CON AMOR ETERNO TE HE AMADO Y TENGO RESERVADA GRACIA PARA TI

 


CON AMOR ETERNO TE HE AMADO Y TENGO RESERVADA GRACIA PARA TI

“Alégrate, tú, la estéril, que no dabas a luz; rompe a cantar de júbilo, tú que no habías sentido los dolores de parto; porque la abandonada tendrá más hijos que la casada, dice el Señor.(Is 54, 1ss)

Por lo tanto, el que una mujer casada no pudiera tener hijos se veía en tiempos antiguos como una deshonra, una aflicción, un castigo y una de las peores desdichas. En el Nuevo Testamento, la esterilidad, el no poder tener hijos, era motivo de vergüenza y de humillación (Lc 1, 7.36; 23, 29). Es también vergüenza condenable la esterilidad de una fe sin obras (Sant 2, 20; Mt 12, 36), como lo es la esterilidad del árbol que no da frutos (Mt 3, 10; 7, 16-20; Lc 3, 9; 6, 43-44), como la higuera infructuosa, maldecida por Jesús (Mt 21, 19; Mc 11, 14; Lc 13, 6-9), o las semillas de la palabra de Dios, que no dan fruto alguno en un corazón entregado a los bienes materiales de este mundo (Mt 13, 22; Mc 4, 7. 19), o el sarmiento inútil, que debe ser cortado y quemado (Jn 15, 2).

Veamos que significa una fe sin obras, es estéril (Snt 2, 14) Equivale a una higuera sin frutos, es estéril. Lo que significa una religión vacía que no tiene frutos. “Sin fe nada es grato y agradable a Dios” (cf Heb 11, 6)

Ensancha el espacio de tu tienda, despliega sin miedo las lonas, alarga las cuerdas, clava bien las estacas, porque te extenderás a derecha y a izquierda: tu estirpe heredará las naciones y poblará las ciudades desiertas. (Is 54, 2ss)

La teología de la prosperidad habla de hacerse ricos. (Enseñada y predicada por algunos grupos religiosos que recurren a los diezmos para enriquecerse)  Engrandece tu hacienda, tu negocio, hazte dueño de lo que es de tus vecinos. Cómprales o quítales, pero, hazte rico y poderoso. Lo que realmente dice la Palabra de Dios, es engrandece tu corazón, remueve las paredes del ego, del odio, de la envidia, de la mentira para Dios actúe en tu corazón y crezcas en fe, esperanza y caridad. Escuchemos a Pablo descubrirnos el corazón de Cristo:"Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza."(2 de Cor 8, 9)

La pobreza de Jesús es la Encarnación, su pasión su dolor y su muerte. Él nació pobre, vivió pobre y murió pobre: "El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz."(Flp 2, 6- 8) En el sermón de las Bienaventuranzas quedo claro que su teología no era la de la prosperidad económica: "«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros." (Mt 5, 3. 12)

No temas, porque ya no tendrás que avergonzarte; no te sonrojes, pues ya no te afrentarán; antes bien, olvidarás la vergüenza de tus años jóvenes y no volverás a recordar el deshonor de tu viudez. El que te creó, te tomará por esposa; su nombre es ‘Señor de los ejércitos’. Tu redentor es el Santo de Israel; será llamado ‘Dios de toda la tierra’. Como a una mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor. ¿Acaso repudia uno a la esposa de la juventud?, dice tu Dios. (Is 54, 4ss)

Jesús ha venido a liberarte del oprobio, de la vergüenza y de la humillación (Ga 3, 13) Jesús no vino  hacernos ricos, vino a salvarnos y a redimirnos (Rm 4, 25) Vino a traernos la Gracia que nos ayuda a dar frutos buenos y en abundancia (Jn 10, 10; Jn 15, 4) Jesús entra en nuestra vida con sus manos llenas de los dones que brotan de su Alianza: La Palabra, el Perdón, la Paz y la Fidelidad (Os 2, 21- 22)

Por un instante te abandoné, pero con inmensa misericordia te volveré a tomar. En un arrebato de ira te oculté un instante mi rostro, pero con amor eterno me he apiadado de ti, dice el Señor, tu redentor. Me pasa ahora como en los días de Noé: entonces juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra; ahora juro no enojarme ya contra ti ni volver a amenazarte.(Is 54, 7-9) Creamos en Jesús, el Enviado del Padre, confiemos en él, obedezcámoslo y amémoslo. “Sus palabras son espíritu y vida.” “Permanezcamos en su Palabra para que seamos sus discípulos, para que conozcamos su Verdad y nos libere” (cf Jn 8, 31- 32)

“Con amor eterno te he amado y tengo reservada gracia para ti” (Jer 31, 3) Con un corazón henchido de amor, ternura y misericordia, el Esposo dice a su Esposa: Podrán desaparecer los montes y hundirse las colinas, pero mi amor por ti no desaparecerá y mi alianza de paz quedará firme para siempre. Lo dice el Señor, el que se apiada de ti” (Is 54, 10) Alianza sellada con la sangre de Cristo: "Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada."(Ef 5, 25- 27) Se trata de la riqueza que Jesús nos ha dado con su pobreza: Ser hijos de Dios, hermanos y servidores de todos.

Ahora podemos ser fértiles y fructíferos como el árbol que da buenos frutos (Mt 7, 16ss) Por que la Justicia de Dios se ha manifestado en nuestro favor (Rm 3, 23) Por esta Justicia, la de la fe en Jesucristo, hemos sido perdonados de nuestros pecados y hemos recibido el don del Espíritu Santo (Rm 5, 1- 5; Ga 2, 16) Hemos sido justificados y estamos como árboles plantados a la orilla de un río, nuestras raíces están en el agua, nuestras ramas están siempre verdes y dando frutos los doce meses del año (Slm , 1- 3)

La fertilidad brota de la fe que viene de la escucha de la Palabra de Dios (Rm 10, 17) De la fe nace la confianza, la esperanza, el amor. El Amor es la Madre de todas las virtudes que nos quitan la infertilidad. Escuchemos la Palabra de Dios: "Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados."(1 de Jn 4, 7- 10)

Digamos que donde hay fe hay justicia a Dios y justica a los hombres. Esta es la voluntad de Dios: "Así que por sus frutos los reconoceréis. «No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!"(Mt 7, 20- 23)

El amor es el fruto para que demos gloria a Dios: "La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor."(Jn 15, 8- 10)

El amor y la justicia son inseparables. Por eso Santiago nos lo recuerda: "Si alguno se cree religioso, pero no pone freno a su lengua, sino que engaña a su propio corazón, su religión es vana. La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo."(Snt 1, 26- 27)



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