DIOS INTERFIERE EN TODAS LAS COSAS PARA BIEN DE LOS QUE LE AMAN

 


DIOS INTERFIERE EN TODAS LAS COSAS PARA BIEN DE LOS QUE LE AMAN

Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio. Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó(Rm 8, 28- 30)

Dios interfiere en todas las cosas para bien de los que le aman. Esto no significa que Dios nos envía el sufrimiento, la pobreza, la enfermedad, la muerte, sino que él interfiere en nuestro favor en los problemas y preocupaciones de la vida porque nos ama (cf 1 de Pe 5, 7) Nos asiste para que le encontremos el sentido a todo lo que nos sucede. A todo le podemos sacar una enseñanza, un valor. Por ejemplo un accidente que nos sucede, podemos pensar si fuimos prudentes o no lo fuimos. Podemos aprender experiencia para evitar otros accidentes. En una enfermedad podemos discernir si nos estamos alimentado correctamente, o si nuestra alimentación es causa de nuestra enfermedad o de nuestra falta de higiene. Puede nacer en nosotros el deseo de profundizar en la oración que nos acerca a Dios. Y si él interfiere en nosotros en todo, nosotros en todo podemos dar gracias por todo lo que nos sucede, ya sea positivo o negativo.

A los que han sido llamados según su designio. Elegidos por Dios por amor desde antes que el mundo existiera para ser santos e inmaculados en el amor (Ef 1, 4) Destinados a ser adoptados a ser sus hijos en Cristo y por Cristo (Ef 1, 5) El único destino que aceptamos es ser hijos de Dios, por Jesucristo nuestro hermano y primogénito de Dios. Llamados a reproducir su Imagen, ser como él, pobres, limpios de corazón, misericordiosos, pacíficos, santos, humildes y mansos de corazón (Mt 5, 3- 11; 5, 48: 11, 29)

“Y a los que predestinó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó.” A los elegidos por él, los justificó, es decir fueron perdonados de sus pecados y les dio el don del Espíritu, ahora son hijos de Dios. Y a los que justificó, también los glorificó, los hizo partícipes de su Pasión, de su muerte y de su resurrección. Son perdonados, reconciliados, salvados, santificados y glorificados. Ahora podemos decir con Pablo: “En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gál 2, 19- 20). Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu. (Gál 5, 24- 25)

Obrar según el Espíritu es obrar en Cristo, según Dios. Lo que equivale a dejarnos conducir por el Espíritu como hijos de Dios (cf Rm 8, 14) Nos lleva a la Unidad, a la Verdad y a la Santidad, es decir, nos lleva al Amor que nos lleva a la Unidad con Dios, con los demás, nuestros hermanos, con nosotros mismos y con la Creación. Estas son las cuatro dimensiones, de las que sólo dos son mandamientos: Amar a Dios ya los demás. Por eso nos dice san Juan: “Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano.” (1 de Jn 4, 20- 21)

El capítulo 4 de 1 de Juan habla sobre el amor de Dios y cómo debe expresarse entre los cristianos. Además, también destaca la importancia de discernir entre los espíritus, de modo que no seamos engañados por falsos profetas. A continuación se presentan cinco versos bíblicos relacionados con los temas abordados en 1 de Juan  4.

"Pero siguiendo la verdad en el amor, crezcamos en todo hacia Aquel que es la cabeza, Cristo". (Efesios 4, 15) Este versículo habla sobre la importancia de seguir la verdad con amor, y amar en el espíritu (Col 1, 8)

“Hijos míos, es la última hora. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es ya la última hora” (1 de Jn 2, 18) Este versículo habla de falsos profetas, que es un tema presente en 1 de Juan 4.

“Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy.” Este versículo destaca la importancia del amor, un tema central en 1 de Juan 4.

“Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.” (1 de Jn 3, 24) Este versículo habla sobre la presencia del Espíritu Santo en nosotros, si guardamos los mandamientos, que es algo que resalta en 1 de Juan 4.

“Queridos, no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo. Podréis conocer en esto el espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios” (1 de Jn 4, 1- 2).

Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. (1 de Jn 4, 7- 10)

Donde hay Amor, hay Unidad, hay Verdad, hay Libertad y hay Santidad. Santo es el que ama con Verdad, en el Espíritu.

 

 

 

 

 

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