OBJETIVO: Mostrar
que Dios creó el hombre en armonía, para vivir; para la felicidad, ésta es don
y tarea, que puede ser alcanzada cuando se responde a la vida con
responsabilidad y libertad.
Iluminación. “Alégrate hija de Sión porque tu Rey viene a ti, justo y victorioso”
(Zac 9, 9).
“Grita llena de gozo Sión, lanza clamores
Israel, celébralo alegre de todo corazón” (So 3,
14). “Pidan y recibirán para que su gozo sea
colmado” (Jn 16, 24).
1. Creados para ser felices

convertido en un simple bosquejo de persona humana. El
hombre es feliz en la medida que se realiza como persona, como hijo de Dios,
como hermano de los demás con quienes está llamado a compartir los dones de
Dios.
2. El Mensaje de Jesucristo
Jesucristo nos ha dicho: “Vengo para que tengan vida, y
vida en abundancia” (Jn 10, 10). El Señor ha venido a traernos a Dios,
nuestra verdadera Felicidad. La felicidad es vida: Esta vida comienza en el
cristiano como un grano de mostaza, que al caer en un corazón disponible, nace
y crece hasta llegar a su madurez en Cristo. Esta vida divina se recibe como
Gracia y como Responsabilidad. Gracia que tenemos que proteger y cultivar. Urge
por lo tanto que tengamos una visión clara del Hombre.
El
hombre está llamado a ser feliz, a vivir en la alegría: “Estén siempre alegres en el
Señor, se los repito, estén siempre alegres en el Señor” (Fil 4, 4). La
alegría del cristiano es un arma poderosa para luchar contra las fuerzas del
Mal. Para el cristiano el Gozo del Señor es su fortaleza (cf Hab 3, 18- 19). “Revístanse
de alegría y estallen en gritos de júbilo”, grita el profeta Isaías a los de
corazón afligido” (cf Is 35,1-2). “Alégrate hija de Sión porque tu Rey viene a
ti, justo y victorioso” (Zac 9, 9). “Grita llena de gozo Sión, lanza
clamores Israel, celébralo alegre de todo corazón” (So 3, 14).
1. El clamor de la Madre
En las Bodas de Caná: María dice a su Hijo: “No tienen vino”. Se trata del vino de
los tiempos mesiánicos: el don del Espíritu Santo que sólo Jesús puede darnos.
Hoy la Madre podría decir: “No tienen
alegría, ni paz, ni amor, no son felices”.
Sus corazones están vacíos, llenos de angustia, de agresividad, de
soledad: son un caos y están llenos de tinieblas. Por eso quiere darnos su
evangelio.
De la boca de María brota su evangelio como luz para todos
nosotros: “Hagan lo que Él les diga” (Jn 2, 5). El evangelio de María
está en clave para alcanzar la verdadera felicidad. Como si Ella nos dijera:
¿Quieren ser felices? “Hagan lo que Él
les diga”. Encuentro por lo menos cinco claves para entender el evangelio
de María: lo que Ella vive, es lo que Ella dice:
En clave de
humildad. No hay lugar para los protagonismos: María es sencillamente la
“Esclava del Señor”. El Salvador y el Redentor de los hombres es Jesús. La
Humildad de María ha aplastado la cabeza del demonio de la soberbia, el más
grande de los enemigos de la fe.
En clave de
obediencia. Se trata de la
obediencia de la fe: renunciar a toda forma de maldad para sumergirse en la
voluntad de Dios: “Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les digo” (Jn 15,
14). La amistad con Jesús es nuestra arma poderosa para luchar contra el mundo.
Sin obediencia no hay amistad con Jesús.
En clave de amor que
se expresa en el servicio. “Lávense
los pies unos a los otros” (Jn 13, 14). Lavar los pies a los hermanos es un
mandamiento de Jesús, expresión del amor del discípulo a su maestro: “Ustedes
me aman si hacen lo que yo les digo” (cf Jn 14, 23). “El mundo los odia porque
ustedes me aman, si ustedes me odiaran el mundo los amaría” (Jn 15, 19). Amar
el mundo es amar el poder, el placer y el tener por encima de Jesús o de las
personas.
En clave de discipulado.
“Permanezcan en mi amor” (Jn 15,9).
¿Cómo permanecer en el amor de Cristo? Por un lado: Permanecer siendo amados,
recibiendo la ternura de Dios; siendo perdonados, curados y sanados por Él, por
otro lado: Permanecer amando: “Si ustedes guardan mis Mandamientos, como yo
guardo los Mandamientos de mi Padre, permanecerán en mi amor” (Jn 15, 10).
En clave de
pertenencia. El cristiano no se pertenece, es propiedad exclusiva de su
Señor que en la oración sacerdotal ora a su Padre diciendo: “He
manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado” (Jn 17, 6), somos
el regalo del Padre a su Hijo”, “Padre todo lo tuyo es mío, y todo lo mío es
tuyo” (Jn 17, 10). ¿Cuál es la señal de que somos de Cristo?, San pablo
en la carta a los Gálatas nos da la respuesta: “pues los que son de Cristo
Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y apetencias”
(Gál 5, 24). “Cristo es el Señor a quien servimos” (Col 3, 24).
María quiere que seamos de su Hijo y como su Hijo en
referencia al Padre, y digamos con Él: “Si Padre; si te obedeceré… si te amaré
y sí te serviré… Con esta triple afirmación Jesús venció al demonio en el
desierto, lo ató, para luego irse a liberar a los oprimidos por el diablo.
2. ¿Por qué
hemos de amar a Jesús?
Porque esa es la Voluntad del Padre que todo mundo crea y
ame al Hijo de sus complacencias. El Salmista nos dice: ¡Cuánto amo tu
Voluntad! (Sal 118, 97). Quien ama al Hijo ama también al Padre, y ama también
a los hijos del Padre. Sólo a la luz de la experiencia personal, iluminada por
la Sagrada Escritura podemos dar algunas respuestas que sean válidas.
Porque Él nos amó primero y se entregó por nosotros (1 Jn
4, 10; Gál 2, 19; Ef 5, 1; 5, 25), para que también nosotros nos entreguemos
por Él y por su amada Iglesia.
Porque Él nos pide: ¡¡¡Ámame!!! Amamos al Señor cuando
guardamos sus Mandamientos cuando amamos a nuestros hermanos, especialmente a
los más débiles (Jn 14, 21).
Porque nos conviene para que Él se manifieste en nuestras
vidas y haga de nosotros su morada (Jn 14, 18- 21).
Porque no queremos ser excluidos de su Reino de amor, de
paz y de gozo, como tampoco de su Comunidad fraterna. San Pablo nos ha dado la
clave en sentido negativo: “El que no ame a Cristo sea maldito”
(1Cor 16, 22).
3. Más de la enseñanza de Jesús sobre la felicidad
“Pidan y recibirán para que su gozo sea colmado” (Jn 16, 24).
¿Qué podemos pedir? Podemos pedir que el Espíritu Santo nos abra la mente y nos
explique el sentido de las palabras del Señor, Nuestro Maestro y Pastor:
• “Dichosos
más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la guardan” (Lc 11, 28).
• “Dichosos
los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen” (cf Lc 8, 21).
• “Amad
a sus enemigos y rueguen por los que los persiguen” (Mt 5, 44).
• “Hagan
el bien a los que los odien, bendigan a los que los maldigan y rueguen por los
que los difamen” (Lc 6, 27- 28).
• “No
juzguen para no ser juzgados, perdonen para ser perdonados” (Mt 7,1-2).
• “Sean
compasivos como su Padre celestial es compasivo” (Lc 6, 36).
• “Pero,
dichosos sus ojos porque ven, y sus oídos, porque oyen” (Mt 13, 16).
4. ¿Cuál es la
fuente de la alegría de los discípulos?
“Estar con el Señor,
escuchar su Palabra, ser enviados por él y ver las maravillas que hace entre
los suyos. ¿Qué es lo que ellos ven? Ven el rostro de Dios en Jesús, un rostro
de amor, de ternura, de perdón, de libertad. Por eso dan testimonio de lo que han
visto, oído y tocado con nuestras manos, acerca de la Palabra de vida” (1Jn 1,
2).
Para Jesús, nuestro Señor, la clave de la felicidad no está
en poseer cosas, dinero, fama, prestigio, en poseer lujos o en llevar una vida cómoda y sin
preocupaciones, sino en abrazar la Voluntad de su amado Padre y ponerla en
práctica. Recordemos las palabras del Evangelio: “No todo el que me diga Señor,
Señor, entrará en la Casa de mi Padre” (Mt 7, 21). No basta con
realizar algunas obras buenas, como tampoco basta con rezar, nuestro
Señor pide justicia, misericordia, bondad y verdad: “Luchen
por entrar por la puerta estrecha, porque les digo que muchos pretenderán
entrar y no podrán” (Lc 13, 24). Todo es don y responsabilidad: don y tarea.
Hablemos claro: El
hombre no ha sido creado para llevar una vida arrastrada, apagada, estrecha o
constreñida, sino para vivir a sus anchas. El hombre ha sido creado por amor y
para amar, y sólo puede encontrar la felicidad amando y siendo amado. Sólo el
amor auténtico es capaz de colmar al hombre. Amor auténtico es aquel que sólo
puede proceder de la Libertad interior. Con palabras del Apóstol: “El
amor que procede de un corazón limpio, de una fe sincera y de una pureza de
intención” (1Tim 1, 5).
“Pasa
siervo fiel a tomar parte del gozo de tu Señor”.
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