HASTA QUE ALCANCEMOS LA UNIDAD EN LA FE Y EL CONOCIMIENTO DE DIOS.

 


HASTA QUE ALCANCEMOS LA UNIDAD EN LA FE Y EL CONOCIMIENTO DE DIOS.

Sin embargo el sólido fundamento puesto por Dios se mantiene firme, marcado con este sello: El Señor conoce a los que son suyos; y: Apártese de la iniquidad todo el que pronuncia el nombre del Señor. En una casa grande no hay solamente utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos nobles y otros para usos viles. Si, pues, alguno se mantiene limpio de estas faltas, será un utensilio para uso noble, santificado y útil para su Dueño, dispuesto para toda obra buena. ( 2 de Tim 2, 19- 21)

En la Iglesia, como en la Casa grande, hay santos y pecadores, sanos y enfermos, débiles y fuertes, el que quiera servir al Señor que se consagre a Él. Consagrarse al Señor pide renunciar a toda la vida mundana y pagana, lo que Pablo le llama, renunciar a la carne (Gál 5, 19- 21) Huye de las pasiones juveniles. Vete al alcance de la justicia, de la fe, de la caridad, de la paz, en unión de los que invocan al Señor con corazón puro. Evita las discusiones necias y estúpidas; tú sabes bien que engendran altercados. Y a un siervo del Señor no le conviene altercar, sino ser amable, con todos, pronto a enseñar, sufrido, y que corrija con mansedumbre a los adversarios, por si Dios les otorga la conversión que les haga conocer plenamente la verdad, y volver al buen sentido, librándose de los lazos del Diablo que los tiene cautivos, rendidos a su voluntad. (2 de Tim 2, 22- 25)

El que se decide servir al Señor está llamado a hacer la “Opción fundamental por Cristo” que pide dar la espalda al mundo y dedicarse a buscar a Dios. “practicar el bien y rechazar el mal”(Rm, 12, 9) Lo que significa tomar la firme determinación de seguir a Cristo. Para amarlo y para servirle. Es llamado a ser cristiano. Cristiano es el que ama sin fingimiento, no es falso y falaz, sino sincero, íntegro, leal y fiel. Capaz e conocer el camino del amor: “Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros; con un celo sin negligencia; con esp1ritu fervoroso; sirviendo al Señor; con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración; compartiendo las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran.” (Rm 12, 9- 15)

Lo anterior significa vivir en Comunión, en Participación y en Misión con la disponibilidad de salir fuera para ir a servir a sus hermanos. Con lleva en su interior la preocupación por los demás; lleva el espíritu de la reconciliación y el espíritu de compartir permanente, es decir siempre. Con la fuerza de soportar a los más débiles (Rm 15, 1) Quien así vive llevan en su corazón la Caridad Pastoral que consiste en la disponibilidad de hacer la voluntad de Dios. La disponibilidad de salir fuera para ir al encuentro de una persona concreta para iluminarla con la luz del evangelio. Y la disponibilidad de dar su vida por realizar los dos objetivos anteriores.

La Caridad Pastoral exige de la Conversión Pastoral que empieza por las cabezas de las Comunidades y se alcanza en la escucha y en la obediencia de la Palabra de Dios. Para construir la Casa sobre Roca (Mt 7, 24) Y no llegar a ser de los que dijeron: Señor, prediqué tu Palabra, hice milagros e hice exorcismos, pero Jesús les dijo: No los conozco, apártense de mí lo que obran el mal (Mt 7, 23) El que escucha y obedece la Palabra de Dios es el mismo que hace de la voluntad de Dios la delicia de su vida (cf Jn 4, 34) Por eso Jesús nos dice: Mi Padre siempre me escucha, porque yo hago lo que a él le agrada (cf Jn 14, 31)

El que me escucha y me obedece, escucha y obedece al Padre, el que cree en mí y me ama,  cree y ama al Padre, porque el Padre y yo somos Uno. (cf Jn 14, 7ss) El mundo quiere sus corazones para llenarlos de amargura, frustración y sin sentido. Yo también los amo y quiero sus corazones para llenarlos de vida, de paz y gozo en el Espíritu, con persecuciones en esta vida y después la Vida eterna. (cf Mc 10, 30) “No tengáis miedo amarme y seguirme” “Yo estaré con ustedes todos los días hasta la consumación de los siglos (cf Mt 28, 20) Es una Promesa que Jesús siempre la ha cumplido: sufre con nosotros, padece con nosotros y muere con nosotros. Pablo así lo cree y lo entiende: “Con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí. No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese muerto Cristo en vano.” (Gál 2, 19- 21)

Y en la carta a los efesios nos dice: que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios. (Ef 3, 17- 19) Y en la misma carta nos dice: “Hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo. Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la astucia que conduce engañosamente al error, antes bien, siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo. “ (Ef 4, 13- 15)

 

 

 

 

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