LAS PALABRAS QUE LES HE DICHO SON ESPÍRITU Y VIDA

 


LAS PALABRAS QUE LES HE DICHO SON ESPÍRITU Y VIDA

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús dijeron al oír sus palabras: “Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?” Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen”. (En efecto, Jesús sabía desde el principio quienes no creían y quién lo habría de traicionar). Después añadió: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede” Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: “¿También ustedes quieren dejarme?” Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”. Jn 6, 60-69

“Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?” Nada fácil, Jesús, habla con la Verdad que nos hace libres (Jn 8, 32) Jesús no engaña y no manipula: «El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. (Mt 12, 30) Pero también no exige lo que él no ha dado: Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra.» Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle;(Mc 4, 30- 33) Y nos presenta las exigencias del Reinopara ser sus discípulos: Creer y convertirse (Mt 4, 17) Amarlo y seguirlo: Decía a todos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.” (Lc 9, 23)

Escuchemos a san Pablo confirmar las palabras de Jesús: “Lo que importa es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo, para que tanto si voy a veros como si estoy ausente, oiga de vosotros que os mantenéis firmes en un mismo espíritu y lucháis acordes por la fe del Evangelio. “(Flp 1, 27)

 Según el evangelio de Pablo es que nuestra salvación es un don gratuito de parte de Dios. Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amo, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo - por gracia habéis sido salvados - y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús, a fin de mostrar en los siglos venideros la sobreabundante riqueza de su gracia, por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe. (Ef 2, 4- 9)

Lo que el evangelio pide para salvarnos es creer en Jesús, confiar en él, obedecerlo, amarlo y seguirlo. Dejarnos amar por él para que nos lave los pies y nuestros pecados sean perdonados y recibamos el don del Espíritu Santo. Para luego dejarnos conducir por la Palabra de Dios que nos lleva a la salvación y a la perfección cristiana (2 Tim 3, 14. 17) El evangelio de Jesús nos pide ceer en el amor que nos hace libres: “Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio.» Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?» Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano.» El la extendió y quedó restablecida su mano.” (Mc 3, 1- 5) Extender la mano es compartir, es ayudar, es darse, es entregarse, es lavar pies, es amar. Para vivir como Jesús, el Maestro, vivió. “Se pasó la vida haciendo el bien y liberando a los oprimidos por el Diablo porque Dios estaba con él (Hech 10, 38)

El evangelio de Jesús pide la unidad entre el culto y la moral: Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. (Mt 5, 23- 24) Para luego decirnos: «No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 21- 23) Nuestra ofrenda tiene que ser viva, santa y agradable a Dios (Rm 12, 1)

Para el evangelio de Jesús la fe y la vida no pueden estar divorciadas: En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.(Jn 12, 24- 26) Para resucitar hay que morir, y para morir hay que estar vivo, y para vivir hay que haber nacido, y para nacer hay que quedar embarazado (cf Jn 3, 1- 5) Y el niño recién nacido tiene que ser alimentado para que crezca y camine, si ha probado lo bueno que es el Señor (1 de Pe 2, 2- 3)

El evangelio de Jesús nos pide guardar sus mandamientos, guardar su Palabra y vivir las Bienaventuranzas (Jn 14, 21. 23; Mt 5, 3- 11) Lo que nos enseña que la salvación que es gratuita, no es barata, pide conversión que tiene esfuerzos, renuncias y sacrificios La conversión consiste en llenarse o revestirse de Cristo, para esto hay que desnudarse del traje de tinieblas, para poder ponerse el traje de bodas, el traje de luz que revestirse en justicia y en santidad (Ef 4, 24)

Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección.(Col 3, 12- 14)

 

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