EL ENCUENTRO DE JESÚS CON LA MUJER SAMARITANA

 


EL ENCUENTRO DE JESÚS CON LA MUJER SAMARITANA

"Llega, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. Llega una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dice: «Dame de beber.» Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. Le dice la mujer samaritana: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.) Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva.» Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?» Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.» Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla.»" (Jn 4, 5- 15)

El diálogo más misionero y el encuentro más liberador se da entre Jesús y la mujer samaritana: Jesús se hace el encontradizo, se encuentra en el zenit de su Misión. Se encuentra cansado, hace mucho sol, se sienta en el brocal del pozo de Jacob, se encuentra solo, espera a alguien a quien ama desde la eternidad. Llega, es una mujer, no judía, es de Samaria, tierra extranjera. La mujer al ver a un extranjero no le saluda. (judíos y samaritanos son enemigos) Trae su propia soga y su propia cubeta, saca su primera agua, y entonces Jesús se presenta débil, cansado y con sed y le dice: “dame de beber, tengo sed”. Ella le niega, diciendo: .«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» Jesús no se deja por vencido y le responde: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva.»

El don de Dios es el “AGUA VIVA, es la “Felicidad” Palabra que Jesús nunca uso. Usa otras palabras como “La Paz” y “Dulzura espiritual” Qué es armonía interior y exterior, armonía consigo mismo, con Dios, con los demás y con la naturaleza. La Paz viene de la justicia que a Dios es creer en su Hijo, confiar, obedecer y amarlo. Y justicia a los demás que consiste en reconocerlos como personas, aceptarlos y respetarlos. La Paz viene del Perdón de los pecados y nos trae Vida eterna. La Paz es inseparable del Amor y del gozo del Señor. "El último día de la fiesta, el más solemne, Jesús puesto en pie, gritó: «Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí», como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado."(Jn 37- 39)

«Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.» Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla.»"

"Él le dice: «Vete, llama a tu marido y vuelve acá.» Respondió la mujer: «No tengo marido.» Jesús le dice: «Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad.» Le dice la mujer: «Señor, veo que eres un profeta."(Jn 4, 16- 19) Para Jesús, la mujer es trasparente, la conoce: has buscado la felicidad en los hombres, pero no has sido feliz, en eso has dicho la verdad. La mujer reconoce a Jesús como profeta de Dios. La descubre y le muestra sus pecados sin juzgarla y sin condenarla. Tan sólo le muestra lo que hay en su corazón.

Jesús profeta enseña los caminos de Dios: "Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.» Jesús le dice: «Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad.» "(Jn 4, 20- 25) Ha llegado la hora de adorar al Padre en espíritu y en verdad. Adorar al Padre en el Hijo por la acción del Espíritu Santo, es decir en Gracia de Dios. “Perdonados, reconciliados,  salvados y santificados.”

Le dice la mujer: «Sé que va a venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando venga, nos lo explicará todo.» "Jesús le dice: «Yo soy, el que te está hablando.» En esto llegaron sus discípulos y se sorprendían de que hablara con una mujer. Pero nadie le dijo: «¿Qué quieres?» o «¿Qué hablas con ella?» La mujer, dejando su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: «Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo?» Salieron de la ciudad e iban donde él." (Jn 4, 26- 30) “Yo soy, el Cristo” es la única vez que Jesús se confiesa como Mesías, y lo hace con una mujer que no es judía. La mujer dejo su cántaro a los pies de Jesús, le entregó su vida, sus pecados y se va como la misionera de Jesus a tierra de paganos.

«Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo?» Salieron de la ciudad e iban donde él." La mujer, portadora de la Paz, del Gozo y del Amor, invitó a todo su Pueblo a ir a Jesús para escucharlo y para que curara sus enfermos. "Cuando llegaron donde él los samaritanos, le rogaron que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Y fueron muchos más los que creyeron por sus palabras, y decían a la mujer: «Ya no creemos por tus palabras; que nosotros mismos hemos oído y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo.»"(Jn 4, 40- 42)

Para sus discípulos les da su Palabra que es espíritu y vida: "Les dice Jesús: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra." (Jn 4, 34) Alimento que nutre, alimenta, transforma y nos cambia en lo que comemos.



 

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