HOMBRE NUEVO, IGUAL QUE CRISTO.
¿Quién es el Hombre Nuevo?
El Hombre Nuevo es Jesucristo,
aquel caminó por los caminos de Galilea proclamando el reino de Dios, curando a
los enfermos, liberando a los oprimidos y sanando a los enfermos (cf Mt 4, 23)
) El mismo que se pasó la vida haciendo el bien y liberando a los oprimidos por
el mal (Hech 10, 38) “Amó a los suyos hasta el extremo” (Jn 13, 1) “Aquel quien le dieron muerte por medio de gente
malvada y a quien Dios le resucitó (Hech 2, 23-24) y lo sentó a su derecha,
constituido como Cristo y Señor” (Hech 2, 36) El hombre Nuevo es Jesucristo
resucitado, y ahora sentado a la derecha del Padre, es decir, sentado en el
Poder de su divinidad.
“Se rebajó a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó y le
otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se
doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es el
SEÑOR para gloria de Dios Padre”. (Flp 2, 8-11)
Todo el que está en Cristo
Hombre nuevo es también todo aquel
que está unido a Cristo por la fe, ya participa de su Espíritu, de su Misión y
de su Destino. El hombre nuevo que está en Cristo ha sido perdonado de sus
pecados, ha sido reconciliado con Dios y con los demás, ha sido salvado
santificado y revestido de gloria (Cf Rom 8, 29) San Pablo nos explicó esta
nueva realidad: “Así que, en adelante, ya
no enjuiciamos a nadie según criterios humanos; y si enjuiciamos a Cristo según
tales criterios, ahora ya no lo enjuiciamos así. Lo digo porque el que está en
Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene de
Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la
reconciliación” (2 Cor 5, 16- 18). Lo
viejo es la amargura, la agresividad, la negatividad, la malicia. Lo nuevo es la
vida en la verdad, en la bondad y en la justicia, en el compartir, la
solidaridad y en el servicio voluntario y consciente, para la gloria de Dios y
el amor y el servicio a los hombres.
El hombre nuevo es un discípulo de Cristo.
“Discípulo es aquel que escucha la
Palabra de Cristo y la obedece, le pertenece y acepta pertenecer a los suyos” El
hombre nuevo es un discípulo que sigue las huellas de Cristo con una vida
orientada hacia Dios, despojándose de todo aquello que es incompatible con el
reino de Dios. Es un ser en proyección que se deja transformar en los más
profundo de su mente por la acción del Espíritu Santo” (cf Rom 12, 3) Va
adentrándose en los terrenos de Dios: El Amor la Verdad y la Vida (cf Jn 14, 6))
Va adquiriendo un rostro nuevo, un rostro de honestidad, sinceridad, integridad,
lealtad y fidelidad. Hace de la Voluntad de Dios la delicia de su vida, por eso
busca la pureza de su corazón y revestirse de Cristo por la práctica de las
virtudes: “Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado. Así que,
celebremos la fiesta, no con vieja levadura, ni con levadura de malicia e
inmoralidad, sino con ázimos de sinceridad y verdad” (1 Cor 5, 8). La Pascua de
Cristo no es cosa del pasado, es actual, “Morimos con Cristo y resucitamos con
Cristo” (cf Rom 6, 4ss) Permanecer en la Pascua significa “permanecer en el
amor de Cristo” (Jn 15, 7-9) y significa “no bajarse de la cruz”.
Un hombre en proceso de conversión.
El hombre nuevo está siempre en
proceso de conversión, no está hecho, sino haciéndose, busca dar fruto y crecer
en el conocimiento de Dios y fortalecerse con la gracia de Dios. En camino despojándose
el hombre viejo y revistiéndose con el hombre nuevo en justicia y santidad (Ef
4, 23- 24) En lucha contra sus propias pasiones, con su propio mal y contra el
que viene de afuera. Sus armas poderosas, son las virtudes de la que se debe
revestir: “Por lo demás, fortaleceos por
medio del Señor, de su fuerza poderosa. Revestíos de las armas de Dios para
poder resistir a las acechanzas del diablo. Porque nuestra lucha no va dirigida
contra simples seres humanos, sino contra los principados, las potestades, los
dominadores de este mundo tenebroso y los espíritus del mal que están en el
aire. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día
funesto; y manteneros firmes después de haber vencido todo”. (cf 6, 10- 13)
La clave de la victoria la podemos encontrar en la Sagrada Escritura: “Además,
los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y sus
apetencias. “ La cruz es nuestra victoria” Si vivimos por el Espíritu, sigamos
también al Espíritu. No seamos vanidosos, provocándonos los unos a los otros y
envidiándonos mutuamente” (cf Gál 5, 24- 25) Con la ayuda de Dios, el Espíritu
Santo, y nuestros esfuerzos, renunciemos a lo malo, para tener una voluntad
firme, fuerte y férrea para amar y para servir. Escuchemos la Palabra:
El hombre nuevo no es un solitario.
Es hijo de una comunidad y vive en
Comunidad. “Pues así como nuestro cuerpo, aunque es uno,
posee muchos miembros, pero no todos desempeñan la misma función, 5 así también
nosotros, aunque somos muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo:
los unos somos miembros para los otros” (Rom 12, 4- 5)
“Por tanto, también nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de
testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con
constancia la carrera que se nos propone, con los ojos fijos en Jesús, que
inicia y lleva a la perfección la fe. Él, en vista del gozo que se le proponía,
soportó la cruz sin miedo a la ignominia y está sentado a la diestra del trono
de Dios” (Heb 12, 1- 3). Caminemos y recorramos el camino de la fe, ,
viviendo con otros la experiencia de la Fe, siguiendo juntos las huellas de
Cristo Jesús, que nos enseñó que el camino de la resurrección es la cruz, para,
crucificados con él, darle muerte al pecado (cf Gál 5, 24) Este camino que
lleva a la vida es camino estrecho (cf Mt 7, 13), de arrepentimiento y de
seguimiento (cf 1 Ts 1, 9). Camino de fidelidad a la Palabra y a la Voluntad de
Dios (cf 1 Jn 3, 23).
El hombre nuevo es un guerrero de Dios.
El hombre nuevo, es un Cristo un
guerrero que vence con el bien al mal (Cf Rom 12, 21) Sus armas poderosas son
las “armas de Dios” que brotan de un corazón limpio de una fe sincera y de una conciencia recta” ( cf 1 Tim
1, 5) Sigamos las instrucciones de san Pablo:
V “Hijo
mío, mantente fuerte en la gracia de Cristo Jesús” (2 Tim 2, 1): “Fuerte con la
energía de Dios para luchar contra el Ego vacío, desfigurado y distorsionado en
el que actúan las fuerzas del mal” (Cf
Ef 6, 10) Abandonemos la vieja levadura y celebremos la Pascua con loa ázimos
de verdad, sinceridad y honestidad.
V “y
cuanto me has oído en presencia de muchos testigos confíalo a hombres fieles,
que sean capaces, a su vez, de instruir a otros” (2 Tim 2, 2) Instrúyete en las
cosas de Dios. Busca con hambre la instrucción de la fe y del amor. “Vivid, pues, según Cristo Jesús, el Señor,
tal como le habéis recibido. 7 Permaneced arraigados y edificados en él,
apoyados en la fe, tal como se os enseñó, y rebosando agradecimiento. Mirad que
nadie os esclavice mediante la vana falacia de una filosofía fundada en
tradiciones humanas, según los elementos del mundo y no según Cristo” (cf
Col 2, 6- 8). Para que no seamos como niños sacudidos por cualquier viento de
doctrina” (cf Ef 4, 14)
V “Soporta
las fatigas conmigo, como un buen soldado de Cristo Jesús. Nadie que se dedica
a la milicia se enreda en los negocios de la vida, si quiere complacer al que
le ha alistado” (2 Tim 3- 4)
V “Y
lo mismo el atleta, que no recibe la corona si no ha competido según el
reglamento” (2 Tim 2, 5). No mezclar las cosas de las tinieblas con la luz de
Cristo: “¡No unciros al mismo yugo que los infieles! No sería posible el
equilibrio. Pues ¿qué relación hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Qué unión
entre la luz y la tiniebla? ¿Qué armonía entre Cristo y Beliar? ¿Qué
comunicación entre el fiel y el infiel? 16 ¿Qué conformidad entre el templo de
Dios y el de los ídolos?” (2 Cor 6, 14- 15). La mezcla resulta tibieza
espiritual y nos excluye de la gracia de Dios (cf Apo 3, 15).
V “Y
el labrador que trabaja es el primero que tiene derecho a percibir los frutos. Entiende lo que quiero decirte; seguro que el
Señor te hará comprender todo” (2 Tim 2, 6-7). Ser el primero en cree, el vivir
lo que cree y el primero en anunciar lo que vive.
El Modelo de hombre nuevo es María,
la Mujer nueva que abrazó la voluntad de Dios hasta el fondo (cf Lc 1, 38) Y
nos legó su evangelio: “Hagan lo que él les diga” (Jn 2, 5)
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