JESUCRISTO HA VENIDO A REALIZAR LA
OBRA DE PADRE
El Señor, tu Dios, te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Por el amor que os tiene y por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto. Así conocerás que el Señor, tu Dios, es el Dios verdadero, el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor, por mil generaciones, con los que lo aman y guardan sus preceptos. (Dt 7, 6. 8-9)
Egipto, Babilonia, Asiria, el Faraón ya n existen para oprimir y explotar al
pueblo de Dios. Ahora los enemigos de la salvación son el “individualismo, el
conformismo, el totalitarismo, el secularismo, los ateísmos, las supersticiones,
las ideologías, la descendencia del hombre viejo que son los vicios: la
soberbia, el egoísmo, la mentira, la envidia, la hipocresía y la maledicencia
(1 de Pe 2, 1) Jesús nos dice cuál es hoy el camino de la liberación:
"Decía, pues, Jesús a los
judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente
mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.»"(Jn 8,
31- 32) Nos libera de la esclavitud y de toda opresión (cf Mt 11, 28) "El
nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino del Hijo de su
amor, en quien tenemos la redención: el perdón de los pecados." (Col 1,
13- 14) "Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos, pues, firmes y no
os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud."(Gál 5, 1) "Y
cuando se convierte al Señor, se arranca el velo. Porque el Señor es el
Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad."(2 de
Cor 3, 16- 17)
El camino de la liberación que es
el camino del éxodo, hay una manifestación tan gloriosa como la anterior: la Reconciliación,
es un volver al Paraíso para a gozar de la paz y la armonía interior y exterior: armonía
consigo mismo, con Dios, con los demás y con la naturaleza. Es el volver a los
brazos de Dios para que se pueda dar el Nuevo Nacimiento y nuestros pecados
sean perdonados y recibamos el don del Espíritu Santo, todo en virtud de la
sangre de Cristo (Ef 1, 7; 2, 14; Heb 9, 14) Reconciliación con Dios y con los
otros, consigo mismo y con la naturaleza. Es hacerse uno con Dios y con los demás.
Nos reconciliamos con Dios en nuestro Bautismo y en el Sacramento de la confesión
que Jesús resucitado dejó a su Iglesia:
"Dicho esto, les mostró las
manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo
otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho
esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les
quedan retenidos.»"(Jn 20, 20- 23)
Lo primero es escuchar la Palabra
de Dios de la cual nace la fe (Rm 10, 17) La Palabra hace su Obra: Nos ilumina
y nos muestra nuestros pecados, nos lleva al juicio y nos guía por los caminos
de la rectitud (cf Jn 16, 8) Lo segundo es el reconocimiento de nuestros
pecados, para luego acercarnos a Cristo con un corazón contrito y arrepentido
para pedir perdón por nuestros pecados, al estilo del publicano: Señor Jesús
ten piedad de mí” (Lc 18.13) En el encuentro con Jesús nuestros pecados son
perdonados, somos justificados, y nacemos de lo Alto de Dios (Jn 1, 12- 13) ¿Y
ahora qué? "Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a
fin de que, por ella, crezcáis para la salvación, si es que habéis gustado que
el Señor es bueno."(1 de Pe 2, 2- 3)
Ahora perdonados, reconciliados,
salvados y santificados, ahora que somos hijos de Dios y hermanos de los demás,
vivamos en Comunión, en Participación y en Descentralización, es decir, vivamos
como seres sinodales: caminar con os otros, trabajar con ellos, viviendo como
Comunidad fraterna solidaria y servicial. Para que podamos decir con Pablo: "Porque
ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo.
Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así
que, ya vivamos ya muramos, del Señor somos."(Rm 8, 7- 8)
"Pues para mí la vida es
Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si el vivir en la carne significa para
mí trabajo fecundo, no sé qué escoger... Me siento apremiado por las dos
partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es
con mucho lo mejor; mas, por otra parte, quedarme en la carne es más necesario
para vosotros."(Flp 1, 21- 24) “Quisiera vivir para servir a mi Pueblo,
porque para mí la vida es Cristo, y la vida que ahora vivo la vivo de mi fe en
Cristo Jesús mi Salvador que me amó y se entrego por mí” (cf Gál 2,19- 20)
Recordemos a Santiago hablarnos de
la fe y sus obras: "¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo
fe», si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe? Si un hermano o una
hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les
dice: «Idos en paz, calentaos y hartaos», pero no les dais lo necesario para el
cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente
muerta."(Snt 2, 14- 17) Por eso recodemos que la Misericordia es como la
lluvia que apaga los grandes incendios (Eclo 3, 30) Rompe tus pecados con obras
de justicia y tus iniquidades con misericordia para con los pobres, para que tu
ventura sea larga. (Dn 4, 24b) Así dice el Señor de los ejércitos:
«Convertíos a mí, y me convertiré a vosotros. No seáis como vuestros padres, a
quienes predicaban los antiguos profetas: "Así dice el Señor: Convertíos
de vuestra mala conducta y de vuestras malas obras", pero no me
obedecieron.» (Za 1, 3b-4b) Sin misericordia nuestra fe es estéril. La fe yla
misericordia son inseparables.
Trabajad por vuestra salvación con respeto y seriedad. Porque es Dios el que
obra en vosotros haciendo que queráis y obréis movidos por lo que a él le
agrada. Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones, a fin de que seáis
irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha. (Flp 2, 12b-15ª)
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