CONVIÉRTANSE DICE EL SEÑOR PORQUE YA ESTÁ CERCA EL REINO DE LOS CIELOS. (MT 4, 17)

Iluminación: “Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo” (I Juan21).

Esto dice el Señor Dios: “Israel, conviértete al Señor, Dios tuyo, pues tu maldad te ha hecho sucumbir. Arrepiéntanse y acérquense al Señor para decirle: ‘Perdona todas nuestras maldades, acepta nuestro arrepentimiento sincero, que solemnemente te prometemos. Ya no nos salvará Asiria, ya no confiaremos en nuestro ejército, ni volveremos a llamar “dios nuestro” a las obras de nuestras manos, pues sólo en ti encuentra piedad el huérfano’. Yo perdonaré sus infidelidades, dice el Señor; los amaré aunque no lo merezcan, porque mi cólera se ha apartado de ellos. Seré para Israel como rocío; mi pueblo florecerá como el lirio, hundirá profundamente sus raíces, como el álamo, y sus renuevos se propagarán; su esplendor será como el del olivo y tendrá la fragancia de los cedros del Líbano. Volverán a vivir bajo mi sombra, cultivarán los trigales y las viñas, que serán tan famosas como las del Líbano. Ya nada tendrá que ver Efraín con los ídolos. Yo te he castigado, pero yo también te voy a restaurar.
Los mandamientos del Señor son rectos y los justos los cumplen; los pecadores, en cambio, tropiezan en ellos y caen”. Os 14, 2-10

El que se arrepiente y vuelve al Señor con un corazón contrito y dolido, es justificado, es perdonado, reconciliado y es salvado (Rm 5, 1- 5; Gál 2, 16) Rompe con el pecado y con los ídolos. Con el perdón de todas sus maldades recibe la Gracia de Dios para refrenar el pecado, levantar el espíritu y profundizar las raíces de la fe que son la humildad, la mansedumbre y la misericordia. (cf Col 3, 12) Ahora ama al señor y pude guardar los mandamientos del Señor (cf Jn 14, 21) El desierto se convierte en un jardín y  éste se convierte en un bosque con frondosos árboles que producen maderas finas para edificar casas y edificios, es decir, se convierte en un servidor de los demás.

El salmo responsorial nos ayuda a exclamar: Oyó Israel palabras nunca oídas: “He quitado la carga de tus hombros y el pesado canasto de tus manos. Clamaste en la aflicción y te libré. R. Yo soy tu Dios, escúchame.

¡Ojalá que mi pueblo me escuchara y cumpliera Israel mis mandamientos! Comería de lo mejor de mi trigo y yo lo saciaría con miel silvestre”. R. Yo soy tu Dios, escúchame.

"En esto sabemos que le conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco» y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en él. Pero quien guarda su Palabra, ciertamente en él el amor de Dios ha llegado a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él."(1 de Jn 2, 3- 5) Diez son los mandamientos de Dios, tres en referencia a Él y siete en referencia a las comunidades o los hombres. “Honra a tu padre ya tu madre, no matarás, no cometerás relaciones impuras, no robaras, no mentiras o calumniaras, no desearás la mujer de tu prójimo y no desearás los bienes ajenos.” Los mandamientos nos hablan de los “derechos humanos” pero en forma negativa. No le quites la mujer o los bienes a tu prójimo porque él nos necesita para vivir.” El que rompa uno de los mandamientos entra en la muerte espiritual y al vacío de Dios.

En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?” Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos”. El escriba replicó: “Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios”. Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”. Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Mc 12, 28-34

 

Los mandamientos son palabras santas y divinas que salieron de la boca de Dios: "Estos son los mandamientos, preceptos y normas que Yahveh vuestro Dios ha mandado enseñaros para que los pongáis en práctica en la tierra a la que vais a pasar para tomarla en posesión, a fin de que temas a Yahveh tu Dios, guardando todos los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, tú, tu hijo y tu nieto, todos los días de tu vida, y así se prolonguen tus días. Escucha, Israel; cuida de practicar lo que te hará feliz y por lo que te multiplicarás, como te ha dicho Yahveh, el Dios de tus padres, en la tierra que mana leche y miel. Escucha, Israel: Yahveh nuestro Dios es el único Yahveh. Amarás a Yahveh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. "(Dt 6, 1- 5)

Guardar los mandamientos contiene una promesa: Tener paz, gozo, amor, es decir ser felices: (Dt 30, 15) Leche, miel agua, vino, son todos, manifestaciones de la presencia de Dios en nuestros corazones cuando se guardan los mandamientos: “Del corazón del que crea en mí brotarán ríos de agua viva” (Jn 7, 37-38)


Los mandamientos de Dios son esenciales en la enseñanza de Jesús: "«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos."(Mt 5, 17- 19)

 

Jesús en Marcos y en Mateo reduce los 613 preceptos que había en la ley judía, pero en Juan los reduce a uno sólo precepto: "Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.»"(Jn 13,34- 35) Para guardar el mandamiento Regio de Jesús hay que guardar primero los diez mandamientos, el que quebrante uno de estos, no podrá guardar el mandamiento de Jesús.

Jesús fue el primero en guardar los mandamientos de Dios: "Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado." (Jn 15, 9- 12)





 

Publicar un comentario

Whatsapp Button works on Mobile Device only

Start typing and press Enter to search