TODO AQUEL QUE CREE EN JESÚS SE HACE HIJO DE DIOS.

 

 


TODO AQUEL QUE CREE EN JESÚS SE HACE HIJO DE DIOS.

Iluminación: Aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. A todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios. (Jn 1, 14. 12)


Queridos hijos: Si ustedes saben que Dios es santo, tienen que reconocer que todo el que practica la santidad ha nacido de Dios. Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él. Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Y todo el que tiene puesta en él esta esperanza, procura ser santo, como Jesucristo es santo. Todo el que comete pecado quebranta la ley, puesto que el pecado es quebrantamiento de la ley. Y si saben ustedes que Dios se manifestó para quitar los pecados, es porque en él no hay pecado. Todo el que permanece en Dios, no peca. Todo el que vive pecando, es como si no hubiera visto ni conocido a Dios. (1 Jn 2, 29–3, 6)

Para vivir en santidad hay que vivir en Comunión con Cristo, conducidos por el Espíritu Santo para vivir en Dios Padre. Lo que equivale a vivir las Virtudes Teologales: Fe, Esperanza y Caridad. Entonces podemos llamarnos hijo de Dios en Cristo por la acción del Espíritu. La exigencia primaría es creer en Jesús, el Hijo de Dios para luego, romper con el pecado y caminar en esperanza para vivir en rectitud, haciendo en todo la voluntad de Dios: Guardando sus mandamientos, practicando su Palabra y cultivando las Virtudes, lo contrario a esto es llevar una vida mundana y pagana. Mundo es el sistema de doctrinas que contradicen a Cristo y a su evangelio. El mundo propone el poder, el tener y el placer (1 de Jn 2, 15). Cristo en cambio nos ofrece “Vida eterna” y persecuciones.

 

Salmo Responsorial

R. Aclamemos con júbilo al Señor. Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria. R. Aclamemos con júbilo al Señor.

La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor R. Aclamemos con júbilo al Señor.

Cantemos al Señor al son del arpa, suenen los instrumentos. Aclamemos al son de los clarines al Señor, nuestro rey. R. Aclamemos con júbilo al Señor. (Salmo 97, 1. 3cd-4. 5-6)

Relato del Evangelio

Al día siguiente, vio Juan el Bautista a Jesús, que venía hacia él, y exclamó: "Éste es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo he dicho: 'El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo'. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua, para que él sea dado a conocer a Israel".

Entonces Juan dio este testimonio: "Vi al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: 'Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo'. Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios". Jn 1, 29-34

Cuatro verdades que proclama hoy Juan el Bautista.

La primera verdad es que Jesús es el “Cordero de Dios que quita los pecados del Mundo.” "Purificaos de la levadura vieja, para ser masa nueva; pues sois ázimos. Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado." (1 de Cor 5, 8) Jesús es Codero por que se ofreció al Padre por la redención de los pecadores (Rm 4, 25) En virtud de la sangre de Cristo nuestros pecados son perdonados (Ef 1, 7)

La segunda verdad es que Jesús existía antes de haber nacido. Existía la Palabra que se hizo hombre y habitó entre nosotros (Jn 1, 14) Para hacernos hijos de Dios (Jn 1, 12) Dios entra en el tiempo para hacerse frágil y débil como todo hombre. “Igual a nosotros en todo menos en el pecado” (Flp 2, 7) Jesús es el MISIONERO DE DIOS para hacer la Obra del Padre. "Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. " (Gál 4, 4- 5)

La tercera verdad es que Juan bautiza a Jesús. “Vi descender del Cielo al Espíritu Santo.” Jesús es el Mesías de Dios, esa es la señal: “El Espíritu del Señor está sobre mí”  "El espíritu del Señor Yahveh está sobre mí, por cuanto que me ha ungido Yahveh. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad;" (Is 61, 1) Jesús es el Ungido con el Espíritu Santo para realizar la Obra del Padre.

La cuarta verdad es que Jesús es el que bautiza con Espíritu Santo. Porque es el único que ha muerto y ha resucitado por nosotros para darnos vida eterna (cf Jn 6, 40) Por el bautismo somos revestidos de Cristo (Gál 3, 26- 27) Y Cristo nos reviste de Espíritu Santo. En la escucha de la Palabra quedamos embarazados de Dios y el Espíritu Santo nos lleva al Nuevo Nacimiento. Jesús nos dijo: “Cuando el Espíritu Santo venga él le mostrará al mundo lo que es el pecado, el juicio y la rectitud” (Jn 16, 8) En muchos bautizados, tienen al Espíritu Santo, pero, inactivo, se requiere un despertar espiritual para que la Luz de Cristo irradie nuestras vidas (cf Ef 5, 15)

Jesús es el Buen Pastor que busca a las ovejas perdidas hasta encontrarlas. Dejarse encontrar es escuchar la Palabra de Cristo que nos dice: “Andas equivocado, levántate y vuelve al Camino que te lleva a la Casa de mi Padre” “Dejarse encontrar es aceptar que el Padre nos ama y que somos pecadores.” El pecado nos priva de la Gracia de Dios y nos lleva a la muerte, en cambio Dios nos da la vida en Cristo Jesús. (Rm 3, 21: 6, 23)

El Buen Pastor nos levanta, nos pone sus hombros y nos lleva al redil, a la comunidad para iniciar la fiesta y el proceso de sanación, frente a las ovejas, para que aprendan la pedagogía del Maestro y aprendan de él a curar las heridas del pecado. Él nos encuentra y no nos deja solos, quiere que seamos parte de su Comunidad fraterna, solidaria y servicial. Para conducidos por el Espíritu Santo vivamos en Comunión, Participación, Reconciliación y en Misión. A esto hoy se le llama Solidaridad.

Jesús es el Redentor que realizó la Obra del Padre en la Historia, hace más de dos mil años, pero, el Espíritu Santo lo actualiza hoy en nuestra vida. La Obra del Espíritu Santo es hacer que el mundo crea en Jesús para que creyendo se salve. Hoy actualiza en nuestra vida la liberación, la salvación y la santificación que Cristo hace en la Iglesia, es decir, en nosotros. Rechazar la acción del Espíritu Santo en nuestra vida es no creer en Cristo, ¿Quién podrá salvarnos? "Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.»" (Hch 4, 12) ¿A dónde vamos a ir? El único Camino que nos lleva al Padre es Jesús (Jn 14, 6- 7) Conducidos por el Espíritu Santo vayamos a Jesús, entreguémosle nuestra carga y aceptemos con alegría su yugo que es suave y ligero (Mt 11, 28-30)

El bautismo en el Espíritu Santo es una experiencia de la presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en nuestra vida. Experiencia que viene a ser el Motor de la Vida Nueva, y que llena de fe, esperanza y amor. Amor a la persona de Jesús, el Hijo de Dios, nuestro Salvador, Maestro y Señor. El que ama a Jesús ama también su Palabra y la Oración, ama a los que Dios ama, a la Iglesia amada y redimida por Jesús. Ama también el servicio, se hace discípulo y servidor de Jesús. Para luego irse llenando del Gozo del Señor. Gozo inefable que va acompañado de la Paz y del Amor. Somos personas libres para amar y  para servir.

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