LA MUERTE Y LA RESURRECCIÓN DE JESÚS SON LOS PILARES DE LA FE
CRISTIANA.
Iluminación: Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para
que todo el que crea en él tenga vida eterna. (Jn 3, 16)
Jesús les
recuerda a los sacerdotes y a los ancianos del pueblo lo bueno y misericordioso
que ha sido con su Pueblo: Lo sacó de la esclavitud de Egipto, hizo alianza con
él en el desierto, le entregó la Ley de Moisés, les entregó la Tierra
prometida, les dio reyes y profetas, les entregó un Templo, les dio sacerdotes.
Pero el pueblo era duro de cabeza y de corazón obstinado, desobedecían a los
profetas, hasta los apedreaban y los mataban. Al final de Jesús profetiza su
propia muerte. Ahora también a él lo van a matar:
Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos
viñadores?" Ellos le respondieron: "Dará muerte terrible a esos
desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos
a su tiempo". Ellos mismos se echan la cuerda al
cuello: Qué les den muerte y que les quite el reino y se lo entregue a otros
que entreguen su fruto a su tiempo. Aún no han entendido que Jesús hacía
referencia a ellos. Piensan a lo humano. Dios en cambio tiene planes para los asesinos
de su Hijo:
Entonces Jesús les dijo: "¿No han leído nunca en la
Escritura: La piedra que
desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra del
Señor y es un prodigio admirable? Dios les ofrece salvación en su Hijo, la Piedra angular. Si ellos
llegan a creer en Jesús y se arrepienten Dios los perdona y los salva. Así lo
pidió el mismo Jesús al pedir al Padre. “Padre, perdónalos porque no saben lo
que hacen” (Lc 23. 34)
Por esta razón
les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo
que produzca sus frutos". Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y
los fariseos comprendieron que Jesús las decía por ellos y quisieron
aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido por un
profeta. (Mt 21, 33-43. 45-46)
¿Quiénes mataron a Jesús? Lo primero
que llega a nuestra mente es que fueron los judíos. El apóstol Pedro predica a
una gran multitud que no habían estado presente el viernes santo: "«Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazoreo, hombre
acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios
hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste, que fue
entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros
le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios
le resucitó librándole de los dolores del Hades, pues no era posible que
quedase bajo su dominio;"(hch 2, 22- 24) “Ustedes lo mataron por
medio de gente malvada” “A ese que ustedes crucificaron está vivo, Dios lo ha
resucitado.”
Aquella gran multitud, asistidos
con la Gracia de Dios, aceptaron que ellos, no obstante, no había estado
presente, habían matado a Jesús. Jesús había muerto por los pecados de todos
los hombres, entonces los pecados mataron a Jesús, y entonces todos matamos a
Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios. Por eso con un corazón contrito y
arrepentido preguntan:
"Al oír
esto, dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué
hemos de hacer, hermanos?» Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno de
vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros
pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo; pues la Promesa es para
vosotros y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos
llame el Señor Dios nuestro.»" (Hch 2, 37- 39)
Jesús murió por
todos los pecados de todos los hombres, todos entregamos a Jesús a su muerte: "En efecto, cuando todavía estábamos sin
fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; - en verdad,
apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se
atrevería uno a morir -; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo,
siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón,
pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos de la cólera! Si
cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo,
¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida!"(Rm
5, 6- 8)
Palabra y Sacramentos son los dos
talentos que Jesus resucitado le ha dado a la Iglesia para que lleve a los
hombres a la salvación. "Dicho esto, les
mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús
les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os
envío.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A
quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos.»"(Jn 20, 20- 23)
"Jesús se
acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la
tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo
lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días
hasta el fin del mundo.»"(Mt 28, 18- 20)
La muerte
y la resurrección de Jesús son los pilares de la fe cristiana. Murió para que
nuestros pecados fueran perdonados y resucitó para darnos Vida eterna.
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