NO SE LES DARÁ OTRA SEÑAL QUE LA DE JONÁS

 

                                                El profeta que aprendió de sus errores. 

NO SE LES DARÁ OTRA SEÑAL QUE LA DE JONÁS

Introducción: Todavía es tiempo, dice el Señor. Arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mí, que soy compasivo y misericordioso. Joel 2, 12-13

En aquellos días, el Señor volvió a hablar a Jonás y le dijo: "Levántate y vete a Nínive, la gran capital, para anunciar ahí el mensaje que te voy a indicar". Se levantó Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el Señor. Nínive era una ciudad enorme: hacían falta tres días para recorrerla. Jonás caminó por la ciudad durante un día, pregonando: "Dentro de cuarenta días Nínive será destruida". Los ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal, grandes y pequeños. Llegó la noticia al rey de Nínive, que se levantó del trono, se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó sobre ceniza y en nombre suyo y de sus ministros, mandó proclamar en Nínive el siguiente decreto: "Que hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni beban; que todos se vistan de sayal e invoquen con fervor a Dios y que cada uno se arrepienta de su mala vida y deje de cometer injusticias. Quizá Dios se arrepienta y nos perdone, aplaque el incendio de su ira y así no moriremos". Cuando Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida, cambió de parecer y no les mandó el castigo que había determinado imponerles. (Jon 3, 1-10)

La primera señal de Jonás es que todo aquel que da la espalda a Dios se lo traga el animal. A Jonás le dolía ir a predicar al más grande de los enemigos de Israel, los ninivitas. Por eso desobedece a Dios y huye para Tarsis. La segunda señal es que se lo traga el animal que lo retiene durante tres días. La tercera señal es que Dios no se arrepiente de salvar a los hombres: Vete a Nínive  y realiza lo que te he dicho. La cuarta señal es acerca de su Mensaje: es relativo. Anuncia un castigo, que él lo desea que se cumpla, pero el pueblo se arrepiente y se convierte, no hay castigo. Por otro lado, puede prometer bendiciones, pero, si el pueblo se desvía no hay bendiciones. El pueblo se pervierte y cambia a Dios por sus ídolos, no hay bendiciones.

Jonás caminó por la ciudad durante un día, pregonando: "Dentro de cuarenta días Nínive será destruida". El pueblo de los ninivitas y su Rey que cambió su trono por el de las cenizas y decretó que todos hicieran penitencia, grandes y pequeños, y aún los animales. Cenizas, ayunos y penitencias, pidieron misericordia y compasión: “Cuando Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida, cambió de parecer y no les mandó el castigo que había determinado imponerles.” El Dios de toda misericordia ofrece y da su perdón a todos los que se arrepienten de su mala conducta para aceptar la voluntad de Dios y someterse a ella. Tal como lo dice el salmo del Miserere:

A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias. Por tu inmensa compasión y misericordia. Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos, y purifícame de mis pecados. A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias. Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu. A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento, y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias. A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias. (Salmo 50, 3-4. 12-13. 18-19)

En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y comenzó a decirles: "La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo. Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del sur se levantará el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde los últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás". (Lc 11, 29-32)

La gente que era mucha se apiñaba alrededor de Jesús para oírle y para que los curara. Es un momento de éxito. Todos hablaban bien de Jesús y le aplaudían como  a un político o como a un buen predicador. Jesús no se infla por los aplausos ni por las alabanzas, Topo lo contrario, les habla con toda verdad: "La gente de este tiempo es una gente perversa.” Perversa por que invierten los valores: buscan milagros y no buscan lo que yo les ofrezco, Vida eterna. Para eso he venido para darles la vida que mi Padre les da (1 de Jn 5, 12) “He venido para que tengan vida eterna, y la tengan en abundancia. (cf Jn 10, 10)

En otro contexto les dice: "Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?» Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.»"(Jn 6, 25- 27)


"Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo.» 42.Y decían: «¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?» 43.Jesús les respondió: «No murmuréis entre vosotros."(Jn 6, 41- 43) "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.» Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»"(Jn 6, 51- 52) "Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él. Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?» Le respondió Simón Pedro: «Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.» Jesús les respondió: «¿No os he elegido yo a vosotros, los Doce? Y uno de vosotros es un diablo.»"(Jn 6, 66- 70)

Pedro en nombre de los Doce, respondió: ¿A dónde iríamos? Volver a la casa de la suegra, vieja y enferma, volver a las redes viejas y remendadas, volver a la sinagoga donde nos han corrido. “Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”. La fe en Jesús es saber y creer que él es el Hijo de Dios, el don del Padre a los hombres, nuestro Salvador, Maestro y Señor para gloria de Dios Padre. No invirtamos los valores haciendo de él un ídolo, él es Dios, es Emmanuel: Dios con  nosotros, ente nosotros y a favor de nosotros.

A esta gente perversa no se les dará otra señal que la de Jonás, la Resurrección. Jesús es el Principio de Vida, es nuestra Cabeza, el que está por encima de todo y de todos. Que murió para que nuestros pecados sean perdonados y resucitó para darnos vida eterna, el regalo de Dios a los hombres que crean y amen a Cristo Jesús (Rm 4, 25; Jn 6, 40)

Hagamos de Jesús el Centro y el Fin de nuestra vida, sigámoslo por lo que él es y no por lo que nos da, podemos pedirle favores y milagros, por qué el mismo lo dice: “Pidan y se les dará,” pero, no perdamos de visa la Vida eterna: Que te conozcan a ti, único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo” (cf Jn 17, 3) Que nuestra oración sea ayudada por el Espíritu Santo:

"Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios. Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio."(Rm 8, 26- 28)

"Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios. A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar, conforme al poder que actúa en nosotros,"(Ef 3, 17- 20)



 

 

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