TRABAJAD POR VUESTRA SALVACIÓN CON RESPETO Y SERIEDAD.

 


TRABAJAD POR VUESTRA SALVACIÓN CON RESPETO Y SERIEDAD.

Trabajad por vuestra salvación con respeto y seriedad. Porque es Dios el que obra en vosotros haciendo que queráis y obréis movidos por lo que a él le agrada. Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones, a fin de que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha. (Flp 2, 12b-15ª)

¿Cuál es el modelo que tenemos para seguir? Es el mismo Jesús que siendo generoso se hizo pobre para enriquecernos con su Pobreza (2 de Cor 8, 9) Tal como lo describe en el Himno Cristológico de la misma carta a los filipenses: "El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SENOR para gloria de Dios Padre."(Flp 2, 6- 11) Se despojó de sí mismo, se hizo siervo por amor, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la vergonzosa muerte de Cruz.

Trabajad por vuestra salvación con respeto y seriedad. ¿En qué vamos a trabajar? Lo primero en lo que vamos a trabajar es humanizarnos, hacernos cada día más persona y mejor persona a la Luz de la Palabra de Dios. Recordamos que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios (Gn 1, 27) Somos personas, no somos cosas u objetos, somos personas con pensamiento y con voluntad, con sentimientos y con emociones, creados con un corazón capaz de amar y capaz también de odiar. Somos personas llamadas a ser “únicos e irrepetibles, responsables de nuestros palabras, pensamientos y acciones.” Si somos responsables, somos también somos libres para elegir lo que queramos hacer: el bien o el mal, de lo que decidamos somos responsables. Si nos decidimos por el bien podemos entonces amar y este nos lleva al servicio, gratuito y voluntario. Toda persona es poseedora de una “Dignidad humana” que es el fundamento de lo que somos:”No valemos por lo que tenemos, valemos por lo que somos.”

El hombre que ha sido creado según la Imagen y semejanza de Dios está llamado a cultivar y a proteger lo que es y lo que está llamado ser: Una Plenitud de persona. (Gn 2, 15) ¿Cómo puede hacerlo? Siendo lo que es: una persona creada a imagen y semejanza de Dios. Lo primero es ver, más que ver es, distinguir entre lo bueno y lo malo, para que rechace lo malo y haga lo que es bueno. En segundo lugar significa escuchar, el clamor de Dios que habla en su corazón: “No hagas cosas malas, has cosas buenas.” Significa también escuchar el clamor de los demás, especialmente, el de los pobres. En tercer lugar ha de hablar y más que hablar, comunicarse, ya que es un ser para la comunicación y participación. En cuarto lugar debe caminar. Ha recibido dos piernas para ponerse en pie y caminar. Caminar significa amar. Camina no te arrastres. El quinto lugar ser imagen y semejanza de Dios significa descansar, y para entrar en el Descanso de Dios hay que romper con el pecado y guardar los diez mandamientos. “Aborreced el mal y amad apasionadamente el bien” Si has fallado, Dios te da una tercera Palabra: “Arrepiéntete” en la obediencia a las tres palabras: haz el bien, rechaza el mal y arrepiéntete, llega a tu corazón la cuarta palabra: “Alégrate.”

Esta es la Ley interior, la ley natural que Dios ha puesto en toda persona, sin acepción de personas. Pero existen los peligros: "Os digo, pues, esto y os conjuro en el Señor, que no viváis ya como viven los gentiles, según la vaciedad de su mente, sumergido su pensamiento en las tinieblas y excluidos de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su cabeza los cuales, habiendo perdido el sentido moral, se entregaron al libertinaje, hasta practicar con desenfreno toda suerte de impurezas." (Ef 4, 17- 20)

Porque es Dios el que obra en vosotros haciendo que queráis y obréis movidos por lo que a él le agrada. A Dios le agrada que escuchemos su Palabra para que deposite su vida eterna en nuestros corazones para que aparezca la fe, ya que sin ella nada es grata  y agradable a Dios (Heb 11, 6) En el camino de la salvación la Palabra es nuestra brújula: "Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.»"(Jn 8, 31- 32)

El apóstol Pablo nos dice: "Tú, en cambio, persevera en lo que aprendiste y en lo que creíste, teniendo presente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Letras, que pueden darte la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena."(2 de Tim 3, 14- 17). La Palabra que nos lleva a la fe, también, nos lleva a la salvación y a la perfección cristiana.

El mandato de Dios es que creamos en su Hijo y que nos amemos unos a otros (1 de Jn 3, 23) Y Pablo nos recuerda la importancia de la fe en Cristo Jesus: "Pero no es éste el Cristo que vosotros habéis aprendido, si es que habéis oído hablar de él y en él habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús"(Ef 4, 20- 21).

Lo primero que la fe nos pide es la conversión para llenarnos de Cristo y revestirnos de él. Sin conversión la fe es estéril. El texto que mejor nos habla de la conversión es este: "«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»" (Mt 11, 28- 30)

La fe cristiana nos pide romper con el pecado (1 de Jn 1  8; 2 de Pe 1, 4; 2 de Tim 2, 22) Guardar los mandamientos ( 1 de Jn 2,3; Jn 14, 21) Guardar la Palabra de Dios (Jn 14, 23; Lc 8, 21) Practicar las virtudes del hombre nuevo (Col 3, 12- 14; Ef 5, 9; Gál 6, 10) Y vivir las Bienaventuranzas como la Carta Magna de Jesús.(Mt 5, 3- 11) Estar en proceso de conversión (Rm 12, 2) y buscar la Unidad de todos en la Iglesia (Rm 12, 4- 6) Para crecer en el Amor de Cristo (Jn 15, 9-10) Unidos a la Comunidad fraterna, solidaria y servicial para poder crecer en el conocimiento de Dios (Ef 4, 13)



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