DIOS AMA Y BENDICE AL QUE DA CON
ALEGRÍA.
Dedícate a buscar a Dios que él se
deja encontrar al que lo busca de todo corazón (Jer 29, 13) Para buscar a Dios
hay que tener Luz, tener su Palabra que es luz en nuestro camino (Slm 119, 105)
Hoy su Palabra nos muestra donde podemos encontrarlo, en el pobre, lugar
teológico, según las palabras del mismo Señor Jesús: "Entonces dirá el Rey
a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del
Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre,
y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me
acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la
cárcel, y vinisteis a verme." (Mt 25, 34- 36) "Y el Rey les dirá:
"En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más
pequeños, a mí me lo hicisteis." (Mt 25, 40)
Lo bello es VER AL POBRE como a una
persona digna y valiosa, es decir, comparte con amor lo que le por derecho le
corresponde: "Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala
gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para
colmaros de toda gracia a fin de que teniendo, siempre y en todo, todo lo
necesario, tengáis aún sobrante para toda obra buena. Como está escrito:
Repartió a manos llenas; dio a los pobres; su justicia permanece
eternamente." (2 de Cor 9, 7- 9) Esto no es una opción, es un Mandato del
Señor: "Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón,
dice al hombre: «Extiende la mano.» El la extendió y quedó restablecida su
mano. "(Mc 3, 5) En la dureza del corazón ni sale lo bueno como tampoco
entra.
En la Ley del Pentateuco nos dice: “Si
hay entre los tuyos un pobre, un hermano, en una ciudad tuya, en esa tierra
tuya que va a darte el Señor, tu Dios, no endurezcas el corazón ni cierres la
mano a tu hermano pobre.” (Dt 15, 7-8) El profeta Isaías nos dice que un culto
a Dios sin la caridad está vacío y es estéril, por más bonito que parezca, a Dios
no le agrada, porque no tiene fe (Heb 11, 6) que llegada a su madurez es
caridad (Gál 5, 6)
"Y al extender vosotros vuestras
palmas, me tapo los ojos por no veros. Aunque menudeéis la plegaria, yo no
oigo. Vuestras manos están de sangre llenas: lavaos, limpiaos, quitad vuestras
fechorías de delante de mi vista, desistid de hacer el mal, aprended a hacer el
bien, buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al
huérfano, abogad por la viuda."(Is 1,15- 17)
En el Nuevo Testamento Jesús pone
al hermano sobre la ofrenda: "Si, pues, al presentar tu ofrenda en el
altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu
ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano;
luego vuelves y presentas tu ofrenda." (Mt 5, 23- 24)
Para el Antiguo Testamento parece
que los predilectos de Dios son los pobres, las viudas y los huérfanos: “No
robes al pobre, porque es pobre, no oprimas al desgraciado en el tribunal,
porque el Señor defenderá su causa y pondrá zancadillas a los que se las
ponían. (Pr 22, 22-23) Jesús nos propone la voluntad de Dios sobre el culto y
las oraciones: "«No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el
Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos
me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" (Mt
7, 21- 22)
Dios no se figa en la acción, si no
en la intención, el otro, el pobre te pertenece y tú le pertenece a él, somos
de la misma familia, somos hermanos, reconócelo y acéptalo como regalo de Dios
y carga con sus debilidades (Rm 15,1) Amalo sin fingimiento, así lo dice la
Sagrada Escritura, es decir la Palabra de Dios:
“Que vuestra caridad sea sincera.”
Aborreced el mal y aplicaos al bien. En punto a caridad fraterna, amaos
entrañablemente unos a otros. En cuanto a la mutua estima, tened por más dignos
a los demás. Nada de pereza en vuestro celo, sirviendo con fervor de espíritu
al Señor. Que la esperanza os tenga alegres; estad firmes en la tribulación,
sed asiduos en la oración. (Rm 12, 9-12) Y entonces nuestras oraciones y
acciones serán gratas y agradables a Dios.
Ofrece a Dios un sacrificio de
alabanza, es decir, práctica la caridad, (Eclo 35,2- 3) comparte lo tuyo con
los otros, especialmente los menos favorecidos. "La religión pura e
intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en
su tribulación y conservarse incontaminado del mundo." (Snt 1, 27)
Enseñanza que Santiago la sacó de las enseñanzas de Jesús a sus discípulos: "Os
doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he
amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán
todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.»"(Jn
13, 34- 35)
La fe viva, unida a una esperanza
cierta y a una caridad ardiente no es estéril, tiene frutos, los frutos de la
fe que es luz, fuerza y misericordia: "Si alguno que posee bienes de la
tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede
permanecer en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca,
sino con obras y según la verdad." (1 de Jn 3, 17- 18) Una fe y una
esperanza sin caridad están muertas, son estériles.
En el corazón que está vacío de
caridad de seguro abunda en él, el pecado. De donde sacamos unas palabras
veraces: “No hagamos de nuestro corazón una bodega para guardar nuestras
piedras: el rencor, la venganza y el odio porque eso rompe la comunión con Dios
y apagan nuestras lámparas: "Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar
te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu
ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano;
luego vuelves y presentas tu ofrenda." (Mt 5, 23- 24) Que el enojo no te
dure todo el día, no le des lugar al Diablo, (Ef 4, 26- 27) más bien
reconciliaos para que vuelvan a la Unidad fraterna (Ef 4, 13) Recordemos que la
Fe es inseparable de la Caridad, y la fe es Luz, es fuerza y es misericordia.
Misericordia quiero y no
sacrificios de toros y de machos cabríos, sino un corazón pobre, humilde y
arrepentido (cf Slm 51, 19) “Rompan con el pecado” (1 de Jn 1, 8) y guardemos
sus mandamientos, sobre todo el de la Caridad (cf Jn 13, 34) Porque Dios es
Caridad y todo el que ama, ha nacido de Dios, permanece en él y le pertenece (
1 de Jn 4, 7) La Caridad, al igual que los otros dones crecen con el uso de su ejercicio.
Jesús nos dijo: "«He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto
desearía que ya estuviera encendido! Con un bautismo tengo que ser bautizado y
¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!"(Lc 12, 49- 50) ¿De qué fuego
se trata? Del Fuego del Amor que Dios derrama en nuestro corazón juntamente con
el Espíritu Santo (cf Rm 5, 5)
Escuchemos la Palabra de Dios hablar
a nuestro corazón: "Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es
Amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al
mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el
amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos
envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos
amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros."(1 de
Jn 4, 8- 11)
La Caridad es inseparable de la
Justicia divina, por eso nos dice san Juan: "Y ahora, hijos míos,
permaneced en él para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y no
quedemos avergonzados lejos de él en su Venida. Si sabéis que él es justo,
reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de él." (1 de Jn 2, 28-
29) La Caridad, la Justicia y la Verdad son fruto de la Luz, son sus hijas
predilectas, son fuerza y poder de Dios en nuestros corazones. (cf Ef 5, 9)
Para que nos demos, entreguemos y nos abramos al servicio con todo nuestro ser
y nuestros bienes, tanto materiales como espirituales, y así ser servidores de
Dios, en Cristo y por Cristo.
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