UN HOMBRE TENÍA DOS HIJOS LLAMADOS A VIVIR EN COMUNIÓN

 


UN HOMBRE TENÍA DOS HIJOS LLAMADOS A VIVIR EN COMUNIÓN

En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’. Él le contestó: ‘Ya voy, señor’, pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Éste le respondió: ‘No quiero ir’, pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?” Ellos le respondieron: “El segundo”.

Entonces Jesús les dijo: “Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él”. Mt 21, 28-32

Un hombre tenía dos hijos, o, dos pueblos: el pueblo judío y el pueblo de los gentiles o paganos. Dos enemigos encarnizados que estaban siempre en lucha. De en medio de estos dos pueblos brotaba una pequeña porción de hombres y mujeres llamados “Los pobres de Yaveh”.

Aquel día, dice el Señor, yo dejaré en medio de ti, pueblo mío, un puñado de gente pobre y humilde. Este resto de Israel confiará en el nombre del Señor. No cometerá maldades ni dirá mentiras; no se hallará en su boca una lengua embustera. Permanecerán tranquilos y descansarán sin que nadie los moleste’’. (Sof. 3, 10- 13).

Es el pueblo fiel que en medio de la opresión de los otros pueblos, los poderosos había encarnado la “Esperanza Mesiánica.” El viene anunciar el Reino de Dios y a reconciliar a los dos pueblos con Dios y entre ellos (Ef 2, 14) Hacer de los dos pueblos, un solo pueblo, el pueblo de Dios. Pueblo conformado por hombres y mujeres, pobres y ricos, cultos o incultos. Un Pueblo redimido por la sangre de Cristo y poseído por el Espíritu Santo.

“¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’. Él le contestó: ‘Ya voy, señor’, pero no fue.

El primer hijo es el pueblo judío. "Pues desearía ser yo mismo anatema, separado de Cristo, por mis hermanos, los de mi raza según la carne,- los israelitas -, de los cuales es la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las promesas, y los patriarcas; de los cuales también procede Cristo según la carne, el cual está por encima de todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén."(Rm 9, 3- 5)

Pueblo enviado a trabajar en la viña. Responde con un “Si, si, si.” “Si te amaré, si te obedeceré, su te serviré.” Pero no lo hicieron, se alejan de Dios y quebrantan los Mandamientos. Cometen un doble pecado: "Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas, que el agua no retienen."(Jer 2, 13) “Vino a los suyos y ellos no creyeron en él” (cf Jn 1, 11- 12) Es el pueblo de los escribas, fariseos, saduceos, herodianos, y otros.

El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Éste le respondió: ‘No quiero ir’, pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?” Ellos le respondieron: “El segundo”.

El segundo hijo, el pueblo mundano y pagano, que dice no iré, pero luego se arrepiente y sí va a trabajar en la Viña del Señor. Este es el que hizo la voluntad de Dios. Es el pueblo conformado por los publicanos y prostitutas que creyeron de la Palabras de Juan y luego en las Palabras de Jesús. A estos que creyeron en las palabras de Jesús, les dice: "«Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.»"(Jn 8, 31- 32) Libres del pecado y libres para amar y servir a Dios y a los hombres. Ellos les ganaran la entrada al reino de Dios, y ustedes se quedaran fuera porque no han creído en el que Dios ha enviado (Jn 6, 40)

Tanto los paganos como los judíos estaban bajo el poder del pecado, estaban en la muerte (Ef 2, 1-3) Pero Dios que es rico en misericordia les ha dado vida, los ha resucitado con Cristo, los ha sentado a su derecha, los ha salvado (Ef 2, 4ss) “Todos pecaban y estaban privados de la gracia de Dios (Rm 3, 21) Pero Dios nos da la Vida en Cristo Jesús (Rm 6, 23) ¿A quiénes perdona y salva Dios? En la parábola del hijo pródigo encontramos la respuesta:

El hijo pródigo sale de la Casa del Padre para irse a un país lejano y derrochar su fortuna como un libertino (Lc 15, 11ss) El país lejano es el mundo, donde no es sagrado lo que encasa es sagrado: la vida, la familia, la dignidad humana, etc. Derrochó sus dones, luego tuvo hambre y trabajó cuidando cerdos. No le permitían comer de lo que los cerdos comían. Tuvo mucha hambre. Y recordó los días más felices de su vida, los días en la casa de su Padre. "Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros." Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo."(Lc 15, 17- 21)


"Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron la fiesta."(Lc 15, 22- 24)

"«Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano." El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!" «Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado."»"(Lc 15. 25- 32).

La Escritura no habla que haya entrado el hijo mayor, pero tampoco habla que el hijo menor haya permanecido en casa. Sólo habla de la misericordia del Padre que ama a sus dos hijos y quieren que se reconcilien y se alegren para juntos celebrar la fiesta de la Salvación.

Dios es el totalmente libre para amarnos y perdonarnos, pero en su Libertad, nos deja que elijamos, una cosa u otra; la salvación o la perdición, a fuerzas ni nos ama y nos perdona. Otro ejemplo de su libertad lo encontramos en la Escritura: "Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!» Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.» Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.» Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.»"(Lc 23, 39- 43)

La salvación es un don de Dios a los hombres; don inmerecido, comprado a precio de Sangre, pero no barato, el precio es creer en Jesús y convertirse a él. Creer es confiar en Jesús, obedecerlo y amarlo, seguirlo y servirle. Lo que implica aceptar la voluntad de Dios y someternos a ella (cf Mt 7, 21; Lc 6, 46).

El resto fiel lo conforman los que guardan los Mandamientos, guardan su Palabra y encarnan las Bienaventuranzas:  "«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos , porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa." (Mt 5, 3- 11)

Todo lo anterior es posible ayudados por la Gracia de Dios… somos hijos de Dios y hermanos de los hijos de Dios

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