso, un verdadero israelita, lleno de fe y de
confianza en el Dios de las Promesas. Simeón vivía con la esperanza que Dios
cumpliría la promesa de enviar al Salvador del Mundo antes de su muerte,
certeza que tenía por el espíritu de profecía recibido. Esperaba lleno de
confianza en Dios el comienzo de la época mesiánica que se inicia con la
Plenitud de los tiempos en la cual Dios envía a su Hijo, que nace de Mujer para
consolar a su pueblo (Gal 4,4). Pero no lo esperaba al estilo de los Zelotas que
esperaban un Mesías político, las armas del Salvador no serían las que
engendran violencia, sino perdón y reconciliación.
Dos son las características de Simeón: La justicia y la piedad. Justo en
la Biblia es el hombre virtuoso, capaz de vivir en la voluntad de Yaveh,
haciendo el bien y cumpliendo la Ley; mientras la vida de piedad abarca todas
las relaciones en referencia a su vida en el culto a Dios y en la armonía con
los demás. Justicia y piedad hacen de Simeón un hombre lleno de mansedumbre,
entendida ésta como la virtud contraria al odio y a la agresividad; por tanto
manso es aquel hombre que cree que el amor es más fuerte que el odio, así mismo
la liberación sólo puede venir de Dios. Simeón al estar lleno del Espíritu
Santo y por su estilo de vida pertenece al pequeño resto: los Anawin de Dios
que de acuerdo a las palabras del profeta son hombres que están en pie de
guerra contra la mentira, la falsedad, la hipocresía, el odio y la venganza,
etc.
El motivo de su gozo pertenece a la experiencia del momento, con sus
ojos corporales está viendo al Mesías enviado por Dios en el pequeño Niño que
María, su Madre sostiene en sus brazos. Para Simeón el Mesías Salvador viene
como luz a iluminar los pecados de los hombres, tanto judíos como gentiles, así
todo el que se acerque a Jesús quedará al descubierto. La Luz de Cristo ilumina
las mentes y los corazones de los que viven en tinieblas para que lo acepten
con fe.
3.- La profecía de Simeón.
Después de bendecirlos Simeón dijo a María su Madre: “Este está puesto
para la caída y salvación de muchos en Israel, y para ser señal de
contradicción. Y a ti misma una espada te atravesará el alma, a fin de que
queden al descubierto las intenciones de muchos corazones”. (Lc 2, 34-35)
Para Simeón Jesús es la señal puesta por Dios. Muchos lo rechazarán
incrédulos, se escandalizan con su doctrina y se apartarán de los demás,
haciéndose por ello culpables; otros muchos lo acogerán en la fe, alcanzando
así un resurgimiento espiritual que los lleva a la renovación interior y por lo
tanto a la posesión de la salvación de Dios. Frente a Jesús la actitud del
hombre no puede ser neutral: “o conmigo o contra mí” (Mt 12,40)
La profecía descubre la más grande de las verdades cristianas: La
salvación por la fe y por las obras de la Ley. Entendiendo como fe la adhesión
a Cristo y por obras de la Ley, los frutos de la carne. Adhesión a Cristo
equivale a acoger el amor de Dios hecho hombre en la persona de Jesús. La fe
exige como segundo paso vivir conforme al Evangelio y en tercer lugar asumir el
destino de Jesús, que no es otro que manifestar a los hombres el rostro amoroso
de su Padre.
Posibles preguntas para
aplicarlas a nuestra vida.
1.- ¿Qué hemos de hacer para
tener vida eterna?
La respuesta la presenta el Evangelio de Juan: “Creer en el que Dios ha
enviado”.
La fe cristiana, la que da fruto por estar unidos a Cristo, es aquella
que tiene obras de conversión, de misericordia y de justicia, es por lo mismo
una fe que lleva al cristiano a vivir en la santidad, entendida ésta como el amor
de Dios en el corazón del hombre. Santo es el hombre que ama a Dios y a sus
hermanos. Es una fe que libera y que salva. Las obras que el cristiano está
llamado a dar, las encontramos en el Sermón de Jesús llamado “Las
Bienaventuranzas” que encontramos en el Evangelio de Mateo 5, 3ss.
2.- ¿Cómo es el Mesías que nosotros
esperamos o que conocemos?
·
Triunfalista
y nacionalista como el de los Zelotas que traería la liberación de los romanos
como opresores en turno de Israel y que a su vez convertiría al pueblo en una
potencia que dominaría sobre todos los pueblos de la tierra. Este es el Mesías
esperado en el Antiguo Testamento y esperado aún hoy día por muchos judíos y
aún por muchos cristianos.
·
Manso y
humilde como el de Simeón, que trae una salvación del pecado para todos los
hombres. Mesías que se presentó con signos débiles: Una pobre Madre que lo
cargaba en sus brazos y que sólo tuvo para ofrecer una oblación en cumplimiento
de lo descrito por la Ley, dos palomas.
·
Un
Mesías de aparador, bonito y cómodo que no nos cuestiona ni nos reta al
compromiso liberador de la persona humana y de la comunidad. Este es el Mesías
de muchos creyentes que viven el cristianismo a su manera.
3.- ¿Cuál ha sido la obra del Espíritu Santo
en nosotros?
·
Renovación
interior que se expresa en las relaciones con Dios y con los demás hombres de
la comunidad. Relaciones de paz y de justicia.
·
Violencia
interior que se manifiesta en la separación de los demás y en la lucha de
clases. La violencia interior libera y purifica. La violencia interior divide y
destruye las comunidades.
4.- ¿Es realmente Cristo
nuestro Salvador y Señor?
Hemos tenido experiencia de perdón y de liberación de nuestros enemigos,
entendiendo que estos son los enemigos de la salvación: Mundo, Maligno y Carne.
Siendo el más peligroso la carne corrompida por el pecado, entendiendo como
carne el “Yo”, egoísta, lleno de envidia y de egoísmo.
Hemos tenido experiencia de liberación del poder de nuestros ídolos
personales o comentarios. Ídolo es todo lo que ocupa el centro de nuestra vida,
aquello por lo cual y para el cual vivimos. Cristo es solo un adorno, un algo
que podemos usar para nuestros intereses personales. El quiere ser el Salvador
y el Señor de nuestras vidas. Démosle una oportunidad en esta Navidad.
5.- Aplicación a la vida.
·
Navidad
es dejar que el Espíritu Santo realice en nosotros la salvación de Dios. Quien
padece en su vida esta acción liberadora, podrá dar testimonio al igual que
Simeón del Mesías de Dios.
·
Navidad
significa ruptura con situaciones de pecado. Es liberación de todo lo que hace
daño, es decir, lo que no viene de Dios.
·
Navidad
significa reconocer el rostro de Dios en los menos favorecidos y comprometerse
por ellos como luz y no como tinieblas. Ser luz de ellos significa ayudarles a
salir de situaciones menos humanas a otras más humanas y de éstas a situaciones
cristianas.
·
Navidad
significa encuentro con María y el Niño, y por lo tanto con la familia, los
amigos, con los extraños y aún con los enemigos de acuerdo a las palabras de
Jesús: “Ama a tu enemigo y ora por quien
te persigue”.
·
Navidad
significa vida nueva, como fruto del nuevo nacimiento de aquel que recibe a
Jesús como el “Don” de Dios. Navidad siempre será una época de Gracia, de
entrega y apertura: don y respuesta.
Dios Padre, concede el don del Nuevo Nacimiento a todos los hombres y
cada uno de nosotros.
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